25. Muñecas rotas no hablan.

Narra Lorena.

Dicen que el sur se mueve como una serpiente: lento, silencioso, letal. Que allá las cosas se resuelven en cuartos cerrados, con whisky barato y órdenes susurradas al oído. Que el hermano de Carlo, ese nombre que por fin salió de las sombras como una maldición vieja,.es peor que él. No por cruel, sino por paciente. Un hombre que no grita, que no golpea, que no amenaza. Solo espera. Y cuando se mueve, alguien termina muerto. Lo escuché de boca de uno de los matones nuevos. Un tipo nervioso, con ojos de perro pateado, que soltó más de lo que debía con una sola copa de vodka y una mirada mía.

Pero eso no fue lo peor del día.

La encontraron esta mañana, en uno de los camarines. Tina. La pelirroja que bailaba como si el escenario le ardiera bajo los pies. Siempre con esa risa burlona, el cigarro colgando de los labios, los tacos de aguja y la cara empolvada de glitter. Ahora tenía la boca abierta en una mueca vacía y los ojos fijos en el techo, como si hubiera visto algo que
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