Las estrellas de la noche decoran el reflejo de las quietas aguas de Venecia, mientras los agentes toman un bote para llegar hacia su destino. Spectrum, vestido con un traje negro de tres piezas, camisa rojo vino y corbata gris. Lockward le acompaña, vestido con un traje gris oscuro, camisa negra y corbata rosada. Encuentran a una Venecia festejando, los jóvenes corren por las calles, las parejas bailan desde los techos de los edificios y los fuegos artificiales resuenan en los cielos.
— En cada esquina festejan como si fuera Año Nuevo — comenta el agente Lockward.
— No debería sorprendernos, después de la pandemia, hasta el más sedentario quiere vivir la vida loca — responde Spectrum.
— Eso es bueno, ¿no? — dice Lockward — A veces los tiempos difíciles nos enseñan a valorar más los placeres que nos perdíamos.
— Eso depende, la alegría excesiva puede ser más peligrosa que la ira desmedida — dice Spectrum.
— ¿Siempre eres el alma de las fiestas, Spectrum?
— Me considero un observador en medio de un zoológico.
— Para ser un hombre tan observador, tener lentes oscuros todo el tiempo debe ser una incomodidad, ¿no crees? — dice Lockward — ¿A qué vienen esas gafas tuyas?
Spectrum no responde a aquella pregunta. Más que ignorarlo, el agente se distrae mirando hacia la luna llena. Noel se da cuenta que el porte de sus lentes oscuros, es uno de los secretos que se tiene bien reservado, así que prefiere no insistir para evitar impertinencia.
— ¿No te parece extraña la fascinación que muchos artistas tienen con la luna? — pregunta Spectrum de forma aleatoria — Es un miserable trozo de roca que nos sirve de satélite, pero ha servido de inspiración a tantos autores para hacer volar su imaginación. Poemas, canciones, retratos, historias de terror...
— No lo sé, no me había detenido a pensarlo.
— Siempre me he preguntado por qué la humanidad no siente esa misma atracción por el sol. Es una estrella que ilumina y alimenta a este mundo, pero casi no ves arte que esté dedicado al sol. La oscuridad y el misterio siempre nos resultan más atrayentes, pero a la vez, es el escondite preferido de aquello que nos quiere hacer daño. Aclamamos por ese misterio, hasta que tenemos un contacto con algo que deseamos no haber presenciado.
— ¿Por qué me comentas todo esto?
— Prepárate, agente Lockward. A partir de esta noche, vas a presenciar eventos oscuros que podrían atormentar a la mente más cuerda. Somos el puente entre el mundo en el que pisas y el mundo que quiere devorarlo. El hecho de que no presentaras objeción a acompañarme a esta tarea, me dice que buscas algo más que solo investigarme, así que espero no me hagas arrepentirme.
Una larga pausa arropa a Lockward, se toma su tiempo para reflexionar aquellas palabras. El joven agente se limita a contestar:
— Entendido.
El bote finalmente llega a una plaza, los agentes se abren camino entre las aglomeraciones de turistas, llegando hasta el teatro La Fenice. Spectrum saca los dos boletos para él y su acompañante para el evento de esta noche, una obra musical con canciones de Alessandro Safina en persona.
Entran a una hermosa recepción, decorada con lámparas que iluminaban los salones como diamantes amarillos; camareros con bandejas de champaña recibiendo a los invitados y un pianista en una esquina haciendo el ambiente. Lockward permanece con los ojos bien abiertos, tratando de mirar a su alrededor disimuladamente para ubicar al objetivo.
— ¿Alguna idea de cómo encontrarla entre tanta gente? — pregunta el joven agente de la C.I.A.
— Relájate, chico. Con los clubes nocturnos que hay por aquí, ¿cuántas mujeres jóvenes crees que podrían venir a un evento como este? — dice Spectrum, quien ya tiene al objetivo ubicado — Teresa Sadler está allá, admirando al caballero que toca el piano.
Una joven glamurosa de piel blanca y cabello negro, ojos almendrados y labios gruesos, pintados con labial rojo, portando un reluciente vestido dorado combinado con sus elegantes zapatos. No hacían falta anteojos para notar que era la mujer más encantadora de todo el salón. La dama contempla al pianista como si no hubiese visto a uno en milenios.
