El día de la boda finalmente ha llegado. La ceremonia se lleva a cabo en un enorme salón decorado con flores blancas, candelabros relucientes y música suave de fondo. Los invitados están vestidos de gala, llenando el ambiente de lujo y elegancia. A pesar de la belleza del lugar, se sienten tensiones ocultas entre los familiares y amigos, mientras las emociones están a flor de piel.[En la antesala del salón]Isabella (mirándose al espejo mientras su madre le ajusta el velo):—No puedo creer que esto esté sucediendo, mamá. (con una sonrisa forzada):—Hija, todo estará bien. Esto es lo correcto para la empresa y para nuestra familia.(Inquieta, tocando las perlas de su collar):—Sé que es lo correcto, pero aún no puedo dejar de pensar que estoy sacrificando mis propios deseos… No es justo para ninguno de nosotros.(Suspirando):—Lo sé, cariño, pero este es el mejor camino. Las dos familias estarán unidas y salvarán lo que tanto esfuerzo nos ha costado. Y Leonardo… bueno, podría sorpre
Isabella y Leonardo, tomados de la mano, salieron de la iglesia entre el sonido de los aplausos. El ambiente estaba lleno de expectación, y aunque ambos mantenían una apariencia de serenidad, el peso de la situación se hacía sentir en sus cuerpos.El gran salónValeria (desde una esquina del salón, observando todo con ojos brillantes y llenos de tristeza): —No puedo creer que esto esté pasando…Valeria sigue cada movimiento de Leonardo e Isabella mientras los invitados celebran. De repente, ella le hace una discreta seña a Leonardo, indicándole que necesita hablar. Leonardo se da cuenta y siente un nudo en el estómago.Leonardo (susurrando a Isabella, mientras observa a Valeria): —Isabella... necesito ir a resolver algo. Es Valeria… Está aquí y necesita hablar conmigo.Isabella (asintiendo con calma, pero preocupada por la situación): —Lo imaginaba… Ve y tranquilízala. Dile que todo esto es una alianza y que no debe formar un escándalo.Leonardo (nervioso, bajando la voz): —Gracias po
Los padres de los novios con una sonrisa suave, acercándose a la pareja: —Hijos, ya es hora de marcharse. El coche los está esperando para llevarlos a su luna de miel.Don Mario, más serio, interviene: —Todo está listo. Es su momento para disfrutar y tomar un respiro antes de lo que viene.Isabella, mirando a sus padres con algo de nerviosismo: —Gracias, mamá, papá… Aunque esto aún me parece un poco extraño aún no me hago la idea de estar casada.Leonardo, sosteniendo la mano de Isabella para darle apoyo: —Nos vendrá bien algo de tiempo para… procesar todo esto.Doña Rosa, acariciando suavemente el rostro de Isabella: —Todo va a salir bien, hija. Sabemos que esta situación no fue fácil, pero hiciste lo correcto.Isabella, suspirando: —Sí, lo sé. Es solo que aún es difícil asimilar todo.Leonardo, con un tono más relajado, intentando aliviar la tensión: —Es raro, pero lo importante es que ahora tenemos un plan para salvar la empresa. Aprovechemos este tiempo para pensar con más clarida
Después de una semana lejos, Isabella y Leonardo finalmente regresaron a la ciudad. En el coche, camino a casa, la tensión entre ellos empezaba a sentirse más fuerte. Sabían que las cosas no serían fáciles ahora que estaban de vuelta."Y bien, ¿dónde vamos a vivir?" preguntó Leonardo mientras miraba el paisaje por la ventana. "Nuestros padres van a querer que vivamos con ellos, como si todo esto fuera real... Y si lo hacemos, nos descubrirían. Se darían cuenta de que lo nuestro es un pacto."Isabella asintió con una mezcla de preocupación y comprensión. “Tienes razón. Si vivimos con ellos, no podremos mantener las apariencias mucho tiempo. Van a notar que algo no está bien, y ahí se vendría todo abajo.”Leonardo suspiró, apoyando una mano en el volante mientras giraba hacia ella. "Yo tengo un apartamento. Está un poco lejos de todo, pero es perfecto si queremos privacidad. Nadie sabría que estamos fingiendo."Isabella lo miró, un poco sorprendida. "¿Un apartamento? No sabía que tenías
