Se queda dormida muy entrada la madrugada, pero a las 8:00 de la mañana ya estaba despierta y duchada, busca en el closet, donde tiene la ropa que casi no usa, eligió una falda corta beige, con una ligera abertura en un lado, una blusa del mismo color que dejaba la parte superior de su abdomen a la vista, unos zapatos negros muy altos, se maquillo los ojos y se puso un labial rojo, tomó su bolso y colocó unos lentes arriba de su cabeza.
Tenía media mañana dando vueltas, entró a un centro comercial que frecuenta cada vez que podía, tiene una grandiosa cafetería, ella se entretiene viendo ropa, hace rato siente la sensación de estar siendo observada, sonriendo piensa que es cosa de ella, diciéndose que era genial, ahora tiene delirios de persecución, de momento gira para ir a otro aparador y se encuentra de frente con... Un hombre formidable. El desconocido: —¿Te puedo preguntar qué es lo que te hace sonreír así?—. Él también sonríe, pero a ella, su voz es fuerte, profunda. «¿De dónde salió?» pensaba ella. No puede evitar mirarlo de arriba abajo, parece que lo notó porque ensanchó su sonrisa, también la miró... Como un lobo hambriento mirando a una oveja; era alto, imponente y todo músculo, de piel clara pero no pálida como la de ella, ojos azules... A ella le cuesta respirar, en ese preciso momento, se acuerda que le hizo una pregunta. —Amm... No me acuerdo, hola—. Sonríe nuevamente. El desconocido: —Hola—. Le tiende una mano y ella se la estrecha. —Mi nombre es Alexander ¿Y el tuyo?—. Ella le responde aun embobada. —El mío es Audra—. —Audra, no lo había escuchado nunca ¿Tiene algún significado? —Más que un nombre, es una palabra para referirse a un mal tiempo en mi país, significa tormenta en Lituania—. Ella se da cuenta que aún tienen las manos estrechadas y la recupera, sin querer hacerlo en realidad. —No tiene que ser un mal tiempo, sacudes violentamente a quien te ve, preciosa y eso no es malo—. Audra piensa que la sacudida en todo caso es ella, se muerde el labio inferior, le arde el cuerpo, siente que él ve a través de sus ojos y eso la ponía nerviosa. —¿Qué estás comprando?—. Él se pasa una mano por el pelo. —Vine a comprarle un regalo a mi padre, su cumpleaños está cerca, no sé aún qué voy a regalarle—. —¿Qué le gusta?—. —Mmm los perfumes, las corbatas, parece fácil, pero da la impresión de que le regalas lo mismo todos los años, las opciones son limitadas—. Audra se ríe de sus ocurrencias. —¿Por qué no me ayudas? Si no es molestia—. —No es molestia, vamos—. Ella sabía que su cara tenía que estar toda roja, le ardían las mejillas. Él había estado fastidiado, entró a comprarle un regalo a su padre por su cumpleaños y no sabía ni por dónde empezar, los últimos 5 años no había pasado más que unos cuantos días con su familia, cuando la mujer a la que le propuso matrimonio lo dejo por otro, aceptaba cuantas misiones aparecían en el extranjero. El otro hombre con quien ella lo engaño es hermano de su padre, hijo fuera del matrimonio de su abuelo, tiene su edad, un empresario. Solo vino por más tiempo en esta ocasión porque su madre se lo pidió, qué es la que más siente sus ausencias. Había pensado que era mejor pasar en otro momento «cuando el fastidió se largara, esta mañana he visto a esos dos, se habían casado y vivían cerca de la casa de mis padres» no estaba de humor, cuando decido ir hacía la salida, vio entrar a una preciosa pelirroja, con un cabello tan largo que le acariciaba el tr4sero. «La ropa que llevaba la hacía ver muy sexy y deliciosa, no parecía estar acompañada, los hombres que pasan a su alrededor se quedan mirándola, embobados con ella, algo que me resultó molesto, por curiosidad la sigo. La veo buscar algo a su alrededor, como si pudiera sentir que alguien la miraba y luego sonríe, definitivamente es muy bonita» pensó Alexander. No pudo evitar acercarse y hablarle, notó que su nombre era apropiado para ella, se dio cuenta de lo cristalina que era, se le notaba todo, cuando le estrechó la mano se ruborizó toda y encima se mordía el labio inferior que a él le gustaría saborear. «Tenía unos ojos verde esmeralda que hechizarían a cualquiera y hacen un contraste delicioso con su pelo».