El agente Lockward mantiene su distancia, mientras el Agente V camina hacia la dama. A medida que se acerca, el pianista empieza a tocar una hermosa versión de Everybody Wants To Rule The World de Tears of Fear.
— Definitivamente, el piano es un instrumento con el que puedes tomar cualquier canción y convertirla en un himno solemne — comenta Spectrum, quien se para al lado de Teresa.
— Palabras más ciertas no se han dicho esta noche — responde Teresa, quien sigue con su mirada fija en el pianista — Cada sonido que emite es nostalgia pura.
— Bueno, cuando de Tears of Fear se trata, es imposible no sentir nostalgia — dice Spectrum.
— ¿Aunque sea por una época que no hayas vivido en carne propia? — pregunta Teresa.
— La música y el cine son la evidencia de que no necesitas una máquina para viajar en el tiempo.
— ¿Nos conocemos? — pregunta Teresa, quien finalmente fija su mirada en Spectrum.
— Edward White, servicios de escolta europea, para servirle. — se presenta Spectrum.
— Teresa Sadler, un placer — se presenta mientras extiende su mano — ¿Escolta dijo? ¿Estará esperando a que alguien lo contrate?
— De hecho, señorita Sadler, su padre ya lo hizo. Entiende que, tras los últimos eventos ocurridos, debería invertir un poco más en su seguridad.
— Es usted muy amable, señor White, pero no sería humano de mi parte aceptar que otro hombre arriesgue su vida por mí, después del fatal destino que sufrió mi escolta anterior. Lamento que haya tenido que venir hasta aquí, pero tendré que declinar sus servicios.
— Su posición es entendible, señorita Sadler, pero recuerde que el temor hacia una posibilidad futura, solo se alimenta de los errores pasados. Le aseguro que mi especialidad le será de gran utilidad en el porvenir.
— Muy sabias sus palabras, pero me temo que igual no puedo aceptar su propuesta. De todas formas, espero que disfrute del espectáculo tanto como nosotras.
— ¿Nosotras, dice? — pregunta Spectrum.
Teresa llama a una joven dama que andaba buscando una champaña. Una tímida chica de piel canela, cabello crespo rojizo, anteojos grandes y un modesto vestido azul.
— Señor White, le presento a Suzan Sorrento. Es como una hermana para mí.
— Un… un… un placer — se presenta la joven Suzan, tartamudeando.
— El placer es todo mío. Aprovecho esta oportunidad para presentarles a mi compañero — llama a Noel para que se acerque. — Este es el señor Lockward, es un joven bien capacitado y podrán contar con él en cualquier momento.
— Será un placer prestarles nuestros servicios, ni siquiera notarán mi presencia en su velada — comenta Noel.
— La señorita Sadler parece no estar dispuesta a aceptar nuestros servicios, una decisión perfectamente entendible. De todas formas, le dejo mi referencia por si la necesita, estaremos cerca — dice Spectrum, quien le pasa su tarjeta a Teresa.
La joven Sadler le pasa la tarjeta a su asistente Suzan, quien inmediatamente abre su teléfono y valida los datos con un software privado. La joven Suzan verifica que los datos del señor Edward White son auténticos, viendo tanto sus credenciales como oficial de seguridad, como la empresa para la cual trabaja. Suzan intercambia miradas con Teresa, haciéndole saber que aparentemente el señor White es de fiar.
— Disculpe, señor White, hoy más que nunca no podemos darnos el lujo de ser descuidadas. Espero que no me tome por una paranóica. — dice Teresa.
— Disculparse no hace falta, no esperaba menos de usted — responde Spectrum.
Finalmente, las puertas de la gran sala del teatro se abren y los espectadores van pasando a sus asientos.
— Que disfrute la función, señorita Sadler, estaré cerca — dice Spectrum.
Y así, Teresa y Suzan van caminando para entrar al gran salón. Mientras tanto, Spectrum puede escuchar a Noel en el comunicador de su oreja, quien le tiene una advertencia.
— Spectrum, detrás de ustedes hay dos sujetos que llevan más de un minuto viéndolos. Uno entrará a los asientos bajos con las chicas y el otro parece que subirá hacia los balcones.
