2. LA CÁPSULA

Spectrum entra al restaurante de Kachao, en el centro de su ciudad. Llega con una sonrisa de satisfacción, la misma que demuestra cada vez que visita este lugar. Saluda amablemente a las personas sentadas en las mesas de las esquinas y en las mesas del fondo. Llegando a la mesa del centro, se quita su chaqueta y la acomoda en su asiento, quedándose solo con el chaleco para estar más cómodo. La camarera, hermosa y amable, se le acerca para llevarle el menú y dispuesta a atenderlo.

— No hace falta, dulzura, ya sabes lo que quiero — dice Spectrum.

— Por supuesto, querido, siéntete en casa — responde la camarera.

            Al retirarse la camarera, llega el dueño del local, calvo, barbudo y con una sonrisa de Santa Claus, quien acababa de salir de la cocina.

— ¡Dany, viejo amigo! Qué gusto verte por aquí de nuevo — se acerca con los brazos abiertos.

— ¡Lorenzo, camarada! ¿Cómo podría dejar de visitar mi propia baticueva? — Spectrum se pone de pie y lo recibe con un cálido abrazo.

— ¿Cómo va el trabajo? — pregunta el chef.

— Agotador, vengo desde el otro lado del mundo solo pensando en tus hamburguesas — dice Spectrum.

— Pues ponte cómodo, tu doble carne con crema de hongos y cebolla caramelizada ya está en camino.

Su amigo se despide y Spectrum vuelve a tomar asiento. A medida que espera, va revisando su celular y encuentra noticias sobre Teresa Sadler, la hija del Senador que estaba desaparecida, quien finalmente fue rescatada gracias a un operativo de la C.I.A. Los artículos reconocen a la joven Sadler como una empresaria exitosa, que a su temprana edad, ha logrado destacarse a nivel internacional en la compañía Eternal. Un logro bastante peculiar, considerando la crisis económica que ha azotado al mundo en lo que va del 2023, tras la recesión que dejó la pandemia.

Al terminar de leer las noticias, no tarda mucho para que la hermosa camarera volviese a su mesa, esta vez con el pedido de Spectrum en una bandeja. Cuando le colocan su hamburguesa y su refresco de uva en su mesa, Dany se siente como Indiana Jones a punto de tomar el Ídolo Chachapoyano de la Fertilidad, estando en la presencia de un tesoro que venía anhelando desde Transilvania.

Solo era él y su gloriosa hamburguesa, pero antes de que pudiera enganchar sus dientes sobre su presa, un extraño se le sienta al frente en su mesa. Un muchacho con un abrigo verde y una capucha que le cubre el rostro.

— Maldición, Noel — dice Spectrum calmadamente — Sabía que eras predecible, pero no impertinente. Acabas de interrumpir una misa.

Noel se levanta la capucha.

— Espera, ¿sabías que te estaba siguiendo? — pregunta Noel.

— Camino a este lugar, siempre tomo la misma calle y veo lo mismo — explica Spectrum — La señora Binden saliendo de su casa, el loco de Billy con la pancarta de que los alienígenas vienen, en la esquina del semáforo y el señor Smith, quien le limpia los zapatos al señor Greene. Un minuto más o un minuto menos, todos siguen la misma rutina a la misma hora. Cuando un patrón está establecido, es más fácil identificar a un intruso, al distinguir una anomalía en la ecuación. Esta vez al señor Greene no le estaban limpiando los zapatos, por primera vez lo vi haciendo turno porque el señor Smith le estaba limpiando los zapatos a un joven de capucha verde, quien casualmente tenía la misma estatura de Noel y un lunar en su mano izquierda. Ahora, tu misión, si decides aceptarla, es dejarme a mí y a mi hamburguesa en paz.

            Noel no puede disimular que su boca se quedó entreabierta y que sus ojos no podían pestañear, al escuchar el análisis de Spectrum. En ese momento parecía tan evidente que se sentía estúpido.

— Tengo… tengo una misión — dice Noel.

— ¿En serio? ¿Cuántos almuerzos debes interrumpir antes de que los malos dominen el mundo? — pregunta Spectrum.

— Tengo órdenes de investigarte y tengo unas preguntas que hacerte.

