(JHAZLYM ESCOBAR)
Inquietud, es la única manera en que podía escribir lo que sentía en ese momento, sabía que algo importante estaba sucediendo, aunque no tenía idea de nada. Vio el letrero de sus manos y veía que algo estaba mal, aunque no debería porque estaba el nombre de Cristofer Núñez, ese novio a distancia que está dando vueltas en su cabeza. El momento de verse ya estaba a nada de ser realidad.
Dudas comenzaron a dibujarse en su cabeza, y quiso acelerar el tiempo, pero no hizo más que quedarse en su lugar, viendo como las personas salían por la puerta grande que estaba frente a ella. Jhazlym comenzó a saltar al verle, sintió una gran angustia que no sabía como reaccionar, por un momento su rostro pasó a ser tal como lo había visto en las fotografías que le permitió ver, sobre todo esos ojos verdes que llamaron su atención de buenas a primeras, pero, al enfocar la mirada, veía otro rostro que se le hacía familiar.
—¿Cristofer? —alzó la voz, dando brincos con emoción—¡Cristofer!
En cuanto se fue acercando más esa sensación se presentó en su cuerpo, pero fue incapaz de decir una sola palabra, solo vio como se iba acercando a ella. Lágrimas quisieron deslizarse por su mejilla, pero al mismo tiempo no bajaba ninguna, dejo estar sus emociones para solo centrarse en él, solo en la persona que estaba segura que se lanzaría al piso para besar sus pies.
—Rayos, ho-hola...
Las ganas de acercarse a besarle eran muchas, pero no se atrevió a cruzar esa línea, tan solo se quedaron viendo unos segundos antes de dar pequeños pasos hacia el otro para acortar la distancia entre ambos.
—Te ves hermosa, eres mucho más hermosa de lo que creía.
Jhazlym se sonrojo, y él tan solo soltó una risita que fue silenciada cuando ella volvió alzar la mirada hacía él.
—Gracias, eres muy lindo.
Fue un cumplido, pero la sonrisa de él detono que su ego se había elevado, el corazón de Jhazlym comenzó a latir un poco ansioso, tanto que sus manos comenzaron a sudar. Froto dos veces seguidas a los laterales de sus piernas antes de volver a mirarle, notando que la ternura había vuelto a su rostro. En ese momento ella deseaba decirle todo lo que sentía, pero las guardó cuando él volvió a halagarla.
La cursilería estaba presente, pero eso no le importaba ni un poco a Jhazlym porque estaba lista para obtener todo lo que soñó con este extranjero, finalmente logró conocer uno que la volvía completamente loca. Tanto que no se resistió para abrazar su cuerpo y este le respondió el abrazó, pero al buscar sus labios, se dio cuenta que no era Cristofer, sino el hombre con quien está encerrado.
—¿Qué haces aquí?
Jhazlym estaba desconcertada, pero no se atrevió a soltar el abrazo, sentía la necesidad de continuar así con él.
—Entiende, él no es.
—¿Y tú sí?
—Siempre que tú quieras, pero él, no.
—¿Por qué? Me gusta él.
—En realidad, no es así.
—¿Cómo lo sabes?
—Simplemente lo sé.
La peruana asintió, sonriendo apenas por esa caricia que le dejaba en la espalda, y pegó su mejilla en el pecho de él, deseando más de esa calidez que le entregaba en ese abrazo. Junto a él sí podía sentir esa plenitud que no había experimentado con nadie antes.
—Si eres tú, quiero más de estos momentos.
—Está bien.
Take me there de McFly, empezó a sonar a su alrededor típico de las escenas románticas, de las películas comedias-románticas que Jhazlym solía ver siempre que podía y las cuales le encantaban, demasiado. Sí era posible las veía una y otra vez, algunas veces se aprendía los guiones y los repetía junto a los protagonistas. Un poco triste pero lo suficientemente acertado para que la felicidad dure un poco más en el cuerpo de Jhazlym que no está dispuesta a soltar a esa persona que ve en sueños. ¿Cómo era posible sentirse tan cómoda en brazos de alguien que solo veía en sueños? Ese hombre solo está ahí, abrazando el cuerpo de ella mientras que Jhazlym está en completa calma.
—¿Tú pusiste la canción?
—Sí, porque es para ti.
—¿Cómo así?
—Pues eso, que esa canción es para ti.
—No entiendo, explícame un poco más.
—Es simple, escucha la letra.
