Capítulo 6

Dante

—¿Cómo te fue con la periodista? —ingresa a mi oficina Charly luego de que ella se fue.

—Creo que aceptara la ayuda —su imagen venia una y otra vez a mi mente, recordaba como observaba mis movimientos, me hacían pensar que ella sentía lo mismo.

—¿Tú sabes que si entre ustedes pasa algo…?

—¡Lo se! Sería la primera vez que engañe a Beatriz, pero nunca antes me paso algo así con nadie, es algo distinto lo que siento por ella. Ese día que la vi en el restaurante la primera vez, no pude despegar mi vista de ella, luego la vi dos veces más…

—¿Cómo? No entiendo.

—Me la cruce en un bar, si te comenté, después cuando lleve a Beatriz a su cita con el psiquiatra, al salir del consultorio la vi, y creí que alucinaba, pero no, era ella.

—Estas hasta las manos Dante, una cosa es tener una aventura, pero veo que es algo más.

—Mejor cambiemos de tema— hablar sobre lo que sentía no me hacía sentir cómodo, menos en la oficina en donde cualquiera podía escuchar, especialmente Nicolas, mi hermano.

—¡Como usted ordene abogado! —Charly no pregunto más y se lo agradecí.

Llegada la tarde, salí del bufete, y lo primero que hice fue pasar por la revista de Fiorella, sabía que si ella me veía podría creer que la estaba acosando, pero no quería hacerle daño, solo verla, me estacione a una distancia prudente y espere que saliera. La conciencia comenzó a pesarme y sabía qué hacía mal, entonces encendí mi auto y me fui, lo único que lamentaba era que no la vi, pero era mejor así, solo debía esperar su llamado.

—Llegaste temprano —me recibe mi esposa con una enorme sonrisa en su rostro, verla así y recordar lo que estaba haciendo me hacían sentir terrible, ella se acercó y deje un beso en su mejilla.

—No hay mucho por hacer, estamos en feria judicial y algunos empleados salieron de vacaciones, al igual que los clientes.

—Lo importante es que estas aquí —me rodeo con sus brazos y me sonrió con felicidad.

—¿Cocinaste? —le consulte mientras nos dirigíamos a la cocina.

—¡No! Mamá se encargó de la cena, pero hizo tu comida favorita —hacía varios años que Beatriz no se dedicaba a los quehaceres del hogar, solo se la pasaba en la habitación leyendo libros o durmiendo, debido a su depresión por la pérdida del bebé. Motivo por el cuál desde entonces mi suegra vive con nosotros.

—¿Cómo estuviste hoy? Ya tomaste tu medicación.

—¡Si! Eso lo hago, pero no quiero hablar de ello, sabes que me estresa toda la situación.

—Lo sé, pero también debes hacer lo que el medico te dijo, no puedes seguir aquí dentro encerrada —su rostro cambio de felicidad a enojo, sabía que no le gustaba hablar sobre el tema, pero debíamos hacerlo.

—Creo que la cena ya está —dijo evadiendo el tema, como lo hacía siempre.

—¿Te gustaría un viaje? —ella solo me miro y no dijo nada.

—¡Un viaje! Seria fabuloso que fuéramos los cuatro —mi princesa apareció y me dio un abrazo.

—¡Vamos a cenar Mariza! —dijo y nuestra hija se dio cuenta el cambio de humor de su madre.

—Lo se mamá, me encanto la idea papá, yo creo que para junio estaría perfecto hacer el viaje, ya para esa fecha es verano en México, yo me encargare de todo, sacare pasaje, el resort ¡Todo! —dijo mi hija muy alegre, pero Beatriz no respondió y salió de la cocina —¿Por qué es así? —dijo al ver su actitud.

—Sabes que mamá no está pasando un buen momento, tu encárgate de todo, aún hay tiempo de convencerla —llegue hasta ella y deje un beso en su cabeza.

—Se que no puedo curar su dolor, pero todos sufrimos la perdida, entiendo que ella lo sintió más, pero papá estamos nosotros, mi mamá no habla conmigo y tampoco hacemos nada juntas, solo mi abuela logra sacarla un momento de su mundo.