— Si te refieres a los caballeros de traje negro y cabeza rasurada, los vi cuando me acerqué al piano. Y no son dos, son tres. Al tercero lo perdí de vista hace veinte segundos. — responde Spectrum.
— ¿Qué quieres que haga? — pregunta Lockward.
— Sube a los balcones del lado izquierdo del teatro, yo subiré por el lado derecho.
Así como lo ordena Spectrum, Noel sube las escaleras para llegar a los balcones. Avanza hasta detenerse en un pasillo con mucha menos iluminación que el resto. Se trata del camino que debe atravesar para llegar a los balcones más altos, para tener una visión completa de la sala de teatro. Mientras más se adentra al pasillo, más arropado se ve por la oscuridad. Su ritmo decrece con cada paso y su respiración se acelera. Noel nunca se consideró a sí mismo como alguien que le tema a la oscuridad, pero tras haber atestiguado los eventos de Transilvania, ya no confía en lo que puede haber en cualquier esquina. Spectrum, por su parte, puede escuchar por el comunicador cómo la respiración de su compañero se acelera.
— ¿Nervioso? — pregunta Spectrum.
— No me había sentido así desde que aprendí a nadar cuando niño — responde Lockward.
— Bien, significa que aún estás cuerdo. El miedo es importante, la sensación de peligro agudiza nuestros sentidos y nos mantiene alertas, pero si te dejas sucumbir por él, terminarás entregándote en bandeja de plata a aquello que temes. El temor a estos seres es lo que les da poder. — dice Spectrum.
— ¿Este discurso es tu idea para calmarme? — pregunta Noel.
— Si lo que deseas es relajarte, te recomiendo bajar al teatro para que disfrutes del espectáculo. Aquí te necesito despierto. — comenta Spectrum.
Noel finalmente atraviesa el pasillo completo y llega a uno de los balcones más altos del salón, afortunadamente, está desocupado. Tiene una vista bastante completa de todo el teatro; del público acomodado en sus asientos; del telón en la tarima abriéndose para comenzar el espectáculo y del Agente V, quien se ha posicionado en uno de los balcones al otro extremo derecho del salón. La función comienza con la canción “Luna”, interpretada por Alessandro Safina.
— ¿Ojos en los sospechosos? — pregunta Spectrum.
— En dos de ellos, sí — responde Lockward. — Están sentados a cuatro filas de Teresa Sadler y su asistente, están demasiado cerca.
— Enterado, sigo buscando al tercero. — dice Spectrum.
— ¿Cuáles son las probabilidades de que estos sujetos sean demonios? — pregunta Noel.
— Es un cincuenta y cincuenta, no todas las amenazas son seres del inframundo, a veces son súbditos que les sirven. Sea por estar bajo amenaza o por formar parte de algún culto satánico. — dice Spectrum.
— ¿No tienen ustedes algún aparato para ver si una persona es un demonio o algo así? — pregunta Noel.
— No, desarrollar esa tecnología es más complicado de lo que te imaginas. Por otro lado, existen patrones para poder identificarlos, como la voz, la incapacidad para pestañear o algún tic nervioso que se reproduce cada 10 segundos, pero el método más rápido es usar tu vista periférica. — explica Spectrum.
— ¿A qué te refieres? — pregunta Noel.
— ¿Nunca has tenido la sensación de percibir algo a tu alrededor con tu vista periférica y al enfocar tu mirada directamente no ves nada? — le pregunta Spectrum.
— Muchas veces.
— A menos que uno de estos seres sea lo suficientemente poderoso como para manifestar su apariencia física desde otra dimensión, el ojo humano no está capacitado para ver el aura oscura que emana un demonio, pero sí puedes percibir su presencia con tu vista periférica. — dice Spectrum.
— Gracias, ahora no podré estar tranquilo ni en mi propio apartamento — dice Noel.
— Espera, detecto algo — advierte Spectrum.
El Agente V mira entre el público que está disfrutando del espectáculo. Mientras todos contemplan el escenario de la tarima, hay uno de ellos que tiene su vista fijada en algo más. Un señor de aproximadamente cuarenta años, con la vista alzada hacia los balcones. Spectrum no tardó mucho para darse cuenta que este señor tenía su mirada fija en él. Mientras el resto del público se deleitaba con la música y la coreografía, este misterioso individuo no quitaba sus ojos del Agente V, fija, directa, sin mover un músculo y sin pestañear.
