Fiorella
Varios días después
—Hola chicas buen día —dije al llegar a mi trabajo, en el edificio además de mi pequeña editorial había otras oficinas y siempre venía lleno el ascensor.
—Hola Fiorella ¿Cómo estás? —me saluda Laura al verme llegar a la revista.
—Muy bien y tú —le dije alegre, ya que el día de hoy me había levantado muy feliz.
—Veo que estás radiante ¿A qué se debe?
—¡No lo sé! Pero me siento tan bien ¡Es difícil de explicar! —dije al recordar a aquel hombre que no dejaba de dar vueltas en mi cabeza.
—Entonces la noticia que tengo te pondrá más feliz aún —me dijo Laura mientras encendía mi computadora.
—¡Hazme feliz! No te tardes… —ella cerró la puerta de mi oficina y luego se sentó al frente mío.
—Hoy recibí un llamado de un importante abogado...
—¿Yyy…?
—¡Que no es cualquier abogado! Además, tú lo conoces —se frotó las manos.
—¡Laura! Ve al punto ¡Pero ya! —le dije ansiosa por saber de quién se trataba.
—¡Carlos Estrada!
—¿Y quién es?
—Hay Fiorella es del bufete del abogado que te tiene temblando las piernas —al oír su referencia caí en cuenta de quién hablaba.
—¡Es en serio!
—¡Si! Y pidió reunión contigo —me quedé pensando en las continuas veces que coincidimos en diferentes lugares y supuse que él quería verme porque sentía lo mismo, aunque es muy absurdo pensar en ello.
—Pero llamó ese tal Carlos ¡No el! —dije desilusionada.
—Bueno sí, pero pidió una reunión para Dante Ponzio.
—¿Y cuándo vendrá? —preguntó rápidamente.
—Ahí sí tenemos un problema —dijo Laura y no entendí.
—¿Por qué? No estoy entendiéndote.
—Es que la reunión será en su bufete ¡No aquí!
—Pero él pidió cita ¡No yo! —dije confundida.
—Eso mismo le dije, pero según sus palabras es mejor ir hasta allí, también me dijo que enviará un coche por ti, para que te lleven.
—¿Y tú qué le dijiste?
—¡Pues nada! Quede en confirmar cuando tú me lo digas.
—Está bien, confirma, pero voy a ir por mis propios medios y tú me acompañaras.
—¿Yo? Pero si él quiere verte a ti ¡No a mí!
—Lo sé, pero tampoco puedo ir sola a un bufete, cualquiera pensara que me quiero divorciar.
—No lo pensé así, entonces a qué hora confirmó.
—Después del almuerzo —Laura se fue y mi cabeza comenzó a maquinar miles de escenarios, podía estar equivocada, pero asistiendo a esa reunión sobre sus verdaderas intenciones.
Terminé mi nota del día y fui a almorzar con Laura, desde que salí de la revista que mi estómago comenzó a dolerme de los nervios que sentía, pedí algo liviano ya que no podía comer mucho y no quería llamar la atención de Laura.
—Bueno ya es hora —me informa mi amiga mirando la hora en su reloj pulsera.
—Vamos a buscar un taxi ¿Tú sabes dónde queda el bufete?
—La verdad que no, pero aquí tengo anotada la dirección —me extendió el papel y quería morirme por mi terquedad y no aceptar el coche que él mandaría.
—Está al otro lado de la ciudad —dije un poco frustrada.
—Lo siento nena, pero te recuerdo que él quiso mandarnos un coche.
—No me lo menciones —apoyé mi mano en mi cabeza y con la otra sostenía el papel con su dirección.
—¡Solo decía! —pagamos la cuenta y salimos en busca de un taxi, luego de veinte minutos de viaje llegamos.
—Bastante lejitos a la próxima acepta su coche.
—¡No habrá próxima! —le dije segura.
—Está bien ¡Solo decía! —Ingresamos en el imponente edificio, al llegar a recepción una señorita nos detuvo.
—¿Disculpen? ¿A dónde van? —Nos detenemos con Laura y la miramos.
