Spectrum entra al restaurante de Kachao, en el centro de su ciudad. Llega con una sonrisa de satisfacción, la misma que demuestra cada vez que visita este lugar. Saluda amablemente a las personas sentadas en las mesas de las esquinas y en las mesas del fondo. Llegando a la mesa del centro, se quita su chaqueta y la acomoda en su asiento, quedándose solo con el chaleco para estar más cómodo. La camarera, hermosa y amable, se le acerca para llevarle el menú y dispuesta a atenderlo.
— No hace falta, dulzura, ya sabes lo que quiero — dice Spectrum.
— Por supuesto, querido, siéntete en casa — responde la camarera.
Al retirarse la camarera, llega el dueño del local, calvo, barbudo y con una sonrisa de Santa Claus, quien acababa de salir de la cocina.
— ¡Dany, viejo amigo! Qué gusto verte por aquí de nuevo — se acerca con los brazos abiertos.
— ¡Lorenzo, camarada! ¿Cómo podría dejar de visitar mi propia baticueva? — Spectrum se pone de pie y lo recibe con un cálido abrazo.
— ¿Cómo va el trabajo? — pregunta el chef.
— Agotador, vengo desde el otro lado del mundo solo pensando en tus hamburguesas — dice Spectrum.
— Pues ponte cómodo, tu doble carne con crema de hongos y cebolla caramelizada ya está en camino.
Su amigo se despide y Spectrum vuelve a tomar asiento. A medida que espera, va revisando su celular y encuentra noticias sobre Teresa Sadler, la hija del Senador que estaba desaparecida, quien finalmente fue rescatada gracias a un operativo de la C.I.A. Los artículos reconocen a la joven Sadler como una empresaria exitosa, que a su temprana edad, ha logrado destacarse a nivel internacional en la compañía Eternal. Un logro bastante peculiar, considerando la crisis económica que ha azotado al mundo en lo que va del 2023, tras la recesión que dejó la pandemia.
Al terminar de leer las noticias, no tarda mucho para que la hermosa camarera volviese a su mesa, esta vez con el pedido de Spectrum en una bandeja. Cuando le colocan su hamburguesa y su refresco de uva en su mesa, Dany se siente como Indiana Jones a punto de tomar el Ídolo Chachapoyano de la Fertilidad, estando en la presencia de un tesoro que venía anhelando desde Transilvania.
Solo era él y su gloriosa hamburguesa, pero antes de que pudiera enganchar sus dientes sobre su presa, un extraño se le sienta al frente en su mesa. Un muchacho con un abrigo verde y una capucha que le cubre el rostro.
— Maldición, Noel — dice Spectrum calmadamente — Sabía que eras predecible, pero no impertinente. Acabas de interrumpir una misa.
Noel se levanta la capucha.
— Espera, ¿sabías que te estaba siguiendo? — pregunta Noel.
— Camino a este lugar, siempre tomo la misma calle y veo lo mismo — explica Spectrum — La señora Binden saliendo de su casa, el loco de Billy con la pancarta de que los alienígenas vienen, en la esquina del semáforo y el señor Smith, quien le limpia los zapatos al señor Greene. Un minuto más o un minuto menos, todos siguen la misma rutina a la misma hora. Cuando un patrón está establecido, es más fácil identificar a un intruso, al distinguir una anomalía en la ecuación. Esta vez al señor Greene no le estaban limpiando los zapatos, por primera vez lo vi haciendo turno porque el señor Smith le estaba limpiando los zapatos a un joven de capucha verde, quien casualmente tenía la misma estatura de Noel y un lunar en su mano izquierda. Ahora, tu misión, si decides aceptarla, es dejarme a mí y a mi hamburguesa en paz.
Noel no puede disimular que su boca se quedó entreabierta y que sus ojos no podían pestañear, al escuchar el análisis de Spectrum. En ese momento parecía tan evidente que se sentía estúpido.
— Tengo… tengo una misión — dice Noel.
— ¿En serio? ¿Cuántos almuerzos debes interrumpir antes de que los malos dominen el mundo? — pregunta Spectrum.
— Tengo órdenes de investigarte y tengo unas preguntas que hacerte.
