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Capítulo 5 Al día siguiente

Leonardo (en la puerta de la casa de Valeria, respirando hondo antes de tocar el timbre):

—Valeria… esto va a ser más difícil de lo que imaginé.

Valeria (abriendo la puerta, sonriendo al verlo):

—¡Leonardo! Qué sorpresa, no esperaba verte hoy. Pasa, ¿todo bien?

Leonardo (entrando, intentando ocultar su incomodidad):

—Sí, todo bien… bueno, en realidad, hay algo que tenemos que hablar. Algo importante.

Valeria (con preocupación en el rostro):

—¿Qué pasa, Leo? Pareces nervioso. ¿Ha sucedido algo en la empresa? ¿Con tu familia?

Leonardo (mirando al suelo, buscando las palabras):

—Es... es complicado. No sé cómo empezar esto. No quiero herirte, Valeria, pero tengo que ser sincero contigo.

Valeria (poniéndose seria, sentándose en el sofá):

—Me estás asustando, Leonardo. ¿Qué es tan grave que no puedas decirlo?

Leonardo (con voz baja, evitando su mirada):

—Mi familia... hemos estado pasando por muchas dificultades en la empresa. Y para resolverlas, han tomado una decisión que afecta a los dos.

Valeria (con el ceño fruncido):

—¿Qué decisión? Leo, me estás preocupando. Dime lo que está pasando.

Leonardo (finalmente mirándola a los ojos, con tristeza):

—Mis padres… quieren que rompa nuestro compromiso.

Valeria (en shock, apenas pudiendo hablar):

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver la empresa con nosotros? ¡No tiene sentido!

Leonardo (tomando su mano con suavidad):

—Mis padres han arreglado un matrimonio con otra familia. Es para salvar la empresa, Valeria. Su única forma de asegurar la estabilidad es uniendo nuestras empresas con la de ellos. Quieren que me case con Isabella Colmenares.

Valeria (retirando su mano, incrédula):

—No puede ser… Leonardo, ¿estás hablando en serio? ¿Estás diciéndome que vas a casarte con otra mujer para salvar un negocio?

Leonardo (con dolor en su voz):

—No quiero hacerlo, Valeria. Te amo, pero mi familia está en una situación desesperada. No puedo ignorar lo que está en juego.

Valeria (rompiendo a llorar, dolida):

—¿Y qué hay de nosotros? ¿Qué hay de todo lo que hemos planeado juntos? ¿De nuestros sueños, Leonardo? ¿Todo eso no significa nada?

Leonardo (intentando consolarla, aunque se siente impotente):

—Valeria, esto no es lo que quería. Nunca quise que llegara a esto. Pero no puedo dejar que mi familia pierda todo lo que han construido. No es solo por mí, sino por todos los que dependen de nosotros.

Valeria (secándose las lágrimas, con la voz rota):

—Así que simplemente me vas a dejar. Vas a dejar todo lo que hemos tenido por una alianza de negocios. No puedo creer que seas capaz de hacerme esto.

Leonardo (mirándola con dolor, pero sin saber qué más decir):

—Desearía que las cosas fueran diferentes, pero no tengo otra opción. Esto no es solo una cuestión de dinero, Valeria. Es el futuro de mi familia, de cientos de personas. Si no hago esto, podríamos perderlo todo.

Valeria (levantándose, alejándose de él, con los ojos llenos de lágrimas):

—Pensé que yo era tu futuro. Pensé que nuestro amor era lo más importante para ti, Leonardo.

Leonardo (intentando acercarse a ella, pero deteniéndose):

—Lo eres… pero no puedo cambiar lo que está pasando. Lo siento tanto, Valeria. No quería hacerte daño, pero no sé qué más hacer.

Valeria (con la voz quebrada, mirando hacia otro lado):

—No hay nada más que decir. Has tomado tu decisión. Solo espero que puedas vivir con ella.

Leonardo (con tristeza, sabiendo que sus palabras no bastan):

—Lo siento, de verdad. Si hubiera otra manera...

Valeria (sin mirarlo, con la voz aún llena de dolor):

—Vete, Leonardo. No quiero verte más.

Leonardo (mirándola por última vez, sabiendo que acaba de perder algo importante):

—Adiós, Valeria.

(Leonardo sale de la casa, su corazón pesado por la decisión que ha tomado, mientras Valeria queda devastada por lo que acaba de ocurrir.)

Leonardo sale de la casa de valeria y se va al club donde se encuentra con su mejor amigo.

El club social, un lugar elegante con luz tenue y música suave. Leonardo entra abatido, buscando a su amigo Adrián, quien ya lo espera en una mesa del fondo con dos copas de whisky.

