Fiorella
—¡Abogado! ¿Qué hace aquí? —me sorprendo al verlo en esta parte de la ciudad.
—Llámame mejor Dante, y respondiendo a tu pregunta, iba de camino a casa de mi amigo cuando te vi cruzar en el semáforo, espero no te moleste que pare y vine a verte —mi corazón latió tan fuerte que me causó un pequeño dolor, pero era de felicidad ante los sucesos acontecidos.
—No claro que no me molesta, solo que no pensé salir y encontrar a alguien —en ese momento arroje el cigarrillo al piso, luego lo pise para apagarlo.
—Debo confesar lo mismo, iba con la idea de hablar con Charly pero al verte me pareció buena idea acercarme ¿Hice mal?
—No, claro que no, todo lo contrario, me agrada su compañía.
—Entonces no le molesta tomar algo en aquel lugar —señala al otro lado del parque en donde había un pequeño bar abierto.
—¿Ahora?
—Disculpe no quiero incomodarla o que tenga problemas con su esposo —en ese momento no sabía qué responder.
—No tendré problemas con nadie ¡Vamos! —me levanté del asiento y caminamos hasta aquel bar, al entrar estaba prácticamente vacío, había solo dos mesas ocupadas, seguramente se debía a la hora, ya que eran las 23:30.
—¡Permítame! —dijo y corrió mí silla, tome asiento y luego él al frente mío.
—¡Gracias! —le sonreí y lo miré, no podía creer estar aquí con él, me gustaba su compañía y presencia.
—¿Qué le gustaría tomar? —me consultó mientras miraba la carta que ya estaba sobre la mesa.
—No sé tal vez un café —respondí mirando la variedad de opciones.
—¿A esta hora? Después no podrá dormir —dijo y tenía razón.
—Si es cierto, pero soy adicta a la cafeína, además mí profesión va de la mano del café, cuando en la madrugada me debo quedar a redactar notas o supervisar todo el contenido antes de ser publicado.
—Debería probar otro estimulante para el insomnio —dijo y no le entendí.
—Podría ser, pero está noche no tengo que trabajar así que pediré un trago, me lo merezco para quitarme el mal día que hoy pase.
—Me parece perfecto, también tuve un pésimo día —me responde.
—¿Trabajo? —consulté con dudas, ya que quería saber más de él.
—Un poco de todo ¿Y usted?
—¡También! Ahora ya tenemos porqué brindar —el levanto la mano para llamar al mozo, quien vino enseguida y pedimos nuestras bebidas.
—Entonces ¿Por qué brindamos? —me pregunto.
—¡Por nosotros! Para que no suframos nuevamente.
—Me parece perfecto —él me miró y por un momento me perdí en su mirada, sentía una conexión y eso me gustaba. Pasado unos minutos nos trajeron nuestro pedido.
—Puedo preguntar si no es molestia ¿Que hace un abogado a esta hora de la noche, en un bar con una desconocida que apenas conoció hace unas semanas? —le pregunté mientras tomaba mi trago.
—Es difícil de responder tu pregunta, pero como te dije antes, iba de camino a casa de un amigo, cuando te vi.
—¿Por qué? —indague para saber más, ya que la curiosidad me invadió por completo, eso más saber que hoy pasó por mí revista, cuando su bufete queda al otro lado de la ciudad.
—No lo sé, solo la vi y quise acercarme.
—En realidad me refería a salir tan de noche, no quiero entrometerme en su vida, pero parece que ambos estamos en una mala situación en casa.
—Es cierto, leíste mí mente al parecer.
—Tengo habilidades ocultas —dije jugando con él, me gustaba estar aquí, si por mí fuera me quedaba toda la noche.
—Ojalá pudiera tener esa habilidad para descifrar a los demás, así mí vida sería más fácil.
—No es que mi vida sea wow una maravilla, pero creo saber por lo que vi, que no está pasando un buen momento, no quiero meterme en su vida privada, pero recuerdo que coincidimos en el consultorio en donde mi psicóloga atiende.
—Lo recuerdo, estaba con mi esposa en el psiquiatra, efectivamente mis problemas vienen por ahí —se sinceró conmigo, pero no quería ser metiche.
—No es necesario que me cuente nada, no quiero ser entrometida.
—No me molesta hablarlo, llevo varios años en la lucha, perdimos un hijo, ella estaba embarazada de cuatro meses, cuando un auto se le cruzó y el golpe que recibió provocó la pérdida, a raíz de eso ella tuvo depresión y hasta un brote psicótico, siempre se culpó de su pérdida, es por eso que la ayuda un psiquiatra, hace poco iniciamos nuevamente porque tuvo una recaída —no sé qué fue lo que me pasó, que al oírlo tome su mano para darle mi apoyo.