De repente, esta persona pestañea y baja su mirada de vuelta al escenario. En ese mismo instante, la mujer que está detrás de él es la que ahora fija su mirada en Spectrum, con la misma firmeza y gelidez. La señora baja su mirada y ahora quien observa a Spectrum es un joven sentado al lado. Este vuelve en sí y ahora quien mira al agente es otro señor de la fila detrás.
Desde el balcón, al otro extremo del salón, Noel puede ver cómo Spectrum se quita sus gafas negras. La primera y última vez que lo vio hacer esto, fue en Transilvania. Algo muy extraño debe estar ocurriendo como para que se quite las gafas otra vez. El agente Lockward se fija en Spectrum, pero está muy lejos como para poder ver sus ojos, ver qué tiene o tratar de entender el porqué de sus gafas negras.
— No puede ser… — susurra Spectrum, como si estuviera hablando para sí mismo.
— Spectrum, ¿qué ocurre? — pregunta Noel.
Lockward observa a Spectrum moviendo su cabeza de un lado del salón a otro, como si estuviera peinando todo con su mirada o persiguiendo a una mosca.
— Maldición, tenemos a un Transitor — dice Spectrum.
— ¿Un transitor dices? — se pregunta Noel.
— Es un demonio capaz de trasladar su conciencia hacia otro cuerpo, puede poseerlos por un tiempo y hacer cualquier cosa con ellos. — explica Spectrum, quien vuelve a ponerse sus gafas negras. — Pero esto es muy inusual, el único capaz de esto es uno de los… M****a.
— Spectrum, he perdido de vista otro de los objetivos. ¡Solo veo a uno! — le informa Noel.
— El transitor sigue en movimiento, se está acercando a… — Spectrum hace una pausa.
El Agente V vuelve a buscar entre el público, hasta fijarse en Teresa Sadler. Por su parte, la señorita Sadler está disfrutando del espectáculo, sonriendo y desconectada de la realidad, al lado de su asistente, cuando de repente, su sonrisa se disipa lentamente. Su cuello se endereza y lentamente va virando su rostro y subiendo su mirada hacia los balcones. Ahora Teresa es quien tiene su mirada fija en Spectrum, el demonio transitor ha llegado a ella.
La mirada de la joven Sadler se siente macabra, en el momento en que esta le va dando a Spectrum una pequeña sonrisa. No era una sonrisa de alegría, más bien de satisfacción burlesca. Sin darle ninguna explicación a su asistente, Teresa se pone de pie, va saliendo de entre los asientos y empieza a caminar hacia la salida del teatro.
— ¡Esto es otro intento de secuestro! ¡Ella no debe salir de aquí! — ordena el Agente V.
En ese instante, Spectrum siente el filo de una navaja rozando su cuello. Uno de los secuestradores se encuentra detrás de él. Noel se percata de esto y saca su arma para tratar de apuntarle.
— Agente Lockward, la señorita Sadler es prioridad, ve por ella. — le dice Spectrum.
— Pero, ¿qué hay de ti? — pregunta Noel.
— Yo me encargo, vete.
El agente Lockward se retira para alcanzar a la señorita Sadler, mientras que el Agente V continúa con la navaja al cuello. De la manera más rápida posible, Spectrum levanta su hombro derecho, al mismo tiempo que agarra el brazo de su atacante por donde sostiene el cuchillo y se lo pega al pecho. Su enemigo intenta zafarse, pero Spectrum lo tiene donde quiere. El agente gira y usa el brazo de su rival para apuñalarlo. El hombre ni siquiera siente dolor. Lentamente se saca a sí mismo el cuchillo, se lo lleva al otro brazo y ataca de nuevo.
Ambos forcejean, hasta que una mirilla verde se interpone entre ellos. Aparentemente, alguien les está apuntando a ambos desde el otro extremo del salón. El agente y su rival se apartan. Se tiran al pasillo y se alejan del balcón.
— ¿Noel? — pregunta Spectrum.
— ¡Voy detrás de la señorita Sadler! — le dice Lockward a través de su comunicador.
— Parece que no estamos solos. — dice el Agente V.
