—Maldición —Alaric murmuró entre dientes, mientras su mirada se deslizaba hacia Gerd, quien aguardaba de pie frente a él—. Dame una pastilla. Gerd se dirigió al cajón de un mueble en la oficina, sacó un pequeño frasco y le entregó una pastilla. Alaric la tomó sin decir nada, recostándose en su sill
—¿Qué haces, Liebling? —preguntó Alaric, con una chispa oscura en sus ojos mientras la observaba. —Debes estar agotado —respondió ella, inclinándose para susurrarle al oído—. ¿No quieres relajarte un poco?. Alaric dejó escapar una risa baja, divertida, mientras la rodeaba con las manos, descansán
*** Aisling estaba ruborizaba intensamente mientras Alaric conducía. No podía creer que, después de esa intensa sesión de sexo, ahora iban de camino al ginecólogo. Le parecía surrealista que ella hubiera tomado la iniciativa de esa forma; simplemente, no había podido resistirse. Alaric había desper
La furia le ardía por dentro, como lava a punto de estallar. Caminó a zancadas por los pasillos, adelantándose antes de que Alaric pudiera alcanzarla. Ya afuera, se encerró en el auto y esperó, preguntándose si él iba a salir de una vez o si planeaba quedarse follándose a la m*****a ginecóloga. Ni s
—Porque estaba enojada. Estoy harta de tener que lidiar con esas mujeres rondándote, son como moscas. ¿Cómo crees que te sentirías tú en mi lugar? Tener que soportar hombres que dicen haber estado conmigo, cruzarte con alguno en cualquier esquina, que me miren como si tuviera un letrero en la frente
—Eso es cruel. —Entonces hazlo. —No es que no quiera, pero son demasiados contactos. —¿Qué? —se sulfuró aún más—. ¿Con cuántas mujeres te has acostado?. Él vaciló, notando cómo sus ojos se estrechaban, cada vez más furiosos, como si estuviera a punto de lanzarse sobre él. —No tantas... al meno
|POV: Alaric Kaiser| Sus ojos me dicen nada y todo a la vez. El líquido tibio se acumula en su párpado inferior, amenazando con derramarse una vez más. Lágrimas solitarias escapan, deslizándose por el rabillo de sus ojos, siguiendo el contorno de su sien antes de perderse en la raíz de su cabello a
Intenta pelear conmigo cuando me acerco, tratando de apartarse, de esquivar mis labios que sólo quieren devorarla. Pero sé exactamente cómo domarla, cómo reducir su resistencia a cenizas, y no pienso detenerme hasta tenerla completamente rendida debajo de mí. Las palabras suaves ya no funcionan, mis