Apenas las palabras las escuchó Jhazlym se quedó en completo silencio en un intento de entender la canción, porque en realidad no conseguía entender a lo que se refería. «¿Acaso me está dedicando la canción? Creo que a eso se refiere, pero no estoy completamente segura porque no me acuerdo que quiere decir la letra, solo sé que me siento feliz cuando la escuchó y que siento que es para mí.» Siguió abrazada a él, y él tampoco la soltaba, la sostenía como si fuesen más que conocidos, como si fuesen más de lo que en ese momento eran. Jhazlym estaba muy feliz, se sentía en tanta calma que hasta podía jurar que había vuelto a casa, aunque no había tenido la suerte de conocerlo en persona, fuera del sueño. «¿Alguna vez podré conocerlo?» No sabía con seguridad, pero sabía que ese momento llegaría en cualquier momento, está segura que ese abrazo se dará al verse.
—¿Nos conocemos?
—Desde siempre.
—Quiero verte, de verdad, quiero hacerlo.
—Muy pronto.
Jhazlym es demasiado ansiosa para aceptar esas palabras, no podía tolerar no saber una fecha exacta, algo concreto porque temía que nunca se daría si no sabía el momento que se daría.
—Quiero hacerlo ya, no quiero demorar.
Él se separó de ella, mirando fijamente sus ojos, una manera que ella no había sentido en el pasado con absolutamente nadie, en ellos solo podía sentir paz y un amor tan grande que no podía describir, ni tampoco comparar para un mayor entendimiento.
—Entonces, presta atención a los detalles porque ya me viste.
—¿Cómo así?
—Tú vas a saberlo, vas a saber en el momento en que me veas.
—¿Cómo así? ¿Nos vamos a conocer?
—Sí, pero aún no de la forma que quieres.
—Esto es muy complicado.
—Valdrá la pena.
Ella no sabía que responder a sus palabras, pero asintió con su cabeza, sintiendo muchas emociones que no podía descifrar, sobre todo la calma que jamás había sentido, al menos no desde que tiene memoria.
—¿Tú me conoces?
—Sé que existes, pero no me atrevo a encontrarte.
—Lo harás más complicado.
Él negó con la cabeza, y Jhazlym se puso curiosa.
—Tú vas a saber llegar a mí, y yo llegaré a ti.
Asintió con su cabeza y cerró los párpados cuando él beso su frente. No sabía su nombre, pero sabía que le conocía, que sabía más de él que en ese momento podía confirmar, se sentía tan feliz que no le importaba absolutamente nada del exterior, ni al infierno de su casa.
—Necesitas seguir trabajando, porfavor.
—Haré lo que pueda, pero, dime tu nombre.
—Tú ya lo sabes.
—Oye, no es cierto.
—Sí, lo sabes y hasta te reíste de él con tu amiga.
—¿Cuándo?
—Trata de recordar.
—Dame una pista.
—No, no sería justo.
—¿Por qué?
—Debes de descubrirlo tú.
Jhazlym apretó los labios, pero se puso de puntitas para besarle mientras envolvía sus brazos en su cuello, acercándose tanto como podía a él, lo necesitaba tanto así de cerca que no pensó dos veces en quedarse así, besando sus labios hasta que sus pulmones se lo permitieron.
—Debemos irnos.
—¿A dónde? Quiero estar contigo.
—Y yo, pero debemos de volver.
—Está bien.
Ella no sabía a donde se estaba refiriendo él, pero tomada de la mano de él, siguió un camino que no conocía, pero no tenía miedo, no mientras estaba con él. Al menos eso es lo que ella quería creer, ella realmente quería creer que con él todo iba estar bien en su vida. Cuando se volvieron a mirar en algún punto del camino, él parecía haberle escuchado porque le susurró que mientras estuvieran juntos, todo iba estar bien, que todo lo tendrían.
—Te amo.
Fue lo último que pronunció antes de cerrar los párpados, aferrada en el pecho del asiático que la acunaba con un enorme cariño. Tan acurrucada estaba que no supo en que momento los rayos del sol habían aparecido para molestar sus ojos que estaban guardados en sus párpados, con lentitud fue abriéndolos como si fuesen cortinas y lo único que pudo ver es el edificio de cuadernos que debía de volver acomodar en su sitio. «¿Esto fue un sueño? No, no puede ser... Carajo.» Se acomodó para mirar el techo por un momento, guardando lo que recordaba del sueño, sobre todo a ese asiático de un perfume que la llevaba a un estado muy bonito. En la desesperación se recostó boca abajo para ponerse a escribir otra carta a su papá.
