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CAPÍTULO 05 «La última vez»

En cuanto a Theo, el mismo día en que Valeska decidió irse de casa, se encontraba pensativo, lo rodeaba una extraña sensación de inquietud. 

Theo no pudo evitar recordar lo ocurrido esa noche. Lisandro, en medio de la fiesta, de repente preguntó por su esposa, y aprovechó la oportunidad para llamar a Valeska. ¿Por qué Lisandro estaría interesado en Valeska? Él es el CEO de un imperio comercial en ascenso, con solo un proyecto de colaboración podría salvar su empresa. Y Valeska, ¿qué es ella? Una ama de casa tonta y celosa, obsesionada consigo misma y reacia a divorciarse. ¿Cómo podría alguien como ella llamar la atención de Lisandro?

Mientras pensaba en esa noche, su esposa lo llamó. ¡Valeska le dijo que quería divorciarse! La primera reacción de Theo fue pensar que esa mujer, para alejarlo de Celine, había ideado una nueva estrategia; siempre le gustaba tanto sentir celos de Celine. Pero Celine solo era una chica bondadosa e inocente, que había perdido a su hermana. Sin embargo, el tono frío de Valeska al teléfono hizo que Theo se sintiera incómodo, así que decidió ir a casa y hablar con ella, para reiterarle una vez más un hecho que ya le había explicado en varias ocasiones: que no tenía ningún sentimiento por Celine, que solo la cuidaba por un sentido de responsabilidad.

—¿Valeska te llamó para que regreses? —cuestionó con un tono suave de voz—. Si es así, yo me siento mucho mejor, puedes regresar a casa sin problemas. Ya te retuve mucho tiempo aquí —sonrió mientras le daba un apretón a su mano.

La cabeza de Theo seguía en esa rara llamada que sostuvo con su esposa, la cual parecía como algo importante. Sus ojos se centraron en la mujer a su lado y sonreía mientras asentía y se conmovía por la comprensión de Celine.

—Tienes razón. Si te sientes bien, podría regresar a casa luego de cenar—. Por favor, cuídate bien. Si necesitas algo, solo debes llamarme y estaré aquí.

Cuando Theo terminó y se dispuso a marcharse, ella se levantó de repente para acompañarlo a la salida. Su mano chocó contra el tazón de sopa caliente que había servido para ella, quemándose la mano. Y, aunque esto parecía completamente accidental, lo hacía para evitar que Theo se marchara.

Quería tenerlo a su lado por un largo rato más. No podía regresar con su esposa.

—¡Diablos! —exclamó sujetándose la mano con fuerza, gritó tan fuerte como para que la idea de irse abandonara la cabeza de Theo.

Él regresó a su lado con rapidez mientras revisaba su mano y la regañaba por ser tan descuidada. Los ojos de la arpía se llenaron de lágrimas mientras insistía en que estaba bien y que debía volver con su esposa, pues, ella parecía tener que decirle algo importante.

—Lo haré luego de que me asegure de que no sufres daños mayores. Alístate, nos vamos a un hospital —dijo con severidad sin dar lugar a discusión.

Esa sensación de inquietud era como una premonición de que algo más sucedía en su vida, fue malinterpretada por su mente, como si solo estuviera preocupado por Celine.

•••

En un punto diferente de la ciudad, Valeska se subía al coche de Lisandro, luego se dedicó a mirar el paisaje por la ventana sin saber qué pensar.

¿Cuándo se daría cuenta Theo del acuerdo que había dejado atrás?

¿Se alegraría?

Tal vez sí, quizás ese mismo día haría que esa mujer se mudara a su casa. Según la lógica, debería sentirse triste por esto, pero su corazón ya no podía sentir más dolor. La última puñalada que sintió en su corazón y la que hizo que perdiera toda esperanza en Theo, la recordaba claramente.

Aquel día era su cumpleaños. Intentó mejorar la relación con él y tenía una pequeña sorpresa que contarle: él pronto sería papá de un pequeño ángel. Le pidió que cenaran juntos, con vino tinto para él, velas; todo estaba perfecto, excepto por el sonido constante de las notificaciones de su celular.

