Fiorella
De vuelta a casa pase por una tienda de ropa y compre un vestido nuevo, hacía varios días lo había visto, pero no me animaba a comprarlo, no entendía porque ahora me sentía con más ganas de verme linda y lo compre, ya que era muy elegante y sexy.
Laura me acompaño y también se compró uno igual de bello, al terminar fuimos por un café a un bar, aprovechamos el tiempo y trabajamos en algunas notas que nos quedaron pendientes.
Llegada la noche partí directo a mi departamento, antes de llegar por casa pase por el mercado y compre para la cena de esta noche.
Subí en el ascensor cargada de bolsas, marque mi piso y a medida que subía pensaba en la cita que tuve hoy en el Bufete de aquel misterioso hombre que con su mirada me desnudaba y me gustaba que así fuera, ya que me sentía deseada, aunque eso solo sea atracción física y piel.
Me distraje en mis pensamientos que al entrar a casa no note las valijas que estaban en medio de la sala, ya que al entrar pase directo a la cocina, deje las bolsas sobre el desayunador y de camino a la habitación note que Lautaro había regresado al chocar con sus valijas, mire la bolsa de ropa en mi mano y luego a mi habitación, me volví en mis pasos y fui al lavadero, guarde la bolsa en el armario de toallas, Lautaro no entraba ni de broma a ese cuarto, así como tampoco quería que viera mi vestido nuevo y suponga que lo compre para él.
Me quedé en la cocina y puse la comida en el microondas, por suerte había comprado la caja grande de comida y alcanzaba para ambos. Al cabo de unos minutos él apareció en la cocina, traía puesto un pantalón de algodón gris y camiseta blanca.
—¡Hola! —le dije al verlo y él me sonrió —No sabía que volvías hoy —seque mis manos, ya que había lavado la taza que use en la mañana.
—Fue un largo congreso de publicidad y marketing ¿Te dije verdad? —hice memoria de la última vez que nos vimos y estaba segura de que el me hablo sobre su viaje.
—¡Si por supuesto! —le mentí y luego él se acercó hasta mí y me beso, fue un pico corto y se sentó enseguida en un banco del desayunador con celular en mano.
—¿Cómo fue tu semana? —me preguntó y no sabía si decirle sobre lo sucedido con el abogado entonces hable.
—¡Muy productiva! Laura consiguió una ayuda de un importante bufete, necesitamos el dinero así que creo que aceptaré ¿Tú qué opinas?
—Me parece perfecto, es importante que al inicio aceptes ayuda de grandes empresas así vas a ir creciendo de a poco, ya ves que mi jefe a duras penas aprueba hacerles publicidad.
—Eso lo sé, también soy consciente de que soy la competencia de Máximo.
—Estoy muy orgulloso de ti —soltó su móvil y tomo mi mano, me sentí terrible al sentir lo que ahora me sucedía, como es posible que mis sentimientos cambien así tan de repente, aunque no era mi culpa, nuestra relación no estaba en un buen momento.
—¿Viste a Pedrito? —cambié de tema y por su cara supe que no le gusto, pero no dijo nada al respecto lo cual agradecí.
—Vendrá mañana, Máximo me dio el día libre y llame a Valeria, lo buscaré antes de que ella se vaya al trabajo.
—¿Quieres que me quede con ustedes? —quería al hijo de Lautaro, pero tenía mucho trabajo.
—Él preguntó mucho por ti, si puedes quedarte sería genial —no quería pelear con Lautaro, pero tampoco podía faltar a mis obligaciones, otros de los temas que siempre nos hacía pelear, él siempre ponía su trabajo como más importante que el mío, muy a pesar de su apoyo, lo que yo aportaba en esta casa era menor y por eso siempre el creyó que no era fiable.
—Podre, pero solo hasta el mediodía —su mirad fue de rudeza y no quise explotar y conté en fracción de segundo hasta mil para no perder la paciencia.
—¡Está bien! —respondió solo eso, me trague mis palabras y termine ahí el tema con mi silencio, no tenía ganas de gastar mis energías peleando con él.
—¡Ya está la cena! —dije mientras sacaba la loza para servirla.