Spectrum se pone de pie, al igual que su enemigo. Este arremete contra él con su cuchillo. Spectrum lo despista con una de las cortinas. Golpea su mano con el codo y le tumba la navaja. Su contrincante lo ataca cuerpo a cuerpo, izquierda y derecha. Spectrum bloquea sus golpes con sus codos, sujeta uno de sus brazos y le tira al cuello, dejándolo en el suelo. El agente saca su P99, le coloca su silenciador y apuntándole a la cabeza, interroga al atacante:
— ¿Eres un satanista? ¿Quién te envía? ¿Azazel?
El atacante no pronuncia una palabra, solo mira fijamente al agente a los ojos.
— ¿De dónde sacaron a ese demonio transitor? ¿Para quién trabajan?
Guarda el mismo silencio y mantiene la misma mirada, pero esta vez, le da una ligera sonrisa, igual de macabra que la sonrisa de la señorita Sadler cuando el transitor la poseyó.
— Como quieras, no te necesito vivo para sacarte información. — dice Spectrum.
Al mismo tiempo que Spectrum dispara, el atacante sostiene su arma por el cañón. La bala atraviesa la palma de su mano, pero su cabeza logra esquivarla. Spectrum no anticipó que su enemigo tendría tal velocidad. Este le tumba su arma, por lo que Spectrum no tiene más opción que sostenerlo por la nuca. De un solo giro, le rompe el cuello.
El agente se aleja del cuerpo para recoger su arma, sin embargo, estando de espaldas, siente movimiento detrás suyo. Al darse la vuelta, puede ver al atacante recomponiendo su cuello. Lentamente se levanta, como un cuerpo que llevaba milenios dormido. Mientras se sacude el saco, Spectrum puede ver cómo el brillo de su enemigo va cambiando. Su traje y todo su cuerpo va alternando su color en escala de grises iluminados. Era como ver la fotografía de una persona en tonos negativos, cobrar vida. La poca cabellera que le queda se cae y su boca se va sellando, hasta desaparecer completamente. Sus ojos se transforman en oscuridad total, como ver a través de un agujero negro que todo lo succiona. En ese momento, Spectrum supo que esto no era un demonio común, era algo mucho peor.
El Agente V guarda su P99 a su costado y de su espalda, saca su Revólver Jacobo 45. Alterna las municiones a balas celestiales para atacar, pero su enemigo se desplaza hacia él a una velocidad extraordinaria. Con la palma abierta, golpea a Spectrum en el pecho, quien es arrojado a diez metros de distancia. Tosiendo y arrastrándose, Spectrum presiona el botón de uno de los gemelos de su camisa. Su localizador se activa y su auricular se comunica automáticamente con la Capitana Chambers.
— Jessica… — trata de recuperar aire. — Necesitaré tu asistencia.
— Enterado — responde Chambers. — Acércate a la ventana que tienes cerca y mantenlo entretenido.
Spectrum se acerca al ventanal que tiene cerca, mientras su enemigo camina hacia él con calma. Es como si estuviese disfrutando el momento. Una vez que el objetivo se asoma a la ventana, una mirilla láser roja entra por la misma.
— ¡Ahora! — ordena Spectrum.
Un disparo directo atraviesa la ventana y acierta a la cabeza del demonio, aturdiéndolo. En su interior, se escucha un conteo de tres segundos. Al finalizar el conteo, su cabeza explota en pedazos. El traje de Spectrum se ve cubierto de sangre, lo cual le incomoda bastante. Al señor Craig no le gustará esto, se dijo Spectrum a sí mismo. El Agente V se asoma por la ventana y desde uno de los tejados al cruzar la calle, alcanza a ver a la piloto Chambers, con su rifle francotirador.
— Esta es la parte en la que dices: “Gracias, Jessica. Te debo la colección de Harry Potter en Blu-ray que te prometí hace años.” — dice Chambers.
— Querida, eres una en un millón. — dice Spectrum.
En ese momento, el Agente V detecta algo extraño. El cuerpo del demonio caído reacciona. Spectrum se sorprende al ver cómo lentamente la cabeza destrozada del demonio se va regenerando. Se da cuenta que seguir luchando no tiene caso, con lo cual Jessica concuerda.
— Dany, lárgate de ahí.
Spectrum termina de romper la ventana del pasillo, saliendo hacia los tejados de Venecia bajo el resplandor de la luna.