Con pesadez y desencanto, Spectrum pone su hamburguesa en el plato y la aleja; pega su espalda del asiento y emite un largo suspiro.
— Veo que no podré deshacerme de ti, como gustes.
Toma una cuchara de su mesa y lentamente procede a tocar tres veces el vaso de cristal de su bebida. Al escuchar los tres toques del vaso, todos los clientes sentados en las otras mesas detienen sus conversaciones y sueltan su comida. Noel mira a su alrededor y nota que hasta las camareras y cocineros se quedaron quietos y callados. Todos se recogen y salen por la puerta trasera de la cocina, dejando a Spectrum y a Noel completamente solos. Ahora Noel se siente aún más tonto, al ver que todo el lugar es una mera pantalla.
Spectrum agarra su saco que está colgando del espaldar para buscar algo. De los bolsillos de su traje, saca unos extraños artefactos. Una mini tableta y dos pequeños mandos remotos.
— ¿Qué es esto? — pregunta Noel, quien se mantiene alerta — ¿Otros de tus artefactos?
Con paciencia, Spectrum engancha los dos mandos sobre los extremos laterales de la tableta, enciende su consola y como si no tuviese a nadie al frente, se pone a jugar La Leyenda del Eslabón.
— De acuerdo, querías un rato a solas y te lo concedí. Ahora, pregunta lo que quieras — dice Spectrum sin alzar su mirada, manteniendo su atención en su juego.
— No me vas a tomar en serio, ¿verdad?
— Tu poder de observación está por encima de los nueve mil, impresionante — responde Spectrum, con un tono sarcástico y sutil, mientras sigue jugando.
— De acuerdo, iré directo al punto: ¿para quién trabajas realmente? — pregunta Noel — Ni en los archivos más antiguos de la C.I.A. hay evidencias de que tu agencia exista.
— Ciertamente, pequeño saltamontes, lo que no está en los registros, no existe en el mundo — dice Spectrum — Esa es la idea.
— ¿Estás diciendo que ni siquiera el gobierno sabe de su existencia?
— La existencia es relativa, el ser solo existe cuando toma conciencia de sí mismo. Hace unos días seguramente no creías en demonios, pero ahora, a juzgar por tus pupilas, no has dormido desde que viste a uno.
Spectrum pausa su juego un instante, al ver que Noel está tardando mucho en hacer su siguiente pregunta. Alza su mirada y ve a un muchacho cabizbajo, con dedos temblorosos y culpa en sus ojos. Spectrum suelta su consola y emite otro largo suspiro, dejando relucir un tacto que no había mostrado hasta ahora.
— Escucha, lamento lo de tu compañero — dice Spectrum. — A agentes jóvenes como tú, los preparan para hacer sacrificios, por lo que estas cosas deberían verse como gajes del oficio, pero cuando somos testigos de algo que no podemos entender, la cosa cambia. ¿Quieres mi consejo? Si no tienes control sobre algo, no te obsesiones con eso.
— Es más fácil decirlo que hacerlo — responde Noel.
— Lo sé, debe haber una razón por la cual aún no te has largado, así que yo también trataré de no obsesionarme con esa esperanza.
En ese instante, Spectrum se toma un momento para sacar su reloj de bolsillo y contemplarlo. Mientras observa su reloj, recita unas palabras entre labios que Noel no puede descifrar. Al guardarlo, vuelve a tomar su consola y continúa jugando.
— Veo que de ti no obtendré respuestas — dice Noel — Buscaré otros medios por mi cuenta, pero esto no se queda aquí.
Mientras Noel se levanta y se aleja de la mesa, Spectrum lo sigue con la mirada. Aprovecha el instante en que le está dando la espalda para quitarse sus gafas oscuras y mirar a Noel. Lo observa de arriba a abajo, como si hubiese identificado algo que hasta ahora estaba ignorando. Se pone sus lentes nuevamente y lo llama.
— Muchacho, ven acá.
Noel suelta la puerta que ya tenía abierta, le resulta extraño que lo haya llamado, por lo que regresa a la mesa con curiosidad.