—No voy a cenar, me cayó mal la comida del avión —mire los platos en mi mano y asentí, luego guarde uno y me serví, ya había preparado la cena no podía no alimentarme porque el decidió ponerse modo cretino.
—¡Está bien! Igual solo es comida de rotisería —me serví y me senté en el desayunador.
—Si no te molesta voy a enviar unos textos que me quedo pendiente, ya vengo —se levantó de su banco, dejo su móvil sobre la barra y luego volvió con su laptop, la prendió y comenzó a teclear, mientras cenaba, él trabajaba, ninguno hablo ni dijo nada.
Lave la losa que use, guarde la comida que sobro en un hermético y puse todo en la heladera, al terminar de dejar la cocina limpia, el cerro su laptop.
—¡Listo terminé! ¿No hay postre? —en ese momento no quería ninguna clase de postre, sabía que se refería al sexo, llevábamos casi quince días sin hacerlo, ya que antes de irse estaba con la regla y antes a eso tuve mucho trabajo y me recostaba muy de madrugada.
—¡No! Sabes que no como azúcar de noche, deberías hacer lo mismo no siempre tendrás un cuerpo así —lo señale, ya que el muy condenado tenía un cuerpo de infarto, podía comerse diez vacas y aun así no engordaba, aunque debía ser sincera él se mataba en el gimnasio diariamente.
—¡Está bien! —dijo solo eso, tomo su laptop y su móvil, luego se volvió en sus pasos, me miro y yo a él —Te espero en la habitación —claro como si el mandara en mi vida, no tenía ni la más mínima intención de ir.
Mire en dirección de la habitación y estaba muy cansada, fui hasta allí y al entrar el me vio y guardo rápidamente su móvil, me hice la que no vi nada y pase de largo hasta el armario, busque mi pijama e ingrese en el baño, puse seguro y abrí la ducha, mientras el agua caía me quite la ropa, entre en la ducha y de pronto vino a mi mente la imagen del abogado, pero porque me sucedía esto.
Esfume esos pensamientos sin sentido que solo me traerían problemas y salí de la ducha, me seque y cambie, luego seque mi cabello, una vez lista, recogí la ropa mía y Lautaro la puse en un canasto y al salir él se encontraba al parecer ya dormido. Fui hasta el cuarto de lavado, deje el canasto sobre la lavadora y largue mi llanto contenido.
Al día siguiente desperté con un terrible dolor de cabeza, sentía como me palpitaba mi cerebro, era por la falta de sueño, ya que dormí poco, me levante fui al baño, me higienice e hice mis necesidades.
Fui a la cocina y Lautaro no se encontraba ahí, luego recordé que Pedrito nos visitaría, entonces prepare un rico desayuno para recibirlo, saque leche y puse a calentarla, en lo que estaba busque galletas de chocolate que siempre tenía en la alacena porque eran sus favoritas.
—¡Fiorella! —dijo mi nombre al entrar, a pesar de tener 17 años y ser todo un hombre el aún se alegraba cuando me veía.
—¡Hola Pedrito! Que bueno verte —me saludo con un beso, dejo su mochila en una de las sillas y se sentó en unos de los bancos.
—Hay Fio, no me digas así, solo Pedro —sabía que no le gustaba que le diga su nombre en diminutivo, pero a mí me gustaba.
—¡Está bien Pedro! Te preparé leche con galletas ¿Vas a querer? O tomarás café como los grandes.
—Eso si te lo acepto Fio —se levantó e ingreso al cuarto de baño de la cocina a lavarse las manos.
—¿Dormiste bien? —me consulto Lautaro mientras le servía café.
—¡Muy bien! —le mentí —¿Y tú?
—Si sabes que estamos mal —deje mi taza sobre la barra y lo mire.
—¿No podemos hablarlo después? ¡Esta tu hijo!
—En la noche, ni un día más —en ese momento Pedrito volvió a la cocina y al parecer el clima pesado se hacía sentir, ya que él nos miró a ambos.
—¿Todo bien? —Lautaro me vio y no dije nada.
—¡Si hijo!
Dante—¿Cómo te fue con la periodista? —ingresa a mi oficina Charly luego de que ella se fue.—Creo que aceptara la ayuda —su imagen venia una y otra vez a mi mente, recordaba como observaba mis movimientos, me hacían pensar que ella sentía lo mismo.—¿Tú sabes que si entre ustedes pasa algo…?—¡Lo se! Sería la primera vez que engañe a Beatriz, pero nunca antes me paso algo así con nadie, es algo distinto lo que siento por ella. Ese día que la vi en el restaurante la primera vez, no pude despegar mi vista de ella, luego la vi dos veces más…—¿Cómo? No entiendo.—Me la cruce en un bar, si te comenté, después cuando lleve a Beatriz a su cita con el psiquiatra, al salir del consultorio la vi, y creí que alucinaba, pero no, era ella.—Estas hasta las manos Dante, una cosa es tener una aventura, pero veo que es algo más.—Mejor cambiemos de tema— hablar sobre lo que sentía no me hacía sentir cómodo, menos en la oficina en donde cualquiera podía escuchar, especialmente Nicolas, mi hermano.
Fiorella—¡Abogado! ¿Qué hace aquí? —me sorprendo al verlo en esta parte de la ciudad.—Llámame mejor Dante, y respondiendo a tu pregunta, iba de camino a casa de mi amigo cuando te vi cruzar en el semáforo, espero no te moleste que pare y vine a verte —mi corazón latió tan fuerte que me causó un pequeño dolor, pero era de felicidad ante los sucesos acontecidos.—No claro que no me molesta, solo que no pensé salir y encontrar a alguien —en ese momento arroje el cigarrillo al piso, luego lo pise para apagarlo.—Debo confesar lo mismo, iba con la idea de hablar con Charly pero al verte me pareció buena idea acercarme ¿Hice mal? —No, claro que no, todo lo contrario, me agrada su compañía.—Entonces no le molesta tomar algo en aquel lugar —señala al otro lado del parque en donde había un pequeño bar abierto.—¿Ahora? —Disculpe no quiero incomodarla o que tenga problemas con su esposo —en ese momento no sabía qué responder.—No tendré problemas con nadie ¡Vamos! —me levanté del asiento y
Fiorella Subí a mi departamento y al llegar fui directo a mi habitación, lo primero que hice fue tirarme en la cama, me sentía feliz, no podía dejar de sonreír, recordarlo me iluminaba el rostro, como es posible que me pase esto justo ahora, entonces recordé su tarjeta y que nunca agende su número, me levanté de la cama y fui al comedor en donde deje mi cartera, rebusque dentro hasta que di con ella, sonreí y volví a mi habitación, tomé mi móvil y agende su número, luego entre al chat del WhatsApp y su última vez fue a las 22 horas, lo que quiere decir que cuando estuvo conmigo no traía celular encima o lo dejo en su coche, no pensé mucho más y deje el móvil en la mesa de noche, me levante y cambie por mi pijama para luego irme a dormir.Al día siguiente me levanté cuando sonó mi alarma, me di un baño rápido, me cambié y salí hacia la revista, antes de llegar compré café para todos los que estaban en el piso, subí al ascensor cargada, pero feliz.—¡Buenos días! Me ayudas con los café
Fiorella—¡Quiere verme esta tarde! —le dije a Laura toda emocionada.—¿Ya te respondió?—¡Si! Al parecer estaba con el celular en mano.—¡Dile que sí! Apúrate mujer —no di muchas vueltas y respondí okey.—¡Listo! Ahora que hago—comencé a caminar en círculos.—Ahora no vas a hacer nada, solo cálmate y sigamos trabajando —me sugiere Laura como si nada, cuando por dentro no podía con la felicidad que cargaba.—Tienes razón, así las horas pasaran más rápido —le respondí y fui a mi lugar de trabajo, me senté en mi sillón y me sentía como adolescente enamorada, lo cual me preocupaba y mucho, no sabía cuáles eran las verdaderas intenciones del abogado, mire mi computadora y decidí mejor hacer mi trabajo, tenía que comenzar en la semana del amor e inicie navegando en internet sobre cupido y ahí encontré la leyenda del hilo rojo, decidí en ese momento elaborar una nota sobre el tema, anote varios tips, pase la mañana investigando, hasta que llegó la hora del almuerzo, pedí algo rápido así no
Fiorella—Ya hablé con Cinthia no tardará en llegar —me anuncia Laura al entrar en la habitación en donde me encontraba internada para control por el golpe en mí cabeza.—No hacía falta que le avises, no quiero preocupar a mí madre, y mucho menos quiero ver a Lautaro aquí —dije sinceramente, no quería preocuparlo o darle una oportunidad para volver a casa con él.—Por eso hablé a Cinthia y no a Melanie, además tuve que decirle que tú y Lautaro están distanciados, creo que deberías hablarlo con tu familia, así evitas que él esté en medio si algo sucede contigo, imagínate si estaba Eugenia en la revista ella a quien primero llamaría sería a Lautaro o a tu madre.—Eso es cierto, pero apenas llevamos días separados, no fue mucho que se fue, también tengo que hablar con Pedrito —expuse ante todo lo que tenía que aclarar, sabía que bien mí madre sepa las novedades pegará el grito en el cielo.—Por eso mismo, mientras más pasen los días será peor, imagínate que sepan por un tercero, es mejor
FiorellaÉl ingresó en mí habitación y ambos nos quedamos hipnotizados, ninguno decía nada, el silencio y las miradas decían más que mil palabras, solo escuchaba el latir frenético de mí corazón al verlo aquí, recordar que el paso la noche velando por mí me hacían saber que tal vez él sentía lo mismo.—¡Buenos días, Fiorella! —rompió el silencio e hizo dos pasos hacia mí, me miró tan profundo que me puse nerviosa.—Buenos días, Dante, no debió molestarse en venir —respondí y él hizo otro paso, noté el nerviosismo en su cuerpo, al parecer no sabía qué hacer.—No es molestia, además que me preocupé mucho cuando supe lo que le pasó —tomo la silla y se sentó al lado de mí cama.—¡Gracias! Fue un pequeño accidente, por suerte no fue grave —dije y uní mis manos a la altura de mí pecho, no sabía qué hacer o cómo reaccionar con él, dentro mío tenía una inmensa duda ¿Por qué pasó aquí la noche? Sabía que estaba casado, pero eso lo investigaré después.—Por fortuna la atendieron rápido y me ale
Fiorella—¿Estás seguro? Porque el paso que estamos por dar hacia adelante ya no podremos devolverlo y no quiero sufrir, quiero esto tanto como tú —le confesé mis sentimientos y el tomo mis manos con las suyas y luego dejo un beso en ellas.—Se que tienes miedo y es normal, no quiero obligarte a nada —me dijo mirándome a los ojos y vi sinceridad en su mirada.—No es eso, solo que hay algo que da vueltas en mí cabeza —me levantó de la cama y me paro cerca de la ventana al lado del tocador.—Pregúntame lo que quieras —respire profundo y pensé lo que iba a decirle sin ser entrometida, mientras él llega hasta mí, se para al frente mío y me acorrala contra la pared.—¡Está bien! ¿Tú estás separado? Porque no entiendo tu relación con tu esposa, discúlpame, pero es necesario que seas sincero, jamás podré estar contigo si aún estás en pareja con ella —le dije mirándolo a los ojos, su cercanía me ponía nerviosa, pero me gustaba lo que sucedía.—Tienes razón, no fui claro con respecto a mí rela
FiorellaAún sonreía por lo sucedido la noche anterior, todo había salido perfecto, si lo hubiera planeado, estaba casi segura de que no sería como fue, sabia muy adentro que ambos sentíamos lo mismo, mi corazón palpitaba de felicidad, pensarlo me sacaba una sonrisa, era inevitable, me había enamorado.—Permiso Fiorella, necesito que apruebes la nota, ya casi está lista —interrumpe mis pensamientos Eugenia, al entrar en mi oficina.—Si, envíamela al correo —dejo lo que estaba haciendo y le prestó atención a ella.—¡Ya te la envié! —me informa mientras toma asiento al frente mío.—¡Perfecto! Ahora mismo la veo —abrí el navegador web e ingresé en mi correo, la nota en la que ella trabaja era sobre la utilización de juguetes en la intimidad.—Faltaría añadir la nota de Marina, creo que con eso ya estaríamos —me informa mientras sigo leyendo.—Quedo muy bien, además el tema va de acuerdo con la nota de la sexóloga…—Lo acabo de decir ¿Estás bien? —me pregunta ella y para ser sincera estab