—¡Tenemos cita! —responde mi amiga.
—Muy bien, por favor díganme sus nombres y en donde es su cita, aquí les otorgaré un pase de visitante —nos acercamos y di mis datos al igual que Laura, la recepcionista nos entregó un gafete de visitantes y fuimos al ascensor y marcamos el piso del bufete.
—¿Pasa algo? —me pregunta de repente Laura.
—¿Por qué? ¿Tengo algo?
—Si, te veo muy nerviosa.
—¡No! Tranquila solo estoy pensando que hablaremos con él.
—¡Hablaras! Recuerda que solo vine a acompañarte
—¡Laura! No puedes dejarme sola.
—Fiorella no estarás sola, además así es mejor, y así sabrás sus intenciones.
—Olvidas que es casado, y si solo me estoy haciendo ideas que nada que ver y el solo quiere no sé ofrecerme solo su ayuda ¡Nada más! —Mis manos sudaban y era muy obvio que venía para saber qué era lo que él quería, era muy loco pensar que sintiera lo mismo, pero nunca me había pasado tal situación.
—Para eso estamos aquí —mire a Laura y en ese momento se abrió el ascensor dejando frente a mis ojos un elegante piso —Wow que hay plata aquí —dijo a mí oído Laura cuando bajamos.
Caminamos hacia la recepción por el extenso pasillo, sus pisos de mármol y su decoración con cuadros y esculturas costosas, me decían que esté lugar era de gente adinerada.
—¡Buenas tardes! ¿En qué puedo ayudarlas? —nos preguntaron en la recepción.
—Buenas tardes, mi amiga tiene cita con el abogado Dante Ponzio —habló por mí Laura.
—Por favor dígame su nombre así la anuncio.
—Eh sí Fiorella Estévez del magazine Woman —ella tecleó en su computadora, luego habló por teléfono.
—Bienvenidas al bufete Ponzio & asociados, el doctor Dante Ponzio la recibirá en su despacho, siga por el pasillo a mano derecha la puerta doble de madera es su oficina, espere en la sala que será llamada por su secretaria.
—Muchas gracias —dije y fui junto con Laura, mis nervios no los podía controlar, estaba al mismo tiempo feliz por verlo y a solas, también tenía miedo por lo que fuera a suceder, aunque él no era nada mío.
Llegamos a la pequeña sala de espera y tomamos asiento, en ese momento apareció el abogado que me presentó a Dante.
—Buenas tardes, Fiorella —se acerca a mí y me saluda con un apretón de manos, tanto a mí como a Laura.
—¡Buenas tardes! —le devuelvo el saludo.
—¿Ya te anunciaron con Dante?
—¡Muchas gracias! Estoy esperando —respondí y la puerta de la oficina se abrió, de allí salió una mujer.
—Buenas tardes ¿Fiorella Estévez?
—¡Soy yo! —me levanté al oír mí nombre.
—Por favor pase, el señor Ponzio la espera —mire a Laura y ella asintió.
—¡Muchas gracias! Con permiso —entré en su oficina y ahí estaba él, sentado en su sillón, perfectamente impecable con su traje oscuro, camisa celeste sin corbata, al verme ingresar el levantó su vista y esbozo una sonrisa que movilizó mucho en mí interior.
—¡Buenas tardes! —dije tímidamente, él se levantó de su lugar y señaló la silla vacía frente a su escritorio para que tome asiento.
—Buenas tardes, Fiorella, por favor tome asiento —hice lo que me dijo y tome asiento, él hizo lo mismo y en ese momento reinó por unos segundos el silencio.
—¡Muchas gracias! Antes que nada, quería agradecerle por su tiempo —dije rompiendo el hielo, pero no sabía qué hacía aquí ni porque vine, bueno eso sí lo sabía, era para verlo a él.
—No tiene que agradecer nada, es un gusto ayudarle, supe que Charly fue su abogado hace un año atrás cuando inició con su revista.
—Así es, él me ayudó mucho —esta reunión se trataba solo de trabajo, lo cual no era malo, me enfoque en mirar su rostro y examinar todos sus movimientos.
