Inicio / Romántica / Alessandra / 🔥CAPITULO 3🔥
🔥CAPITULO 3🔥

Narra Alessandra

Tuve tres malditos días para elegir el outfit para la cita, pero como hago normalmente en estos casos, los pospongo hasta último momento.

Ya estamos a 8 de la noche, estoy bañada, secada, preparada para cambiarme, solo tengo un pequeño problema...

No sé qué ponerme.

Podría usar lo de siempre, jogging, camisetas y zapatillas, es lo más cómodo para desplazarse en la cocina y no es como si me importará como me veo.

No puedo ponerme eso para una cita ¿O si? Mi familia diría que sí, pero cualquier persona del resto del mundo que le preguntes te dirá que no.

Así que me decido por unos de esos trajes que mi madre me hace comprar para ocasiones especiales... no es que lo sea, pero entre eso y un vestido, elijo el traje.

Este es de color crema, es un conjunto de tres piezas, short, blusa y chaqueta que llega hasta donde termina el short, me pongo unos tacones negros abiertos, que dejan ver mis pies.

Ato mi cabello en una coleta alta, no me maquillo, me veo bien sin nada, eso es una de las cosas que me enseñó mi madre, «soy hermosa como soy, no necesito pintarme la cara para demostrar que lo soy».

Me pongo una cadenita delicada que me regalaron mis padres, tiene un dije de letra A por mi nombre, me echo un poco de perfume y ya estoy lista.

Voy a la habitación de Ate, ya está lista, a diferencia de mí lleva un vestido rojo que atraería a cualquier persona, usa lo mínimo en maquillaje, tacones negros altos, su cabello castaño suelto en ondas, está hermosa como siempre.

Alessandra: ¿Lista? —asiente— hay que irnos antes de que empiecen a hacer preguntas.

[•••]

Llegamos a un lujoso restaurante, le damos las llaves del auto al valet para que lo estacione y con la barbilla levantada y toda la actitud de puta ama entramos.

¿No me dijo que no eran ni ricos ni pobres? ¿Cómo pueden pagar una cena en un lugar así?

La chica de la entrada nos lleva a una mesa alejada cuando Ate dice nuestros nombres, en ella hay dos hombres sentados.

Un rubio, musculoso y el pelirrojo, leyendo el lenguaje corporal del primero, sentado de forma relajada, sus manos a sus costados alejados de su torso, apostaría que al estar de pie las tendría en la espalda.

Tiene una estúpida confianza, una sonrisa come m****a que cualquier mujer consideraría atractiva, pero para mí todo en él es desagradable.

El hecho de que tenga la confianza de que va a tener lo que quiere me desagrada, pero es tan estúpido que no ve que la que consigue lo que quiere es Ate.

El follado va a ser él y que agradezca.

Atenea: Hola, chicos, ella es mi prima Alessandra.

Me parece tan asqueroso el tono meloso que usa Ate en sus citas, pero estoy tan acostumbrada que ni me sorprendo, en cambio, transformó mi postura por una más... sumisa.

Las personas tienden a hablar de más cuando te creen débil y tonto, lo que delata su m****a más rápido.

Bajo la cabeza con una sonrisa tímida y miro el aburrido mantel rojo de la mesa.

Alessandra: Hola.

Miro los ojos de ambos antes de volver a bajar la vista.

Nos sentamos, no esperamos que nos muevan la silla para hacerlo, no iban a hacerlo de todos modos, no sabrían cómo ser caballeros.

Nos ponemos a hablar, el chico frente a mí me pregunta mi edad, trabajo y esas mierdas, respondo cortante, pero sonando más tímida.

Las sillas de nuestro lado chirrían al ser arrastradas, ¿Qué m****a no saben levantar sus patas al menos dos centímetros del suelo?

Cuando ya no escucho más ruidos entiendo que ya se sentaron, así que no dirijo ni una sola mirada hacia allí.

El mesero llega a tomar las órdenes, cada platillo aquí vale lo mismo que cien o más hamburguesas en el puesto de la calle que vamos con Tom, se puede alimentar a una familia promedio por una semana.

Hago nota de hacer exactamente eso después de esta cena, para compensar el mal que hice viniendo aquí a comer las porquerías estás, que no llenan ni mi muela.

Mesero: ¿Saben qué van a ordenar?

Ate iba a contestar por ambas, pero lo interrumpieron, el rubio que ahora sé que se llama Antonio, iugh hasta el nombre me desagrada.

