Tres años después.
Lana salió del quirófano, hacia el cuarto de enfermeras de descanso, se quitó la ropa médica, y se lavó las manos, desinfectándolas, miró el reloj, casi finalizaba su turno, estaba tan agotada, no había dormido bien los últimos días
—Buen trabajo —dijo el doctor Pereyra y no dudó en acercarse a Lana—. Lana, te llevo a casa.
—No, gracias, doctor, no es necesario.
—¡Doctor! —exclamó la señorita Dean con una voz alarmante—. ¡Llegaron pacientes heridos, uno de gravedad! Necesita cirugía.
El doctor Pereyra abandonó todo lo que hacía y salieron de prisa.
Lana siguió en lo suyo, dispuesta a irse.
Caminó por el pasillo, observando como llevaban al paciente más grave a urgencias, donde el doctor Pereyra ingresaba para operar, luego vio por el otro pasillo a dos hombres ser trasladados, de pronto se quedó detenida, como congelada
—¿Qué pasa? ¿Nos vamos? —exclamó su amiga Melanie
Lana se quedó pensativa, como si tuviera un mal presentimiento, pero luego aceptó, salieron del hospital general de Ovyu.
Lana había trabajado con el doctor Luna durante todo un año, pero luego, quiso estudiar para ser una enfermera profesional, apenas logró juntar algo de dinero, el mismo doctor Martin la ayudó a inscribirse para aplicar a un examen de enfermería con una beca completa, y pronto ella aprobó, cumpliendo su sueño, viajando de vuelta a Ovyu a la escuela de enfermeras de Esla, donde estudió y ahora recién graduada, estaba trabajando como una profesional.
—Anda, Lana, vamos a esa cafetería, necesito conocer a ese chico, pero si no resulta, quiero tenerte ahí para salir corriendo.
Lana la miró con algo de estrés, pero terminó aceptando, Melanie era su amiga y no se perdonaría si algo malo le ocurría y ella no estaba para verlo.
Caminaron hasta aquella cafetería que además tenía una terraza frente al mar, se sentaron en dos mesas diferentes, porque Melanie esperaba a aquel galán que conoció en una aplicación de citas a ciegas, cuando lo vio llegar, sus ojos se iluminaron, Lana lo vio de reojo, era un tipo atractivo para la vista, pero quién sabe si sería alguien amable, se sentó en la mesa de Melanie, y Lana vio como comenzaron a conversar.
Lana bebía un café helado, mientras observaba su móvil, de pronto recibió un mensaje de Melani
«Es un chico lindísimo, me quedaré con él, te llamaré más tarde»
Lana pagó su cuenta y se fue, caminaba por las calles, y se detuvo a observar el atardecer en el muelle, frente al mar, sentía la brisa sobre su rostro, el cielo estaba aún pintado de un azul celeste, que les recordó a los ojos de ese hombre
«Mi ex esposo» pensó, negó en su mente, ella ya no pensaba en él, en ningún momento, excepto cuando era la noche y debía ir a dormir, o cuando estaba sola con sus pensamientos, entonces su voz se colaba en su interior, pidiéndole que firmara el divorcio, no, ella nunca pensaba en él, solo en días como hoy
—Hermosa alegría de verano, ¿No lo crees?
Esa voz la sacó de sus oscuros pensamientos y cuando miró al lado observó a ese joven, era muy atractivo, de cabellos castaños, y ojos tan azules, como los que ella recordaba, sonrió ruborizada y miró atrás para confirmar si hablaba con ella
—Sí, es un hermoso verano —dijo con suavidad
—Me llamo Terrance Ellis, pero me puedes llamar Terry.
—Me llamo Lana Randle.
Terry y Lana se sentaron en la orilla del muelle, platicaron de muchas cosas, sobre ideas, sueños imposibles, y todo aquello que les daba curiosidad, como si se conocieran de hace tanto tiempo, y Lana sintió que estaba al lado de un gran hermano, que estaba con alguien familiar, mientras Terry pensó, al mirar sus ojos, que había encontrado a su alma destinada.
Al día siguiente, cuando Lana llegó a trabajar, escuchó por mucho tiempo a Melanie sobre lo extraordinaria que había sido su cita, ella misma sin planearlo, había tenido su mejor cita al lado de Terry Ellis y estaba ilusionada, pero no lo diría, no le gustaba hablar de su vida privada, y prefería mantearlo en secreto, porque podría ser solo un espejismo, después de todo no quedaron más en verse, ni siquiera intercambiaron números de teléfono, así que, era probable que nunca volviera a verlo.
De pronto, una de las enfermeras más nuevas llamada Chloe, entró y se echó a llorar frente a ellas, parecía pálida y temblorosa, sollozaba sin cesar, la observaron inquietas y se acercaron a ayudarla
—¡Chloe! Calma, ¿Qué ha pasado? —preguntó Lana al verla tan mal
—¡Ese tipo, es un… desgraciado!
—¿Qué? ¿De quién hablas?
—Del nuevo paciente vip, me humilló, me gritó horrible, luego me acusó solo de ser una vil mujer libertina, ¡Lo detesto! No quiero atenderlo más.
