El grupo llega a una suite del Hotel Monaco & Grand Canal, donde están hospedadas Teresa y Suzan. Por fortuna, el hotel estaba relativamente cerca de la plaza San Marcos. La señorita Sadler ayuda a Spectrum a poner a Noel en la cama, cuya condición continúa empeorando. Suzan busca una toalla húmeda para colocársela en la frente al agente Lockward. Alguien toca la puerta de la habitación. Todos se ponen alerta, en especial Spectrum, quien saca su arma y la oculta en su espalda. Se acerca a la puerta y observa a través de la mirilla. Confirma que se trata del Padre Harvey. Inmediatamente, Dany le abre la puerta.— ¿Y este señor quién es? — pregunta Teresa.— Descuiden, es nuestro sacerdote — responde Spectrum.— Lo siento, vine tan rápido como pude — dice el sacerdote.— ¿Un sacerdote? ¡Un doctor es lo que necesita este muchacho! — dice Teresa.— Confíe, señorita Sadler, somos profesionales — dice Spectrum. A pesar de la confianza que muestra Spectrum en las capacidades de
A Noel le fue imposible conciliar el sueño el resto de la noche, sobre todo después de su conversación con el sacerdote, quien ya se había retirado de vuelta al Phantom. La puerta se abre y ve entrar al Agente Spectrum, vistiendo un impecable traje caqui de tres piezas, con camisa blanca y corbata azul marino, combinado con su pañuelo. Spectrum no se siente asombrado de ver que Noel ya se sienta mejor, pero sí le da curiosidad, pues según lo que había estudiado, sobrevivir a la bala de un Centinela de Thanandus tendría repercusiones mucho más severas. Al dormitorio también entran Teresa y Suzan, ambas vestidas con un estilo corporativo europeo, chaquetas azules, blusas blancas y faldas amarillas. Parecían estar uniformadas para un evento especial. Las damas se ven aliviadas al verificar la mejoría de Noel, pero a Teresa, más que nadie, le brillan los ojos de orgullo, pues el remedio que le había suministrado mostró sus resultados. — Veo que el Señor Oscuro no ha reclamado tu
La señorita Sadler y su asistente Suzan imparten una presentación de su negocio, en uno de los salones de eventos del hotel Bernini Palace en la ciudad de Florencia. Exponen la historia de la compañía, los beneficios del producto estrella y el plan de compensación para los consultores independientes, mientras mantienen una buena vibra en el ambiente con los invitados. Mientras tanto, los agentes Spectrum y Lockward vigilan todo el salón desde el balcón al fondo. Spectrum nota que Lockward ha estado inusualmente callado. — ¿En qué piensas? — pregunta Spectrum. — Pensaba en lo extraño que se sintió estar poseído por ese centinela — responde Noel. — Una parte de mí estaba levemente consciente, pero no tenía dominio de lo que hacía. Era como estar en una pesadilla. — Pero eso no fue lo único que sentiste, ¿cierto? — pregunta Spectrum, como si entendiera lo que su compañero describe. — Sentí su presencia en mí, era como montar un vehículo conducido por dos mentes — comenta
Ni hoteles ni residencias privadas. En esta ocasión, por órdenes y recomendaciones del Agente V, la señorita Sadler y Suzan se han quedado en el Phantom con la capitana Chambers y el resto del equipo, para descansar antes de su visita del día siguiente. Mientras tanto, Spectrum decide aprovechar la noche para infiltrarse en el laboratorio de Eternal en Milán. El acceso a la torre se encuentra limitado al cuerpo de seguridad y a unos pocos doctores que laboran en jornadas nocturnas. El nuevo cambio de turno en el equipo de vigilancia se haría dentro de media hora. La camioneta encargada de recoger al equipo entra al estacionamiento subterráneo y debajo de ella, se encuentra el Agente V. Una vez que la camioneta se estaciona, el agente se desmonta para adentrarse a las instalaciones. Viste un traje táctico negro, cuya visibilidad se adapta a la oscuridad del entorno, por lo que le conviene permanecer en las sombras. Porta unos zapatos con una mezcla de talco creada por su pa