—Este huele muy rico—.Él había estado vagando por sus pensamientos hasta que ella le habló, le acercó un frasco y él solo se la quedó mirando a ella.—Si, huele muy bien, me lo llevo. Por qué no voy, pago y me acompañas a la cafetería—.Ella siente que se sonroja por enésima vez.—Sí, está bien—.Audra se dijo que definitivamente estaba loca, él es un extraño, pero le gustaría ser arriesgada por primera vez en su vida, se lo quedó mirando mientras pagaba el perfume, su pantalón se abrazaba a su trasero y a sus poderosas piernas, las mujeres lo miran descaradamente y la cajera ni hablar, estaba que se derretía, ella no la culpaba, era complicado tener semejante hombre enfrente. Fueron a la cafetería y se sentaron en una mesa apartada, hablaron de diferentes comidas, de la familia de él, le dijo que era militar, no profundizó mucho en eso. Hablaron bastante y en un impulso Audra lo invitó a cenar al día siguiente en su casa, ya que le dijo que partiría pronto a otra misión, ella no pod
Ella se muerde el labio inferior y él no se contiene más, la besa y ella le responde con una pasión que no sabía que tenía, Alex mete la lengua en su boca, ella piensa que los besos y caricias que logra recordar fueron un juego de niños comparado con esto, como si ese hombre estuviera hambriento y ella fuera su comida favorita, Alex mete la mano debajo de su vestido para acariciar su muslo derecho. Debajo de su camisa, él era todo músculo, la sujeta del pelo y tira hacia atrás para tener mejor acceso a su cuello. Agarrando su cintura la sienta a horcajadas en sus piernas, estaba excitado, ella podía sentirlo, Audra meció su cuerpo sobre su er€cci0n por puro instinto. —Preciosa, si sigues haciendo eso no voy a poder contenerme—. Susurra cerca de su boca. —No quiero que te contengas— Lo besa vehemente, Alex baja los tirantes de su vestido y miraba sus s€no0s fascinado. —No tienes nada debajo, son hermosos—. Se mete un p€z0n en la boca y acaricia el otro, sus manos nunca habían to
Audra se dirige al closet sin decir nada y él sale del cuarto, ella trata de ponerse algo lo más rápido posible, en eso escuchó la puerta cerrarse de golpe, se deja caer de rodillas al piso experimentando un sentimiento inmenso de perdida, Ella sentía que lo conocía desde hace mucho tiempo, ni siquiera pensó en no entregarse a él, lloró en silencio al tiempo que repasaba todo en su cabeza.*Él a toda velocidad en su vehículo, iba también reviviendo todo lo que había pasado en las últimas horas y pensando en las repercusiones de sus actos:«No sabía que esperaba cuando toqué la puerta, cuando ella abrió me quedé sin aliento, era hermosa y su largo cabello rojo la hacía deseable, me moría por tocarla desde que la conocí. En el transcurrir de la cena, nos mirábamos tan intensamente que sentía que me quemaba por dentro, cuando nos sentamos en la sala, perdí todo rastro de razón, en un momento hablábamos y en el otro nos comíamos a besos ¡Qué bien sabía ella! no había estado con otro homb
«Hace una hora que había estado delante de su edificio, tenía muchas preguntas y no me agradaba nada que anduviera sola, una chica como ella llamaba mucho la atención y podría aparecer cualquier idi0t4 y hacerle daño».Ella en su cuarto, pasó directamente al baño, se mira al espejo y respira profundamente mientras se desvestía, sujeta su pelo para no mojarlo y procede a meterse bajo la ducha. Cuando sale lo encuentra de espaldas mirando la pecera de Lina, cuando él se voltea queda de piedra, Audra se puso un vestido corto y estaba descalza.—¿Tienes hambre?—.Pasa por delante de él y va a la cocina, se desata su cabello, a él se le cruza por la cabeza que bien se la podría comer a ella. Cuando él entra Audra ya tenía la hornilla encendida y una olla sobre ella, se inclina para buscar un sartén sabiendo que él no le quitaba los ojos de encima.—Siéntate—. Le señala un taburete. —Te diré lo que quieras—.—Empecemos por ¿Dónde están tus padres? Y ¿Por qué diabl0s te dejan volver sola a ca
