Lana caminaba de prisa y cuando estuvo a punto de llegar, miró a dos guardias delante de la puerta de la habitación vip, aquella habitación era especial, solo los pacientes más acaudalados económicamente podrían tener acceso a ese lugar, y eran los primeros en ser atendidos. Ella se detuvo para echar un vistazo al estado clínico
«Paciente de treinta y dos años, con ceguera total, lesión superficial por instrumento punzocortante en accidente automovilístico y herida superficial en la frente»
De pronto, leyó el nombre del paciente y sintió un vértigo que la hizo sostenerse de la pared, haciendo caer el expediente al suelo, provocando las miradas intrigantes de los guardias, sintió que su mundo colapsaba, que estaba a merced de un descontrol emocional
«¡Dios mío! No puede ser» pensó tan impactada, sintió que sus manos temblaban de estupor
Lana se apuró en levantar de nuevo el expediente y volver a leer el nombre del paciente, ¿Acaso podría ser un homónimo? No podía creerlo, ¿Cuántos Aaron Greene podría haber en el Mediterráneo y en Esla? Su respiración se volvió irregular, ¡Era él! Y estuvo casi segura, de pronto tomó el expediente con fuerza, incluso estuvo a punto de volver, pero no lo haría, si era él o no, ya no importaba
«Aaron Greene no tiene nada más que ver en mi vida, y yo no tengo nada que ver con la suya, incluso si es él, eso no me importaría» pensó, excepto al saber que estaba ciego, ella no entendía nada, se apuró a entrar y un guardia abrió la puerta de la habitación dejándola entrar
Ella entró despacio, dejó a un lado el expediente para mirarlo, abrió ojos enormes, sí, ¡Era Aaron Greene! Pudo observar su rostro, tenía ahora una ligera barba oscura, su piel seguía blanca y tersa, y sus ojos parecían tan azules, seguía siendo la encarnación de un Dios griego tan atractivo, pero ya no había el brillo de siempre, su mirada estaba perdida, era un azul hielo, se notaba que estaba molesto, podía notarlo en la forma que apretaba su mandíbula cuadrada, y arrugaba el gesto, formándose una pequeña vena en su frente, ella pudo notar su herida recién curada, pero que necesitaba limpiarse, lo miró con dolor, sí, le dolía verlo así, nunca deseó que su futuro fuera oscuro, y ahora se preguntaba por su esposa, ¿Dónde estaba Lilian Paz ahora? Era la mujer que él amaba, la mujer por la que lo dejó todo, ¿Dónde estaba ella? ¿Acaso no era el deber de una buena esposa estar al lado de su marido en momentos como este?
Aaron Greene estaba sentado sobre aquel colchón, con la mirada perdida, moviéndose de un lado a otro, en completo silencio, como si estuviera atento a sus movimientos, podía oler su fragancia, podía sentir su presencia
—¿Quién eres? —exclamó confuso, con voz fuerte y ronca, que sonaba furiosa
Ella sintió mucho miedo, y escuchar su voz luego de esos años solo aceleró su corazón
—Yo… —titubeó—. Es hora de sus curaciones, soy enfermera.
—¡Largo! No quiero nada —sentenció de mal humor
Ella le miró confusa
—Lo siento, debo hacer mi trabajo.
—¡He dicho que te largues! —gritó con tal fuerza, que incluso ella pegó un buen susto, no lo esperaba, el hombre parecía demasiado rabioso, y ella no entendía la razón de su terrible actitud
Lana respiró profundo, y caminó hacia él, observando como Aaron intentaba adivinar sus movimientos
—¿Acaso eres una enfermera sorda? ¿Crees que te necesito?
—Es mi trabajo, señor Greene, y voy a atenderlo —sentenció con firmeza.
Ella tomó un poco de alcohol y lo puso en una almohadilla de algodón, acercándola a su frente, pero él lanzó un manotazo tan fuerte que lanzó aquella almohadilla al suelo, haciendo que Lana se quejara del dolor que le infringió en su brazo
—¡He dicho que te largues, miserable oportunista! ¡Si crees que has de recibir una recompensa por ayudar a un ciego, te aseguro que no ganarás nada! Haré que te despidan, me oyes, ¡Lárgate, antes de que acabe contigo! —sus gritos eran tan perturbadores, su rostro blanco estaba enrojecido, y ella podía ver como la rabia estaba explotando en él, Aaron quería que se largarán, que se alejara de él, pero ella ya no lo obedecía
—¡Ya basta! Deje de comportarse como un mocoso malcriado, aquí solo lo atendemos porque paga por ello, porque está herido, no crea que queremos hacerlo, todas las enfermeras le temen, y a muchas nos gustaría abandonarlo a su suerte, pero, lo atenderé quiera o no —exclamó con firmeza, dejándolo atónito, de pronto el tono de su voz, el olor a su perfume, Aaron sintió que viajó años en el pasado, en un solo segundo, y cuando estiró la mano, siguiendo el sonido de su voz, pudo tocar el brazo de Lana, con tal fuerza que la arrastró hacia él, haciéndola caer en sus brazos, ella luchaba, aquel hombre parecía más fuerte que nunca, por el tono de su voz él previó donde estaba, y así pudo sostenerla, pero Lana, que no esperaba semejante reacción, no fue tan hábil para huir de él—. ¡Suélteme!
