Minutos antes:Noel observa desde su posición cómo las autoridades llegan a la plaza y rodean la cafetería. Ve a Spectrum ponerse de pie levantando sus manos. Mientras tanto, escucha a unos hombres intentando derribar la puerta de la habitación en la que se esconde. Su posición se ha comprometido, por lo que no tiene más opción que abandonarla. Los hombres terminan de romper la puerta, a medida que Noel sale por la ventana y escala hasta el techo. Una vez en la azotea, se aproxima a otro edificio cercano para saltar. Mientras toma impulso, cuatro agentes suben tras él. Noel da un gran salto y se sostiene del borde. Tan pronto se reincorpora, emprende la huída. Se fija en otros agentes corriendo desde los tejados de edificios paralelos. Nota que se mueven a una velocidad impresionante y cuando cruzan de un edificio a otro, saltan a una altura que supera a la de un atleta profesional. De pronto, escucha a Spectrum desde el comunicador en su oído.— Noel, ¿cuál es tu estado? — pre
Noel permanece sentado en uno de los muebles de la recepción. Delante suyo se encuentra la señora Bertha, redactando reportes con su teclado de braille mientras se queja de la impertinencia de los agentes romanos. El ambiente se siente pesado, el silencio es casi sepulcral. Lo único que hace eco en todo el salón es el teclado de la señora Bertha. Los minutos se le hacen eternos. Revisa su reloj de muñeca y ve que apenas han pasado cinco minutos desde que llegó, pero para él se ha sentido como una hora. Aprovecha este momento para sacar el reloj de bolsillo que le regalaron. Observa detenidamente las agujas quietas sin funcionar, recordando a Dany y sintiendo impotencia, por el destino que le ha tocado. Lamenta que no haya podido estar presente en los juicios, pues cualquier interferencia o testimonio, hubiese comprometido la existencia de la I.P.I.A., por lo que el mismo fue dejado a su suerte. De buenas a primeras, siente la vibración de su teléfono. Al abrirlo, encuentra un extraño
Con una deslumbrante destreza, el camarero encargado del bar, cautiva a los invitados de la fiesta, mientras hace malabares para servir sus tragos. Es la primera vez desde la pandemia que brinda sus servicios para una actividad, en un castillo de Transilvania, muy alejado de las habituales discotecas de su ciudad. Desde la cerveza más común, hasta el vodka más extravagante, los servía con una espectacularidad y un placer que ponía una sonrisa en todo aquel que se acercase. Entre las luces multicolores parpadeantes y el humo que salía de la máquina del DJ, el camarero se fija en la silueta de otro cliente que se acerca. Un joven caballero erguido que porta un traje azul marino de tres piezas, estilo europeo, acompañado de una camisa blanca, corbata plateada, zapatos marrones, lentes oscuros y un reloj de bolsillo que cuelga de su chaleco. Un hombre de rostro fino, piel oscura y bien rasurada, con una mezcla de facciones latinas y anglosajonas. Cuenta con una corta cabell
Spectrum entra al restaurante de Kachao, en el centro de su ciudad. Llega con una sonrisa de satisfacción, la misma que demuestra cada vez que visita este lugar. Saluda amablemente a las personas sentadas en las mesas de las esquinas y en las mesas del fondo. Llegando a la mesa del centro, se quita su chaqueta y la acomoda en su asiento, quedándose solo con el chaleco para estar más cómodo. La camarera, hermosa y amable, se le acerca para llevarle el menú y dispuesta a atenderlo. — No hace falta, dulzura, ya sabes lo que quiero — dice Spectrum. — Por supuesto, querido, siéntete en casa — responde la camarera. Al retirarse la camarera, llega el dueño del local, calvo, barbudo y con una sonrisa de Santa Claus, quien acababa de salir de la cocina. — ¡Dany, viejo amigo! Qué gusto verte por aquí de nuevo — se acerca con los brazos abiertos. — ¡Lorenzo, camarada! ¿Cómo podría dejar de visitar mi propia baticueva? — Spectrum se pone de pie y lo recibe con un cálido abrazo.
