Capítulo 2: La Alianza Impuesta

En la oficina de don Mario Montiel, los asesores financieros están terminando de exponer los graves problemas que enfrenta su empresa. Don Mario escucha en silencio, su mirada fija en los papeles que muestran la inminente quiebra. Sabe que tiene pocas opciones, y aunque detesta la idea, decide llamar a su rival, don Samuel Colmenares, para una reunión.

Don Mario (marcando el número en su teléfono):

—Colmenares... necesito hablar contigo. Es urgente, sobre nuestras empresas. Nos vemos en mi oficina mañana.

En la oficina de Don Mario, al día siguiente

Don Samuel entra en la sala de juntas, con una mirada de desconfianza. Ambos hombres tienen años de rivalidad, y cada uno ha luchado por dominar el mercado. Pero esta vez, Don Mario sabe que deben poner sus diferencias a un lado.

Don Samuel (mientras toma asiento):

—Nunca pensé que vería el día en que me llamaras para hablar de negocios. ¿Qué tan grave es la situación, Montiel?

Don Mario (serio):

—Grave. Ambas empresas están al borde de la quiebra. Y no me gusta decir esto, pero si no hacemos algo, perderemos todo.

Don Samuel (con una sonrisa sarcástica):

—Así que, finalmente admites que tus números también están en rojo. He escuchado rumores, pero no esperaba que fueras tú quien lo confirmara.

Don Mario (frunciendo el ceño):

—No estoy aquí para intercambiar golpes, Colmenares. Estoy aquí porque nuestras familias y empresas están en riesgo. Si caemos, todo lo que hemos construido desaparecerá. Y no solo nosotros. Nuestras familias, nuestros empleados… todos se verán afectados.

Don Samuel (cruzando los brazos):

—¿Y qué sugieres? No creas que voy a ceder tan fácilmente. Nuestra enemistad tiene historia, Mario.

Don Mario (con tono firme):

—Lo sé. Pero aquí no se trata solo de nosotros. Hay una salida para ambos, y es una alianza. Si unimos fuerzas, podríamos evitar la quiebra. Fusionar nuestras empresas y mostrar un frente unido al mercado. Eso calmaría los rumores.

Don Samuel (inclinándose hacia adelante):

—¿Y cómo planeas sellar esa alianza? Porque, seamos sinceros, solo una fusión empresarial no calmará las aguas. El mercado es cruel, Mario. Ya saben que nuestras empresas son rivales.

Don Mario (tomando aire profundamente):

—Precisamente. No bastará con un acuerdo comercial. Estoy proponiendo algo más... un matrimonio entre nuestras familias. Entre Leonardo e Isabella.

Don Samuel (sorprendido):

—¿Estás sugiriendo que casemos a nuestros hijos para salvar nuestras empresas?

Don Mario (asintiendo, aunque con una mirada cansada):

—Sí. Sé que no será fácil. Ambos están en caminos diferentes, y sabemos que Leonardo está comprometido, pero si no hacemos esto, ambas empresas caerán. Es una jugada arriesgada, pero necesaria.

Don Samuel (pensativo, pero con una expresión dura):

—Sabes que no me gusta la idea de mezclar familia y negocios. Además, Isabella no es del tipo que acepta imposiciones, pero... tienes razón. No podemos permitir que lo que hemos construido durante años desaparezca. Solo que habrá que manejarlo con cuidado. Nuestros hijos no estarán contentos con esto.

Don Mario (apretando los puños, con un tono decidido):

—Lo sé. Pero es lo único que nos queda. Prefiero ver a mi hijo casado con tu hija que ver todo lo que mi familia ha construido desmoronarse. Y te aseguro que, al menos de mi parte, cumpliré con mi parte del trato.

Don Samuel (levantándose y tendiendo la mano):

—De acuerdo, Mario. Pero que quede claro: esto es un trato de negocios. Si alguno de nosotros no cumple, no dudaré en defender lo que es mío, como siempre lo he hecho.

Don Mario (estrechando la mano de Samuel):

—Eso lo tengo claro. Esto es solo el comienzo, Colmenares.

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