La luz de la mañana se filtraba suavemente por las cortinas, tiñendo la habitación con un resplandor cálido y tenue. El silencio era espeso, casi reverente, como si el mundo entero supiera que algo importante acababa de suceder entre esas cuatro paredes.Valeska despertó con los párpados aún pesados, moviéndose despacio, como si su cuerpo se negara a abandonar la calidez del sueño. Por un momento, no supo dónde estaba. El aroma del lugar, el roce de las sábanas suaves contra su piel, el silencio a medias roto por una respiración que no era la suya… todo se sentía extraño y a la vez tranquilizador.Y entonces lo vio, a Lisandro, despierto, apoyado contra el respaldo de la cama, con el torso desnudo y el cabello revuelto, observándola como si fuese la respuesta a todas las preguntas que nunca se atrevió a hacer. Sus ojos tenían esa intensidad callada que la desarmaba; una mezcla de ternura, deseo contenido y un temor tan humano, tan real, que hizo que el corazón de Valeska se encogiera
Durante los primeros días después de que Lisandro se marchara, Valeska trató de mantenerse fuerte. Aunque su ausencia dolía, al menos había cierta constancia en los mensajes y llamadas que recibía de él.Era como si, a pesar de la distancia, siguieran sosteniéndose el uno al otro con palabras, con esos pequeños gestos que solo quienes están realmente conectados saben valorar.Las conversaciones no eran largas ni demasiado profundas, pero eran suficientes para que ella sintiera que él todavía estaba presente. Un mensaje por la mañana para preguntarle cómo había dormido, otro por la tarde para saber si había comido, y alguno al anochecer, para desearle dulces sueños. Pequeños detalles que, aunque simples, se habían vuelto esenciales.Sin embargo, esa rutina tan reconfortante comenzó a cambiar, casi imperceptiblemente al principio.Las respuestas se volvieron más cortas, los tiempos entre un mensaje y otro se alargaron, y cuando finalmente sonaba el teléfono, la voz de Lisandro sonaba di
A pesar del nudo que le apretaba la garganta, Valeska cruzó la calle con paso decidido. El corazón le latía tan fuerte que sentía su pulso en las sienes, como si cada latido gritara que no debía estar ahí, que no debía ver lo que había visto… pero, aun así, necesitaba respuestas. No podía quedarse con esa imagen clavada en el pecho. No después de todo lo que había pasado. No después de lo que compartieron, de lo que construyeron, de lo que fueron.Lisandro, al verla acercarse, pareció sorprendido por un instante. Su ceño se frunció, sus labios se entreabrieron como si fuera a decir algo… pero se contuvo. Y, como si activara un interruptor interno, todo rastro de emoción desapareció de su rostro. En un segundo, el hombre que alguna vez la había mirado como si fuera su universo, se convirtió en un completo desconocido. Uno frío. Medido. Lejano.Ella se detuvo frente a él, con la frente aún herida y una venda visible en el brazo, como prueba viva de lo que acababa de pasar. Como prueba d
El celular de Valeska sonó en medio de la noche, cuando finalmente estaba logrando descansar. Era Theo, para ser exactos, era el hombre con el que firmó un contrato que declaraba su estado civil de casados, pero que, de ninguna manera, llegó a ser un hombre amoroso, no más que el primer año de matrimonio.Deseaba seguir descansando, pues todo el día había estado en el hospital cuidando de su madre, quien estaba terminando su recuperación y, de paso, terminaba de hacerse unos chequeos prenatales. Hace tres meses, un impulso de Theo bajo los efectos del alcohol la dejó embarazada, pero aún no decidía si decírselo o no. El médico le había aconsejado que, desde el aborto espontáneo anterior, quedar embarazada de nuevo ya era un milagro, por lo que debía prestar aún más atención al descanso.Con un poco de lentitud y aturdimiento contestó, su voz apenas podía distinguirse en medio del ruido y música que se escuchaban de fondo. El ajetreo de la gente en el fondo de la llamada, era testigo d
