La vida de Theodore Bourke ha cambiado radicalmente. Cometió errores monumentales y deberá asumir las consecuencias que estos acarrean. Ya no es el mismo joven que se dejó llevar por la rabia y la ira atacando a los que más ama, ahora ya es un hombre que será capaz de dar la vida misma solo por una persona: Fiorella Ortiz. Vive, respira, camina, despierta cada día, sigue su vida solo por ella, todo por ella; es ella quien lo mantiene sujeto a tierra, porque solo por ella respira, aunque a veces sienta que no es merecedor de tanto amor puro. Aquel día, cuando la tragedia los tocó, una parte de él murió porque siempre le va a doler no haber abierto los ojos antes y tal vez se habría evitado tanto sufrimiento innecesario hacia la Fiorella. Han sido dos veces en las que Theodore ha tenido que rescatarla, y si él tuviera que rescatarla cien millones de veces más, lo haría. Siente que fue un completo egoísta, no pensaba en otra cosa, nada más en lo que él sentía, dejándose cegar por la intriga, reconcomio y maldad de terceros, quienes aprovecharon ese punto vulnerable en él y entonces no tuvo reparos en hacer lo que él sentía, debía. Por tal razón hizo lo que hizo, buscó su venganza y la consiguió, llevándose a todo el mundo por delante. El pasado a veces no perdona y este le cobrará a Theodore una vida inocente y durante ese proceso de dolor otros sufrirán mucho más. Él aprenderá de la peor manera y en carne propia que uno mismo se forja su destino. Algunas veces la vida nos obliga a caer al vacío para que aprendamos a volar y entonces nos damos cuenta de que tenemos dos opciones: caemos o volamos.
Leer másEn la sala de parto todo era surrealista y se mostraba en colores vivos y muy brillosos, habían transcurrido cinco horas ya, las horas eran lentas aun así mantenía la calma, por mí, por el bebé y por Theo.El cuello uterino se había dilatado tan solo cuatro centímetros, faltaban diez más para que mi niño pudiera salir. Las contracciones iban incrementando y el desespero en mi esposo igual aunque, no dejaba de hablarme, sonreírme, infundirme ánimos y mucho menos de regalarme besos sin importarle lo sudada que me encontraba.Seis horas más en labor de parto y Aleix llegó al mundo, apenas salió de mí cuerpo lo colocaron en mi pecho, lloré sin parar al verlo frente a mis ojos, es una emoción a la que no logro darle explicación, salvo las palabras: extraordinario milagro, y mi esposo en mi hombro, lloraba cargado de emoción tanto como yo.—T'estimo amor meu bienvenido al mundo —fueron mis primeras palabras para mi hijo recién nacido, las primeras fueron en catalán "te amo amor mío".—Hola b
FiorellaAño y medio después.¿Se puede ser feliz?Por supuesto que sí, siempre y cuando tú te lo permitas.Estoy de pie en la entrada de la puerta a nuestro hogar, en donde al parecer hubo una batalla campal sin dar tregua ni descanso posible, con las manos reposando en la cintura me debato en dos acciones, si recoger la juguetera esparcida por todo el piso o hacer empeño en que nuestros hijos recojan ellos mismos semejante desorden que han provocado, aunque el principal responsable es él, mi cielo más hermoso, Theodore, es él quien los provoca e incita al desorden. Da la impresión que retrocedió en el tiempo, parece un crió más cuando es perseguido por los niños mientras juegan. Lily, ya tiene dos años y nueve meses, es muy conversadora, cosa que no me extraña porque casi a diario comparte con sus dos primas mayores; Andrew, con dos añitos y un mes aprendió a caminar un poco tarde, era bastante flojo mi niño, pero cuando por fin dio los primeros pasitos nadie lo detuvo y desde que a
Siempre se ha dicho que ver a la novia antes de la ceremonia es de mala suerte. Me importó muy poco, debía ser yo quien guiara a mi mujer hasta aquel bosque y así sería, por otro lado ella y yo habíamos vivido momentos terribles el tiempo que llevábamos juntos así que a esas alturas de la vida, esta ya nos había cobrado lo suficiente.Llegado el momento cuando la vi con su vestido de novia se me secó la garganta; sin pestañar la vi largo rato, la supuesta mala suerte por verla antes se podía ir a la mierda.¿Podría amarla mucho más? Si, eternamentePara llegar a Hallerbos el mágico bosque azul, era en tren. Resultó divertido colocar un vendaje en los ojos de mi amor y guiarla a cada rato paso a paso. La gente nos miraba curiosos y sonreían al ver mis intenciones. Abordamos el tren, el cual tardaría unos veinte minutos aproximadamente en llegar. Frotaba mis manos con excitación, ansioso por lo que nos esperaba. Los niños estaban con sus abuelas en los puestos delanteros y Arlet me sorp
Dentro de cuatro días partiríamos a Bélgica. Nuestros padres ya se encontraban allá, agilizando algunos inconvenientes y detalles del lugar en vista de que el bosque azul es resguardado como un gran tesoro, obtener los permisos para realizar la ceremonia allí nos había costado, pero gracias a que mi padre tiene numerosas amistades logramos que nos concedieran al menos dos horas. Ansiaba ver el rostro de Fiorella cuando se diera cuenta del lugar que escogí para terminar de sellar nuestra relación como esposos.Eran un poco mas de mediodía, y nos preparábamos para salir, queríamos darle un paseo a nuestro hijo y el día se encontraba soleado con un clima agradable. Decidimos ir al Boston Common, un parque bastante amplio en el centro de Boston. Conducía por las calles de la ciudad que me vio nacer, con mi familia acompañándome. Andrew, sentado en la parte trasera resguardado en su silla jugaba con un pequeño coche de peluche en sus manos. Fiorella, no dejaba de mirarme, le di una rápida
