Emily Evans
Las puertas del elevador privado se abrieron, entré y escuché que hablaba por el celular, estaba de espaldas hacia a mí, podía ver tensión y en su tono de voz, irritación.
―Hazlo. ―dijo de manera tajante y colgó. Se volvió hacia a mí.
―Aquí estoy, señor Evans. ―él sonrió al escuchar como lo había llamada, estaba de pie detrás de la silla que estaba frente al escritorio impecable e intimidante.
―Siéntate. ―me señaló la silla, lo hice en total silencio. ― ¿Qué tal tu semana? ―intenté no decir unas palabrotas por lo que hacía Austin, así que me mordí la lengua.
―Buena. ―dije solamente, con lo que quedaba de mi uña, me rascaba como tic el interior de mi mano, hacía círculos constantes. Era un tic de e
James MaxwellNew York, viernes 16:15 pm―Lo sé. ―solo eso pude decirle a Emily.― ¿Dónde estás? ―Emilypreguntó en un tono muy bajo. ―Miré a Peter quien iba al volante, se había detenido en un drive del Starbucks, luego hizo un pedido para ambos.―Estoy en la calle, acabamos de entregar la oficina en la que estábamos instalados. ¿Y tú? Supongo que debes de estar alistándote para dormir…―ella soltó una risa del otro lado de la línea.―Estoy en la bañera…―susurró, tomé aire y lo sostuvepor unos segundos, mi mente me traicionó imaginando escenas de ella dentro de la bañera llena de espuma en la superficie del agua, yo entrando con mi ropa y tomando lugar del otro lado de este, pasé saliva con dificultad. ―James, respira.
Emily EvansLunes por la mañana, Empresas Evans,Londres, Inglaterra.Menos una uña larga.Mi padre golpeteó mi mano para que dejará de morderme la otra uña del otro dedo.―Es un asqueroso hábito que tienes que retirarte. ―giré mi mirada hacia a él, le torcí el labio y luego negó. ―Tu madre lo tenía…―su mirada se volvió nostálgica.― ¿También le pegabas en la mano? ―le sonreí para sacarlo de su burbuja, él puso su mano en mi hombro, tiró suavemente de mí para dejar un besocontra mi cabello.―Te vuelvo a ver que lo haces delante de mí y te dejaré en vergüenza. ―se separó y clavó su mirada en mí,&nbs
James MaxwellElla no se inmutó a mis palabras, asintió, se inclinó hacia a mí y retrocedí, me sorprendió su movimiento, me sorprendiócomo me alteré en segundos a su cercanía, ella estiró su mano esquivando mi cuerpo, la campanilla de las puertas del elevador sonó, las puertas se abrieron a mi espalda.―Solo para aclarar…―dijo regresando a su lugar. ―No estaba coqueteando, señor…Maxwell. ―sus ojos grises se cargaron de frialdad, hizo señas de que retrocediera, me volví para salir y me sorprendí que el grupo estuviese dóndelos había dejado. Salió Emily. Se plantó a mi lado y sonrió a los demás. ―Bien, ya aclarado
Emily EvansQuería un caparazón. Y uno muy grueso. Un caparazón que no le entrara absolutamente nada, ni toda esa rabia queJames me había lanzado hace una hora en su nueva oficina. Había controlado muy bien lo que había provocado James en ese momento, salí sin bajar esa mirada, no quería verme frágil ante ellos por lo que acaba de gritarme.― ¿Estás lista? ―preguntó mi padre cuando entró a la sala de juntas, que es dónde estaba con Austin y mi capacitación.―No iré. ―dije, regresé mi mirada a los papeles, cuando no escuché nada de parte de mi padre, levanté la mirada a él de nuevo.― ¿Qué pasa? ―preguntó, y yo negué. ― ¿Qué pasa? ―insistió ahora con un tono más fuerte.―Solo que no tengo ha
James MaxwellLa mirada que me clavó Emily antes de cruzar el resto del pasillo, me molestó, ¿Cómo alguientan joven puede provocarme tantas sensaciones nuevas y prohibidas en tan corto tiempo? En mi cara me habían regresado mis palabras y no encontré algo en su mirada que mostrara miedo, dolor, decepción, al contrario, había seguridad en sus palabras, mostró una seguridad canija que me dejó sin palabras, tomé aire y lo solté lentamente para controlar mi cuerpo, mi mente sobre todo, me aclaré la gargantay caminé detrás de ella.―Señorita…Evans. ―remarque su apellido condureza, ella se detuvo, siguió dándome la espalda, luego se volvió hacia a mí con sorpresa fingida, eso me hizo arrugar su ceño. ¿Qué? ¿La niña es bipolar?<
Emily EvansSus ojos centellaron ira muy contenida, noté que sus hombros se tensaron.― ¿Qué es lo que sabes de sustentabilidad?¿Acaso tienes una carrera? Solo tienes veinte años. ―bajé mis manos a mis costados.― ¿Qué problemas tienes con la maldita edad? ―no pude evitar no sonar molesta. ―No me conoces aun. ―él arrugó su ceño. ―No sabes que estudié desde muy temprana edad, terminé estudios antes que muchos, si, a mis veinte años he recién terminado mi carrera en administración y soy muy a mi cortad edad, especialistaen energías renovables. ―abrió sus ojos mucho más con mucha sorpresa. ― ¿Ves? no sabías que detrás de aquella “niña” con solo “veinte años” tiene herramientas, tienes que dejar de juzgar a la gente por
James MaxwellKeane se escuchó de fondo mientras daba un largo trago a mi tarro de cerveza, todos estaban relajados, reían,chocaban sus tarros y cantaban.― ¡James! ¡Levanta tu tarro! ―dijo Peter entre risas para que volviera a brindar, lo hice y luego los demás se unieron de nuevo, se escuchó el vidrio ser golpeado, la cerveza se derramaba en el centro de la mesa. Al bajar mi tarro medio vacío, miré más allá de nuestra mesa.Mierda. Gruñí mentalmente. Vi a Emily retirándose su abrigo y luego tomando lugaren la mesa con otras personas, eran dos mujeres de espalda a nosotros y pude notar a tres hombres jóvenes más, uno de ellos tomó suabrigo y lo colgó en el respaldo de la silla de ella. Ese simple gesto, me hizo hervir en mi interior, apreté con fuerza la agarradera del tarro.
Emily EvansCoartada: Se adelantó el cumpleaños de las gemelas ya que ellas viajarían a Italia como regalo de parte de sus padres,habían estado de acuerdo en ayudarme, aunque aún faltaba dos semanas para el cumpleaños, preferí quemar mi cartucho antes de tiempo. Había conseguido de último momento, hablar con mi padre para pedirle que me dejara dormir con las gemelas, ya que el festejo seguiría con el resto de su familia en su casa y que ellos tenían sus propio equipo de seguridad, al ver que realmente estaba con ellas yque el resto seguía siendo verdad, aceptó, pero con la condición de estar a las seis de la mañana en casa para prepararme para el trabajo, advirtió que sería la únicavez que lo iba a permitir por ser hijas de los ministros más importantes del país, así