—Por eso quería ofrecerle, si usted acepta claro, un apoyo económico mensual.
—Disculpe señor Ponzio, pero no le entiendo, nunca solicite dinero —me sentí mal en ese momento, a lo mejor me hice ideas erradas y este hombre quiere darme dinero a cambio de sexo.
—No me mal entienda, aquí además de atender casos, tenemos una fundación de la cual soy el presidente, ayudamos a pymes y también contamos con varios comedores y casas para gente sin techo, sé que usted no me solicito su ayuda, pero cuando Charly me habló sobre su revista, creí oportuno ayudarla —lo escuche atenta y aun no me cerraba su supuesta ayuda.
—Se lo agradezco, pero que obtendría usted a cambio.
—¡Nada! Solo lo hago porque usted me cayó bien y quiero aportar parte del dinero de la fundación en buenas causas y creo que su revista es una de ellas.
—¡Muchas gracias! Le parece si lo pensó y le daré una respuesta en unos días.
—Por supuesto y por favor acepte mi propuesta, lo hago de corazón —me respondió y me miró a los ojos, en ese momento me sentí intimidada, pero sostuve la mirada y perdí ya que deseaba que suceda algo más que una simple conversación de negocios.
—¡Bueno! Muchas gracias —estiré mi mano para saludarlo, y él la tomó, la acarició un segundo y no la soltó, sentí tanto que las mariposas querían agujerear mi estómago.
—Espero su llamada —dijo y siguió sosteniendo mi mano hasta que la soltó y luego me entregó una tarjeta.
Salí de allí más nerviosa de lo que había venido, al estar fuera no encontré a Laura, mientras caminaba hacia el ascensor la llamé y al responderme me dijo que había bajado a planta baja, ya que creyó que me tardaría más.
—¿Qué rápido? —dijo y blanquee mis ojos.
—Fue un asco todo —le respondí y salimos fuera, al sentir el aire fresco en mi rostro me sentí aliviada.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —preguntaba Laura mientras caminaba sin rumbo, ya que no conocía esta parte de la ciudad.
—¡Nada! —le respondí y me detuve.
—No te entiendo ¡Por dios Fiorella se clara!
—Es que no pasa nada, me ofreció plata supuestamente para ayudarme y toda esa m****a.
—¿Es en serio? Pero porque te ofreció dinero.
—¡No lo sé! No entendí si lo hace porque me quiere dar una mano o meterme una mano —dije enojada.
—¿Fiorella que quieres entonces?
—Me enganche si y me odio por sentir esto de un hombre así, seguramente él se dio cuenta y usa su dinero para llegar a mí.
—¿Y si él siente lo mismo y así fue como pudo acercarse?
—No me hables, me confundes.
—Entonces qué vas a hacer —me dijo y recordé su tarjeta, la saqué de mi bolsa y se la di a Laura.
—Me dijo que lo llame.
—Pues llámalo, acepta el dinero y con el paso del tiempo averiguas que pasa, además tú sabes que nadie busca a una desconocida por que quiso ser solidario de repente.
—¡Está bien! ¡Aceptare! Y que pase lo que tenga que pasar.
—¿Y Lautaro?
—No lo estoy engañando —dije y para mis adentros sabía que, si el abogado avanzaba, me iba a hacer la mujer más feliz del mundo, aunque lo que siento este mal, nada me importa, solo quería una vez en mi vida sentir adrenalina y que alguien me ame como si fuera lo más preciado de su vida.
