—Firma estos papeles —espetó Aaron Greene, su marido, ella arrugó el gesto, confusa, levantó la vista y miró a aquella mujer ahí, tragó saliva la conocía bien del día de la boda, ella estuvo ahí, era la novia a quien ella reemplazó por orden de la difunta Dakota Greene Bermalt, bajó la mirada y tomó el documento, de pronto al leerlo se turbó
«Acuerdo de divorcio» Lana sintió que sus manos temblaban, alzó la vista y lo miró con desconcierto
—Esto es…
—Sí, Lana, esto es el divorcio, me estoy deshaciendo al fin de ti, mi madre está muerta, ayer fue su entierro, pero no pienses que aún te tendré a mi lado, no cuando por fin, puedo estar con la única mujer que amo —Aaron alzó la mano y Lilian Paz tomó la suya, mientras sonreía con un gesto de felicidad absoluta, ella bajó la mirada, pocas veces en su vida había sentido tal sensación de ser humillada, pero debía reconocer, que así era la vida.
Aaron Greene nunca la amó, ella solo entró a su vida como si fuera un polizonte entrando a un barco, irrumpiendo sin consideración, porque Dakota la compró a su madre con la miseria a cuestas, y la obligó a casarse con ese hombre cruel que siempre la detestó, si la boda fue todo un infierno, la luna de miel y el resto de esos tres meses fueron por demás patéticos, incluso si ella se negaba a firmar esa acta de divorcio, él bien podría anular su matrimonio, pues nunca fue la mujer de Aaron Greene
—¿Qué esperas? ¿Por qué no firmas? ¡Firma ya! —exclamó Lilian mientras se atrevía a chasquear sus dedos como si aquello fuera una orden de una reina.
Lana la miró con rabia, sintió un coraje en su alma, odiaba a esa mujer, ella solo era la amante de Aaron Greene, y ahora supo que nunca salió de sus vidas, por eso, sin importar los esfuerzos de Lana, Aaron Greene nunca la quiso
—¿Eso es lo que quieres, Aaron Greene?
Él levantó la mirada y la vio con ojos pequeños
—Sal, Lilian.
—Pero…
—¡Sal! —exclamó Aaron y Lilian tuvo que bajar la vista y tuvo que aceptarlo
Aaron Greene clavó su mirada azul celeste en ella, y Lana sintió que temblaba
—¿Quién te crees que eres para preguntar por mis deseos? —exclamó caminando hacia ella, Lana alzó la vista, y sintió su cercanía, ella tuvo que dar un traspié, para evitar enfrentarlo
—Yo…
—Tú realmente has sido una piedra en mi camino, ¿Lo olvidas? ¿Olvidaste como llegaste a mí? —exclamó como un reproche, ella lo sabía muy bien, pero no era tanto su culpa como la de él, y de su madre
—No soy culpable, ¿Sabe usted como llegué yo aquí?
—¡A mí no me importa! —espetó con rabia—. De ti solo me importa mi libertad, y sí crees que tienes solo una oportunidad para entrometerte entre mis planes, ¡Juro que acabaré contigo! —exclamó con un puño de rabia formado entre sus manos, ella sintió un escalofrío que recorría su piel y lo miró con dolor
—¡Lo sé muy bien! ¡Nadie puede oponerse al señor Aaron Greene! Bien, tampoco pensaba hacerlo, porque para mí este matrimonio ¡También ha sido el peor de los calvarios! Para que lo sepa nunca lo he amado, ¡Yo solo lo toleraba! —gritó como si fuera una loca, como si hubiese al fin recuperado su voz robada
Él abrió los ojos impactados ante sus palabras, esa mujer que siempre creyó invisible ante su mirada, a la que creyó una simple oportunista, sumisa y desapercibida, ahora parecía una fiera liberada, una mujer indomable, sonrió con algo de cinismo
—¡Bravo! —dijo aplaudiendo—. Así que muerta la rabia, ahora por fin sacaste las garras, claro, como mi madre está muerta, ahora sabes que, si no te defiendes con tus propias uñas, nadie más lo hará, ¿Qué quieres para firmar el maldito divorcio? —exclamó furioso, Lana sintió que podía echarse a llorar de miedo, pero tragó saliva y levantó la mirada, sin bajarla ante él, esta vez ya no sería la típica chica sumisa ante sus necesidades, ya no se doblegaría ante él, ni ante nadie, estaba agotada de ser una mujer víctima, a la que vendieron al mejor postor, a la que podían golpear, gritar y maltratar, ¿Por qué solo debía aceptar ese destino? Después de todo, después de Aaron Greene, solo podría tener la libertad, y eso era mejor que respirar el mismo aire que ese hombre
—No quiero nada, de usted no quiero absolutamente nada, ni hoy, ni nunca, pero solo firmaré, si puedo irme de aquí, por mi propio pie, y ser libre de todos y sobre todo de usted.