Spectrum se da vuelta y se topa con una extraña persona que desconocía. Una mujer vestida con un traje de cuero negro de una sola pieza ceñido al cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, cubriendo incluso su rostro. Cabello rojo ardiente, amarrado en una cola que le llega hasta la cintura. Zapatos rojos de tacones altos y un collar plateado que le llega hasta el pecho. Una dama con curvas mejor definidas que una pista de Fórmula 1 y que proyecta una personalidad dominante. A Spectrum le tomó varios segundos percatarse de que esta misma dama le estaba apuntando con un arma justo en la cara. — Señorita, no sé si rendirme o pedirle su número — comenta Spectrum, quien no se siente para nada intimidado con su imponencia. La mujer no responde, tan sólo baja su arma y da un paso hacia atrás. Spectrum reconoce la mirilla de su arma, correspondiente a un modelo que conoce, que emite un láser verde al apuntar. — Así que fuiste tú — dice Spectrum. — La que por poco me dispara cuand
Partiendo del puerto de Génova, Spectrum y el sacerdote acompañan a Teresa y a Suzan en su inmenso yate a motor de crucero, con suficiente espacio como para celebrar una fiesta familiar latina. Son asistidos por el Capitán Phillips y su equipo de mayordomos. El brillo del océano se glorifica con el reflejo del sol y el soplo del viento es bastante agradable. Suzan se acomoda en su silla de playa, abriendo su computadora y disfrutando de un trago servido por el personal. Mientras tanto, Spectrum invita a Teresa a una de las cabinas privadas del yate, para tratar un asunto pendiente junto al sacerdote. Esta accede y acompaña al agente hacia una de las habitaciones, donde resulta que el reverendo ya los estaba esperando. El mismo se encuentra sentado en la mesa del centro, experimentando con alguna invención que despertó la curiosidad de Dany. Parecía estar manipulando un fragmento de cristal del tamaño de una tarjeta. — ¿Algo nuevo de su división, reverendo? — pregunta Spe
El agente Spectrum sube a cubierta y se dirige a la cabina del capitán, donde le acompaña el sacerdote. Una extraña neblina impide visualizar el panorama, algo inusual para el clima cálido que había hace unos minutos. Dany no tardó mucho para percatarse de algo extraño que ocurría en el mar. A medida que la neblina se va despejando por donde avanzan, se observa cómo el agua se ha tornado roja. Uno de los ayudantes del capitán se acerca al timón, con sus manos y parte de su ropa manchadas en rojo. “Es sangre”, dice el ayudante. Mientras más se despeja la neblina, mayor visión tienen para darse cuenta de que toda el agua del océano se ha convertido en sangre. A pesar de que iban a una velocidad moderada, el capitán sintió el yate más pesado. Como si el mar se hubiese vuelto más espeso y estuvieran avanzando lento. Spectrum entra a la cabina del capitán y verifica que detuvo el yate, se reúne con este para investigar lo que sucede. Suzan también entra a la cabina del capitán
El grupo llega al pueblo de Castelsardo, Cerdeña, cerca del mediodía. Por recomendación de Spectrum, el sacerdote se queda esperando en el puerto. Mientras tanto, el agente escolta a Teresa y a Suzan por las estrechas calles del pueblo, circulando las hermosas casas, tiendas y restaurantes que van ascendiendo hacia la colina. Llegan a una espectacular casa de veraneo de dos pisos, ubicada por uno de los bordes de la gran colina, con un balcón decorado con una piscina y vista a todo el pueblo. Allí son recibidos amablemente por la ama de llaves, quien se muestra hospitalaria, haciendo que sus invitados se sintieran cómodos. Toman asiento en la sala para visitas, donde se les brinda una diversidad de tragos de la bóveda personal del dueño de la casa. Mientras que las damas se sienten como en casa, Spectrum se mantiene alerta. — Relájese, señor Spectrum, el líder platino de esta compañía es como un padre para mí, confío en él — dice Teresa. — Confío en su juicio, señorita Sadle