—Repite todo lo que dijiste, eh, ¿Te comió la lengua un ratón? Ya no eres tan valiente, después de todo, ¿Cierto? Espera… —dijo él, ella estaba cerca de su rostro, pudo ver bien su rostro y sus ojos tan azules como el cielo que miró ayer—. Yo te conozco, ¿Verdad?
Ella tembló asustada, aún sintiendo como apresaba su mano, Aaron la tomó con fuerza llevándola a su rostro, a su nariz y la olfateó, ella le miró casi con terror, al sentir su cálido aliento sobre su piel, sintió que su corazón latía, que se estremecía entre sus brazos
—¡Aléjese!
—Yo sé quién eres tú —dijo Aaron y ella logró liberarse de él, mirándolo irresoluto
—Eres Lana… ¡Lana Randle! ¿Cierto?
Ella tragó saliva, mirándolo con grandes ojos
—Yo… —Lana titubeó temerosa de que él fuera capaz de reconocerla, ¿Acaso la recordaba? ¿De verdad?
—Hola, querida ex esposa —dijo Aaron sonriente—. ¿Cómo llegaste hasta aquí? —exclamó con algo de burla e ironía en sus palabras
—¿Qué pasa, querida? Sé que estás ahí, puedo oler tu perfume de rosas, puedo sentir tu respiración tan irregular, ¿Acaso me tienes miedo, Lana? —preguntó con una mofa en su voz y su actitud que no le pasó desapercibida, estaba convencido de que ella temía de él, pero le agradaba el pensarlo, la recordó bien, antes, cuando solo era una niña asustada siempre frente a él, recordó aquel beso en la noche de bodas, eso volvió a su mente sin poder evitarlo y le pareció que de todos sus recuerdos con ella, ese era el mejor de todos. Ella le miró tan impactada, tragó saliva —Debo curarlo, por favor, déjeme hacer mi trabajo —sentenció como si estuviera desesperada Aaron sonrió con algo de maldad, ella pudo verla reflejada en su rostro, pero no pudo huir de él —Dime, ¿Estás feliz de verme así? ¿Estás contenta de verme destruido? ¡De verme como un miserable! —gritó tan fuerte que Lana sintió terror, se alejó unos pasos y de pronto tocaron a la puerta y entraron —Buenos días, señor Greene, soy
Lana se soltó de su agarre con ímpetu, aún tenía la mirada perpleja ante su petición—¡¿Qué dice?! ¿Acaso se escuchó? ¡Yo no vuelvo con usted, jamás! Nunca volvería a ser su ave de presa, así que no vuelva a hacerme propuestas absurdas.—Todo tiene un precio, Lana, mi madre te llegó al precio tiempo atrás, pero incluso si ahora te cotizas muy caro, estoy seguro de que puedo pagar por él.Ella se acercó a él, de verdad quería golpearlo, pero no podría, él solo era ahora un hombre discapacitado, ella no podía hacer algo así, y faltar a su ética profesional, le miró severa, con ojos bien pequeños—Yo no tengo ningún precio, sepa de una vez, soy una enfermera profesional, soy una mujer independiente, tengo mi propio hogar, mi propio dinero, yo no nece
Lana estaba al lado de Terry, habían degustado un helado de fresa y miraban el precioso día, sintiendo la brisa marina sobre sus cabellos —¿Qué harás ahora? —Buscar trabajo, nunca he tenido miedo de hacerlo, sé que lo conseguiré. Terry sonrió —Lo harás, sé que lo harás bien. —No me dijiste a que te dedicas. —Bueno, soy ingeniero agrónomo, he estado trabajando en una exportadora, y me va muy bien —de pronto él tomó su mano y miró sus ojos—. No te preocupes por nada, Lana, yo estoy aquí, incluso, si necesitas dinero, yo puedo prestarte. Ella se alejó de pronto, y sonrió —No, claro que no, recién nos conocemos, y yo no quiero que pienses que soy una aprovechada o algo por el estilo. —Nunca lo pensaría, de verdad, lo veo en tus ojos, sé que no eres mala, de hecho, creo que eres la persona más buena que he conocido en toda mi vida. Ella bajó la mirada con un rubor que cubría sus mejillas —Debo irme, se hace tarde, y debo comenzar a arreglar todo, porque mañana buscaré un trabajo.
