Fiorella
—¡Hasta que llegas hija! —al día siguiente mi madre me había invitado a almorzar y no podía negarme a verla, por algún motivo que desconozco al entrar en el salón sentí una mirada penetrante en mí, miré a mi alrededor y no vi a nadie conocido —¡Hija te estoy hablando! —me saca de mis pensamientos mi madre.
—¡Discúlpame me distraje con algo! —le mentí y tome asiento, pero antes las salude con un beso.
—¿Y Lautaro? —me pregunta Melanie mi hermana menor quien estaba junto a mi madre.
—No lo vi, pero debe estar en la revista trabajando —respondí mientras miraba el menú.
—Fiorella me preocupas — dejé la carta sobre la mesa al oír a mi madre.
—Mamá estoy bien, no tienes que preocuparte —le respondí.
—Como no hacerlo, no sabes ni siquiera que hace ahora tu marido ¿Y si tiene un amante?
—Pues no lo sé, anoche volví tarde, él ya dormía y esta mañana desperté cerca de las once del día, me levanté y vine para aquí y no creo eso de la amante.
—¿Lautaro no se despide de ti? —me pregunta mi hermana sorprendida.
—¡No! El matrimonio no es color de rosas como en esos libros que lees —le dije sin importancia.
—Así te quedarás sola, no entiendo porque aún no tienen hijos —me reprocha mi madre una vez más sobre lo mismo.
—No voy a discutir sobre lo mismo una y otra vez —le dije tajante.
—No puedes decirme así, el hijo de Lautaro no será nunca tu hijo.
—No metas a Pedrito en esto, y no veo nada malo que aún no los tenga, apenas cumplí el mes pasado 35 años —nota de color, cuando conocí a Lautaro tenía un niño de 5 años.
—Por eso mismo, ya estás grande.
—Creo que el día que quiera un hijo llegara, por el momento no espero tenerlo, mi prioridad es mi magazine, ya después tendré tiempo de sobra.
—¿Cuándo tengas 50 años? —me reí al escuchar lo que dijo.
—Siempre puedo adoptar un bebe o un niño más grande ¡No todo está perdido!
—No será lo mismo Fiorella, para eso te quedas con Pedrito.
—Lo ves, ahí tienes la respuesta —mi madre no volvió a tocar el tema y se lo agradecí, al terminar el almuerzo ella se retiró y nos quedamos con Mel a charlar, los días jueves al salir la edición de mi revista, me tomaba el día libre.
—No entiendo porque mamá te presiona tanto —me dice ella.
—Muy pronto se cansará como paso con Cinthia y te tocará a ti.
—¡Pero es diferente! Ella no puede tenerlos ¡Tú si!
—¡Y tú también! —le dije y bebí de mi gin-tonic
—Pero no estoy ni en pareja ¡En cambio, tú!
—Nada, mejor cuéntame ¿Cómo vas con la universidad? —cambie de asunto y le brillaron los ojos al oír mi pregunta.
—Muy bien, me quedan 7 materias y seré licenciada en administración de empresas, además conseguí un puesto de trabajo en una importante multinacional, solo que hay un problema.
—¡Felicidades! Pero cuál es el problema.
—La empresa requiere que cambie nacionalidad, es en Estados Unidos.
—Es magnífico ¡No veo el problema! Eres joven y además necesitas el empleo.
—Lo sé, pero y mamá ¿Quién cuidará de ella?
—No te preocupes por ella, con Cinthia nos vamos a apoyar, siempre estuvimos las tres para todo —ella tomó mi mano por encima de la mesa y me sonrió.
—¡Buenas tardes! ¿Fiorella verdad? —nos interrumpe un hombre y al girarme había dos caballeros.
—Si, la misma ¿Lo conozco? —su cara me parecía familiar, pero no recordaba de dónde.
—Soy Carlos Estrada, fui tu abogado hace un año, te ayudé con tu emprendimiento —en ese momento lo recordé.
—¡Es cierto! Un placer volver a verlo ¡Disculpe que no lo reconocí! —mire al otro hombre que estaba al lado suyo, quien no despegaba su vista de mí.