Isabella caminaba con determinación por el largo camino que llevaba a la puerta principal de la mansión Colmenares. Habían pasado una semana fuera, y aunque no era un verdadero viaje romántico, había algo en esa vuelta a casa que la hacía sentir más ansiosa que nunca. Tomó aire y empujó suavemente la puerta.Al entrar, sus pasos resonaron en el suelo de mármol. La casa estaba tranquila, como si todos estuvieran esperando su regreso. Desde el fondo del salón, apareció su madre, Doña Rosa, con una gran sonrisa en el rostro.—¡Isabella! —exclamó, abriendo los brazos para abrazar a su hija—. ¡Qué sorpresa! No esperábamos que llegaras hoy. ¿Cómo fue la luna de miel?Isabella forzó una sonrisa mientras se abrazaba a su madre. No podía contarle la verdad sobre lo que había sido esa semana, pero tampoco quería alarmarla.—Fue… fue agradable, mamá. Leonardo y yo decidimos volver antes de lo previsto. Queríamos adelantarnos a los compromisos que nos esperan.Doña Rosa la observó con atención, n
Leonardo estaba sentado en la sala junto a sus padres, después de haberles contado sobre la luna de miel y los próximos pasos que tomarían tanto en su vida personal como en los negocios. Había una pequeña pausa en la conversación, y Leonardo aprovechó el momento para darles una noticia que sabía que podría no ser del agrado de su madre.—Papá, mamá… Isabella y yo hemos decidido que no vamos a vivir aquí —dijo, mirando a ambos con calma—. Vamos a mudarnos a mi apartamento.Doña Victoria, su madre, abrió los ojos con sorpresa y una expresión de desagrado cruzó por su rostro, aunque intentó ocultarlo con una sonrisa tensa.—¿A tu apartamento? —preguntó, tratando de sonar tranquila—. Pero, hijo, esta es tu casa, siempre lo ha sido. No entiendo por qué quieren irse tan lejos.Leonardo suspiró, ya esperando esa reacción. Su madre siempre había sido protectora y controladora en cierto modo, pero en este caso, había algo más que justificación en su decisión.—Mamá, es mejor para nosotros. Isa
Llegaron al apartamento. Leonardo abrió la puerta del apartamento y la sostuvo para que Isabella entrara primero. Era un espacio amplio, moderno y elegantemente decorado, pero con toques personales que mostraban el estilo de vida ordenado y discreto de Leonardo.—Espero que te guste —dijo Leonardo, mientras Isabella recorría el lugar con la mirada.Ella asintió, impresionada por el buen gusto del lugar. —Es un lugar bonito, más grande de lo que esperaba.Leonardo sonrió, un poco aliviado de que al menos la primera impresión fuera positiva. —Qué bueno que te guste y que te sintieras cómoda aquí. Esto va a ser nuestro hogar por un tiempo, después de todo.Isabella caminó hacia una ventana, observando la vista de la ciudad desde el piso alto. Luego, giró para mirarlo. —Supongo que así será.Después de un momento de silencio, Leonardo rompió el hielo. —Voy a llamar a mi madre. Creo que nos vendría bien tener una sirvienta que nos ayude con las cosas del apartamento. No quiero que tengas q
Leonardo estaba por salir cuando escuchó el timbre en la puerta. Se detuvo y caminó hacia ella, preguntándose quién podría ser. Al abrir, se encontró con una mujer mayor, de rostro amable, cargando una pequeña maleta. Era la nana de Isabella.—Buenas noches, joven Leonardo —saludó la mujer con una sonrisa cálida—. Soy Carmen, la nana de Isabella. He venido para ayudarla, como siempre.Leonardo la miró con una mezcla de alivio y respeto. Sabía lo importante que Carmen era para Isabella y lo mucho que ella confiaba en su nana.—Buenas noches, Carmen. Gracias por venir —respondió Leonardo, abriéndole paso para que entrara—. Isabella está en su habitación, descansando.—Iré a verla —dijo Carmen mientras caminaba hacia la habitación de Isabella—. No se preocupe, joven, yo me encargo de todo aquí. Usted puede salir si lo desea.Leonardo asintió, agradecido por la comprensión de la mujer.—Gracias, Carmen. Me quedaré tranquilo sabiendo que está aquí. Voy a salir un rato, pero no tardaré much