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🔥CAPITULO 4🔥

Narra Izan

Estoy cabreado y quiero matar al bastardo que incómodo a Aless, no debió poner ese brazo ahí, menos sin preguntarle.

Si ya por ponerlo me enojo, estoy furioso porque ni siquiera le pregunto y no la soltó cuando notó que la incomodaba.

Esto es la m*****a culpa de mi hermana, siempre anda metiendo en problemas a Alessandra.

Y ahora está aquí, en medio de un restaurante vacío, tan mojada que los pezones se le marcan en la blusa, buscándonos porque sabe que fuimos nosotros los que activamos los extintores.

Claro que no se quedó por la m****a de ayudar, que le dijo a esos idiotas que la menospreciaron, ella no ayuda a nadie que no sea su familia.

Porque a ella nadie la ayudó cuando lo necesitó.

Alessandra: Salgan, no hace falta que se escondan, ya sé que fueron ustedes.

Iker: ¿Quién dijo que nos escondemos?

Alessandra: ¿Cómo le llamas a ponerte detrás de unas columnas?

Izan: ¿Distracción?

Abre grande sus ojos al entender y mira hacia todos lados.

Alessandra: ¿Dónde está el que falta?

Isaac: Aquí.

Susurra a su espalda.

Se lleva la mano al pecho del susto mientras lo insulta en voz baja.

Alessandra: ¿Era necesario mojarme para echar a los hombres que están cerca de tu hermana?

¿En serio piensa que hacemos todo esto por Atenea? Joder, mi hermana ya es mayor, tiene su vida.

Y malditamente sabe que no le diremos nada, por esa razón lleva a Aless con hombres, para jodernos la existencia.

Atenea ya está mayor y después de descubrir que a la larga o a la corta terminaría con Junior, dejo de molestarnos con quien se vería, porque terminaría con un buen hombre.

No, no los vamos a obligar a estar juntos, ni tampoco es por el acuerdo, se quieren, solo no saben cómo dejar de ser amigos.

Iker: Te ves exquisita mojada, bonita.

Sé que vio lo mismo que yo, pero en el momento en que nos dimos cuenta de que mirábamos fijamente sus pezones nos obligamos a mirarla a los ojos.

Isaac: ¿Por qué estás en una cita?

Alessandra: Quería conocer un hombre.

Miente, frunce apenas la nariz cuando lo hace, es apenas perceptible, solo alguien que la ha mirado fijo durante mucho tiempo se daría cuenta.

Ella no quería estar aquí, pero mi hermana la convenció, estoy seguro de eso.

Isaac: Intenta de nuevo, ángel, y sin mentiras.

Frunce el ceño y se cruza de brazos, ruego que mis ojos no bajen hacia sus pechos ahora levantados por la presión.

Alessandra: Es la verdad, quería conocer un hombre, quizás tener sexo después de mucho tiempo.

Miente, pero igual me enoja lo que dijo.

Y soy un maldito hijo de puta, porque yo lo tengo o lo tenía, no he tocado a una mujer desde que nos propusimos al fin tenerla para nosotros hace tres meses.

Iker: No necesitas conocer hombres.

Alessandra: ¿Por qué no? Ustedes tienen mujeres, Atenea y yo podemos tener hombres.

Isaac: No, putamente no busques otros hombres.

Alessandra: ¿Si saben que no son mis padres y que ya estoy grande no? En algún momento me voy a casar, tener hijos.

Podemos darle todo eso y más.

Pero tenemos que ir lento, no queremos abrumarla y que se asuste.

Isaac se acerca más a su espalda chocando su cuerpo con el de ella, supongo que por cómo abrió los ojos Aless, le apoyo la pelvis en sus nalgas.

Menos mal que es el más calmado de los tres.

Por suerte no se asustó y no se alejó.

Alessandra: ¿Qué... qué haces?

Isaac: Te demuestro que no necesitas otros hombres, nosotros podemos ser lo que buscas.

Iker se acerca por el frente y acaricia su mejilla, está lo suficientemente lejos como para que su erección no se le apoye en el vientre bajo.

Acerca más la parte superior de su cuerpo y le da un corto beso en la comisura de los labios.

Se sonroja y me mira a mí en busca de ayuda, pero no decido qué ayuda, ¿Quiere que me acerque? O ¿Quiere que la saque de ahí?

Alessandra: Son mi familia.

Izan: Y es la razón por la que sabes que ninguno de nosotros va a lastimarte.

Parpadea varias veces y algo se presenta en sus ojos, algo que nunca había visto, decepción.

Alessandra: ¿Me trataron bien solo para follarme?

¿De dónde sacó esa pelotudez?

Iker: ¿Qué? ¡No!

Isaac: No queremos follarte, ángel.

"Todavía no"  se traga las palabras.

La queremos para mucho más que eso.

Alessandra: ¿No soy tan linda como las mujeres con las que están?

¿Lo está haciendo a propósito?

Izan: Eres la mujer más hermosa que hay en este mundo.

Alessandra: ¿Por qué me hacen esto? Les prometo que no saco más a Ate con hombres, pero no me digan esas cosas.

Isaac: Sabemos que la que te saca es ella, ángel, no nos veas como estúpidos, no es a ella a la que no queremos ver con hombres cerca, es a ti.

Alessandra: ¿Por qué?

Izan: Eres nuestra, preciosa.

Iker: En el momento en que cruzaste la puerta de la casa sellaste tu destino, bonita.

No fue tan así, si nos cautivó con su sola presencia, en el momento en que sus tormentosos y negros ojos se posaron en nosotros, sabíamos que estábamos jodidos por ella.

Pero estaba tan mal, que decidimos que de la única forma en que la íbamos a tener era como familia, así que la cuidamos, la apoyamos, la amamos a la distancia y la vimos renacer.

Todo cambió el día en que un hombre se le acercó a pedirle el número, mientras comíamos, algo en nuestro cerebro hizo clic, nos hizo darnos cuenta de que podríamos perderla.

Isaac: Siempre has sido nuestra, ángel, solo no te habías enterado.

No le asquea el «eres nuestra» como lo hizo cuando el estúpido pelos de zanahoria se lo dijo, ¿Eso es bueno no?

Si lo rechaza, no sé ellos, pero tengo un plan de contingencia.

Si no es mía... seré suyo.

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