—Hay que armarse de paciencia, sé que ella muy en el fondo sabe que le haces falta, le demos tiempo.

—¿Cuánto? Tengo veinte años y hace tres que ella no sabe si rio, lloro o estoy feliz, simplemente prefiere no estar.

—Hay que hacer lo que dice Dante cariño, disculpen que me entrometa, pero los escuche al entrar —dice mi suegra entrando en la cocina.

—Espero que puedas convencer a mi princesa ¿Sabes si ya llego Augusto? —pregunte por mi hijo cambiando de tema.

—Si está en tu despacho.

—Habla con tu abuela y no te preocupes, mamá volverá a ser la misma pronto —le dije a mi hija y salí hacia mi despacho.

—¿Estas ocupado? —Augusto mi hijo mayor se encontraba en la computadora trabajando.

—No, solo estaba terminado de redactar unos documentos que me quedaron pendientes de la mañana, ya que estas aquí, quería hablar contigo sobre mi participación en la fundación —al escucharlo cerre la puerta y me senté en el sillón frente suyo.

—Augusto ya te dije que no quiero que participes en el negocio, te necesito en el bufete, además ya te falta poco para recibirte en leyes.

—Tú y yo sabemos que el bufete es una pantalla, que el verdadero negocio está en la fundación, podría encargarme de trabajar en Europa y abrir muchas puertas allí, el otro mes viajo a terminar mis estudios ahí, sabes que no hay mejor aliado que tu propia familia.

—Entiendes que esto no es un juego, si caemos tu tendrías serios problemas, y es lo que no quiero.

—¿Por qué? Si Martin está dentro ¿Por qué yo no?

—No sé porque Nicolas incluyo a su hijo en esto, yo no.

—Acaso no soy adulto, quiero entrar en el negocio y demostrarles que puedo con esto.

—Entiende que traficar droga no es un juego, ya te dije que no quiero que nada les pase.

—Eso lo sé, y con respecto a caer como dices, ya estamos manchados, que mamá o Mariza no sepan, no las libera de la culpa, papá somos millonarios, de repente broto la plata como el agua.

—No subestimes la inteligencia de ellas, mientras crean que el dinero viene del Bufete es mejor y con respecto a la organización si no puedo convencerte de lo contrario, está bien, pero quiero que sepas que si algo te sucede tendrás que aprender a lidiar con gente pesada.

—A eso no le temo, lo que si se es que puedo hacer este negocio más grande de lo que es.

Fiorella

—Estoy harta de todo —le confese a Laura al llegar a la revista.

—Tan mal te fue con Lautaro…

—Es un poco de todo, creo que lo mejor será separarnos, no puedo estar con alguien que no quiero.

—¿Y el abogado en donde entra en esta ecuación? —escuchar hablar de él me hacía sonreír.

—Por ahora nada, él es casado, sabes que nunca haría una cosa así.

—Pero quien pecaría seria él, además tu no lo buscaste ¡Fue él!

—La verdad que a esta altura estoy dudando de aceptar lo que me ofrece, no quiero enredar mas todo.

—Se que el concejo que te estoy dando no es el más adecuado, pero si él te hace sentir cosas, una vez en tu vida has lo incorrecto, además tú lo dijiste, si él quiere, pon tus las reglas que él se la juegue, que busque la manera de que nadie los descubra.

—Me confunde más, no se no es lo correcto.

—¿Y si te separas de Lautaro? ¿Lo harías? —su pregunta me dejo pensando, pero tampoco me quería divorciar.

—No voy a separarme porque ese hombre no sale de mi cabeza, debe ser pasajero, no puedo engañarme, con Lautaro llevamos una vida entera, seria dejar todos por nada.

—Pero si estas confundida no es porque lo viste a él, es porque tu pareja no funciona, tú lo sabes, solo debes afrontar la verdad, además que el abogado no está nada mal para que te consueles con él.

—Mira mejor dejemos este tema aquí.

—¿Por qué? Si sabes que te dije la verdad y piénsalo no descartes al abogado, tal vez no sea hoy, pero mañana quien sabe, él esta loquito por ti y tú por él, no dejes pasar el tren porque pasa una vez y sin retorno.

—¡Esta bien! Pero le escribiré dentro de dos días, no quiero que piense que estoy desesperada.