La puerta se abrió, y la señorita Dean, jefa de enfermeras entró demasiado molesta
—¡¿Qué crees que haces, Chloe?! ¡Vuelve a la habitación vip y atiende al paciente o lo pagarás con tu cabeza! ¡Te despediré!
—¡No, por favor, señorita Dean! Juro que necesito el trabajo, pero, ese hombre, me da mucho terror, por favor, es como un monstruo, no me obligue a atenderlo —exclamó con una súplica en su voz
—No puede obligarla a atender a un paciente que se esta pasando de cruel —sentenció Lana y Melanie le hizo gestos de que debía callarse
—¡¿Qué pretendes, Lana?! Si tanto quieres defender a Chloe, ¿Por qué no vas tú misma y lo atiendes?
Lana la miró severa
—¿Y por qué si usted es nuestra jefa, incluso debe ver por nosotras y nuestros derechos, no hace nada por ayudarnos?
En el momento en que las palabras salieron por su boca, el rostro de la señorita Dean se puso rojo de rabia
—¡Ahora es una orden, Lana Randle! Vas a ir a atender a ese paciente tú misma, o de lo contrario, voy a despedirte del hospital.
Lana la miró con furia, esa mujer era cruel y holgazana, pero ella no temería de un paciente, no lo hizo nunca, y no lo haría ahora.
—Lo haré, pero después hablaré con el doctor Pereyra, y pondré una queja sobre usted.
La señorita Dean la miró con estupor, Lana tomó la carpeta del paciente y caminó rumbo a la habitación vip
—Claro, si sales bien librada de esto —dijo la señorita Dean sonriente y con la mirada llena de maldad
Lana caminaba de prisa y cuando estuvo a punto de llegar, miró a dos guardias delante de la puerta de la habitación vip, aquella habitación era especial, solo los pacientes más acaudalados económicamente podrían tener acceso a ese lugar, y eran los primeros en ser atendidos. Ella se detuvo para echar un vistazo al estado clínico«Paciente de treinta y dos años, con ceguera total, lesión superficial por instrumento punzocortante en accidente automovilístico y herida superficial en la frente» De pronto, leyó el nombre del paciente y sintió un vértigo que la hizo sostenerse de la pared, haciendo caer el expediente al suelo, provocando las miradas intrigantes de los guardias, sintió que su mundo colapsaba, que estaba a merced de un descontrol emocional«¡Dios mío! No puede ser» pensó tan impactada, sintió que sus manos temblaban de estuporLana se apuró en levantar de nuevo el expediente y volver a leer el nombre del paciente, ¿Acaso podría ser un homónimo? No podía creerlo, ¿Cuántos Aar
—¿Qué pasa, querida? Sé que estás ahí, puedo oler tu perfume de rosas, puedo sentir tu respiración tan irregular, ¿Acaso me tienes miedo, Lana? —preguntó con una mofa en su voz y su actitud que no le pasó desapercibida, estaba convencido de que ella temía de él, pero le agradaba el pensarlo, la recordó bien, antes, cuando solo era una niña asustada siempre frente a él, recordó aquel beso en la noche de bodas, eso volvió a su mente sin poder evitarlo y le pareció que de todos sus recuerdos con ella, ese era el mejor de todos. Ella le miró tan impactada, tragó saliva —Debo curarlo, por favor, déjeme hacer mi trabajo —sentenció como si estuviera desesperada Aaron sonrió con algo de maldad, ella pudo verla reflejada en su rostro, pero no pudo huir de él —Dime, ¿Estás feliz de verme así? ¿Estás contenta de verme destruido? ¡De verme como un miserable! —gritó tan fuerte que Lana sintió terror, se alejó unos pasos y de pronto tocaron a la puerta y entraron —Buenos días, señor Greene, soy
Lana se soltó de su agarre con ímpetu, aún tenía la mirada perpleja ante su petición—¡¿Qué dice?! ¿Acaso se escuchó? ¡Yo no vuelvo con usted, jamás! Nunca volvería a ser su ave de presa, así que no vuelva a hacerme propuestas absurdas.—Todo tiene un precio, Lana, mi madre te llegó al precio tiempo atrás, pero incluso si ahora te cotizas muy caro, estoy seguro de que puedo pagar por él.Ella se acercó a él, de verdad quería golpearlo, pero no podría, él solo era ahora un hombre discapacitado, ella no podía hacer algo así, y faltar a su ética profesional, le miró severa, con ojos bien pequeños—Yo no tengo ningún precio, sepa de una vez, soy una enfermera profesional, soy una mujer independiente, tengo mi propio hogar, mi propio dinero, yo no nece
Lana estaba al lado de Terry, habían degustado un helado de fresa y miraban el precioso día, sintiendo la brisa marina sobre sus cabellos —¿Qué harás ahora? —Buscar trabajo, nunca he tenido miedo de hacerlo, sé que lo conseguiré. Terry sonrió —Lo harás, sé que lo harás bien. —No me dijiste a que te dedicas. —Bueno, soy ingeniero agrónomo, he estado trabajando en una exportadora, y me va muy bien —de pronto él tomó su mano y miró sus ojos—. No te preocupes por nada, Lana, yo estoy aquí, incluso, si necesitas dinero, yo puedo prestarte. Ella se alejó de pronto, y sonrió —No, claro que no, recién nos conocemos, y yo no quiero que pienses que soy una aprovechada o algo por el estilo. —Nunca lo pensaría, de verdad, lo veo en tus ojos, sé que no eres mala, de hecho, creo que eres la persona más buena que he conocido en toda mi vida. Ella bajó la mirada con un rubor que cubría sus mejillas —Debo irme, se hace tarde, y debo comenzar a arreglar todo, porque mañana buscaré un trabajo.
