Fiorella
—No hay problema, además déjame agradecerte por darme un turno hoy, sé que tienes mucho trabajo —ella tomó mi mano por encima de la mesa.
—Cariño no agradezcas, además es un placer ayudarte, gracias a mi aparición en la revista llegaron muchas pacientes, es lo mínimo que puedo hacer por ti ¡Ahora dime que te trae por aquí!
—Mi marido, siento que nada es como antes y necesito tu ayuda.
—¡Es complejo! ¿Él está aquí?
—No, en realidad está de viaje ¡Vine sola!
—No importa, tú crees que es necesario hacer terapia de pareja.
—No lo pensé, solo vine porque quería encontrar una solución, me siento perdida.
—Estas en el lugar correcto ¡Empecemos! —le comenté todo lo sucedido con mi matrimonio y algunos eventos relacionados con nuestra vida cotidiana.
—¿Tú crees que deberíamos hacer terapia de pareja? —dije tratando de encontrar algo a que aferrarme.
—Primero deberíamos evaluar su situación —me responde.
—¿Cómo? ¿Qué él venga a una sesión?
—Si, pero no te preocupes no diré nada de lo que hablamos aquí.
—No es eso, pero no quisiera tener el mismo psicólogo, no es por ti, pero tal vez tu esposo, pueda verlo.
—¿Jaime? ¡No! Él no es psicólogo, es psiquiatra…
Salí de la consulta de Marina con dudas y no sobre mi terapia o Lautaro, fue por sentir lo que siento, era complicado más ahora al saber que su esposa acude a un psiquiatra.
Pase todo el fin de semana con la imagen de ese hombre en mi cabeza, lo busque en F******k y no me gusto lo que vi, tenía una hermosa familia y eso me hacía doler el corazón ¿Por qué?
—¿Me dices en serio? —al llegar a mi trabajo Laura nota mi cara de perdida y le cuento lo que sucedió y como de mi cabeza no salía ese hombre.
—¡Estoy mal de aquí! — señalé mi cabeza —Mejor olvidaré lo que paso y me enfocaré en mi relación con Lautaro.
—Creo que será lo más prudente, seguramente te gusto por eso lo piensas, pero verás que con el paso del tiempo lo olvidaras y por favor no lo busques más en F******k.
—No eso no pasará más, pero es absurdo, porque ya estoy grande como para embobarme así por alguien a quien no conozco.
—¡Lo ves! Ahí tienes tu respuesta, ahora nos enfoquemos en las nuevas notas así no nos pasa lo de la última vez —Laura se fue y me quedé sola, decidí que era mejor olvidar lo que sentía y llenarme de trabajo era una buena opción.
La hora del almuerzo llego y salí con mi amiga a un bar cerca del edificio.
—¿Qué vamos a pedir? —dijo Laura viendo la carta.
—No tengo hambre ¡Pide tu primero! —ella soltó el menú y me miro mal.
—¿Estás bien?
—¡No! Pero qué más puedo hacer —me tire para atrás apoyándome sobre la silla y en ese momento ingreso en el bar aquel misterioso hombre —¡No puede ser! —tome la carta y me tape el rostro.
—¿Qué paso? —me quiso bajar la carta y no la deje.
—¡Shhh! —entonces se dio cuenta a donde miraba, se dio vuelta y me descubrió.
—¿Es el? Y ya quítate eso que esta de espaldas —baje la carta y lo mire, estaba con una mujer mucho más joven que él.
—Si es el mismo, pero esto no está bien ¿Por qué me siento así?
—Hay Fiorella, te enamoraste.
—¿Qué? ¡No! —levante la mano llamando a la moza.
—Entonces actúa como una persona normal —pedimos nuestro almuerzo y cambiamos de lugar, ya que no quería que me viera.
Dante
—¡Buenos días, Aurora! ¿Mi hermano ya llego? —fue lo primero que pregunte al llegar al bufete.
—Si señor, se encuentra en su oficina ¡Puede pasar! Lo anuncio —ella tomó su teléfono y hablo con mi hermano —Dice el señor Nicolás que pase.
—Muchas gracias, Aurora —le sonreí e ingresé en el despacho de mi hermano.
—Por favor, Dante toma asiento —me indica Nicolás al verme ingresar, hago lo que me dice mientras él sirve dos vasos de whisky.
—¿Cómo salió el trámite? —consulte por nuestros negocios en el exterior.
—¡Perfectos! No hay nada de qué preocuparse, ya hice los depósitos en las cuentas, pero no hablemos aquí de eso, y cuéntame ¿Cómo te fue con Betty?
—Tenías razón, tuve que llevarla con su psiquiatra, me preocupa su salud mental.
—Lo bien que hiciste, ella necesita ayuda profesional —el me extiende su vaso para brindar y lo hago.
—¿Por qué brindamos?
—Por la pronta recuperación de tu esposa, recuerda que es importante que esté en sus cinco sentidos para las campañas electorales —faltaba poco menos de seis meses para iniciar mí postulación a senador.
—Lo sé, pero y si ella no quiere salir a la calle o acompañarme ¡No puedo obligarla!
