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🔥CAPITULO 5🔥

Narra Alessandra

Están locos, completamente locos.

Izan: Eres nuestra, preciosa.

Iker: En el momento en que cruzaste la puerta de la casa sellaste tu destino, bonita.

Isaac: Siempre has sido nuestra, ángel, solo no te habías enterado.

Están desquiciados, esto está mal, completamente mal.

¿Por qué me hacen esto?

¿Por qué me ponen esos apodos que hacen latir mi pequeño corazón?

¿En serio pueden amarme?

¡No! ¡Me niego a dejarles las cosas fáciles!...

Que comience el juego.

Alessandra: Yo no soy de nadie.

Isaac: Eres nuestra.

Es inquietante lo mucho que me desagradaron esas palabras en la boca de los otros tipos y lo poco y nada de la de ellos.

Alessandra: Nunca.

IzanPreciosa, no voy a hablar por mis hermanos —estos lo miran mal, está haciendo algo que no acordaron— pero permíteme a mí, ser tuyo.

Ser tuyo.

Es la primera vez que alguien me dice eso, y no puedo negar lo que me gustó.

Por primera vez en mi vida, no soy de nadie, alguien quiere ser mío.

Izan: Permíteme ser tuyo, no vamos a hacer nada que tú no quieras, pero déjame ser el primero en verte al levantarte y el último al acostarte, aunque eso signifique dormir en el suelo si te es más cómodo.

Izan: Quiero ver tu felicidad y saber que contribuyó en ella, quiero ser al que le cuentes tus problemas y el que desaparezca las cosas que te incomodan, quiero ser tu amigo, tu primo, tu hermano, tu novio, tu esposo, tu futuro.

Izan: Por favor, preciosa, déjame ser tuyo.

Repite.

Salgo corriendo del restaurante sin contestarle, no puedo dejar que vean las lágrimas que estoy reteniendo.

Sus palabras movieron una fibra sensible que había olvidado que había en mi cuerpo, me gusto lo que dijo y sé que lo cumpliría, pero es algo que tengo que pensar.

Tengo que ir a una pelea hoy mismo.

Quizás golpear a alguien baje la bruma de mi cabeza y me haga ver las cosas bien.

[•••]

Ya estoy cambiada con un jogging, remera, sudadera y zapatillas deportivas, todo en negro, colgado de mis hombros llevo los guantes que me regaló mi mamá.

Fueron hechos especialmente para mí.

Me gusta pensar que son mi amuleto de la suerte.

Voy caminando hacia el ring, me subo por entre medio de las cuerdas y empiezo a colocarme los guantes, mientras el presentador habla.

Presentador: Hoy, es una lucha muy especial, hay una persona muy importante presenciando la pelea entre el público —aplausos y gritos, no prestó atención y sigo en lo mío— esta noche contra nuestra campeona invicta Alessa, está él...

Lo señala con la mano abierta.

Presentador: Salido de los barrios bajos de Rusia, el novato, Yaroslav.

Más vítores «mata a esa perra» gritan muchos de ellos.

Veo a mi oponente, nada mal, bastante grandote, brazos y piernas anchas, torso trabajado, la cara y el resto de él no me interesa.

Da unos pasos hacia el medio para chocar los puños, tiene una leve cojera en la pierna derecha, como si alguien le hubiera dado una patada en la rodilla y quedó mal.

Su problema es mi ventaja.

Chocamos los guantes y me voy a mi esquina a esperar que la campana suene.

Presentador: ¡Me han avisado que el hombre que está en el público de hoy es japonés y es el patrocinador de Yaroslav!

Más chiflidos y vítores.

Presentador: No menosprecien a mi chica, no ha llegado el hombre o la mujer que logre vencerla.

"Wu" abuchean el elogio del presentador.

CLIN CLIN CLIN.

Suena la campana, dando saltos de uno en uno con ambos pies, voy al centro del ring con la guardia en alto.

Cuando llega le lanzó un par de guantazos tranquilos, me tira un golpe que me llega al pómulo y me hace girar la cara.

Intenta seguir pegándome en el mismo lugar, pero en un movimiento rápido me agachó y le pegó en el vientre, dejándolo sin aire y haciéndolo dar dos pasos hacia atrás.

Presentador: ¡Esa es una mujer a la que hay que tenerle miedo!

Me acerco a mi oponente y pateó el costado de su rodilla derecha, está queda en el piso.

Presentador: ¿¡Le va a pedir matrimonio!?

Me río para mis adentros, le faltaría la cajita con el anillo, la pose ya la tiene.

Se levanta más rengo de lo que llegó, es una lesión mal curada o algo así, lo dejó acercarse lo suficiente para tirarme algunos golpes que esquivo.

Escupo sangre y sonrió cuando logra darme uno en la mandíbula.

Maldito desgraciado, me va a dejar marcas.

No debí haber sido buena con él, ya ves como te pagan.

Le vuelvo a patear la rodilla, pero esta vez con más fuerza y cuando cae al suelo lo agarro de la remera y le doy puñetazos fuertes en el rostro.

Por la sangre que le está saliendo le hice fractura de nariz, le sigo pegando, nariz, pómulo, mandíbula y así hasta que me separan.

Presentador: Tranquila chica, la campana sonó hace rato.

Me dice bajo.

Me suelto del agarre que tenía en mi brazo, y limpio mis guantes en su ropa.

Bajo del ring y voy hacia el hombre de las apuestas.

Alessandra: Sabes que hacer con lo que gané, por tu bien que esta vez llegué todo, no quieres terminar como el ruso.

Y me voy, no hay nadie en ese lugar que me interese, y ya terminé con mi oponente.

Hay algo que pude decidir entre toda la niebla de adrenalina que me generó la pelea...

Es mío.

Todos lo van a ser.

No pienso volver a rebajarme a ser de otra persona, soy mía.

Puedo ser de ellos, pero solo si primero ellos son míos.

Van a tener que arrodillarse primero si quieren que yo lo haga. Porque primero estoy yo, segundo sigo yo y terceros están ellos.

Uno ya lo hizo, vamos a ver cuánto les cuesta a los otros.

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