—Lo siento mucho, no podría imaginarme pasar algo así, no tengo hijos, pero imagino que la pérdida de uno debe ser muy dolorosa.
—De hecho, lo es, pero la vida debe continuar a pesar de todo, tenemos dos hijos más y aun así fue como si para ella no existieran.
—Es complicado ¿Y sus hijos qué edad tenían cuando sucedió?
—Fue hace tres años atrás, Mariza tenía 17 y Augusto 19.
—¡Son adolescentes! —trague saliva al saber que era un hombre con una historia de vida extensa, nunca imagine que fueran tan grandes, lo que me lleva a pensar que debe tener unos cincuenta años o más.
—Ya son adultos, ahora tienen 20 y 22 años, mi hijo mayor estudió leyes, ya está por recibirse y mi hija está estudiando administración de empresas, ambos trabajan en la fundación.
—¡Lindas carreras! Ya son casi profesionales, felicidades —le dije sinceramente.
—Gracias y ahora cuéntame un poco de ti, yo ya te dije sobre mi —me pregunto y tenía razón ya que me había contado bastante.
—Bueno que decir sobre mí, sabe que soy periodista, que tengo una pequeña revista que está apenas iniciando en las gráficas, no tengo hijos y estoy en un impasse en mi relación, con mi marido llevamos 13 años de casados y el amor se esfumó —eso último no debí decirlo, pero no podía volver el tiempo, aunque quisiera hacerlo.
—¿Un impasse? —preguntó curioso mirándome fijamente.
—Si, nos dimos un tiempo, pero ambos sabemos que ese tiempo no curará las heridas y es más que seguro que nos divorciemos.
—¡Lo siento mucho!
—¡Está bien! Con el tiempo terminaré acostumbrándome a estar sola.
—Puedo ser tu abogado si quieres —me ofreció y sonreí.
—¿Mi abogado?
—Si soy abogado de familia.
—Te imaginé más penalista ¡No sé por qué!
—El bufete lo fundó mi padre, mi hermano mayor se graduó primero y siguió la especialidad penalista, y apenas éramos tres abogados con mi padre, me tocó elegir la rama que no había en el bufete.
—¡Ya veo! Pero se ve que le gusta porque ahora son una gran empresa con varios abogados.
—¡Así es! Seguí como abogado de familia —en ese momento miré la hora en mi reloj pulsera y ya eran más de las doce de la noche.
—Ya es muy tarde, deberíamos volver a nuestras casas él miró la hora en su reloj y asintió.
—Tienes razón y mañana hay que madrugar —levantó la mano para pagar la cuenta y saque mi billetera para pagar mi bebida —¡No hace falta! —me detuvo —¡Yo invito! —el mozo llegó y pagó con su tarjeta ambos tragos, luego de eso salimos fuera del bar.
—Muchas gracias por la charla, fue un placer coincidir con usted —le dije sinceramente.
—Por favor llámame, Dante, y con respecto a la coincidencia estoy de acuerdo, las horas se pasaron volando y fue porque la compañía era buena —en ese momento no sabía que responderle, me puse nerviosa miré el piso y luego a él y le sonreí.
—Entonces Dante, nos vemos —no sabía si acercarme y darle un beso en la mejilla o un apretón de manos.
—Nada de eso ¡Te llevo!
—¿Qué? Pero si vivo a dos cuadras de aquí —señala hacia mi edificio.
—Lo sé, pero es muy tarde y puede pasarte algo, no tengo problemas en dar una vuelta contigo en mi auto ¿Tu sí? —me dijo ya que debía dar vuelta a la manzana para dejarme en mi departamento.
—¡No! Vamos —su auto estaba estacionado cerca del bar, el muy caballero me abrió la puerta de su auto y subí, dio la vuelta al parque y luego me dejó en la puerta del edificio.
—¡Llegamos! —señale afuera —Muchas gracias —me anime y me acerque a él para besarlo en la mejilla, pero algo nos detuvo y nos miramos un instante, creí que el me besaría, pero no fue así, solo me observo un segundo y luego besó mi mejilla.
—¡Gracias por escucharme! —tomo ahora mi mano y dejo un beso allí, no supe qué decirle, él se bajó, rodeo el auto para abrir mi puerta y baje.