En la mañana, la estaba llevando al trabajo y le dijo que la iba a recoger más tarde para dejarla en sus clases.—No es necesario—.—Claro que sí—. Sonríe.Audra empieza a adorar sus sonrisas.—¿Te quedarás conmigo esta noche?—.— ¿Tú quieres?—. Él respira profundo.—Claro que sí—. Alexander toca su cara tiernamente.—Llegamos—.—¿Qué vas hacer en todo el día?—.—Mi padre quiere que arregle algunas cosas en casa antes de irme—.—¿Cuándo es que te vas?—. Lo dice en un susurro.—Nena— Le da un tierno beso en los labios. —Llegarás tarde, pero lo hablamos esta noche—.*«No puedo estar lejos de ella, de su olor, de su cuerpo, sus hermosos ojos. No puedo dejar de lado el hecho que solo ha sido mía, de pronto siento terror que otro se le acerque, que puedan hacerle daño ¡M4ldita sea! Soy mayor para ella y tengo que partir a misiones peligrosas. Es muy joven y ya te acostaste con ella, así que ya sabes lo que tienes que hacer».—Hijo ¿En que tanto estás pensando?—. Su madre le pasa un vaso d
Él la cargó hasta llegar a la ducha, la dejo en el suelo, abrió la llave aún estando los dos con la ropa puesta, la besó para que no protestara y fue desnudándola, los botones de su blusa simplemente volaron, él se deshizo de todo lo que estorbaba, tomó el jabón y empezó a pasarlo lentamente por el cuerpo de Audra.—Estás húmeda— Dice con la voz ronca.—Nos estamos bañando— Le dice ella para tratar de ocultar que se está volviendo adicta a él.Alexander niega con la cabeza.—Se la diferencia— Mete la mano entre los dos e introduce un dedo en ella. —Esto que sale de aquí, es suave, caliente y sabe delicioso—.Ella se retira acalorada y le tiende la mano.—Es mi turno, quiero enjabonarte a ti—.Él accede sonriendo, ella acerca el jabón a su piel, su cuerpo era como tallado a mano y entendió q aquello también era una tortura y más cuando él la miraba de aquella manera.Esa noche entre sus brazos ella le dijo que lo amaba, esas palabras brotaron antes de que pudiera detenerlas, él le pidi
Alexander se relaja, se sienta en la cama y la atrae hasta sentarla encima de sus piernas, se pasa una mano por su pelo ya revuelto.—Cada vez que he venido es por máximo 5 días, en esta ocasión no era diferente, por cierto me gustaría que me acompañes al cumpleaños de mi padre—.—¿Qué dirán tus padres de todo esto?—.—Les vas a encantar y más aún porque no me había tomado vacaciones en mucho tiempo y las pedí para quedarme más tiempo contigo—.—¿En serio?— Dice emocionada.—Claro que sí—.—Pero también me refiero que soy una desconocida y aparecerme el día del cumpleaños de tu papá así nada más—.—Eres mi mujer, Audra y a mi familia le encantará conocerte. Ahora ven— Toma un pres€rvativ0 de la mesita de noche y se para detrás de ella, en una pared del cuarto hay un espejo del techo al piso y ambos conectan miradas a través de él.—¿Qué quieres hacer?—.—Mañana no podrás sentarte, cariño ¿Lo olvidaste? porque yo no—.*El despertador suena, tenía un ruidito muy ligero, él lo avienta a
Audra no quería hablar con él de eso, le contó a sus amigas porque ella era la confidente de ellas y no quería que pensaran que se guardaba sus cosas, pero Audra era muy reservada y ni ella había digerido que estaba comprometida.—Era un hombre, no voy a consentir que andes por ahí con cualquiera—.—Es mi vida, no tienes que consentir nada, tú y yo solo somos amigos—.—No te veo de esa forma y lo sabes ¿Y tus padres?—.—¿Ellos que tienen que ver?—.—No creo que consientan que andes con un hombre hoy y otro mañana.—Si lo dijeras porque te preocupas por mí, pero yo te tengo sin cuidado, te reitero que salíamos en calidad de amigos, de mis labios no salió nunca aceptar tus propuestas.Ella intenta salir, él se lo impide agarrándola por un brazo.—No me ocultes las cosas...—.Audra sopeso si decirle o no, finalmente concluyó que era mejor dejar las cosas claras.—Es mi prometido—.La cara de Ethan se transforma y aprieta su brazo con demasiada fuerza.—¿De que diabl0s estás hablando?—.—