Lana se soltó de su agarre con ímpetu, aún tenía la mirada perpleja ante su petición
—¡¿Qué dice?! ¿Acaso se escuchó? ¡Yo no vuelvo con usted, jamás! Nunca volvería a ser su ave de presa, así que no vuelva a hacerme propuestas absurdas.
—Todo tiene un precio, Lana, mi madre te llegó al precio tiempo atrás, pero incluso si ahora te cotizas muy caro, estoy seguro de que puedo pagar por él.
Ella se acercó a él, de verdad quería golpearlo, pero no podría, él solo era ahora un hombre discapacitado, ella no podía hacer algo así, y faltar a su ética profesional, le miró severa, con ojos bien pequeños
—Yo no tengo ningún precio, sepa de una vez, soy una enfermera profesional, soy una mujer independiente, tengo mi propio hogar, mi propio dinero, yo no nece
Lana estaba al lado de Terry, habían degustado un helado de fresa y miraban el precioso día, sintiendo la brisa marina sobre sus cabellos —¿Qué harás ahora? —Buscar trabajo, nunca he tenido miedo de hacerlo, sé que lo conseguiré. Terry sonrió —Lo harás, sé que lo harás bien. —No me dijiste a que te dedicas. —Bueno, soy ingeniero agrónomo, he estado trabajando en una exportadora, y me va muy bien —de pronto él tomó su mano y miró sus ojos—. No te preocupes por nada, Lana, yo estoy aquí, incluso, si necesitas dinero, yo puedo prestarte. Ella se alejó de pronto, y sonrió —No, claro que no, recién nos conocemos, y yo no quiero que pienses que soy una aprovechada o algo por el estilo. —Nunca lo pensaría, de verdad, lo veo en tus ojos, sé que no eres mala, de hecho, creo que eres la persona más buena que he conocido en toda mi vida. Ella bajó la mirada con un rubor que cubría sus mejillas —Debo irme, se hace tarde, y debo comenzar a arreglar todo, porque mañana buscaré un trabajo.
Damiana esperaba en la camioneta, tenía el aire acondicionado para refrescarse, música, pero veía por la ventana a Alex Donovan, que platicaba con unos tipos en una zona del pueblo bastante pobre, ella solo los miraba intrigada Alex observaba a Mauro, que era el hermano mediano de Lana Randle —¿Y entonces su hermana no los visita? —¡Esa ingrata! Casi nunca, pero cada mes envía plata para mamá, eso sí, muy puntual, no creas que una gran cantidad, pero sí son buenos euros, ¿Y ahora? ¿Por qué te interesa tanto mi hermanita? No me digas que al señor Greene de nuevo le ha interesado. —En realidad, no lo sé, Mauro, parece que se la encontró, y de algún modo le despertó algo de interés. —¿Y cómo la vio? ¿Qué no está ciego? —dijo Mauro y junto a su hermano mayor Archibald, se empezaron a reír, pero Alex los miró con ojos pequeños y tuvieron que callarse —Bueno, basta, el patrón solo quería saber si la chica estaba bien. —Pues sí, eh, parece que sí. —¿Y no tiene algún noviecillo que le
Damiana le contaba todo a Alex Donovan, sobre la actitud de su hermano al despertar —Actuaba como un loco, más loco que nunca. Larissa la miraba enojada —Deja de hablar así de nuestro hermano. —¡Tú, cállate, mojigata! Larissa bajó la mirada al escuchar como la llamaba y delante de Alex Donovan, por quien Larissa siempre había sentido respeto y admiración. —Ahí viene su hermano. —¡Alex! —Aquí estoy, Aaron. —Vámonos. —¿A dónde van? —cuestionó Damiana —¡Qué te importa! —exclamó Aaron con fastidio y Damiana lo miró enojada. Lana se dirigía al consultorio del doctor Pereyra, él la llamó hace unas horas, pidiendo poder hablar de una propuesta laboral, y también para explicar lo sucedido, aunque ella titubeó, al final decidió hacerlo, necesitaba una carta de recomendación para el trabajo. Cuando llegó, la asistente del doctor, le dijo que podía pasar al consultorio, que él la estaba esperando y ella ya se iba a comer, ella la vio irse, y tocó la puerta —Adelante —dijo el hombre,
Mauro y Archi corrieron a toda prisa, huyendo de Aaron Greene, sabían que ese hombre tenía mucha gente a su mando, y, además, tenía mucho dinero y poder en el pueblo, nadie era más poderoso que ese hombre. Cuando al fin llegaron a la casa, entraron desesperados, su madre Doria los vio con recelo —¡¿Qué es lo que hacen, demonios?! —sentenció al verlos tan desesperados—. Qué bueno que vuelven, hablé con su hermana Lana, me llamó a casa de la vecina, y me dijo que me envió un dinero, y ¡Ustedes ni siquiera me han comprado un poco de carne para comer! Lana también dijo que mañana vendrá a visitarme, y me traerá algo más de dinero —exclamó con ilusión —¡Basta, madre! Tenemos problemas. Dori los miró aturdida, y cuando los vio pálidos, supo que algo malo estaba sucediendo —¡¿Qué hicieron?! —exclamó Ellos se miraron dudosos de si debían contarle todo, pero no tenían más remedio —Es que, Aaron Greene nos persigue, le debemos mucho dinero. Doria los miró con tal miedo, abriendo grandes