—¡Nos vemos! —solo dije aquello.
—¡Esperaré su llamada! —lo escuche decir e ingrese en el edificio, el subió a su auto una vez estuve dentro y luego se fue, había pasado la mejor noche de todas, su cercanía y todo lo que hablamos me hizo saber de qué en verdad este hombre me interesaba más de lo que creía. El único problema era que estaba casado.
Fiorella Subí a mi departamento y al llegar fui directo a mi habitación, lo primero que hice fue tirarme en la cama, me sentía feliz, no podía dejar de sonreír, recordarlo me iluminaba el rostro, como es posible que me pase esto justo ahora, entonces recordé su tarjeta y que nunca agende su número, me levanté de la cama y fui al comedor en donde deje mi cartera, rebusque dentro hasta que di con ella, sonreí y volví a mi habitación, tomé mi móvil y agende su número, luego entre al chat del WhatsApp y su última vez fue a las 22 horas, lo que quiere decir que cuando estuvo conmigo no traía celular encima o lo dejo en su coche, no pensé mucho más y deje el móvil en la mesa de noche, me levante y cambie por mi pijama para luego irme a dormir.Al día siguiente me levanté cuando sonó mi alarma, me di un baño rápido, me cambié y salí hacia la revista, antes de llegar compré café para todos los que estaban en el piso, subí al ascensor cargada, pero feliz.—¡Buenos días! Me ayudas con los café
Fiorella—¡Quiere verme esta tarde! —le dije a Laura toda emocionada.—¿Ya te respondió?—¡Si! Al parecer estaba con el celular en mano.—¡Dile que sí! Apúrate mujer —no di muchas vueltas y respondí okey.—¡Listo! Ahora que hago—comencé a caminar en círculos.—Ahora no vas a hacer nada, solo cálmate y sigamos trabajando —me sugiere Laura como si nada, cuando por dentro no podía con la felicidad que cargaba.—Tienes razón, así las horas pasaran más rápido —le respondí y fui a mi lugar de trabajo, me senté en mi sillón y me sentía como adolescente enamorada, lo cual me preocupaba y mucho, no sabía cuáles eran las verdaderas intenciones del abogado, mire mi computadora y decidí mejor hacer mi trabajo, tenía que comenzar en la semana del amor e inicie navegando en internet sobre cupido y ahí encontré la leyenda del hilo rojo, decidí en ese momento elaborar una nota sobre el tema, anote varios tips, pase la mañana investigando, hasta que llegó la hora del almuerzo, pedí algo rápido así no
Fiorella—Ya hablé con Cinthia no tardará en llegar —me anuncia Laura al entrar en la habitación en donde me encontraba internada para control por el golpe en mí cabeza.—No hacía falta que le avises, no quiero preocupar a mí madre, y mucho menos quiero ver a Lautaro aquí —dije sinceramente, no quería preocuparlo o darle una oportunidad para volver a casa con él.—Por eso hablé a Cinthia y no a Melanie, además tuve que decirle que tú y Lautaro están distanciados, creo que deberías hablarlo con tu familia, así evitas que él esté en medio si algo sucede contigo, imagínate si estaba Eugenia en la revista ella a quien primero llamaría sería a Lautaro o a tu madre.—Eso es cierto, pero apenas llevamos días separados, no fue mucho que se fue, también tengo que hablar con Pedrito —expuse ante todo lo que tenía que aclarar, sabía que bien mí madre sepa las novedades pegará el grito en el cielo.—Por eso mismo, mientras más pasen los días será peor, imagínate que sepan por un tercero, es mejor
FiorellaÉl ingresó en mí habitación y ambos nos quedamos hipnotizados, ninguno decía nada, el silencio y las miradas decían más que mil palabras, solo escuchaba el latir frenético de mí corazón al verlo aquí, recordar que el paso la noche velando por mí me hacían saber que tal vez él sentía lo mismo.—¡Buenos días, Fiorella! —rompió el silencio e hizo dos pasos hacia mí, me miró tan profundo que me puse nerviosa.—Buenos días, Dante, no debió molestarse en venir —respondí y él hizo otro paso, noté el nerviosismo en su cuerpo, al parecer no sabía qué hacer.—No es molestia, además que me preocupé mucho cuando supe lo que le pasó —tomo la silla y se sentó al lado de mí cama.—¡Gracias! Fue un pequeño accidente, por suerte no fue grave —dije y uní mis manos a la altura de mí pecho, no sabía qué hacer o cómo reaccionar con él, dentro mío tenía una inmensa duda ¿Por qué pasó aquí la noche? Sabía que estaba casado, pero eso lo investigaré después.—Por fortuna la atendieron rápido y me ale