Necesito conocerlo, papá, quiero conocer a este hombre de mis sueños y lo que más me molesta es que siento que le conozco, que ya lo vi, pero no sé. ¿Me puedes ayudar? Quiero encontrarlo para seguir sintiendo esa plenitud, esa paz que me hace feliz. Papá, al fin alguien me hace feliz, pero, no sé cómo buscarlo, ni donde encontrarlo.
¿Por dónde podemos iniciar? Necesito que me guíes.
Jhazlym no sabía si podría llegar a algún lado con esta petición, pero al menos, lo intentaría.
(JHAZLYM ESCOBAR) En las últimas ella ya no había soñado con el hombre, pero se pillaba hablando con alguien cuando nadie estaba con ella. Volvió a revisar conversaciones con amigos por si encontraba alguna pista de él, también se había tomado el tiempo para leer esas historias que Johana le había comentado en las vacaciones después de graduarse de la secundaria. Leer había sido una salida para ella, además de las historias conspirativas en donde hay extraterrestres, personas que controlan el mundo y poco más, pero nada le hacía lo suficientemente feliz, nada que hacia podía llevarla a la plenitud y a esas alturas se sentía muy cansada de la vida. Pero nadie la fue a rescatar, excepto el gusto de crear una historia distinta de la que encontraba en las páginas web que creaban las fans de los hermanos Jonas, también de cualquier otro artista que, en ese momento, fuese famoso. Jhazlym no quería escribir de nadie más que no fuese el hombre de sus sueños, tenía unas ganas que no sabía de d
(JHAZLYM ESCOBAR) Jhazlym deseaba una noche sin dormir, hasta el momento no había sido capaz de hacerlo, pero lo quería intentar, a pesar que siempre terminaba dormida, esa noche, no fue la excepción. Su corazón no por mucho latía con tanta fuerza que pudiera escucharlo más que su propia respiración; ese día podía hacerlo y le molestaba porque temía sufrir del corazón, pero este, no le dolía, más bien, la podía acunar. Así es como se quedó dormida. «¿Será que mi papá escuchó mis palabras? O ¿las leyó?» No paraba de funcionar su cerebro, pero a estar alturas, ella ya estaba en su quinto sueño. Una de ellos fue muy ruidosa. después de la muerte de su padre. «Un corazón destrozado es mucho mejor que la pesadilla que viví noche tras noche», es una frase que ella reflexiona hasta el día de hoy. El gran susto que le dejó su abuela materna, está oculto en la profundidad más oscura de la zona del olvido en su cabeza, pero esa puerta, pedía ser abierta. Una versión más joven de ella misma,
(JHAZLYM ESCOBAR) En los últimos meses había hecho todo lo posible para escribirle una carta a su padre, pero no había podido ser capaz sin romper en llanto, cada vez que lo intento, no podía ser capaz porque todavía se siente dolida, todavía siente que la abandonaron, que no le dieron la oportunidad de ser ella misma. Deseo por mucho tiempo tener la vida que sentía que se merecía, pero, ¿cómo le explicas eso a una persona que no tiene la más mínima idea de que se merece? Quiere decir que no sabe porque no tiene lo que se supone que debería de tener. ¿Qué es lo que sucedió y por qué no nació en la familia que se suponía que debía de estar? Es algo que le cuesta mucho entender porque no cree que se merezca esta vida tan mediocre, entiende porque le toco vivirla, pero no cree que debe de ser así para siempre, ella se merece más y lo sabe, es consciente de esto, pero no lo consigue fácilmente. Tal vez porque no se exige demasiado, tal vez porque no quiere hacer lo que todos aquellos que
(JHAZLYM ESCOBAR) No puedo. Que conozca a la verdadera Jhazlym Estrada y dejar entrar a mi vida a alguien más que no sea yo, podría ser muy malo ¿quién podría aceptarme tal como soy? Nadie. Así es nadie. Nadie. Nadie podría hacerlo, todo lo que toco lo destruyo. Por eso me alejo cuando el cariño comienza a crecer, quisiera dejar de hacerlo, pero no puedo, ya es algo programado en mí, parece que soy un robot, parece que soy alguien sin corazón, que el palpitar bajo mi pecho solo es la energía que me mantiene viva, pero sin una gota de amor por entregar y sentir, lo único por entregar son comentarios sarcásticos y frialdad. Duele. Duele cuando mamá dice que no tengo corazón, que soy mala, fría y sin corazón, que antes no lo era. Yo creo que sigo siendo yo, solo que he cambiado, que ya no veo las cosas como antes solía hacer, crecí, cambie, mejore o empeore soy fría y despiadada cuando debo hacerlo, pero también soy cálida y amorosa. Todo ha cambiado. Todo ha cambiado, ya nada v
(JHAZLYM ESCOBAR) Jhazlym cerró los ojos reviviendo aquella noche, cuatro o tres meses atrás, después que su padre muriera. Arrugo la nariz mientras una esquina de su labio se levantó. «Un corazón destrozado es mucho mejor que la pesadilla que viví noche tras noche», pensó Jhazlym mordiéndose el labio inferior. Un fuerte golpe escuchó cuando aseguró la puerta a sus espaldas, cerró los ojos cuando otro golpe atravesó la puerta, asustando a la niña que se desplomaba en el suelo, mordiendo su labio inferior, arrastrándose por el suelo, escondiéndose debajo de la cama, volviendo a cerrar los ojos, apretándolos y llevando sus manos a sus oídos. Un culpable no es necesario buscar en esta ocasión porque nadie tiene la culpa de lo que sucedió a su corta edad. Ni su madre, ni tampoco su fallecido padre, eran cosas que necesitaba vivir para que algo mejor venga a su vida, o al menos, eso es lo que se repitió cada día desde sus cortos diez años, pero nadie tiene la culpa. ¿Es oscuro? Claro que
(JHAZLYM ESCOBAR) André le susurro, pegando sus labios a la mejilla de ella, depositando un suave beso en esta. Ella se paralizo por unos segundos, atrapando su labio inferior con sus dientes perlados, mientras un color rojizo pintaba sus mejillas. André sonrió ante la joven y volvió a depositar un suave beso en su mejilla. —Muy hermosa. Él consiguió murmurar, ni siquiera se dio cuenta que ella pudiera escuchar y, de un minuto para otro unos murmullos de voces masculinas se escucharon, y al siguiente unos quejidos cansados desde lo alto de la escalera. —Par de idiotas. Bufó Sandra, bajando las escaleras que daban al vestíbulo y la puerta principal. Sandra rodo los ojos, caminando hacia el recibidor en el cual se encontraba Jhazlym y André. —Estos idiotas de mis primos dicen que las piernas de Jhaz son riquísimas —dijo en un tono de burla, sentándose en el otro extremo de la habitación. —Oh, y dicen que tienes suerte de estar con ella... —bufó—. ¿Pueden creerlo? —dijo con ironía
(JHAZLYM ESCOBAR) ¿Qué es el amor? Ni adultos ni adolescentes conocen su significad, pero ahí van, a enamorarse como si no existiera un mañana, como si nada importará, como si solo bastará un momento entre ellos para que sea suficiente. Sea como sea, Jhazlym se enamoró de un completo desconocido, de alguien que no conocía de nada, pero que vio tan solo un segundo y cayó directa a sus pies. ¿Había hecho mal en caer tan rápido? No tiene la mínima idea, pero tampoco se queja al respecta, ama ese pequeño momento que vivió con él. Joven y caliente, cuando eres uno, o lo otro, siempre pierdes la razón por cualquier persona que llamé la atención de uno, es justo lo que le pasó a ella. «¿De verdad me amo alguna vez André? Quisiera decir que así fue, pero ahora mismo, no estoy segura de eso porque su forma de actuar conmigo fue... No lo sé. ¿Por qué me odiaba? No entiendo porque razón me odiaba tanto André, él no me quería para él, pero tampoco quería que fuese feliz, me decía «Te Amo» cu
(JHAZLYM ESCOBAR) André sonrió malicioso y divertido, alzando una ceja, seductor. Jhazlym rodo los ojos, aparto la mirada y se humedeció los labios. —Eres un ridículo ¿qué estás haciendo? ¿Coqueteándome? Qué m****a ¿Soy tu juguete o qué soy para ti? André la miro y ensancho la sonrisa. —Quita esa m*****a sonrisa —dijo Jhazlym fastidiada a punto de abofetearlo. André ríe divertido y negó su cabeza lentamente, chasqueando su lengua, como si estuviera negándole un juguete a un niño pequeño. Algo que a Jhazlym enfurecía. —No seas agresiva mujer, relájate. Jhazlym suspiro ruidosamente, desviando la mirada, perdiendo la paciencia. —Deja de tratarme así. — ¿Cómo? André vacilo, acercando más su rostro al de Jhazlym. Se humedeció los labios, divertido, mirando fijamente los ojos de la peruana que no podía desviar la mirada. — ¿Qué haces? —preguntó ella con la voz temblorosa. —Sé que tú también lo deseas —respondió André en un susurro, chocando su aliento contra los labios de ella,