Lana y Terry iban en autobús al pueblo, quedaba apenas a una hora en auto de Ovyu, era un pueblo bastante colorido y tranquilo, con vista a la playa llanera, al llegar, bajaron en la terminal y Lana lo dirigió a su casa, mucha gente le brindó sus saludos, al verla de vuelta —Parece que todos te conocen. Lana asintió, de pronto se detuvo abrupto —Hay algo que debo contarte —dijo ella —Cuéntame. —Bueno, no sé si eso podría no gustarte. Él arrugó el gesto con algo de preocupación —Dime lo que sea, por favor. —Yo… estuve casada. Los ojos de Terry se abrieron enormes, ella pudo ver la decepción y el coraje dibujados en su rostro y su mandíbula tan apretada —¿Te molesta? Él eludió su mirada y su mano se puso en un puño rabioso que intentaba contener —¿Por qué no me lo dijiste, Lana? —Ahora soy libre, soy una mujer libre. —Pero… ¡Fuiste de otro! —exclamó con furia, sus ojos azules eran tan severos y se habían oscurecidos, ella sintió temor y de pronto, sintió como su mano la tom
Archi tenía ojos enormes solo de ver a ese hombre en el suelo, Terry estaba ahí, con sangre sobre la cabeza, tendido, e inmóvil, Mauro dio un paso atrás sollozando asustado, temeroso de saber lo que había hecho, no por arrepentimiento, si no por temor a ir a prisión—¡Ahora sí, iré a prisión de por vida! Yo no quería, no quería, pero tuve miedo —exclamó Mauro justificándose, tocándose el cabello con desespero y terror—¡Cállate, m*****a sea, Mauro! Mira lo que haces, lo arruinaste todo —gritó Archi al ver semejante escena—¡Nunca nos hubiese dejado en paz! Estaba obsesionado con Lana, tú pudiste escucharlo.Archi le hizo una señal para que se callara y se controlara, porque Mauro era demasiado temperamental y arrebatado—¿Está vivo? —exclamó MauroArchi no lo sabía—No lo sé, pero no lo tocaré, no lo haré, ¡No quiero saberlo! —exclamó con miedoDe pronto, Mauro comenzó a empujarlo con fuerza, con sus piernas y brazos—Pero, ¡¿Qué haces!? —exclamó atónito—¡Desapareciendo la evidencia,
Lana lloraba y suplicaba, estaba de rodillas ante su madre, pero ella era tan fría como un tempano de hielo, la mujer ni siquiera la veía, ni siquiera la compadecía, esa mujer no parecía madre, era como una hiena —¡Por favor, madre! ¡Por favor! Te lo suplico, déjame volver a Ovyu, te juro que conseguiré el dinero, pero no dejes que mis hermanos me lleven con el señor Greene, ¡Madre, por favor, apiádate de mí! —exclamaba con el rostro cubierto de lágrimas, pero la mujer no decía nada, era como si ninguna lágrima o palabra pudieran entrar adentro de su duro corazón de piedra —¡Eres mala, madre! Eres cruel, no debes ser una madre, debe haber un lugar en el infierno para las madres como tú, nunca voy a volver a tenerte piedad, ni amor, por ti, a partir de hoy, haré como si hubieses muerto. De pronto, Lana recibió una fuerte bofetada y la miró con coraje —¡Irás con Aaron Greene, porque tus hermanos serán salvados! Y así tú serás cuidada por un buen hombre, y dejarás de entrometerte con
—¡Él único corazón de piedra aquí es el suyo, Aaron Greene! Obligándome a ser su esposa de nuevo, pero no lo seré, ¡No lo haré! —exclamó ella con voz firme Aaron Greene dio un paso atrás y tragó saliva, su mirada era ausente —Bien, no te obligaré a ser mi esposa —dijo con voz ronca—. No te equivoques, no soy tan ruin, pensé que quizás, aún querrías serlo, pero ya que te niegas, entonces, te dejaré ser mi enfermera y asistente personal. Ella arrugó el gesto, tan confusa del cambio de reglas por parte de ese hombre al que consideraba igual que un demonio cruel —¡¿Qué?! ¿Acaso puedo negarme? —preguntó con ironía —Bueno, un no por respuesta, no es una opción para ti, pero decir que sí, es tu mejor respuesta —dijo con una sonrisa cínica en su rostro que ella odió—. Tendrás un buen pago, y la seguridad de tus hermanos garantizada. —Eres tan desgraciado, Aaron Greene, nunca seré tu esposa, y debes saber, solo estoy aquí forzada, porque si pudiera, me largaría —exclamó con rencor, mirand