— Veo en ti un interés particular — dice Spectrum — Te advierto que yo solo puedo mostrarte la puerta, pero tú eres quien la tiene que atravesar.
— Espera… ¿Morfeo? — pregunta Noel, quien parece reconocer esas palabras.
— Así que viste Matrix — se sorprende Spectrum — Acabas de desagradarme menos. ¡Lorenzo!
— ¡Adelante, Spectrum! — responde el chef saliendo de la cocina.
— Prepara la cápsula, tengo que reportarme con el señor Van Helsing — dice Spectrum.
— Por supuesto, pero, ¿qué hay de tu hamburguesa? — pregunta el chef.
— Pónmela para llevar, si eres tan amable.
Spectrum se dirige a Noel y le pregunta:
— ¿Qué hay de ti? ¿Quieres una malteada? Son las mejores de la ciudad — pregunta Spectrum con seriedad en su mirada.
— No gracias, no se me antoja.
— Sabia decisión, no quisiera que vomitaras sobre mi traje — se pone su chaqueta y se prepara para partir.
— Espera, ¿qué?
— ¡Cápsula lista, Agente V! — le avisa la encantadora camarera, con su hamburguesa y su refresco de uva empacados para llevar.
Spectrum y Noel se despiden, se llevan la hamburguesa y pasan a la parte trasera de la cocina, donde los esperaba una gran cápsula ovalada de metal.
— ¿Esto tan siquiera es un restaurante de verdad? — pregunta Noel.
— Bueno, sirven comida de verdad, ¿no? — responde Spectrum.
Entran a la cápsula y encuentran dos asientos a los laterales. “¿Cómo funciona esto? ¿A dónde nos llevará? No vi rieles ni propulsores, ¿es esto una broma?”. Noel se hace estas preguntas, mientras ve cómo Spectrum toma asiento y se abrocha su cinturón, acomodando su hamburguesa a su lado. Spectrum observa a Noel con una mirada de advertencia.
— Ponerte el cinturón es lo más sensato que podrías hacer ahora — le dice Spectrum.
Al escuchar esto, Noel sigue su consejo, sin tener idea de cómo funcionaría este supuesto medio de transporte. La puerta se cierra rápidamente y una seductora voz femenina atiende a los pasajeros: “Saludos, agente. ¿A cuál nave se dirige?”.
— Llévanos al RS-Tolquen.
— Concedido — responde la voz.
Noel escucha el encendido de una maquinaria que parece ser un motor, pero definitivamente no suena como ningún vehículo que haya montado antes. De repente, siente una presión en el cuerpo, como si hubiesen despegado, sin embargo, no siente que la presión sea hacia abajo, por lo que no pueden estar ascendiendo. Tampoco siente la presión hacia arriba, por lo que tampoco están cayendo. Ni siquiera siente que la cápsula se esté moviendo hacia una dirección específica, solamente siente una extraña presión hacia el interior de su cuerpo. Teme que la cápsula vaya a implosionar o algo peor.
De repente, la presión se detuvo. Noel tira tremendo suspiro de alivio al sentir que ya todo pasó. Mira su camisa y ve que está toda empapada de sudor. Siente la frente de su cabeza fría y un calentón en el pecho. El estómago se le retuerce. Tan pronto se abre la puerta de la cápsula, Noel sale disparado y empieza a vomitar como si no hubiera un mañana.
Spectrum le pasa por el lado y le tira una toalla. Noel alza su mirada y se queda estupefacto al ver que la cápsula no le hizo nada. Spectrum luce tan impecable como si lo acabaran de comprar en una juguetería.
— Te veré en la enfermería — dice Spectrum — Tengo un reporte que hacer.
A medida que Spectrum se aleja, Noel ve cómo un grupo de personas con bata blanca se le acercan. No es sino hasta que lo ponen en una camilla, que Noel se da cuenta que no hay techo. Puede ver la claridad del cielo y las centelleantes nubes. El viento sopla fuerte, el aire se siente salado y se puede escuchar el choque de las olas. “¿Qué diablos? ¿Estamos en un barco? ¡Pero hace unos minutos estábamos en un restaurante en medio de la ciudad! ¿Qué droga me habrá puesto Spectrum?”