Aaron arrugó el gesto confuso, no esperaba semejante proposición
—¿Libre de mí? —él lanzó una carcajada que resonó por la habitación—. Tú siempre has sido libre de mí, ¡Jamás te he querido, ni te querré en mi vida! Incluso que te vayas de mi vista para siempre, es lo que más deseo, espero no volver a ver tu rostro de mustia nunca más.
Ella le miró con rabia y asintió despacio
—Sí es así, entonces, no se angustie, señor Greene, que nunca volverá a verme —ella tomó el bolígrafo, y firmó aquella acta de divorcio, él la miró hacerlo, sostenía el bolígrafo con un gran temple, como si nada en la vida le importara más, luego de firmar, dejó el bolígrafo en la mesa
—¿Eso es todo? ¿Puedo largarme de una vez?
Aaron bajó la mirada y de la carpeta tomó un cheque, se lo extendió hacia sus manos
—Toma.
Ella lo tomó
—¿Qué es esto? —preguntó irresoluta, era un millón de euros
—Dinero, no creas que soy tan desgraciado, no quiero que nadie afuera diga que soy un desalmado, y que dejé a mi ex esposa sin dinero y en la calle.
Ella le miró con ojos pequeños, y de pronto hizo una mueca sarcástica que le pareció fría como hielo, sus mejillas eran regordetas y su sonrisa era dulce, como la de una niña, incluso cuando quería tener un aire de malicia, tenía pecas sobre sus mejillas y el cabello de un color pelirrojo casi anaranjado, rizado
—Ser un desalmado es un sinónimo de usted, no podrá escapar de eso, pero déjeme le digo algo, ahora que no somos nada, yo no quiero dinero de usted, no quiero de usted, ni los buenos días —ella rompió el cheque ante sus ojos, sorprendiéndolo
—¡¿Qué haces, niña?! ¡Te has vuelto loca! —exclamó Aaron, observando como lanzaba al suelo los pedazos del cheque
—Sí, usted no lo notó nunca, pero esa soy yo, Lana Randle, la loca —sentenció con mofa—. Pero, está loca, ahora es libre de usted, adiós, querido esposo.
Lana dio la media vuelta, tomó la valija que la propia Lilian le había preparado y salió a toda prisa, escuchando como la mujer le gritaba insultos, diciendo que nunca volviera
«Claro que no quiero volver, claro que nunca jamás quiero volver» mientras Lana caminaba alejándose de los jardines de esa mansión recordaba que, a pesar de todo, mientras vivió ahí, imaginaba que en algún momento su esposo la amaría, que vería a sus hijos crecer y correr en aquellos jardines, que sería feliz, luego de tanto sufrir, pero ahora esos sueños estaban muertos.
Miró por última vez a la ventana del gran salón y se sorprendió de ver que Aaron Greene la miraba irse desde la ventana, pero pronto vio la silueta de Lilian Paz abrazándose a él
—Adiós, Aaron Greene, adiós ex esposo —dijo con voz apagada, mientras se alejaba de ese lugar.