Damiana esperaba en la camioneta, tenía el aire acondicionado para refrescarse, música, pero veía por la ventana a Alex Donovan, que platicaba con unos tipos en una zona del pueblo bastante pobre, ella solo los miraba intrigada Alex observaba a Mauro, que era el hermano mediano de Lana Randle —¿Y entonces su hermana no los visita? —¡Esa ingrata! Casi nunca, pero cada mes envía plata para mamá, eso sí, muy puntual, no creas que una gran cantidad, pero sí son buenos euros, ¿Y ahora? ¿Por qué te interesa tanto mi hermanita? No me digas que al señor Greene de nuevo le ha interesado. —En realidad, no lo sé, Mauro, parece que se la encontró, y de algún modo le despertó algo de interés. —¿Y cómo la vio? ¿Qué no está ciego? —dijo Mauro y junto a su hermano mayor Archibald, se empezaron a reír, pero Alex los miró con ojos pequeños y tuvieron que callarse —Bueno, basta, el patrón solo quería saber si la chica estaba bien. —Pues sí, eh, parece que sí. —¿Y no tiene algún noviecillo que le
Damiana le contaba todo a Alex Donovan, sobre la actitud de su hermano al despertar —Actuaba como un loco, más loco que nunca. Larissa la miraba enojada —Deja de hablar así de nuestro hermano. —¡Tú, cállate, mojigata! Larissa bajó la mirada al escuchar como la llamaba y delante de Alex Donovan, por quien Larissa siempre había sentido respeto y admiración. —Ahí viene su hermano. —¡Alex! —Aquí estoy, Aaron. —Vámonos. —¿A dónde van? —cuestionó Damiana —¡Qué te importa! —exclamó Aaron con fastidio y Damiana lo miró enojada. Lana se dirigía al consultorio del doctor Pereyra, él la llamó hace unas horas, pidiendo poder hablar de una propuesta laboral, y también para explicar lo sucedido, aunque ella titubeó, al final decidió hacerlo, necesitaba una carta de recomendación para el trabajo. Cuando llegó, la asistente del doctor, le dijo que podía pasar al consultorio, que él la estaba esperando y ella ya se iba a comer, ella la vio irse, y tocó la puerta —Adelante —dijo el hombre,
Mauro y Archi corrieron a toda prisa, huyendo de Aaron Greene, sabían que ese hombre tenía mucha gente a su mando, y, además, tenía mucho dinero y poder en el pueblo, nadie era más poderoso que ese hombre. Cuando al fin llegaron a la casa, entraron desesperados, su madre Doria los vio con recelo —¡¿Qué es lo que hacen, demonios?! —sentenció al verlos tan desesperados—. Qué bueno que vuelven, hablé con su hermana Lana, me llamó a casa de la vecina, y me dijo que me envió un dinero, y ¡Ustedes ni siquiera me han comprado un poco de carne para comer! Lana también dijo que mañana vendrá a visitarme, y me traerá algo más de dinero —exclamó con ilusión —¡Basta, madre! Tenemos problemas. Dori los miró aturdida, y cuando los vio pálidos, supo que algo malo estaba sucediendo —¡¿Qué hicieron?! —exclamó Ellos se miraron dudosos de si debían contarle todo, pero no tenían más remedio —Es que, Aaron Greene nos persigue, le debemos mucho dinero. Doria los miró con tal miedo, abriendo grandes
Lana y Terry iban en autobús al pueblo, quedaba apenas a una hora en auto de Ovyu, era un pueblo bastante colorido y tranquilo, con vista a la playa llanera, al llegar, bajaron en la terminal y Lana lo dirigió a su casa, mucha gente le brindó sus saludos, al verla de vuelta —Parece que todos te conocen. Lana asintió, de pronto se detuvo abrupto —Hay algo que debo contarte —dijo ella —Cuéntame. —Bueno, no sé si eso podría no gustarte. Él arrugó el gesto con algo de preocupación —Dime lo que sea, por favor. —Yo… estuve casada. Los ojos de Terry se abrieron enormes, ella pudo ver la decepción y el coraje dibujados en su rostro y su mandíbula tan apretada —¿Te molesta? Él eludió su mirada y su mano se puso en un puño rabioso que intentaba contener —¿Por qué no me lo dijiste, Lana? —Ahora soy libre, soy una mujer libre. —Pero… ¡Fuiste de otro! —exclamó con furia, sus ojos azules eran tan severos y se habían oscurecidos, ella sintió temor y de pronto, sintió como su mano la tom