— ¿Dónde está Noel? No lo escucho — pregunta Spectrum.
— También perdí comunicación, pero la última vez que hablamos se estaba dirigiendo a la plaza San Marcos — dice Jessica.
— La amenaza es más grave de lo que anticipamos. Si esto es a lo que nos estamos enfrentando, debo llegar a él cuanto antes.
Con extrema urgencia, el agente Lockward corre por las calles de Venecia detrás de la señorita Sadler. Entre el tumulto de personas, puede reconocer a una dama con vestido dorado, caminando recto. Avanza entre las personas como una lancha en un lago, mientras que Noel trata de seguirle el paso, como un pez escurridizo nadando entre las rocas. Puede escuchar que alguien llama el nombre de Teresa detrás suyo. Da un pequeño vistazo hacia su hombro y alcanza a ver a la asistente de Sadler, la señorita Suzan.— ¡Señorita, espere en el teatro! — le indica Noel. La señorita Suzan parece no escuchar y sigue el paso de Noel. A este punto, Noel se da cuenta que nunca podría alcanzar a Teresa entre tantas personas, por lo que decide improvisar. Gira levemente hacia su izquierda y corre hacia una de las casas. Sosteniéndose de las ventanas, el joven agente de la C.I.A. empieza a escalar. Con una sorprendente agilidad, logra subirse a los techos y continúa su persecución desde arriba. Despl
El grupo llega a una suite del Hotel Monaco & Grand Canal, donde están hospedadas Teresa y Suzan. Por fortuna, el hotel estaba relativamente cerca de la plaza San Marcos. La señorita Sadler ayuda a Spectrum a poner a Noel en la cama, cuya condición continúa empeorando. Suzan busca una toalla húmeda para colocársela en la frente al agente Lockward. Alguien toca la puerta de la habitación. Todos se ponen alerta, en especial Spectrum, quien saca su arma y la oculta en su espalda. Se acerca a la puerta y observa a través de la mirilla. Confirma que se trata del Padre Harvey. Inmediatamente, Dany le abre la puerta.— ¿Y este señor quién es? — pregunta Teresa.— Descuiden, es nuestro sacerdote — responde Spectrum.— Lo siento, vine tan rápido como pude — dice el sacerdote.— ¿Un sacerdote? ¡Un doctor es lo que necesita este muchacho! — dice Teresa.— Confíe, señorita Sadler, somos profesionales — dice Spectrum. A pesar de la confianza que muestra Spectrum en las capacidades de
A Noel le fue imposible conciliar el sueño el resto de la noche, sobre todo después de su conversación con el sacerdote, quien ya se había retirado de vuelta al Phantom. La puerta se abre y ve entrar al Agente Spectrum, vistiendo un impecable traje caqui de tres piezas, con camisa blanca y corbata azul marino, combinado con su pañuelo. Spectrum no se siente asombrado de ver que Noel ya se sienta mejor, pero sí le da curiosidad, pues según lo que había estudiado, sobrevivir a la bala de un Centinela de Thanandus tendría repercusiones mucho más severas. Al dormitorio también entran Teresa y Suzan, ambas vestidas con un estilo corporativo europeo, chaquetas azules, blusas blancas y faldas amarillas. Parecían estar uniformadas para un evento especial. Las damas se ven aliviadas al verificar la mejoría de Noel, pero a Teresa, más que nadie, le brillan los ojos de orgullo, pues el remedio que le había suministrado mostró sus resultados. — Veo que el Señor Oscuro no ha reclamado tu
La señorita Sadler y su asistente Suzan imparten una presentación de su negocio, en uno de los salones de eventos del hotel Bernini Palace en la ciudad de Florencia. Exponen la historia de la compañía, los beneficios del producto estrella y el plan de compensación para los consultores independientes, mientras mantienen una buena vibra en el ambiente con los invitados. Mientras tanto, los agentes Spectrum y Lockward vigilan todo el salón desde el balcón al fondo. Spectrum nota que Lockward ha estado inusualmente callado. — ¿En qué piensas? — pregunta Spectrum. — Pensaba en lo extraño que se sintió estar poseído por ese centinela — responde Noel. — Una parte de mí estaba levemente consciente, pero no tenía dominio de lo que hacía. Era como estar en una pesadilla. — Pero eso no fue lo único que sentiste, ¿cierto? — pregunta Spectrum, como si entendiera lo que su compañero describe. — Sentí su presencia en mí, era como montar un vehículo conducido por dos mentes — comenta