—No hay problema, me acerqué a saludarte ah y te presento al dueño del bufete que te ayudo ¡Mi amigo! —lo señalo y él me sonrió tan bonito que ahora yo no podía despegar mi vista de él, era alto cabello oscuro al igual que sus profundos ojos negros.
—Dante Ponzio un gusto conocerla —estiro su mano y la tomé, en ese acto sentí tanto que inmediatamente lo solté.
Aún no salía de mi cabeza la imagen de aquel hombre que conocí hoy en el restaurante, parecía una puberta embobada, era muy loco sentir esto que siento, es imposible, decidí levantarme de mi cama y fui hacia la cocina, me serví jugo y al mirar la hora ya era muy tarde y Lautaro aún no regresaba, entonces decidí ir y darme una ducha, a lo mejor fue a comprar para cenar, al abrir el closet note que una de las maletas no estaba y entonces recordé que él había hablado sobre un viaje, fui hasta su mesa de noche y al abrirla efectivamente no estaba su pasaporte.
—No puedo creer que olvides algo así —me dice al día siguiente Laura quien me había acompañado al consultorio de Marina.
—Bueno tampoco es tan grave —dije como si nada.
—¡Es un problema! No puedes olvidar que tu esposo se fue de viaje y mucho menos no puedo creer la poca comunicación que ustedes tienen, ni un mensaje te mando y se fue cuando.
—El miércoles en la mañana creo.
—¡Ves! Ustedes están por estar juntos, no hay amor, discúlpame que sea tan directa.
—Por eso mismo vine a ver a Marina, necesito ayuda, no me imagino sin él.
—Espero de corazón que esto ayudé para continuar o para darle fin —al oír sus palabras supe que tenía razón, no se podía arreglar algo que estaba roto.
Al llegar al edificio nos recibió su secretaria, me registre y tenía un paciente antes de espera, Laura se quedó diez minutos y tuvo que irse, tome una revista y comencé a leerla, en mi mente daba vueltas mi olvido del viaje de mi marido, no podía creer que aun ni un mensaje me envió, decidí olvidar esto por un rato y me concentre en leer, pero la puerta de uno de los consultorios se abrió y cuando levante mi vista estaba él, quien no había notado mi presencia y decidí hacerme la tonta y comencé a leer un artículo que no sabía ni que decía porque no podía concentrarme, no levante mi vista, pero sentí su mirada puesta en mí y luego tomo asiento cerca de mí.
—¡Fiorella enseguida estoy contigo! —Marina salió de su consultorio y salió hacia la calle, no quise levantar mi vista, pero el me hablo.
—Un gusto verla de nuevo Fiorella —dijo él y al mirarlo me perdí en sus ojos negros que me hipnotizaban.
—¡Hola! ¿Tiene cita? —dije y no sé porque me puse nerviosa, ni porque pregunté lo que dije.
—No, solo vine a acompañar a mi esposa —al oírlo me sentí mal y me odié por mirarlo como lo hacía.
—Su esposa, que bueno que usted la acompañe —le dije, ya que no sabía que más decirle, en ese momento mi celular vibro y cuando lo saque de mi bolsa se me lo cayó, porque estaba muy nerviosa por su presencia.
Me agache a tomarlo y el hizo lo mismo, lo que provocó que el tocara mi mano y me encendiera, rápidamente quite mi mano y el me entrego mi móvil.
—¡Aquí tiene! —dijo sin quitar su vista de la mía.
—¡Muchas gracias! —lo recibí y le sonreí.
—Disculpa la demora Fio, mi auto estaba mal estacionado —me dice Marina, quien ya había regresado, me levanté tan rápido que entre por detrás de ella al consultorio y no lo volví a ver.