FiorellaDe vuelta a casa pase por una tienda de ropa y compre un vestido nuevo, hacía varios días lo había visto, pero no me animaba a comprarlo, no entendía porque ahora me sentía con más ganas de verme linda y lo compre, ya que era muy elegante y sexy.Laura me acompaño y también se compró uno igual de bello, al terminar fuimos por un café a un bar, aprovechamos el tiempo y trabajamos en algunas notas que nos quedaron pendientes.Llegada la noche partí directo a mi departamento, antes de llegar por casa pase por el mercado y compre para la cena de esta noche.Subí en el ascensor cargada de bolsas, marque mi piso y a medida que subía pensaba en la cita que tuve hoy en el Bufete de aquel misterioso hombre que con su mirada me desnudaba y me gustaba que así fuera, ya que me sentía deseada, aunque eso solo sea atracción física y piel.Me distraje en mis pensamientos que al entrar a casa no note las valijas que estaban en medio de la sala, ya que al entrar pase directo a la cocina, deje
Dante—¿Cómo te fue con la periodista? —ingresa a mi oficina Charly luego de que ella se fue.—Creo que aceptara la ayuda —su imagen venia una y otra vez a mi mente, recordaba como observaba mis movimientos, me hacían pensar que ella sentía lo mismo.—¿Tú sabes que si entre ustedes pasa algo…?—¡Lo se! Sería la primera vez que engañe a Beatriz, pero nunca antes me paso algo así con nadie, es algo distinto lo que siento por ella. Ese día que la vi en el restaurante la primera vez, no pude despegar mi vista de ella, luego la vi dos veces más…—¿Cómo? No entiendo.—Me la cruce en un bar, si te comenté, después cuando lleve a Beatriz a su cita con el psiquiatra, al salir del consultorio la vi, y creí que alucinaba, pero no, era ella.—Estas hasta las manos Dante, una cosa es tener una aventura, pero veo que es algo más.—Mejor cambiemos de tema— hablar sobre lo que sentía no me hacía sentir cómodo, menos en la oficina en donde cualquiera podía escuchar, especialmente Nicolas, mi hermano.
Fiorella—¡Abogado! ¿Qué hace aquí? —me sorprendo al verlo en esta parte de la ciudad.—Llámame mejor Dante, y respondiendo a tu pregunta, iba de camino a casa de mi amigo cuando te vi cruzar en el semáforo, espero no te moleste que pare y vine a verte —mi corazón latió tan fuerte que me causó un pequeño dolor, pero era de felicidad ante los sucesos acontecidos.—No claro que no me molesta, solo que no pensé salir y encontrar a alguien —en ese momento arroje el cigarrillo al piso, luego lo pise para apagarlo.—Debo confesar lo mismo, iba con la idea de hablar con Charly pero al verte me pareció buena idea acercarme ¿Hice mal? —No, claro que no, todo lo contrario, me agrada su compañía.—Entonces no le molesta tomar algo en aquel lugar —señala al otro lado del parque en donde había un pequeño bar abierto.—¿Ahora? —Disculpe no quiero incomodarla o que tenga problemas con su esposo —en ese momento no sabía qué responder.—No tendré problemas con nadie ¡Vamos! —me levanté del asiento y
Fiorella Subí a mi departamento y al llegar fui directo a mi habitación, lo primero que hice fue tirarme en la cama, me sentía feliz, no podía dejar de sonreír, recordarlo me iluminaba el rostro, como es posible que me pase esto justo ahora, entonces recordé su tarjeta y que nunca agende su número, me levanté de la cama y fui al comedor en donde deje mi cartera, rebusque dentro hasta que di con ella, sonreí y volví a mi habitación, tomé mi móvil y agende su número, luego entre al chat del WhatsApp y su última vez fue a las 22 horas, lo que quiere decir que cuando estuvo conmigo no traía celular encima o lo dejo en su coche, no pensé mucho más y deje el móvil en la mesa de noche, me levante y cambie por mi pijama para luego irme a dormir.Al día siguiente me levanté cuando sonó mi alarma, me di un baño rápido, me cambié y salí hacia la revista, antes de llegar compré café para todos los que estaban en el piso, subí al ascensor cargada, pero feliz.—¡Buenos días! Me ayudas con los café