Mientras Valeska repetía sus mantras para mantener la calma y resistir un poco más, sentía las miradas de todos alrededor. Algunos la observaban con lástima y otros, con desprecio.¿Quién esperaría que le aplaudieran por ser una mujer que se dejaba pisotear por la amante de su marido en público? Solo ella conocía la razón detrás de su tolerancia, de su resiliencia: su madre era lo más importante en ese momento. Y siempre.—Gracias por la ropa. Estaba bebiendo y, sin querer, derramé algo en la mía. Te prometo que la lavaré y te la devolveré —dijo la mujer con una voz tan dulce y falsa que le daba náuseas.En ese momento, Valeska estaba mordiendo la parte interior de sus mejillas, intentando refrenar las palabras que luchaban por salir finalmente. Pero, ¿valdría realmente la pena? Tomó aire y decidió hacerle caso a sus impulsos.—No hace falta, quédate con ella. Al fin y al cabo, siempre se te ha dado bien apropiarte de cosas que no te pertenecen, ¿no? —replicó con frialdad, disfrutando
Valeska condujo de regreso a casa mientras el cielo comenzaba a aclararse. Su mente seguía trabajando a toda velocidad, pensando en cada cosa que estaba sucediendo en su vida.No tenía ánimo para volver a dormir, así que sacó la maleta que había guardado en un rincón. Dentro de ella ya había algo de ropa doblada, la cual había ido guardando poco a poco en los últimos días.Su armario estaba quedando casi vacío; sin embargo, Theo no se había percatado de ello. Al final de cuentas, él pasaba más tiempo en casa de Celine que en la suya propia.Celine había aparecido en el momento más feliz de la relación entre Theo y Valeska, en su primer aniversario de bodas. Theo acababa de superar el dolor de perder a su exesposa, Celeste, y ver una sonrisa en su rostro alegraba más a Valeska que a nadie. Entonces, le pidió con insistencia que fueran a cenar a un restaurante para conmemorar el nuevo comienzo de sus vidas juntos.En ese momento, Valeska realmente imaginaba su futuro. Tal vez tendrían t
Hoy es el último día. Desde la última confrontación en el club, Valeska no había vuelto a ver a Theo. Pensó que, al menos, deberían terminar ese matrimonio de una manera decente, así que lo llamó.—¿Qué quieres? —soltó él, con evidente mal humor.—¿Regresarás a casa hoy? Hay algo importante que quiero decirte, Theo —expuso ella con una voz tranquila, a pesar de que caminaba de un lado a otro—. Necesito hacerlo en persona, no por teléfono —añadió.No le parecía correcto decirle que tendrían un hijo por medio de una llamada; no se sentía bien. Aunque, ¿cómo reaccionaría Theo si le decía que iban a tener un hijo?¿Y si no lo quería?Valeska se rehusaba a la idea de que su hijo creciera sin una figura paterna, pero si ponía las posibilidades en una balanza, lo más probable era que Theo no estuviera feliz con la llegada de un niño al caótico remanente de su familia.Prestaba atención a lo que fuera que saliera de la boca de Theo; sin embargo, lo que escuchó fue la voz de Celine, al fondo,
En cuanto a Theo, el mismo día en que Valeska decidió irse de casa, se encontraba pensativo, lo rodeaba una extraña sensación de inquietud. Theo no pudo evitar recordar lo ocurrido esa noche. Lisandro, en medio de la fiesta, de repente preguntó por su esposa, y aprovechó la oportunidad para llamar a Valeska. ¿Por qué Lisandro estaría interesado en Valeska? Él es el CEO de un imperio comercial en ascenso, con solo un proyecto de colaboración podría salvar su empresa. Y Valeska, ¿qué es ella? Una ama de casa tonta y celosa, obsesionada consigo misma y reacia a divorciarse. ¿Cómo podría alguien como ella llamar la atención de Lisandro?Mientras pensaba en esa noche, su esposa lo llamó. ¡Valeska le dijo que quería divorciarse! La primera reacción de Theo fue pensar que esa mujer, para alejarlo de Celine, había ideado una nueva estrategia; siempre le gustaba tanto sentir celos de Celine. Pero Celine solo era una chica bondadosa e inocente, que había perdido a su hermana. Sin embargo, el t