Lana caminaba por el pueblo, llevando su valija, no sabía a donde iría, ni que destino le esperaba, pero algo tenía claro, no quería volver a casa, nunca quería volver al lado de su irresponsable madre, ni de sus crueles hermanos, que sin contemplaciones la habían vendido a Dakota Greene, como si ella fuera un caballo o un cerdo al matadero, su vida era triste, eran muy pobres, tanto que casi nunca tenían para comer, sus hermanos eran solo unos delincuentes que robaban aquí y allá, cualquier cosa para comer, para sobrevivir, pero cuando al fin Lana fue mayor, sin contemplaciones buscaron a quien venderla, a veces Lana se alegraba de haber encontrado a Dakota, porque de no ser vendida a ella, pudo acabar como una prostituta, se sentó esperando el tren, iba a comprar un boleto, apenas tenía algo de dinero, cuando bajó la mirada, y recordó aquel día en que fue su boda«Flashback:Tres meses antes—¡Vamos niña, muévete! —exclamó Dakota, caminando a toda prisaLana llevaba ese vestido que
Lana dejó sus pensamientos atrás cuando el sonido de aquellos berridos llamó su atención, cuando observó miró a tres chicos que golpeaban a un hombre y lo dejaban tendido sobre el suelo, robándose su cartera—¡Ladrones! —gritó la chica y los hizo correr con rapidez por las vías del tren perdiéndose de su vista, ella se acercó y miró a aquel hombre, estaba tan malherido que le causó lástima, debía tener algunos cincuenta años, y su imagen le recordó a su padre, que murió diez años atrás, ella intentó ayudarlo, hasta que poco a poco el hombre recuperó la conciencia y la miró—¿Un ángel? ¡Ay, no! ¿Me morí?—No, está herido, lo asaltaron, ¿Cómo se siente?—¡Ay! —el hombre se quejó amargo, olía a viejo alcohol, y se levantó con ayuda de esa jovencita—Ah, no te preocupes, solo son unos golpes que me merezco por ser un borracho.—No diga eso —dijo Lana con rapidez—. Nadie merece ser herido.—Debo ir a Santana, ahí tengo mi casa y mi clínica, quién me manda a venir a Ovyu —dijo el hombre, am
«Aaron soñaba que caminaba descalzo por la playa, no sabía en donde estaba, pero el cielo parecía cubierto de un atardecer rojizo, la arena era de un dorado, y era un lugar que no conocía, de pronto vio a su madre, detenida, se acercó a ella con tal rapidez, como si no pudiera recordar nada—¡Madre! Estás aquí, ¡Volviste! —dijo y se arrojó a sus brazos como si fuera un niño pequeño en busca de un consuelo, su madre lo sostuvo u tiempo entre sus brazos y luego lo apartó sosteniendo su rostro entre sus manos—Cariño, ya debes volver —dijo ella y él no entendió —Perdóname, madre, fui muy grosero contigo, yo…Ella siseó con ternura en sus ojos, y él sintió paz —Está bien, cariño, no importa, debes volver, promete que serás fuerte, promete que lo harás bien.Aaron no pudo decir nada, porque de pronto, todo se volvió penumbras para él»—¡Ayuda! —exclamó asustado, moviéndose con rapidez, sentía dolor en todo su cuerpo, se sentía tan exhausto, pero no veía nada, y sabía que debía estar desp
Tres años después.Lana salió del quirófano, hacia el cuarto de enfermeras de descanso, se quitó la ropa médica, y se lavó las manos, desinfectándolas, miró el reloj, casi finalizaba su turno, estaba tan agotada, no había dormido bien los últimos días—Buen trabajo —dijo el doctor Pereyra y no dudó en acercarse a Lana—. Lana, te llevo a casa.—No, gracias, doctor, no es necesario.—¡Doctor! —exclamó la señorita Dean con una voz alarmante—. ¡Llegaron pacientes heridos, uno de gravedad! Necesita cirugía.El doctor Pereyra abandonó todo lo que hacía y salieron de prisa.Lana siguió en lo suyo, dispuesta a irse.Caminó por el pasillo, observando como llevaban al paciente más grave a urgencias, donde el doctor Pereyra ingresaba para operar, luego vio por el otro pasillo a dos hombres ser trasladados, de pronto se quedó detenida, como congelada—¿Qué pasa? ¿Nos vamos? —exclamó su amiga MelanieLana se quedó pensativa, como si tuviera un mal presentimiento, pero luego aceptó, salieron del ho