Fiorella—¡Quiere verme esta tarde! —le dije a Laura toda emocionada.—¿Ya te respondió?—¡Si! Al parecer estaba con el celular en mano.—¡Dile que sí! Apúrate mujer —no di muchas vueltas y respondí okey.—¡Listo! Ahora que hago—comencé a caminar en círculos.—Ahora no vas a hacer nada, solo cálmate y sigamos trabajando —me sugiere Laura como si nada, cuando por dentro no podía con la felicidad que cargaba.—Tienes razón, así las horas pasaran más rápido —le respondí y fui a mi lugar de trabajo, me senté en mi sillón y me sentía como adolescente enamorada, lo cual me preocupaba y mucho, no sabía cuáles eran las verdaderas intenciones del abogado, mire mi computadora y decidí mejor hacer mi trabajo, tenía que comenzar en la semana del amor e inicie navegando en internet sobre cupido y ahí encontré la leyenda del hilo rojo, decidí en ese momento elaborar una nota sobre el tema, anote varios tips, pase la mañana investigando, hasta que llegó la hora del almuerzo, pedí algo rápido así no
Fiorella—Ya hablé con Cinthia no tardará en llegar —me anuncia Laura al entrar en la habitación en donde me encontraba internada para control por el golpe en mí cabeza.—No hacía falta que le avises, no quiero preocupar a mí madre, y mucho menos quiero ver a Lautaro aquí —dije sinceramente, no quería preocuparlo o darle una oportunidad para volver a casa con él.—Por eso hablé a Cinthia y no a Melanie, además tuve que decirle que tú y Lautaro están distanciados, creo que deberías hablarlo con tu familia, así evitas que él esté en medio si algo sucede contigo, imagínate si estaba Eugenia en la revista ella a quien primero llamaría sería a Lautaro o a tu madre.—Eso es cierto, pero apenas llevamos días separados, no fue mucho que se fue, también tengo que hablar con Pedrito —expuse ante todo lo que tenía que aclarar, sabía que bien mí madre sepa las novedades pegará el grito en el cielo.—Por eso mismo, mientras más pasen los días será peor, imagínate que sepan por un tercero, es mejor
FiorellaÉl ingresó en mí habitación y ambos nos quedamos hipnotizados, ninguno decía nada, el silencio y las miradas decían más que mil palabras, solo escuchaba el latir frenético de mí corazón al verlo aquí, recordar que el paso la noche velando por mí me hacían saber que tal vez él sentía lo mismo.—¡Buenos días, Fiorella! —rompió el silencio e hizo dos pasos hacia mí, me miró tan profundo que me puse nerviosa.—Buenos días, Dante, no debió molestarse en venir —respondí y él hizo otro paso, noté el nerviosismo en su cuerpo, al parecer no sabía qué hacer.—No es molestia, además que me preocupé mucho cuando supe lo que le pasó —tomo la silla y se sentó al lado de mí cama.—¡Gracias! Fue un pequeño accidente, por suerte no fue grave —dije y uní mis manos a la altura de mí pecho, no sabía qué hacer o cómo reaccionar con él, dentro mío tenía una inmensa duda ¿Por qué pasó aquí la noche? Sabía que estaba casado, pero eso lo investigaré después.—Por fortuna la atendieron rápido y me ale
Fiorella—¿Estás seguro? Porque el paso que estamos por dar hacia adelante ya no podremos devolverlo y no quiero sufrir, quiero esto tanto como tú —le confesé mis sentimientos y el tomo mis manos con las suyas y luego dejo un beso en ellas.—Se que tienes miedo y es normal, no quiero obligarte a nada —me dijo mirándome a los ojos y vi sinceridad en su mirada.—No es eso, solo que hay algo que da vueltas en mí cabeza —me levantó de la cama y me paro cerca de la ventana al lado del tocador.—Pregúntame lo que quieras —respire profundo y pensé lo que iba a decirle sin ser entrometida, mientras él llega hasta mí, se para al frente mío y me acorrala contra la pared.—¡Está bien! ¿Tú estás separado? Porque no entiendo tu relación con tu esposa, discúlpame, pero es necesario que seas sincero, jamás podré estar contigo si aún estás en pareja con ella —le dije mirándolo a los ojos, su cercanía me ponía nerviosa, pero me gustaba lo que sucedía.—Tienes razón, no fui claro con respecto a mí rela