Adrián (viendo a Leonardo acercarse, notando su rostro cansado y serio):

—¡Leo! Aquí estás. Por tu cara veo que no fue fácil... Siéntate, hermano, y cuéntame qué pasó.

Leonardo (dejándose caer en la silla, tomando una copa de whisky y bebiendo de un trago):

—No tienes idea, Adrián... Fue horrible. Romper con Valeria... Dios, no puedo creer lo que acabo de hacer.

Adrián (levantando una ceja, sorprendido):

—¿Rompiste con Valeria? No pensé que lo harías tan pronto. ¿Cómo lo tomó?

Leonardo (suspirando, con los ojos perdidos en la copa):

—Como te lo puedes imaginar... No lo vio venir. Estaba destrozada. Y yo, bueno, ni siquiera sé cómo enfrentar esto. La amo, Adrián, pero no tenía opción. Mis padres me están presionando como nunca.

Adrián (asintiendo con la cabeza, comprendiendo):

—La situación de la empresa es complicada. Entiendo que tu familia esté buscando una salida... pero, ¿casarte con Isabella Colmenares? Eso es extremo, Leo.

Leonardo (golpeando suavemente la mesa con frustración):

—¡Lo sé! No quiero casarme con ella, ni siquiera la conozco. Pero es la única manera de evitar que ambas empresas se vayan a la quiebra. Mis padres están desesperados, y yo... estoy atrapado.

Adrián (tomando un sorbo de su whisky, reflexionando):

—Es un golpe bajo, tener que sacrificar tu felicidad personal por la empresa. ¿Pero estás seguro de que no hay otra solución? ¿Has considerado todas las opciones?

Leonardo (negando con la cabeza, con el ceño fruncido):

—Lo he pensado mil veces, Adrián. Si no me caso con Isabella, nuestras empresas estarán en la ruina en menos de un año. No puedo permitir que eso ocurra, no después de todo lo que mi padre ha hecho para construir lo que tenemos.

Adrián (inclinándose hacia adelante, en tono serio):

—Hermano, entiendo tu lealtad a la familia, pero... ¿casarte con alguien por obligación? Eso no va a ser fácil. ¿Has hablado con Isabella sobre esto?

Leonardo (mirando la mesa, evitando la mirada de Adrián):

—No, aún no. De hecho, ni siquiera sé cómo es. Todo esto ha sido arreglado por nuestros padres. Para ellos, esto es solo una transacción, una forma de mantener el poder y el dinero en nuestras familias.

Adrián (soltando una leve risa amarga):

—Como si fuéramos simples peones en su juego, ¿verdad?

Leonardo (con una sonrisa cansada):

—Exacto. Eso es lo que somos, peones en un tablero que ellos controlan. Y yo... yo solo quiero salir de este maldito juego.

Adrián (mirando a su amigo con preocupación):

—¿Y qué hay de Valeria? ¿Crees que podrás olvidarla?

Leonardo (exhalando profundamente, con los ojos llenos de pesar):

—No, no sé si podré. La amo, Adrián. Pero no puedo aferrarme a lo que quiero cuando todo a mi alrededor se está desmoronando. Si no hago esto, mi familia lo pierde todo, y no solo mi familia, sino todas las personas que dependen de nosotros. No es solo por mí... es por todos.

Adrián (apoyando una mano en el hombro de Leonardo):

—Es una carga pesada la que llevas, Leo. Pero tienes que ser honesto contigo mismo. ¿Realmente podrás vivir con esta decisión? Casarte con alguien que no amas, mientras tu corazón sigue atado a Valeria... eso no va a ser fácil.

Leonardo (mirando a su amigo, con determinación en sus ojos):

—No lo sé, Adrián. No sé si podré hacerlo. Pero por ahora, no tengo otra opción. Tengo que cumplir con lo que mi familia espera de mí, aunque me destroce en el proceso.

Adrián (suspirando, resignado):

—Bueno, hermano, pase lo que pase, estoy aquí para ti. Sabes que puedes contar conmigo.

Leonardo (sonriendo levemente, agradecido):

—Gracias, Adrián. Lo sé. Y créeme, voy a necesitar todo el apoyo que pueda conseguir en los próximos días.

Adrián (levantando su copa, en un intento de animarlo):

—Por lo menos, brindemos por tu valentía. Aunque no estés seguro de todo, estás enfrentando lo que viene de frente, y eso ya es mucho.

Leonardo (chocando su copa con la de Adrián, aunque con una sonrisa melancólica):

—Brindo por lo que sea que venga… aunque no sé si será algo bueno.

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