—Familia, los reunimos esta noche porque queríamos compartirles una gran noticia. Como todos saben, hace un poco más de dos meses, tuvimos una lamentable pérdida, vivimos la peor pesadilla de nuestras vidas como pareja, nos separaron forzosamente por varias semanas, semanas que para Fiorella y para mí nos marcaron el corazón, ella perdió a nuestro bebé y yo casi la pierdo a ella, me habría vuelto loco y hoy no estaría aquí con ustedes si ella no estuviera respirando a mi lado. La vida nos da unas lecciones tremendamente fuertes, a unos más que otros, aun así no debemos decaer, aun así debemos continuar luchando por encontrar la felicidad, no perder ni un ápice de esperanza. Cometí errores, sufrí las consecuencias de estos y pagué con creces, por eso me siento profundamente bendecido y estoy agradecido con la vida, por ella —me giré a verla, me miraba con esos ojos marrones saturados de lágrimas —y por ella siempre buscaré las mil maneras de verla sonreír, por eso cuando cayó en esos
Cuando ella, mi luz de amor, mi Fiorella quedó embarazada tuve otra percepción de lo que implicaba convertirme en el padre de un ser y de un ángel tan puro como lo sería su madre, ella quien con las pulsaciones de sus latidos en cada beso que me regala era lo mejor de mi vida.Cuando nos dieron la inesperada y repentina noticia no tuve la mejor reacción que se supone un padre debería tener al enterarse de tan extraordinario y nuevo acontecimiento, no lo hice entonces porque mi estado de vulnerabilidad por ella con nuestro hijo en su vientre aumentaba el doble de riesgo para ellos, y ese temor opacó por completo la felicidad del momento tras enterarnos de la buena nueva porqué tuve un mal palpito con nuestro pequeño, en ese momento si las cosas hubiesen sido de otra manera habría gritado como loco de felicidad extrema y absoluta, pero el miedo por unos segundos detuvo la dicha de la majestuosa noticia, para mi desgracia, estuve en lo cierto, mi pesadilla se hizo realidad el día que
—Momento Kodak —sonrió con ternura, Fiore. Miranda terminó su abrazo de apoyo, y le habló a su hija.—He tenido incontables momentos de esos gracias a ti hija.Fiorella se aproximó hasta nosotros recién duchada, aunque se secó gran parte de su cabellera, algunos cabellos lucían algo húmedos.—¿Ya desayunaron? —preguntó estirándose un poco.—Solo café, esperábamos por la bella durmiente —le respondí, guiñándole un ojo. Miranda se fue a la cocina para verificar que el desayuno estuviera listo.—Oye. Hoy debías ir a la oficina. ¿Por qué no te has ido a trabajar? Son más de las ocho —dijo en tono serio —Si es por lo de anoche, estoy bien, en serio, no es necesario que te quedes a cuidarme —expresó decaída, la jalé hasta mi para besar su frente. —No es por ese motivo que estoy en casa. ¿Acaso no puedo tomarme un día de flojera junto a mi mujer?—¿Hoy es día de flojera? Creí que eran los domingos.Le tomé el mentón y la besé, adoraba su boca, la forma de esta y la manera como ella se deja
Nos habíamos mudado a un pent-house suficientemente cómodo cerca del edificio donde vivían mis padres. Mi familia nos visitaba regularmente, trataban de ayudarnos en lo posible, a su manera porque también querían darnos espacio.Decidí trabajar un par de horas desde una oficina en casa, y uno que otro día desde la sede en Boston, lo hacía porque pese a todo necesitaba despejar la mente o el mismo psiquiatra que ahora trataba a mi mujer lo haría conmigo.Nicholas se quedó a cargo de la sede en Alemania, confiábamos plenamente en él y Sojhar lo ayudaba en lo que podía mientras estuvimos en España, luego que regresaron de su luna de miel sintieron mucho al enterarse de lo sucedido y no nos dejaron ni un solo día solos.Noté el fax que envió Ernest en la máquina de este pero no tuve ganas de leerlo. Subí a la recámara puesto que era hora de la cena y de nuevo intentaba persuadir a mi amor para que comiera.Ingresé a la alcoba y allí estaba, sentada sobre el alfeizar de la ventana con su
—¿No quieres comer algo? —insistió por tercera vez mi hermano. Negué.—Solo quiero estar con ella.—Bien.***Abrí la puerta con el corazón latiendo aceleradamente, Miranda se encontraba allí leyéndole un libro, sentada cerca a la cama, se levantó y me sonrió para abandonar la habitación. Las manos me temblaban sin parar y apreté estas para tratar de controlarlas. Avancé cuidadosamente paso a paso, me costaba tragar.Mi hermosa mujer estaba tranquila, con esos ojitos marrones cerrados que tanto amaba, sus pestañas se veían más largas que nunca y su cabello estaba recogido de medio lado. Tenía una vía que le suministraba el medicamento gota a gota, le acaricié una de sus mejillas notando que ya había recuperado un poco de color, me acerqué para besar por algunos segundos su frente. Ocupé la silla en la que había estado Miranda y le sostuve su mano derecha.—Hola mi amor. Te necesito tanto...han sido casi cuatro semanas en las que no he podido respirar sin ti, han sido los días más terr