Antonio: Para nosotros pastas y para las señoritas ensaladas.

¿Verduras? Joder, me va a tener que pagar muy caro está Ate.

Una risa conocida de la mesa de al lado llama mi atención y me giro.

Puta. Madre.

Isaac, Izan e Iker.

Estamos muertas, muy muy por debajo del nivel de la tierra.

Vuelvo mi mirada a la mesa en la que estoy y por debajo de esta tiró del vestido de Ate para que me vea.

Atenea: ¿Qué sucede?

Me susurra entre dientes, manteniendo su sonrisa.

Alessandra: Primero, verduras ¿En serio?, Segundo, tus hermanos están en la mesa de al lado.

Mira sobre mi hombro delicadamente sin parecer demasiado interesada y cuando vuelve sus ojos a mí puedo ver sus pensamientos.

Como la m****a que esto va a terminar mal.

Ate se levanta dejando la servilleta de tela sobre la mesa y yo hago lo mismo.

Atenea: Disculpen, vamos a pasar al toilette un segundo, ya volvemos.

Antonio: Adelante, bellezas, aquí esperamos.

Qué palabra más come m****a, ¿Qué nadie en este lugar escuchó la palabra baño?

Entramos al TOILETTE y nos encerramos ahí, intentando evitar que alguno de sus hermanos entrara, si es que nos siguieron.

Alessandra: ¿Qué hacemos?

Atenea: Quizás si logro que nos vayamos antes, podríamos perderlos.

Omito decirle que me parece un estúpido plan.

Alessandra: ¿A dónde se supone que no vamos?

No puede contestar, los golpes en la puerta empezaron y no quiero saber si detrás de esa puerta está alguno de ellos tres.

Me van a matar por traer a su hermana a una cita, aunque fue al revés, pero no la voy a delatar.

...: ¡¿Hay alguien ahí?! ¡El resto también tiene que usar el toilette!

Largo un suspiro ante el descubrimiento de que solo era una mujer más de las riquillas que hay aquí.

Ate me agarra de la mano antes de sacarme y dirigirme de nuevo hacia la mesa, me siento, otra vez sola.

Nuestros padres siempre nos sacan la silla para que nos sentemos y delicadamente nos empujan hacia adentro.

Oigan bien, mujeres, no esperen menos de lo que les dan sus padres.

Atenea: ¿Qué dicen si nos vamos antes?

Antonio sonríe lascivo al malinterpretar las palabras.

Pelirrojo: ¿Tú quieres?

Por lo menos esté consulta, no me gasté en aprender su nombre cuando lo dijo, no me callo mal como el rubio,  pero tampoco bien.

Alessandra: Me encantaría.

Mentira, si fuera por mí estaría en casa o una pelea clandestina.

Se levanta y antes de que me ponga de pie, toma mi mano y pasa el otro brazo por mi cintura levantándome.

Me tensó y miró a Ate, que tiene su atención en el brazo también, miro los ojos del pelirrojo buscando algo peligroso o asqueroso en él.

Solo es un idiota que quiere follar.

Pero eso no quita que me asquee su brazo en mi cintura, pasaron años en los que las únicas manos que tuve sobre mi cuerpo fueron las de mi familia.

Y fueron para abrazos, apretones, cosas sumamente cariñosas.

Alessandra: ¿Podrías soltarme por favor? Puedo caminar sola.

Antonio: No seas tímida, solo está demostrando de quién eres a los hombres del restaurante que te están mirando desde que entraste.

¿De quién soy?

Flashback.

...: Esta noche eres mía, conejita.

Fin Flashback.

El asco y el pánico empiezan a correr por mis venas.

¡No! Ya no estoy ahí, ya nadie va a decidir por mí.

Antes de que pueda hacerle algo, mi ropa se empieza a mojar, miró hacia arriba, los extintores de incendios se activaron.

Antonio: ¡Hay que salir, debe estarse prendiendo fuego en algún lugar!

Cagón.

Alessandra: Salgan, yo me quedo a ayudar.

Antonio: ¿Te crees Batman? Solo eres una mujer.

Me suelto del pelirrojo inútil y me acerco al rubio tarado.

Alessandra: Soy militar imbécil, si yo solo soy una mujer, tú solo eres un gusano, ahora sal antes de que intente tirarte a las llamas.

Ate se los lleva, sabe tan bien como yo que no hay fuego, esto es obra de una persona, Tormenta.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo