Capítulo 3

Fiorella

—No hay problema, además déjame agradecerte por darme un turno hoy, sé que tienes mucho trabajo —ella tomó mi mano por encima de la mesa.

—Cariño no agradezcas, además es un placer ayudarte, gracias a mi aparición en la revista llegaron muchas pacientes, es lo mínimo que puedo hacer por ti ¡Ahora dime que te trae por aquí!

—Mi marido, siento que nada es como antes y necesito tu ayuda.

—¡Es complejo! ¿Él está aquí?

—No, en realidad está de viaje ¡Vine sola!

—No importa, tú crees que es necesario hacer terapia de pareja.

—No lo pensé, solo vine porque quería encontrar una solución, me siento perdida.

—Estas en el lugar correcto ¡Empecemos! —le comenté todo lo sucedido con mi matrimonio y algunos eventos relacionados con nuestra vida cotidiana.

—¿Tú crees que deberíamos hacer terapia de pareja? —dije tratando de encontrar algo a que aferrarme.

—Primero deberíamos evaluar su situación —me responde.

—¿Cómo? ¿Qué él venga a una sesión?

—Si, pero no te preocupes no diré nada de lo que hablamos aquí.

—No es eso, pero no quisiera tener el mismo psicólogo, no es por ti, pero tal vez tu esposo, pueda verlo.

—¿Jaime? ¡No! Él no es psicólogo, es psiquiatra…

Salí de la consulta de Marina con dudas y no sobre mi terapia o Lautaro, fue por sentir lo que siento, era complicado más ahora al saber que su esposa acude a un psiquiatra.

Pase todo el fin de semana con la imagen de ese hombre en mi cabeza, lo busque en F******k y no me gusto lo que vi, tenía una hermosa familia y eso me hacía doler el corazón ¿Por qué?

—¿Me dices en serio? —al llegar a mi trabajo Laura nota mi cara de perdida y le cuento lo que sucedió y como de mi cabeza no salía ese hombre.

—¡Estoy mal de aquí! — señalé mi cabeza —Mejor olvidaré lo que paso y me enfocaré en mi relación con Lautaro.

—Creo que será lo más prudente, seguramente te gusto por eso lo piensas, pero verás que con el paso del tiempo lo olvidaras y por favor no lo busques más en F******k.

—No eso no pasará más, pero es absurdo, porque ya estoy grande como para embobarme así por alguien a quien no conozco.

—¡Lo ves! Ahí tienes tu respuesta, ahora nos enfoquemos en las nuevas notas así no nos pasa lo de la última vez —Laura se fue y me quedé sola, decidí que era mejor olvidar lo que sentía y llenarme de trabajo era una buena opción.

La hora del almuerzo llego y salí con mi amiga a un bar cerca del edificio.

—¿Qué vamos a pedir? —dijo Laura viendo la carta.

—No tengo hambre ¡Pide tu primero! —ella soltó el menú y me miro mal.

—¿Estás bien?

—¡No! Pero qué más puedo hacer —me tire para atrás apoyándome sobre la silla y en ese momento ingreso en el bar aquel misterioso hombre —¡No puede ser! —tome la carta y me tape el rostro.

—¿Qué paso? —me quiso bajar la carta y no la deje.

—¡Shhh! —entonces se dio cuenta a donde miraba, se dio vuelta y me descubrió.

—¿Es el? Y ya quítate eso que esta de espaldas —baje la carta y lo mire, estaba con una mujer mucho más joven que él.

—Si es el mismo, pero esto no está bien ¿Por qué me siento así?

—Hay Fiorella, te enamoraste.

—¿Qué? ¡No! —levante la mano llamando a la moza.

—Entonces actúa como una persona normal —pedimos nuestro almuerzo y cambiamos de lugar, ya que no quería que me viera.

Dante

—¡Buenos días, Aurora! ¿Mi hermano ya llego? —fue lo primero que pregunte al llegar al bufete.

—Si señor, se encuentra en su oficina ¡Puede pasar! Lo anuncio —ella tomó su teléfono y hablo con mi hermano —Dice el señor Nicolás que pase.

—Muchas gracias, Aurora —le sonreí e ingresé en el despacho de mi hermano.

—Por favor, Dante toma asiento —me indica Nicolás al verme ingresar, hago lo que me dice mientras él sirve dos vasos de whisky.

—¿Cómo salió el trámite? —consulte por nuestros negocios en el exterior.

—¡Perfectos! No hay nada de qué preocuparse, ya hice los depósitos en las cuentas, pero no hablemos aquí de eso, y cuéntame ¿Cómo te fue con Betty?

—Tenías razón, tuve que llevarla con su psiquiatra, me preocupa su salud mental.

—Lo bien que hiciste, ella necesita ayuda profesional —el me extiende su vaso para brindar y lo hago.

—¿Por qué brindamos?

—Por la pronta recuperación de tu esposa, recuerda que es importante que esté en sus cinco sentidos para las campañas electorales —faltaba poco menos de seis meses para iniciar mí postulación a senador.

—Lo sé, pero y si ella no quiere salir a la calle o acompañarme ¡No puedo obligarla!

—Ella lo va a hacer ¡Es su deber! Ahora deja de pensar en eso y enfócate en tu postulación.

—Tienes razón, ahora me retiro, tengo un caso que estudiar.

—Es el de la joven M’Callister.

—Ese mismo y si lo ganamos nos va a ayudar mucho en las elecciones —me levanté de mí lugar y salí hacia mí oficina.

—¡Llama a Charly, necesito que venga! —dije al pasar a mí secretaria.

—Enseguida señor —me dijo mientras entraba en mí despacho, lo primero que hice fue servirme un vaso de whisky, ya que el que me dio Nicolás no me ayudó a aplacar lo que sentía.

—Mi querido abogado ¿Sucedió algo?

—¡Si! Y necesito tu ayuda —dije sin dar vueltas.

—Por favor explícame ¡Por qué no entendí! —bebí el contenido del vaso de un saque y lo miré fijo.

—¡La vi!

—¿A quién viste? Sé más claro.

—A la periodista, hoy fui a almorzar con mi hija y coincidimos en el restaurante, ella no me vio ¡O si no sé!

—¿Y tú quieres que te ayude...?

—Consígueme una entrevista con ella ¡Algo!

—Creo saber cómo vas a verla, pero tú sabes que si estás así es porque quieres algo más que solo una entrevista.

—Eso lo sabré cuando esté con ella.

—No olvidas un pequeño detalle —me dijo.

—¿Cuál?

—Ambos están casados...

—Y crees que no lo sé, solo consigue la entrevista, luego veremos qué sucede.

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