Spectrum abre la puerta con extrema suavidad para entrar a la recepción. Ve que la señora Bertha está distraída tocando unos archivos en el librero de la esquina. Aún no se ha percatado de su presencia. Como un niño que husmea en un refrigerador a tardes horas de la noche, Spectrum camina con suavidad y trata de llegar a la puerta del otro extremo de la habitación, sin que la dama se dé cuenta. — ¿A dónde cree que va, jovencito? — la señora Bertha saca su bastón y da un toque a las rodillas de Spectrum — Puedo escuchar su respiración desde el otro extremo de la cubierta. Spectrum toma aire profundamente y con sospechosa gentileza saluda: — Señora Bertha, dichosos los ojos que la ven. — Usted siempre tan elocuente, Agente V — responde la señora — Lleva usted un mes sin reportar sus traslados, he tenido que inventarme los números para llenar los informes. A este paso, tendremos que plantarle ese localizador que tanto he sugerido. — Soy un fiel creyente de que las colaboraciones flo
Dany y Noel suben a la parte trasera de la cubierta del RS-Tolquen. Todos los tripulantes alrededor despejan el área. En la medida que esperan, Spectrum percibe mucha duda en los ojos de Noel. — Te veo analítico — dice Spectrum — ¿Algo que quieras compartir conmigo? — Muchas dudas — responde Noel. — Para empezar, ¿por qué irnos en un avión si tu organización inventó la teletransportación? — Bueno, no es tan simple como lo ves en “Viaje a las Estrellas” — dice Spectrum. — Desmaterializar un cuerpo para volver a materializarlo en otro lugar es bastante complicado y peligroso, por eso solo lo hacemos de un punto específico a otro y no en cualquier lugar. Cada cápsula de transportación está conectada para hacer un viaje único desde su local hacia el barco de la I.P.I.A. que tenga asignado. — Bueno, lo entiendo, pero, ¿se supone que el jet nos va a recoger aquí? ¿Cómo piensan despegar si este barco no tiene las capacidades ni las dimensiones de un portaaviones? – pregunta Noel. — Ya v
Las estrellas de la noche decoran el reflejo de las quietas aguas de Venecia, mientras los agentes toman un bote para llegar hacia su destino. Spectrum, vestido con un traje negro de tres piezas, camisa rojo vino y corbata gris. Lockward le acompaña, vestido con un traje gris oscuro, camisa negra y corbata rosada. Encuentran a una Venecia festejando, los jóvenes corren por las calles, las parejas bailan desde los techos de los edificios y los fuegos artificiales resuenan en los cielos.— En cada esquina festejan como si fuera Año Nuevo — comenta el agente Lockward.— No debería sorprendernos, después de la pandemia, hasta el más sedentario quiere vivir la vida loca — responde Spectrum.— Eso es bueno, ¿no? — dice Lockward — A veces los tiempos difíciles nos enseñan a valorar más los placeres que nos perdíamos.— Eso depende, la alegría excesiva puede ser más peligrosa que la ira desmedida — dice Spectrum.— ¿Siempre eres el alma de las fiestas, Spectrum?— Me considero un observador e
Con extrema urgencia, el agente Lockward corre por las calles de Venecia detrás de la señorita Sadler. Entre el tumulto de personas, puede reconocer a una dama con vestido dorado, caminando recto. Avanza entre las personas como una lancha en un lago, mientras que Noel trata de seguirle el paso, como un pez escurridizo nadando entre las rocas. Puede escuchar que alguien llama el nombre de Teresa detrás suyo. Da un pequeño vistazo hacia su hombro y alcanza a ver a la asistente de Sadler, la señorita Suzan.— ¡Señorita, espere en el teatro! — le indica Noel. La señorita Suzan parece no escuchar y sigue el paso de Noel. A este punto, Noel se da cuenta que nunca podría alcanzar a Teresa entre tantas personas, por lo que decide improvisar. Gira levemente hacia su izquierda y corre hacia una de las casas. Sosteniéndose de las ventanas, el joven agente de la C.I.A. empieza a escalar. Con una sorprendente agilidad, logra subirse a los techos y continúa su persecución desde arriba. Despl