Lana caminaba de prisa y cuando estuvo a punto de llegar, miró a dos guardias delante de la puerta de la habitación vip, aquella habitación era especial, solo los pacientes más acaudalados económicamente podrían tener acceso a ese lugar, y eran los primeros en ser atendidos. Ella se detuvo para echar un vistazo al estado clínico«Paciente de treinta y dos años, con ceguera total, lesión superficial por instrumento punzocortante en accidente automovilístico y herida superficial en la frente» De pronto, leyó el nombre del paciente y sintió un vértigo que la hizo sostenerse de la pared, haciendo caer el expediente al suelo, provocando las miradas intrigantes de los guardias, sintió que su mundo colapsaba, que estaba a merced de un descontrol emocional«¡Dios mío! No puede ser» pensó tan impactada, sintió que sus manos temblaban de estuporLana se apuró en levantar de nuevo el expediente y volver a leer el nombre del paciente, ¿Acaso podría ser un homónimo? No podía creerlo, ¿Cuántos Aar
—¿Qué pasa, querida? Sé que estás ahí, puedo oler tu perfume de rosas, puedo sentir tu respiración tan irregular, ¿Acaso me tienes miedo, Lana? —preguntó con una mofa en su voz y su actitud que no le pasó desapercibida, estaba convencido de que ella temía de él, pero le agradaba el pensarlo, la recordó bien, antes, cuando solo era una niña asustada siempre frente a él, recordó aquel beso en la noche de bodas, eso volvió a su mente sin poder evitarlo y le pareció que de todos sus recuerdos con ella, ese era el mejor de todos. Ella le miró tan impactada, tragó saliva —Debo curarlo, por favor, déjeme hacer mi trabajo —sentenció como si estuviera desesperada Aaron sonrió con algo de maldad, ella pudo verla reflejada en su rostro, pero no pudo huir de él —Dime, ¿Estás feliz de verme así? ¿Estás contenta de verme destruido? ¡De verme como un miserable! —gritó tan fuerte que Lana sintió terror, se alejó unos pasos y de pronto tocaron a la puerta y entraron —Buenos días, señor Greene, soy
Lana se soltó de su agarre con ímpetu, aún tenía la mirada perpleja ante su petición—¡¿Qué dice?! ¿Acaso se escuchó? ¡Yo no vuelvo con usted, jamás! Nunca volvería a ser su ave de presa, así que no vuelva a hacerme propuestas absurdas.—Todo tiene un precio, Lana, mi madre te llegó al precio tiempo atrás, pero incluso si ahora te cotizas muy caro, estoy seguro de que puedo pagar por él.Ella se acercó a él, de verdad quería golpearlo, pero no podría, él solo era ahora un hombre discapacitado, ella no podía hacer algo así, y faltar a su ética profesional, le miró severa, con ojos bien pequeños—Yo no tengo ningún precio, sepa de una vez, soy una enfermera profesional, soy una mujer independiente, tengo mi propio hogar, mi propio dinero, yo no nece
Lana estaba al lado de Terry, habían degustado un helado de fresa y miraban el precioso día, sintiendo la brisa marina sobre sus cabellos —¿Qué harás ahora? —Buscar trabajo, nunca he tenido miedo de hacerlo, sé que lo conseguiré. Terry sonrió —Lo harás, sé que lo harás bien. —No me dijiste a que te dedicas. —Bueno, soy ingeniero agrónomo, he estado trabajando en una exportadora, y me va muy bien —de pronto él tomó su mano y miró sus ojos—. No te preocupes por nada, Lana, yo estoy aquí, incluso, si necesitas dinero, yo puedo prestarte. Ella se alejó de pronto, y sonrió —No, claro que no, recién nos conocemos, y yo no quiero que pienses que soy una aprovechada o algo por el estilo. —Nunca lo pensaría, de verdad, lo veo en tus ojos, sé que no eres mala, de hecho, creo que eres la persona más buena que he conocido en toda mi vida. Ella bajó la mirada con un rubor que cubría sus mejillas —Debo irme, se hace tarde, y debo comenzar a arreglar todo, porque mañana buscaré un trabajo.