Spectrum abre la puerta con extrema suavidad para entrar a la recepción. Ve que la señora Bertha está distraída tocando unos archivos en el librero de la esquina. Aún no se ha percatado de su presencia. Como un niño que husmea en un refrigerador a tardes horas de la noche, Spectrum camina con suavidad y trata de llegar a la puerta del otro extremo de la habitación, sin que la dama se dé cuenta. — ¿A dónde cree que va, jovencito? — la señora Bertha saca su bastón y da un toque a las rodillas de Spectrum — Puedo escuchar su respiración desde el otro extremo de la cubierta. Spectrum toma aire profundamente y con sospechosa gentileza saluda: — Señora Bertha, dichosos los ojos que la ven. — Usted siempre tan elocuente, Agente V — responde la señora — Lleva usted un mes sin reportar sus traslados, he tenido que inventarme los números para llenar los informes. A este paso, tendremos que plantarle ese localizador que tanto he sugerido. — Soy un fiel creyente de que las colaboraciones flo
Dany y Noel suben a la parte trasera de la cubierta del RS-Tolquen. Todos los tripulantes alrededor despejan el área. En la medida que esperan, Spectrum percibe mucha duda en los ojos de Noel. — Te veo analítico — dice Spectrum — ¿Algo que quieras compartir conmigo? — Muchas dudas — responde Noel. — Para empezar, ¿por qué irnos en un avión si tu organización inventó la teletransportación? — Bueno, no es tan simple como lo ves en “Viaje a las Estrellas” — dice Spectrum. — Desmaterializar un cuerpo para volver a materializarlo en otro lugar es bastante complicado y peligroso, por eso solo lo hacemos de un punto específico a otro y no en cualquier lugar. Cada cápsula de transportación está conectada para hacer un viaje único desde su local hacia el barco de la I.P.I.A. que tenga asignado. — Bueno, lo entiendo, pero, ¿se supone que el jet nos va a recoger aquí? ¿Cómo piensan despegar si este barco no tiene las capacidades ni las dimensiones de un portaaviones? – pregunta Noel. — Ya v
Las estrellas de la noche decoran el reflejo de las quietas aguas de Venecia, mientras los agentes toman un bote para llegar hacia su destino. Spectrum, vestido con un traje negro de tres piezas, camisa rojo vino y corbata gris. Lockward le acompaña, vestido con un traje gris oscuro, camisa negra y corbata rosada. Encuentran a una Venecia festejando, los jóvenes corren por las calles, las parejas bailan desde los techos de los edificios y los fuegos artificiales resuenan en los cielos.— En cada esquina festejan como si fuera Año Nuevo — comenta el agente Lockward.— No debería sorprendernos, después de la pandemia, hasta el más sedentario quiere vivir la vida loca — responde Spectrum.— Eso es bueno, ¿no? — dice Lockward — A veces los tiempos difíciles nos enseñan a valorar más los placeres que nos perdíamos.— Eso depende, la alegría excesiva puede ser más peligrosa que la ira desmedida — dice Spectrum.— ¿Siempre eres el alma de las fiestas, Spectrum?— Me considero un observador e
Con extrema urgencia, el agente Lockward corre por las calles de Venecia detrás de la señorita Sadler. Entre el tumulto de personas, puede reconocer a una dama con vestido dorado, caminando recto. Avanza entre las personas como una lancha en un lago, mientras que Noel trata de seguirle el paso, como un pez escurridizo nadando entre las rocas. Puede escuchar que alguien llama el nombre de Teresa detrás suyo. Da un pequeño vistazo hacia su hombro y alcanza a ver a la asistente de Sadler, la señorita Suzan.— ¡Señorita, espere en el teatro! — le indica Noel. La señorita Suzan parece no escuchar y sigue el paso de Noel. A este punto, Noel se da cuenta que nunca podría alcanzar a Teresa entre tantas personas, por lo que decide improvisar. Gira levemente hacia su izquierda y corre hacia una de las casas. Sosteniéndose de las ventanas, el joven agente de la C.I.A. empieza a escalar. Con una sorprendente agilidad, logra subirse a los techos y continúa su persecución desde arriba. Despl