Fiorella—No hay problema, además déjame agradecerte por darme un turno hoy, sé que tienes mucho trabajo —ella tomó mi mano por encima de la mesa.—Cariño no agradezcas, además es un placer ayudarte, gracias a mi aparición en la revista llegaron muchas pacientes, es lo mínimo que puedo hacer por ti ¡Ahora dime que te trae por aquí!—Mi marido, siento que nada es como antes y necesito tu ayuda.—¡Es complejo! ¿Él está aquí?—No, en realidad está de viaje ¡Vine sola!—No importa, tú crees que es necesario hacer terapia de pareja.—No lo pensé, solo vine porque quería encontrar una solución, me siento perdida.—Estas en el lugar correcto ¡Empecemos! —le comenté todo lo sucedido con mi matrimonio y algunos eventos relacionados con nuestra vida cotidiana.—¿Tú crees que deberíamos hacer terapia de pareja? —dije tratando de encontrar algo a que aferrarme.—Primero deberíamos evaluar su situación —me responde.—¿Cómo? ¿Qué él venga a una sesión?—Si, pero no te preocupes no diré nada de lo q
FiorellaVarios días después—Hola chicas buen día —dije al llegar a mi trabajo, en el edificio además de mi pequeña editorial había otras oficinas y siempre venía lleno el ascensor.—Hola Fiorella ¿Cómo estás? —me saluda Laura al verme llegar a la revista.—Muy bien y tú —le dije alegre, ya que el día de hoy me había levantado muy feliz.—Veo que estás radiante ¿A qué se debe?—¡No lo sé! Pero me siento tan bien ¡Es difícil de explicar! —dije al recordar a aquel hombre que no dejaba de dar vueltas en mi cabeza.—Entonces la noticia que tengo te pondrá más feliz aún —me dijo Laura mientras encendía mi computadora.—¡Hazme feliz! No te tardes… —ella cerró la puerta de mi oficina y luego se sentó al frente mío.—Hoy recibí un llamado de un importante abogado...—¿Yyy…?—¡Que no es cualquier abogado! Además, tú lo conoces —se frotó las manos.—¡Laura! Ve al punto ¡Pero ya! —le dije ansiosa por saber de quién se trataba.—¡Carlos Estrada!—¿Y quién es?—Hay Fiorella es del bufete del abog
FiorellaDe vuelta a casa pase por una tienda de ropa y compre un vestido nuevo, hacía varios días lo había visto, pero no me animaba a comprarlo, no entendía porque ahora me sentía con más ganas de verme linda y lo compre, ya que era muy elegante y sexy.Laura me acompaño y también se compró uno igual de bello, al terminar fuimos por un café a un bar, aprovechamos el tiempo y trabajamos en algunas notas que nos quedaron pendientes.Llegada la noche partí directo a mi departamento, antes de llegar por casa pase por el mercado y compre para la cena de esta noche.Subí en el ascensor cargada de bolsas, marque mi piso y a medida que subía pensaba en la cita que tuve hoy en el Bufete de aquel misterioso hombre que con su mirada me desnudaba y me gustaba que así fuera, ya que me sentía deseada, aunque eso solo sea atracción física y piel.Me distraje en mis pensamientos que al entrar a casa no note las valijas que estaban en medio de la sala, ya que al entrar pase directo a la cocina, deje
Dante—¿Cómo te fue con la periodista? —ingresa a mi oficina Charly luego de que ella se fue.—Creo que aceptara la ayuda —su imagen venia una y otra vez a mi mente, recordaba como observaba mis movimientos, me hacían pensar que ella sentía lo mismo.—¿Tú sabes que si entre ustedes pasa algo…?—¡Lo se! Sería la primera vez que engañe a Beatriz, pero nunca antes me paso algo así con nadie, es algo distinto lo que siento por ella. Ese día que la vi en el restaurante la primera vez, no pude despegar mi vista de ella, luego la vi dos veces más…—¿Cómo? No entiendo.—Me la cruce en un bar, si te comenté, después cuando lleve a Beatriz a su cita con el psiquiatra, al salir del consultorio la vi, y creí que alucinaba, pero no, era ella.—Estas hasta las manos Dante, una cosa es tener una aventura, pero veo que es algo más.—Mejor cambiemos de tema— hablar sobre lo que sentía no me hacía sentir cómodo, menos en la oficina en donde cualquiera podía escuchar, especialmente Nicolas, mi hermano.