Fiorella—¿Estás seguro? Porque el paso que estamos por dar hacia adelante ya no podremos devolverlo y no quiero sufrir, quiero esto tanto como tú —le confesé mis sentimientos y el tomo mis manos con las suyas y luego dejo un beso en ellas.—Se que tienes miedo y es normal, no quiero obligarte a nada —me dijo mirándome a los ojos y vi sinceridad en su mirada.—No es eso, solo que hay algo que da vueltas en mí cabeza —me levantó de la cama y me paro cerca de la ventana al lado del tocador.—Pregúntame lo que quieras —respire profundo y pensé lo que iba a decirle sin ser entrometida, mientras él llega hasta mí, se para al frente mío y me acorrala contra la pared.—¡Está bien! ¿Tú estás separado? Porque no entiendo tu relación con tu esposa, discúlpame, pero es necesario que seas sincero, jamás podré estar contigo si aún estás en pareja con ella —le dije mirándolo a los ojos, su cercanía me ponía nerviosa, pero me gustaba lo que sucedía.—Tienes razón, no fui claro con respecto a mí rela
FiorellaAún sonreía por lo sucedido la noche anterior, todo había salido perfecto, si lo hubiera planeado, estaba casi segura de que no sería como fue, sabia muy adentro que ambos sentíamos lo mismo, mi corazón palpitaba de felicidad, pensarlo me sacaba una sonrisa, era inevitable, me había enamorado.—Permiso Fiorella, necesito que apruebes la nota, ya casi está lista —interrumpe mis pensamientos Eugenia, al entrar en mi oficina.—Si, envíamela al correo —dejo lo que estaba haciendo y le prestó atención a ella.—¡Ya te la envié! —me informa mientras toma asiento al frente mío.—¡Perfecto! Ahora mismo la veo —abrí el navegador web e ingresé en mi correo, la nota en la que ella trabaja era sobre la utilización de juguetes en la intimidad.—Faltaría añadir la nota de Marina, creo que con eso ya estaríamos —me informa mientras sigo leyendo.—Quedo muy bien, además el tema va de acuerdo con la nota de la sexóloga…—Lo acabo de decir ¿Estás bien? —me pregunta ella y para ser sincera estab
Dante —¿Qué pasó? —es lo primero que consultó al ingresar al despacho de mi hermano Nicolas.—Toma asiento por favor —por el tono que uso es algo serio y sabía que se trataba de nuestra mercadería.—Me estas preocupando ¿Qué pasa? —pregunto casi en voz baja, ya que por lo general aquí no podíamos hablar sobre nuestro negocio.—Hable con la gente de Colombia, necesitan que viajemos, pero hay un problema.—¿Por qué? Se supone que todo llegó bien y ¿Cuál es ese problema? —consulté sin entender qué sucedía.—Al parecer hay un soplón en la aduana de su país, están investigando la procedencia de los productos, necesitamos que seas tu quien entregue los papeles, ya que nuestro hombre está siendo investigado, nadie vinculara al empresario Dante Ponzio.—No se supone que nuestro testaferro está bien camuflado, nadie puede vincular nuestro nombre, estamos a nada de iniciar la campaña Nicolas.—Por eso mismo necesito que seas tu quien viaje a Cartagena, allí te encontrarás con otras personas, e
Fiorella—Amo verte sonreír, jamás te faltaré Fiorella, sé que estamos ambos con problemas que arreglar, pero ya verás que muy pronto esos obstáculos no van a estar más y podremos caminar por donde queramos sin que nadie nos juzgue.—En eso coincido contigo, mi separación de Lautaro es reciente y cualquiera al vernos juntos pensaría que lo engañe contigo y no quiero verme así, sé que no debe importarme el qué dirán, pero siempre fui una mujer correcta, no sería justo que por haberme enamorado de ti, te culpen de algo que no es —conocía a la perfección a Lautaro siempre fue muy déspota conmigo, el hacia todo bien y aportaba más en casa que yo, era consciente de que su sueldo siempre fue mayor, pero éramos una pareja un equipo y lo poco o mucho que aportemos era para ambos, aunque él nunca lo vio así.—Nunca nadie te va a señalar con el dedo, eso te lo aseguro, te voy a cuidar más que a mi vida —me lo hace saber y creía en todo lo que me decía, sentía que sus palabras eran sinceras, si