El grupo llega a una suite del Hotel Monaco & Grand Canal, donde están hospedadas Teresa y Suzan. Por fortuna, el hotel estaba relativamente cerca de la plaza San Marcos. La señorita Sadler ayuda a Spectrum a poner a Noel en la cama, cuya condición continúa empeorando. Suzan busca una toalla húmeda para colocársela en la frente al agente Lockward. Alguien toca la puerta de la habitación. Todos se ponen alerta, en especial Spectrum, quien saca su arma y la oculta en su espalda. Se acerca a la puerta y observa a través de la mirilla. Confirma que se trata del Padre Harvey. Inmediatamente, Dany le abre la puerta.— ¿Y este señor quién es? — pregunta Teresa.— Descuiden, es nuestro sacerdote — responde Spectrum.— Lo siento, vine tan rápido como pude — dice el sacerdote.— ¿Un sacerdote? ¡Un doctor es lo que necesita este muchacho! — dice Teresa.— Confíe, señorita Sadler, somos profesionales — dice Spectrum. A pesar de la confianza que muestra Spectrum en las capacidades de
A Noel le fue imposible conciliar el sueño el resto de la noche, sobre todo después de su conversación con el sacerdote, quien ya se había retirado de vuelta al Phantom. La puerta se abre y ve entrar al Agente Spectrum, vistiendo un impecable traje caqui de tres piezas, con camisa blanca y corbata azul marino, combinado con su pañuelo. Spectrum no se siente asombrado de ver que Noel ya se sienta mejor, pero sí le da curiosidad, pues según lo que había estudiado, sobrevivir a la bala de un Centinela de Thanandus tendría repercusiones mucho más severas. Al dormitorio también entran Teresa y Suzan, ambas vestidas con un estilo corporativo europeo, chaquetas azules, blusas blancas y faldas amarillas. Parecían estar uniformadas para un evento especial. Las damas se ven aliviadas al verificar la mejoría de Noel, pero a Teresa, más que nadie, le brillan los ojos de orgullo, pues el remedio que le había suministrado mostró sus resultados. — Veo que el Señor Oscuro no ha reclamado tu
La señorita Sadler y su asistente Suzan imparten una presentación de su negocio, en uno de los salones de eventos del hotel Bernini Palace en la ciudad de Florencia. Exponen la historia de la compañía, los beneficios del producto estrella y el plan de compensación para los consultores independientes, mientras mantienen una buena vibra en el ambiente con los invitados. Mientras tanto, los agentes Spectrum y Lockward vigilan todo el salón desde el balcón al fondo. Spectrum nota que Lockward ha estado inusualmente callado. — ¿En qué piensas? — pregunta Spectrum. — Pensaba en lo extraño que se sintió estar poseído por ese centinela — responde Noel. — Una parte de mí estaba levemente consciente, pero no tenía dominio de lo que hacía. Era como estar en una pesadilla. — Pero eso no fue lo único que sentiste, ¿cierto? — pregunta Spectrum, como si entendiera lo que su compañero describe. — Sentí su presencia en mí, era como montar un vehículo conducido por dos mentes — comenta
Ni hoteles ni residencias privadas. En esta ocasión, por órdenes y recomendaciones del Agente V, la señorita Sadler y Suzan se han quedado en el Phantom con la capitana Chambers y el resto del equipo, para descansar antes de su visita del día siguiente. Mientras tanto, Spectrum decide aprovechar la noche para infiltrarse en el laboratorio de Eternal en Milán. El acceso a la torre se encuentra limitado al cuerpo de seguridad y a unos pocos doctores que laboran en jornadas nocturnas. El nuevo cambio de turno en el equipo de vigilancia se haría dentro de media hora. La camioneta encargada de recoger al equipo entra al estacionamiento subterráneo y debajo de ella, se encuentra el Agente V. Una vez que la camioneta se estaciona, el agente se desmonta para adentrarse a las instalaciones. Viste un traje táctico negro, cuya visibilidad se adapta a la oscuridad del entorno, por lo que le conviene permanecer en las sombras. Porta unos zapatos con una mezcla de talco creada por su pa