Fiorella—¡Abogado! ¿Qué hace aquí? —me sorprendo al verlo en esta parte de la ciudad.—Llámame mejor Dante, y respondiendo a tu pregunta, iba de camino a casa de mi amigo cuando te vi cruzar en el semáforo, espero no te moleste que pare y vine a verte —mi corazón latió tan fuerte que me causó un pequeño dolor, pero era de felicidad ante los sucesos acontecidos.—No claro que no me molesta, solo que no pensé salir y encontrar a alguien —en ese momento arroje el cigarrillo al piso, luego lo pise para apagarlo.—Debo confesar lo mismo, iba con la idea de hablar con Charly pero al verte me pareció buena idea acercarme ¿Hice mal? —No, claro que no, todo lo contrario, me agrada su compañía.—Entonces no le molesta tomar algo en aquel lugar —señala al otro lado del parque en donde había un pequeño bar abierto.—¿Ahora? —Disculpe no quiero incomodarla o que tenga problemas con su esposo —en ese momento no sabía qué responder.—No tendré problemas con nadie ¡Vamos! —me levanté del asiento y
Fiorella Subí a mi departamento y al llegar fui directo a mi habitación, lo primero que hice fue tirarme en la cama, me sentía feliz, no podía dejar de sonreír, recordarlo me iluminaba el rostro, como es posible que me pase esto justo ahora, entonces recordé su tarjeta y que nunca agende su número, me levanté de la cama y fui al comedor en donde deje mi cartera, rebusque dentro hasta que di con ella, sonreí y volví a mi habitación, tomé mi móvil y agende su número, luego entre al chat del WhatsApp y su última vez fue a las 22 horas, lo que quiere decir que cuando estuvo conmigo no traía celular encima o lo dejo en su coche, no pensé mucho más y deje el móvil en la mesa de noche, me levante y cambie por mi pijama para luego irme a dormir.Al día siguiente me levanté cuando sonó mi alarma, me di un baño rápido, me cambié y salí hacia la revista, antes de llegar compré café para todos los que estaban en el piso, subí al ascensor cargada, pero feliz.—¡Buenos días! Me ayudas con los café
Fiorella—¡Quiere verme esta tarde! —le dije a Laura toda emocionada.—¿Ya te respondió?—¡Si! Al parecer estaba con el celular en mano.—¡Dile que sí! Apúrate mujer —no di muchas vueltas y respondí okey.—¡Listo! Ahora que hago—comencé a caminar en círculos.—Ahora no vas a hacer nada, solo cálmate y sigamos trabajando —me sugiere Laura como si nada, cuando por dentro no podía con la felicidad que cargaba.—Tienes razón, así las horas pasaran más rápido —le respondí y fui a mi lugar de trabajo, me senté en mi sillón y me sentía como adolescente enamorada, lo cual me preocupaba y mucho, no sabía cuáles eran las verdaderas intenciones del abogado, mire mi computadora y decidí mejor hacer mi trabajo, tenía que comenzar en la semana del amor e inicie navegando en internet sobre cupido y ahí encontré la leyenda del hilo rojo, decidí en ese momento elaborar una nota sobre el tema, anote varios tips, pase la mañana investigando, hasta que llegó la hora del almuerzo, pedí algo rápido así no
Fiorella—Ya hablé con Cinthia no tardará en llegar —me anuncia Laura al entrar en la habitación en donde me encontraba internada para control por el golpe en mí cabeza.—No hacía falta que le avises, no quiero preocupar a mí madre, y mucho menos quiero ver a Lautaro aquí —dije sinceramente, no quería preocuparlo o darle una oportunidad para volver a casa con él.—Por eso hablé a Cinthia y no a Melanie, además tuve que decirle que tú y Lautaro están distanciados, creo que deberías hablarlo con tu familia, así evitas que él esté en medio si algo sucede contigo, imagínate si estaba Eugenia en la revista ella a quien primero llamaría sería a Lautaro o a tu madre.—Eso es cierto, pero apenas llevamos días separados, no fue mucho que se fue, también tengo que hablar con Pedrito —expuse ante todo lo que tenía que aclarar, sabía que bien mí madre sepa las novedades pegará el grito en el cielo.—Por eso mismo, mientras más pasen los días será peor, imagínate que sepan por un tercero, es mejor