            Con pesadez y desencanto, Spectrum pone su hamburguesa en el plato y la aleja; pega su espalda del asiento y emite un largo suspiro.

— Veo que no podré deshacerme de ti, como gustes.

            Toma una cuchara de su mesa y lentamente procede a tocar tres veces el vaso de cristal de su bebida. Al escuchar los tres toques del vaso, todos los clientes sentados en las otras mesas detienen sus conversaciones y sueltan su comida. Noel mira a su alrededor y nota que hasta las camareras y cocineros se quedaron quietos y callados. Todos se recogen y salen por la puerta trasera de la cocina, dejando a Spectrum y a Noel completamente solos. Ahora Noel se siente aún más tonto, al ver que todo el lugar es una mera pantalla.

            Spectrum agarra su saco que está colgando del espaldar para buscar algo. De los bolsillos de su traje, saca unos extraños artefactos. Una mini tableta y dos pequeños mandos remotos. 

— ¿Qué es esto? — pregunta Noel, quien se mantiene alerta — ¿Otros de tus artefactos?

Con paciencia, Spectrum engancha los dos mandos sobre los extremos laterales de la tableta, enciende su consola y como si no tuviese a nadie al frente, se pone a jugar La Leyenda del Eslabón.

— De acuerdo, querías un rato a solas y te lo concedí. Ahora, pregunta lo que quieras — dice Spectrum sin alzar su mirada, manteniendo su atención en su juego.

— No me vas a tomar en serio, ¿verdad?

— Tu poder de observación está por encima de los nueve mil, impresionante — responde Spectrum, con un tono sarcástico y sutil, mientras sigue jugando.

— De acuerdo, iré directo al punto: ¿para quién trabajas realmente? — pregunta Noel — Ni en los archivos más antiguos de la C.I.A. hay evidencias de que tu agencia exista.

— Ciertamente, pequeño saltamontes, lo que no está en los registros, no existe en el mundo — dice Spectrum — Esa es la idea.

— ¿Estás diciendo que ni siquiera el gobierno sabe de su existencia?

— La existencia es relativa, el ser solo existe cuando toma conciencia de sí mismo. Hace unos días seguramente no creías en demonios, pero ahora, a juzgar por tus pupilas, no has dormido desde que viste a uno.

            Spectrum pausa su juego un instante, al ver que Noel está tardando mucho en hacer su siguiente pregunta. Alza su mirada y ve a un muchacho cabizbajo, con dedos temblorosos y culpa en sus ojos. Spectrum suelta su consola y emite otro largo suspiro, dejando relucir un tacto que no había mostrado hasta ahora.

— Escucha, lamento lo de tu compañero — dice Spectrum. — A agentes jóvenes como tú, los preparan para hacer sacrificios, por lo que estas cosas deberían verse como gajes del oficio, pero cuando somos testigos de algo que no podemos entender, la cosa cambia. ¿Quieres mi consejo? Si no tienes control sobre algo, no te obsesiones con eso.

— Es más fácil decirlo que hacerlo — responde Noel.

— Lo sé, debe haber una razón por la cual aún no te has largado, así que yo también trataré de no obsesionarme con esa esperanza.

            En ese instante, Spectrum se toma un momento para sacar su reloj de bolsillo y contemplarlo. Mientras observa su reloj, recita unas palabras entre labios que Noel no puede descifrar. Al guardarlo, vuelve a tomar su consola y continúa jugando.

— Veo que de ti no obtendré respuestas — dice Noel — Buscaré otros medios por mi cuenta, pero esto no se queda aquí.

            Mientras Noel se levanta y se aleja de la mesa, Spectrum lo sigue con la mirada. Aprovecha el instante en que le está dando la espalda para quitarse sus gafas oscuras y mirar a Noel. Lo observa de arriba a abajo, como si hubiese identificado algo que hasta ahora estaba ignorando. Se pone sus lentes nuevamente y lo llama.

— Muchacho, ven acá.

            Noel suelta la puerta que ya tenía abierta, le resulta extraño que lo haya llamado, por lo que regresa a la mesa con curiosidad.