—Ella lo va a hacer ¡Es su deber! Ahora deja de pensar en eso y enfócate en tu postulación.
—Tienes razón, ahora me retiro, tengo un caso que estudiar.
—Es el de la joven M’Callister.
—Ese mismo y si lo ganamos nos va a ayudar mucho en las elecciones —me levanté de mí lugar y salí hacia mí oficina.
—¡Llama a Charly, necesito que venga! —dije al pasar a mí secretaria.
—Enseguida señor —me dijo mientras entraba en mí despacho, lo primero que hice fue servirme un vaso de whisky, ya que el que me dio Nicolás no me ayudó a aplacar lo que sentía.
—Mi querido abogado ¿Sucedió algo?
—¡Si! Y necesito tu ayuda —dije sin dar vueltas.
—Por favor explícame ¡Por qué no entendí! —bebí el contenido del vaso de un saque y lo miré fijo.
—¡La vi!
—¿A quién viste? Sé más claro.
—A la periodista, hoy fui a almorzar con mi hija y coincidimos en el restaurante, ella no me vio ¡O si no sé!
—¿Y tú quieres que te ayude...?
—Consígueme una entrevista con ella ¡Algo!
—Creo saber cómo vas a verla, pero tú sabes que si estás así es porque quieres algo más que solo una entrevista.
—Eso lo sabré cuando esté con ella.
—No olvidas un pequeño detalle —me dijo.
—¿Cuál?
—Ambos están casados...
—Y crees que no lo sé, solo consigue la entrevista, luego veremos qué sucede.
FiorellaVarios días después—Hola chicas buen día —dije al llegar a mi trabajo, en el edificio además de mi pequeña editorial había otras oficinas y siempre venía lleno el ascensor.—Hola Fiorella ¿Cómo estás? —me saluda Laura al verme llegar a la revista.—Muy bien y tú —le dije alegre, ya que el día de hoy me había levantado muy feliz.—Veo que estás radiante ¿A qué se debe?—¡No lo sé! Pero me siento tan bien ¡Es difícil de explicar! —dije al recordar a aquel hombre que no dejaba de dar vueltas en mi cabeza.—Entonces la noticia que tengo te pondrá más feliz aún —me dijo Laura mientras encendía mi computadora.—¡Hazme feliz! No te tardes… —ella cerró la puerta de mi oficina y luego se sentó al frente mío.—Hoy recibí un llamado de un importante abogado...—¿Yyy…?—¡Que no es cualquier abogado! Además, tú lo conoces —se frotó las manos.—¡Laura! Ve al punto ¡Pero ya! —le dije ansiosa por saber de quién se trataba.—¡Carlos Estrada!—¿Y quién es?—Hay Fiorella es del bufete del abog
FiorellaDe vuelta a casa pase por una tienda de ropa y compre un vestido nuevo, hacía varios días lo había visto, pero no me animaba a comprarlo, no entendía porque ahora me sentía con más ganas de verme linda y lo compre, ya que era muy elegante y sexy.Laura me acompaño y también se compró uno igual de bello, al terminar fuimos por un café a un bar, aprovechamos el tiempo y trabajamos en algunas notas que nos quedaron pendientes.Llegada la noche partí directo a mi departamento, antes de llegar por casa pase por el mercado y compre para la cena de esta noche.Subí en el ascensor cargada de bolsas, marque mi piso y a medida que subía pensaba en la cita que tuve hoy en el Bufete de aquel misterioso hombre que con su mirada me desnudaba y me gustaba que así fuera, ya que me sentía deseada, aunque eso solo sea atracción física y piel.Me distraje en mis pensamientos que al entrar a casa no note las valijas que estaban en medio de la sala, ya que al entrar pase directo a la cocina, deje
Dante—¿Cómo te fue con la periodista? —ingresa a mi oficina Charly luego de que ella se fue.—Creo que aceptara la ayuda —su imagen venia una y otra vez a mi mente, recordaba como observaba mis movimientos, me hacían pensar que ella sentía lo mismo.—¿Tú sabes que si entre ustedes pasa algo…?—¡Lo se! Sería la primera vez que engañe a Beatriz, pero nunca antes me paso algo así con nadie, es algo distinto lo que siento por ella. Ese día que la vi en el restaurante la primera vez, no pude despegar mi vista de ella, luego la vi dos veces más…—¿Cómo? No entiendo.—Me la cruce en un bar, si te comenté, después cuando lleve a Beatriz a su cita con el psiquiatra, al salir del consultorio la vi, y creí que alucinaba, pero no, era ella.—Estas hasta las manos Dante, una cosa es tener una aventura, pero veo que es algo más.—Mejor cambiemos de tema— hablar sobre lo que sentía no me hacía sentir cómodo, menos en la oficina en donde cualquiera podía escuchar, especialmente Nicolas, mi hermano.