Al terminar de trabajar salimos juntas con Laura, al ir saliendo antes de abrir la puerta de cristal, la detuve.

—¡Espera! —detuve su acción al querer abrir la puerta.

—¿Qué paso? —me mira confundida.

—¡Era él! —me quede mirando como su coche se alejaba por la calle de la ciudad.

—¿Quién? —miro hacia la calle y luego abrió la puerta para salir e hice lo mismo.

—Nadie, creí haber visto a alguien —negué con mi cabeza —No me lleves el apunte —me acerqué hasta ella y nos saludamos con un beso.

—No sé a quién viste, pero cambio tu semblante, no soy bruja, pero creo que fue al abogado ¡No digas nada! —me devolvió el saludo y se fue por el lado contrario, ya que ella vivía para el otro lado de la ciudad.

Camine hasta la estación de bus, cuando llego el mío subí y veinte minutos después me estaba bajando a dos cuadras de mi edificio, antes de llegar a casa pase por la tienda y compre helado, para compartir con Lautaro y Pedrito.

—¡Hola! Llegue —dije al entrar, deje mis llaves sobre la mesa del lado de la puerta y fui a la cocina, saque el helado de la bolsa y lo guarde en el frezer para comerlo luego de la cena.

—¡Tenemos que hablar! —me sorprende Lautaro entrando en la cocina, su cara era de seriedad.

—¿Y Pedrito? —no podíamos hablar sobre lo nuestro con su hijo aquí.

—No te preocupes, está en casa de un amigo —tomo asiento en una silla de la mesade la cocina.

—¡Esta bien! Te escucho… —me acerque y tome asiento junto con él, al frente suyo.

—Lo pensé mucho y creo que lo mejor va a ser que nos separemos… —sus palabras se volvieron eco en mi cabeza, en ese momento no sabía que sentir, ni que responder.

—¿Es una broma? —no entendía porque no aceptaba lo que me decía, era más que obvio que esta relación no tenía más futuro.

—Fiorella es en serio, acaso no te das cuenta de que ya no somos una pareja, solo compartimos una casa, nada más.

—¡Lo se! Solo que no es fácil.

—¿Y qué crees que para mí si lo es?

—¡Esta bien! Tienes razón esto no tiene salvación ni futuro —me levante de mi lugar y lo mire un instante —Voy a salir un momento.

—La casa es tuya, quien se va soy yo —se levantó, fue a la habitación y volvió con su bolso ya hecho —no pude decirle nada, solo quería llorar, me sentía mal y no encontraba el motivo de mi angustia, no era que me dejara, pero dolía porque el cariño aun existía, aunque ya no era el mismo que antes.

—Espera —lo detuve antes de que saliera de la casa, él se volteo y me miro entonces hable —¿Desde cuándo lo planeaste? Yo sé que estamos mal, pero…

—No se puede mendigar amor, ni mucho menos atención, tampoco puedo obligarte a estar conmigo, es duro para mí también Fiorella, porque te quiero y sé que ambos tenemos la culpa, si quieres esto lo tomamos como un distanciamiento, vemos que es lo que queremos, pero separados y si aún hay amor, podremos iniciar nuevamente una vida juntos —mordí mis labios ya que estaba nerviosa, mire al piso y suspire, levante mi vista y lo mire, sabía que ese hombre que tenía en frente me hizo la mujer más feliz del mundo por muchos años, pero también fue el mismo que acabo con mi amor hacia el con su indiferencia y desprecio.

—Es cierto, pero no creo que la distancia cure lo que juntos no pudimos salvar, pero lo intentare —no dijo nada, asintió, tomo sus llaves y se fue, me quede un rato parada mirando la puerta por donde se fue, en ese momento no sabía que sentir ya que tenía sentimientos encontrados.

Estuve un buen rato mirando la nada y decidí salir a tomar aire, fui a mi habitación y me puse ropa deportiva y salí a correr por el parque que estaba cerca de casa, al llegar solo me senté en un banco, prendí un cigarrillo y me perdí en mis pensamientos.

—No debería fumar, eso afecta tu salud —al oír su voz solo lo mire, no entendía porque el universo conspira en mi contra.

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