Ni hoteles ni residencias privadas. En esta ocasión, por órdenes y recomendaciones del Agente V, la señorita Sadler y Suzan se han quedado en el Phantom con la capitana Chambers y el resto del equipo, para descansar antes de su visita del día siguiente. Mientras tanto, Spectrum decide aprovechar la noche para infiltrarse en el laboratorio de Eternal en Milán. El acceso a la torre se encuentra limitado al cuerpo de seguridad y a unos pocos doctores que laboran en jornadas nocturnas. El nuevo cambio de turno en el equipo de vigilancia se haría dentro de media hora. La camioneta encargada de recoger al equipo entra al estacionamiento subterráneo y debajo de ella, se encuentra el Agente V. Una vez que la camioneta se estaciona, el agente se desmonta para adentrarse a las instalaciones. Viste un traje táctico negro, cuya visibilidad se adapta a la oscuridad del entorno, por lo que le conviene permanecer en las sombras. Porta unos zapatos con una mezcla de talco creada por su pa
Spectrum se da vuelta y se topa con una extraña persona que desconocía. Una mujer vestida con un traje de cuero negro de una sola pieza ceñido al cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, cubriendo incluso su rostro. Cabello rojo ardiente, amarrado en una cola que le llega hasta la cintura. Zapatos rojos de tacones altos y un collar plateado que le llega hasta el pecho. Una dama con curvas mejor definidas que una pista de Fórmula 1 y que proyecta una personalidad dominante. A Spectrum le tomó varios segundos percatarse de que esta misma dama le estaba apuntando con un arma justo en la cara. — Señorita, no sé si rendirme o pedirle su número — comenta Spectrum, quien no se siente para nada intimidado con su imponencia. La mujer no responde, tan sólo baja su arma y da un paso hacia atrás. Spectrum reconoce la mirilla de su arma, correspondiente a un modelo que conoce, que emite un láser verde al apuntar. — Así que fuiste tú — dice Spectrum. — La que por poco me dispara cuand
Partiendo del puerto de Génova, Spectrum y el sacerdote acompañan a Teresa y a Suzan en su inmenso yate a motor de crucero, con suficiente espacio como para celebrar una fiesta familiar latina. Son asistidos por el Capitán Phillips y su equipo de mayordomos. El brillo del océano se glorifica con el reflejo del sol y el soplo del viento es bastante agradable. Suzan se acomoda en su silla de playa, abriendo su computadora y disfrutando de un trago servido por el personal. Mientras tanto, Spectrum invita a Teresa a una de las cabinas privadas del yate, para tratar un asunto pendiente junto al sacerdote. Esta accede y acompaña al agente hacia una de las habitaciones, donde resulta que el reverendo ya los estaba esperando. El mismo se encuentra sentado en la mesa del centro, experimentando con alguna invención que despertó la curiosidad de Dany. Parecía estar manipulando un fragmento de cristal del tamaño de una tarjeta. — ¿Algo nuevo de su división, reverendo? — pregunta Spe
El agente Spectrum sube a cubierta y se dirige a la cabina del capitán, donde le acompaña el sacerdote. Una extraña neblina impide visualizar el panorama, algo inusual para el clima cálido que había hace unos minutos. Dany no tardó mucho para percatarse de algo extraño que ocurría en el mar. A medida que la neblina se va despejando por donde avanzan, se observa cómo el agua se ha tornado roja. Uno de los ayudantes del capitán se acerca al timón, con sus manos y parte de su ropa manchadas en rojo. “Es sangre”, dice el ayudante. Mientras más se despeja la neblina, mayor visión tienen para darse cuenta de que toda el agua del océano se ha convertido en sangre. A pesar de que iban a una velocidad moderada, el capitán sintió el yate más pesado. Como si el mar se hubiese vuelto más espeso y estuvieran avanzando lento. Spectrum entra a la cabina del capitán y verifica que detuvo el yate, se reúne con este para investigar lo que sucede. Suzan también entra a la cabina del capitán