Fiorella—¡Abogado! ¿Qué hace aquí? —me sorprendo al verlo en esta parte de la ciudad.—Llámame mejor Dante, y respondiendo a tu pregunta, iba de camino a casa de mi amigo cuando te vi cruzar en el semáforo, espero no te moleste que pare y vine a verte —mi corazón latió tan fuerte que me causó un pequeño dolor, pero era de felicidad ante los sucesos acontecidos.—No claro que no me molesta, solo que no pensé salir y encontrar a alguien —en ese momento arroje el cigarrillo al piso, luego lo pise para apagarlo.—Debo confesar lo mismo, iba con la idea de hablar con Charly pero al verte me pareció buena idea acercarme ¿Hice mal? —No, claro que no, todo lo contrario, me agrada su compañía.—Entonces no le molesta tomar algo en aquel lugar —señala al otro lado del parque en donde había un pequeño bar abierto.—¿Ahora? —Disculpe no quiero incomodarla o que tenga problemas con su esposo —en ese momento no sabía qué responder.—No tendré problemas con nadie ¡Vamos! —me levanté del asiento y
Fiorella Subí a mi departamento y al llegar fui directo a mi habitación, lo primero que hice fue tirarme en la cama, me sentía feliz, no podía dejar de sonreír, recordarlo me iluminaba el rostro, como es posible que me pase esto justo ahora, entonces recordé su tarjeta y que nunca agende su número, me levanté de la cama y fui al comedor en donde deje mi cartera, rebusque dentro hasta que di con ella, sonreí y volví a mi habitación, tomé mi móvil y agende su número, luego entre al chat del WhatsApp y su última vez fue a las 22 horas, lo que quiere decir que cuando estuvo conmigo no traía celular encima o lo dejo en su coche, no pensé mucho más y deje el móvil en la mesa de noche, me levante y cambie por mi pijama para luego irme a dormir.Al día siguiente me levanté cuando sonó mi alarma, me di un baño rápido, me cambié y salí hacia la revista, antes de llegar compré café para todos los que estaban en el piso, subí al ascensor cargada, pero feliz.—¡Buenos días! Me ayudas con los café
Fiorella—¡Quiere verme esta tarde! —le dije a Laura toda emocionada.—¿Ya te respondió?—¡Si! Al parecer estaba con el celular en mano.—¡Dile que sí! Apúrate mujer —no di muchas vueltas y respondí okey.—¡Listo! Ahora que hago—comencé a caminar en círculos.—Ahora no vas a hacer nada, solo cálmate y sigamos trabajando —me sugiere Laura como si nada, cuando por dentro no podía con la felicidad que cargaba.—Tienes razón, así las horas pasaran más rápido —le respondí y fui a mi lugar de trabajo, me senté en mi sillón y me sentía como adolescente enamorada, lo cual me preocupaba y mucho, no sabía cuáles eran las verdaderas intenciones del abogado, mire mi computadora y decidí mejor hacer mi trabajo, tenía que comenzar en la semana del amor e inicie navegando en internet sobre cupido y ahí encontré la leyenda del hilo rojo, decidí en ese momento elaborar una nota sobre el tema, anote varios tips, pase la mañana investigando, hasta que llegó la hora del almuerzo, pedí algo rápido así no
Fiorella—Ya hablé con Cinthia no tardará en llegar —me anuncia Laura al entrar en la habitación en donde me encontraba internada para control por el golpe en mí cabeza.—No hacía falta que le avises, no quiero preocupar a mí madre, y mucho menos quiero ver a Lautaro aquí —dije sinceramente, no quería preocuparlo o darle una oportunidad para volver a casa con él.—Por eso hablé a Cinthia y no a Melanie, además tuve que decirle que tú y Lautaro están distanciados, creo que deberías hablarlo con tu familia, así evitas que él esté en medio si algo sucede contigo, imagínate si estaba Eugenia en la revista ella a quien primero llamaría sería a Lautaro o a tu madre.—Eso es cierto, pero apenas llevamos días separados, no fue mucho que se fue, también tengo que hablar con Pedrito —expuse ante todo lo que tenía que aclarar, sabía que bien mí madre sepa las novedades pegará el grito en el cielo.—Por eso mismo, mientras más pasen los días será peor, imagínate que sepan por un tercero, es mejor
FiorellaÉl ingresó en mí habitación y ambos nos quedamos hipnotizados, ninguno decía nada, el silencio y las miradas decían más que mil palabras, solo escuchaba el latir frenético de mí corazón al verlo aquí, recordar que el paso la noche velando por mí me hacían saber que tal vez él sentía lo mismo.—¡Buenos días, Fiorella! —rompió el silencio e hizo dos pasos hacia mí, me miró tan profundo que me puse nerviosa.—Buenos días, Dante, no debió molestarse en venir —respondí y él hizo otro paso, noté el nerviosismo en su cuerpo, al parecer no sabía qué hacer.—No es molestia, además que me preocupé mucho cuando supe lo que le pasó —tomo la silla y se sentó al lado de mí cama.—¡Gracias! Fue un pequeño accidente, por suerte no fue grave —dije y uní mis manos a la altura de mí pecho, no sabía qué hacer o cómo reaccionar con él, dentro mío tenía una inmensa duda ¿Por qué pasó aquí la noche? Sabía que estaba casado, pero eso lo investigaré después.—Por fortuna la atendieron rápido y me ale