Damiana esperaba en la camioneta, tenía el aire acondicionado para refrescarse, música, pero veía por la ventana a Alex Donovan, que platicaba con unos tipos en una zona del pueblo bastante pobre, ella solo los miraba intrigada Alex observaba a Mauro, que era el hermano mediano de Lana Randle —¿Y entonces su hermana no los visita? —¡Esa ingrata! Casi nunca, pero cada mes envía plata para mamá, eso sí, muy puntual, no creas que una gran cantidad, pero sí son buenos euros, ¿Y ahora? ¿Por qué te interesa tanto mi hermanita? No me digas que al señor Greene de nuevo le ha interesado. —En realidad, no lo sé, Mauro, parece que se la encontró, y de algún modo le despertó algo de interés. —¿Y cómo la vio? ¿Qué no está ciego? —dijo Mauro y junto a su hermano mayor Archibald, se empezaron a reír, pero Alex los miró con ojos pequeños y tuvieron que callarse —Bueno, basta, el patrón solo quería saber si la chica estaba bien. —Pues sí, eh, parece que sí. —¿Y no tiene algún noviecillo que le
Damiana le contaba todo a Alex Donovan, sobre la actitud de su hermano al despertar —Actuaba como un loco, más loco que nunca. Larissa la miraba enojada —Deja de hablar así de nuestro hermano. —¡Tú, cállate, mojigata! Larissa bajó la mirada al escuchar como la llamaba y delante de Alex Donovan, por quien Larissa siempre había sentido respeto y admiración. —Ahí viene su hermano. —¡Alex! —Aquí estoy, Aaron. —Vámonos. —¿A dónde van? —cuestionó Damiana —¡Qué te importa! —exclamó Aaron con fastidio y Damiana lo miró enojada. Lana se dirigía al consultorio del doctor Pereyra, él la llamó hace unas horas, pidiendo poder hablar de una propuesta laboral, y también para explicar lo sucedido, aunque ella titubeó, al final decidió hacerlo, necesitaba una carta de recomendación para el trabajo. Cuando llegó, la asistente del doctor, le dijo que podía pasar al consultorio, que él la estaba esperando y ella ya se iba a comer, ella la vio irse, y tocó la puerta —Adelante —dijo el hombre,
Mauro y Archi corrieron a toda prisa, huyendo de Aaron Greene, sabían que ese hombre tenía mucha gente a su mando, y, además, tenía mucho dinero y poder en el pueblo, nadie era más poderoso que ese hombre. Cuando al fin llegaron a la casa, entraron desesperados, su madre Doria los vio con recelo —¡¿Qué es lo que hacen, demonios?! —sentenció al verlos tan desesperados—. Qué bueno que vuelven, hablé con su hermana Lana, me llamó a casa de la vecina, y me dijo que me envió un dinero, y ¡Ustedes ni siquiera me han comprado un poco de carne para comer! Lana también dijo que mañana vendrá a visitarme, y me traerá algo más de dinero —exclamó con ilusión —¡Basta, madre! Tenemos problemas. Dori los miró aturdida, y cuando los vio pálidos, supo que algo malo estaba sucediendo —¡¿Qué hicieron?! —exclamó Ellos se miraron dudosos de si debían contarle todo, pero no tenían más remedio —Es que, Aaron Greene nos persigue, le debemos mucho dinero. Doria los miró con tal miedo, abriendo grandes
Lana y Terry iban en autobús al pueblo, quedaba apenas a una hora en auto de Ovyu, era un pueblo bastante colorido y tranquilo, con vista a la playa llanera, al llegar, bajaron en la terminal y Lana lo dirigió a su casa, mucha gente le brindó sus saludos, al verla de vuelta —Parece que todos te conocen. Lana asintió, de pronto se detuvo abrupto —Hay algo que debo contarte —dijo ella —Cuéntame. —Bueno, no sé si eso podría no gustarte. Él arrugó el gesto con algo de preocupación —Dime lo que sea, por favor. —Yo… estuve casada. Los ojos de Terry se abrieron enormes, ella pudo ver la decepción y el coraje dibujados en su rostro y su mandíbula tan apretada —¿Te molesta? Él eludió su mirada y su mano se puso en un puño rabioso que intentaba contener —¿Por qué no me lo dijiste, Lana? —Ahora soy libre, soy una mujer libre. —Pero… ¡Fuiste de otro! —exclamó con furia, sus ojos azules eran tan severos y se habían oscurecidos, ella sintió temor y de pronto, sintió como su mano la tom
Archi tenía ojos enormes solo de ver a ese hombre en el suelo, Terry estaba ahí, con sangre sobre la cabeza, tendido, e inmóvil, Mauro dio un paso atrás sollozando asustado, temeroso de saber lo que había hecho, no por arrepentimiento, si no por temor a ir a prisión—¡Ahora sí, iré a prisión de por vida! Yo no quería, no quería, pero tuve miedo —exclamó Mauro justificándose, tocándose el cabello con desespero y terror—¡Cállate, m*****a sea, Mauro! Mira lo que haces, lo arruinaste todo —gritó Archi al ver semejante escena—¡Nunca nos hubiese dejado en paz! Estaba obsesionado con Lana, tú pudiste escucharlo.Archi le hizo una señal para que se callara y se controlara, porque Mauro era demasiado temperamental y arrebatado—¿Está vivo? —exclamó MauroArchi no lo sabía—No lo sé, pero no lo tocaré, no lo haré, ¡No quiero saberlo! —exclamó con miedoDe pronto, Mauro comenzó a empujarlo con fuerza, con sus piernas y brazos—Pero, ¡¿Qué haces!? —exclamó atónito—¡Desapareciendo la evidencia,