— Veo en ti un interés particular — dice Spectrum — Te advierto que yo solo puedo mostrarte la puerta, pero tú eres quien la tiene que atravesar.

— Espera… ¿Morfeo? — pregunta Noel, quien parece reconocer esas palabras.

— Así que viste Matrix — se sorprende Spectrum — Acabas de desagradarme menos. ¡Lorenzo!

— ¡Adelante, Spectrum! — responde el chef saliendo de la cocina.

— Prepara la cápsula, tengo que reportarme con el señor Van Helsing — dice Spectrum.

— Por supuesto, pero, ¿qué hay de tu hamburguesa? — pregunta el chef.

— Pónmela para llevar, si eres tan amable.

            Spectrum se dirige a Noel y le pregunta:

— ¿Qué hay de ti? ¿Quieres una malteada? Son las mejores de la ciudad — pregunta Spectrum con seriedad en su mirada.

— No gracias, no se me antoja.

— Sabia decisión, no quisiera que vomitaras sobre mi traje — se pone su chaqueta y se prepara para partir.

— Espera, ¿qué?

— ¡Cápsula lista, Agente V! — le avisa la encantadora camarera, con su hamburguesa y su refresco de uva empacados para llevar.

            Spectrum y Noel se despiden, se llevan la hamburguesa y pasan a la parte trasera de la cocina, donde los esperaba una gran cápsula ovalada de metal.

— ¿Esto tan siquiera es un restaurante de verdad? — pregunta Noel.

— Bueno, sirven comida de verdad, ¿no? — responde Spectrum.

Entran a la cápsula y encuentran dos asientos a los laterales. “¿Cómo funciona esto? ¿A dónde nos llevará? No vi rieles ni propulsores, ¿es esto una broma?”. Noel se hace estas preguntas, mientras ve cómo Spectrum toma asiento y se abrocha su cinturón, acomodando su hamburguesa a su lado. Spectrum observa a Noel con una mirada de advertencia.

— Ponerte el cinturón es lo más sensato que podrías hacer ahora — le dice Spectrum.

            Al escuchar esto, Noel sigue su consejo, sin tener idea de cómo funcionaría este supuesto medio de transporte. La puerta se cierra rápidamente y una seductora voz femenina atiende a los pasajeros: “Saludos, agente. ¿A cuál nave se dirige?”.

— Llévanos al RS-Tolquen.

Concedido — responde la voz.

            Noel escucha el encendido de una maquinaria que parece ser un motor, pero definitivamente no suena como ningún vehículo que haya montado antes. De repente, siente una presión en el cuerpo, como si hubiesen despegado, sin embargo, no siente que la presión sea hacia abajo, por lo que no pueden estar ascendiendo. Tampoco siente la presión hacia arriba, por lo que tampoco están cayendo. Ni siquiera siente que la cápsula se esté moviendo hacia una dirección específica, solamente siente una extraña presión hacia el interior de su cuerpo. Teme que la cápsula vaya a implosionar o algo peor.

            De repente, la presión se detuvo. Noel tira tremendo suspiro de alivio al sentir que ya todo pasó. Mira su camisa y ve que está toda empapada de sudor. Siente la frente de su cabeza fría y un calentón en el pecho. El estómago se le retuerce. Tan pronto se abre la puerta de la cápsula, Noel sale disparado y empieza a vomitar como si no hubiera un mañana.

            Spectrum le pasa por el lado y le tira una toalla. Noel alza su mirada y se queda estupefacto al ver que la cápsula no le hizo nada. Spectrum luce tan impecable como si lo acabaran de comprar en una juguetería.

— Te veré en la enfermería — dice Spectrum — Tengo un reporte que hacer.

            A medida que Spectrum se aleja, Noel ve cómo un grupo de personas con bata blanca se le acercan. No es sino hasta que lo ponen en una camilla, que Noel se da cuenta que no hay techo. Puede ver la claridad del cielo y las centelleantes nubes. El viento sopla fuerte, el aire se siente salado y se puede escuchar el choque de las olas. “¿Qué diablos? ¿Estamos en un barco? ¡Pero hace unos minutos estábamos en un restaurante en medio de la ciudad! ¿Qué droga me habrá puesto Spectrum?”

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