Capítulo 8
«Hace una hora que había estado delante de su edificio, tenía muchas preguntas y no me agradaba nada que anduviera sola, una chica como ella llamaba mucho la atención y podría aparecer cualquier idi0t4 y hacerle daño».

Ella en su cuarto, pasó directamente al baño, se mira al espejo y respira profundamente mientras se desvestía, sujeta su pelo para no mojarlo y procede a meterse bajo la ducha. Cuando sale lo encuentra de espaldas mirando la pecera de Lina, cuando él se voltea queda de piedra, Audra se puso un vestido corto y estaba descalza.

—¿Tienes hambre?—.

Pasa por delante de él y va a la cocina, se desata su cabello, a él se le cruza por la cabeza que bien se la podría comer a ella. Cuando él entra Audra ya tenía la hornilla encendida y una olla sobre ella, se inclina para buscar un sartén sabiendo que él no le quitaba los ojos de encima.

—Siéntate—. Le señala un taburete. —Te diré lo que quieras—.

—Empecemos por ¿Dónde están tus padres? Y ¿Por qué diabl0s te dejan volver sola a ca
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