Theo, al sentir la mirada intensa y curiosa de su esposa sobre él, volteó el móvil boca abajo sobre la mesa. Comía completamente distraído, como si su cuerpo estuviera únicamente en ese lugar, pero su mente se mantuviera en un lugar distante.

De repente, un trueno sonó y comenzó a llover. Él fue incapaz de contenerse más, sabía que Celine le temía los rayos y por eso debía irse, no soportaría estar sola en medio de una tormenta.

Al escucharlo. Valeska abrió los ojos con marcada incredulidad. ¿Cómo era posible que sus esposo se fuera a los brazos de otra mujer el mismo día de su cumpleaños? Se sentía traicionada, mucho más que las veces anteriores.

—Pero tengo algo importante que decirte… ¿No puedes, por una vez, elegirme a mí? —Su voz se quebró, sus ojos se llenaron de lágrimas.

Theo solo desvió la mirada, intentó consolarla con palabras vacías, pues, le prometió que regresaría pronto y se marchó sin esperar ninguna clase de respuesta.

Valeska, en silencio, recogió la comida fría de la mesa, tiró el test de embarazo envuelto en una pequeña caja de regalo, y se preparó para ir a descansar. Su tristeza era tanta que solo quería irse a dormir, pensaba en todo lo que había pasado con Theo hasta ese momento, todo lo que había tenido que soportar. Creyó que, por un momento, podrían gozar de unafamilia feliz más allá de los tratos con su fallecido suegro.

Mientras pensaba en eso, su abdomen comenzó a dolerle con gran intensidad. No necesitaba ser un genio para darse cuenta de que algo no iba bien. Se cubrió la barriga y lentamente se agachó, buscando su teléfono para llamar a su esposo.

Sin embargo, no importaba cuántas veces marcara, solo escuchaba la fría voz del buzón de voz. El dolor en su vientre aumentó y algo de sangre comenzó a salir. Se dio cuenta de que él no atendería si estaba junto a Celine, por lo que dejó de intentar contactarse con él y terminó llamando a la ambulancia que la llevó al hospital.

Cuando despertó, sintió un vacío en su corazón. Sabía que algo había sucedido, así que sus ojos buscaron al médico con desespero, casi en una súplica silenciosa, para que le dijera que ese pequeño se encontraba bien, pero vio la mirada de disculpa en su rostro. No logró salvar a su bebé.

Desde ese día, sus sentimientos por Theo se desvanecieron por completo, como la última gota de lluvia bajo el sol abrasador. Nunca volvió a mencionarle el asunto a Theo ni se preocupó por lo que ocurría entre él y Celine. Su vida se redujo a una espera insensible, esperando que algún día la cuerda que la ataba a él, se soltara por sí misma.

Pues había perdido a una parte de sí misma, un hijo que le daba esperanza de tener a alguien que cuidar. Alguien que sí la amaría sin importar lo que pasara, porque sería el fruto de sus entrañas. Pero no más, conocerlo sería un sueño imposible de realizar.

O eso creyó hasta que descubrió su nuevo estado de embarazo, y que, igual que del anterior, Theo no se había dado por enterado.

—¿Por qué estás llorando? —cuestionó Lisandro interrumpiendo los recuerdos de Valeska.

El coche ya se había detenido frente al hotel. Ella tocó su rostro con cierta confusión y, al sentir las lágrimas frías en su mejilla, se dio cuenta de que, de cierta manera, aún podía entristecerse por ese bueno para nada.

¿De verdad aún podía llorar por él?

No importaba, estaba segura de que esa sería la última vez que lloraría por él.

La mirada del hombre que la acompañaba estaba vieja en ella, el cual sentía cómo la indignación crecía en su interior, le encolerizaba el hecho de que Theo tuviera las agallas para tratar de esa forma a su esposa. Apretó con fuerza el puño, advirtiéndose a sí mismo que debía mantener la calma. Que, por más difícil que fuera, no debía enamorarse de esta mujer.

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