En cuanto a Theo, el mismo día en que Valeska decidió irse de casa, se encontraba pensativo, lo rodeaba una extraña sensación de inquietud.
Theo no pudo evitar recordar lo ocurrido esa noche. Lisandro, en medio de la fiesta, de repente preguntó por su esposa, y aprovechó la oportunidad para llamar a Valeska. ¿Por qué Lisandro estaría interesado en Valeska? Él es el CEO de un imperio comercial en ascenso, con solo un proyecto de colaboración podría salvar su empresa. Y Valeska, ¿qué es ella? Una ama de casa tonta y celosa, obsesionada consigo misma y reacia a divorciarse. ¿Cómo podría alguien como ella llamar la atención de Lisandro?
Mientras pensaba en esa noche, su esposa lo llamó. ¡Valeska le dijo que quería divorciarse! La primera reacción de Theo fue pensar que esa mujer, para alejarlo de Celine, había ideado una nueva estrategia; siempre le gustaba tanto sentir celos de Celine. Pero Celine solo era una chica bondadosa e inocente, que había perdido a su hermana. Sin embargo, el tono frío de Valeska al teléfono hizo que Theo se sintiera incómodo, así que decidió ir a casa y hablar con ella, para reiterarle una vez más un hecho que ya le había explicado en varias ocasiones: que no tenía ningún sentimiento por Celine, que solo la cuidaba por un sentido de responsabilidad.
—¿Valeska te llamó para que regreses? —cuestionó con un tono suave de voz—. Si es así, yo me siento mucho mejor, puedes regresar a casa sin problemas. Ya te retuve mucho tiempo aquí —sonrió mientras le daba un apretón a su mano.
La cabeza de Theo seguía en esa rara llamada que sostuvo con su esposa, la cual parecía como algo importante. Sus ojos se centraron en la mujer a su lado y sonreía mientras asentía y se conmovía por la comprensión de Celine.
—Tienes razón. Si te sientes bien, podría regresar a casa luego de cenar—. Por favor, cuídate bien. Si necesitas algo, solo debes llamarme y estaré aquí.
Cuando Theo terminó y se dispuso a marcharse, ella se levantó de repente para acompañarlo a la salida. Su mano chocó contra el tazón de sopa caliente que había servido para ella, quemándose la mano. Y, aunque esto parecía completamente accidental, lo hacía para evitar que Theo se marchara.
Quería tenerlo a su lado por un largo rato más. No podía regresar con su esposa.
—¡Diablos! —exclamó sujetándose la mano con fuerza, gritó tan fuerte como para que la idea de irse abandonara la cabeza de Theo.
Él regresó a su lado con rapidez mientras revisaba su mano y la regañaba por ser tan descuidada. Los ojos de la arpía se llenaron de lágrimas mientras insistía en que estaba bien y que debía volver con su esposa, pues, ella parecía tener que decirle algo importante.
—Lo haré luego de que me asegure de que no sufres daños mayores. Alístate, nos vamos a un hospital —dijo con severidad sin dar lugar a discusión.
Esa sensación de inquietud era como una premonición de que algo más sucedía en su vida, fue malinterpretada por su mente, como si solo estuviera preocupado por Celine.
•••
En un punto diferente de la ciudad, Valeska se subía al coche de Lisandro, luego se dedicó a mirar el paisaje por la ventana sin saber qué pensar.
¿Cuándo se daría cuenta Theo del acuerdo que había dejado atrás?
¿Se alegraría?
Tal vez sí, quizás ese mismo día haría que esa mujer se mudara a su casa. Según la lógica, debería sentirse triste por esto, pero su corazón ya no podía sentir más dolor. La última puñalada que sintió en su corazón y la que hizo que perdiera toda esperanza en Theo, la recordaba claramente.
Aquel día era su cumpleaños. Intentó mejorar la relación con él y tenía una pequeña sorpresa que contarle: él pronto sería papá de un pequeño ángel. Le pidió que cenaran juntos, con vino tinto para él, velas; todo estaba perfecto, excepto por el sonido constante de las notificaciones de su celular.
Theo, al sentir la mirada intensa y curiosa de su esposa sobre él, volteó el móvil boca abajo sobre la mesa. Comía completamente distraído, como si su cuerpo estuviera únicamente en ese lugar, pero su mente se mantuviera en un lugar distante.
De repente, un trueno sonó y comenzó a llover. Él fue incapaz de contenerse más, sabía que Celine le temía los rayos y por eso debía irse, no soportaría estar sola en medio de una tormenta.
Al escucharlo. Valeska abrió los ojos con marcada incredulidad. ¿Cómo era posible que sus esposo se fuera a los brazos de otra mujer el mismo día de su cumpleaños? Se sentía traicionada, mucho más que las veces anteriores.
—Pero tengo algo importante que decirte… ¿No puedes, por una vez, elegirme a mí? —Su voz se quebró, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Theo solo desvió la mirada, intentó consolarla con palabras vacías, pues, le prometió que regresaría pronto y se marchó sin esperar ninguna clase de respuesta.
Valeska, en silencio, recogió la comida fría de la mesa, tiró el test de embarazo envuelto en una pequeña caja de regalo, y se preparó para ir a descansar. Su tristeza era tanta que solo quería irse a dormir, pensaba en todo lo que había pasado con Theo hasta ese momento, todo lo que había tenido que soportar. Creyó que, por un momento, podrían gozar de unafamilia feliz más allá de los tratos con su fallecido suegro.
Mientras pensaba en eso, su abdomen comenzó a dolerle con gran intensidad. No necesitaba ser un genio para darse cuenta de que algo no iba bien. Se cubrió la barriga y lentamente se agachó, buscando su teléfono para llamar a su esposo.
Sin embargo, no importaba cuántas veces marcara, solo escuchaba la fría voz del buzón de voz. El dolor en su vientre aumentó y algo de sangre comenzó a salir. Se dio cuenta de que él no atendería si estaba junto a Celine, por lo que dejó de intentar contactarse con él y terminó llamando a la ambulancia que la llevó al hospital.
Cuando despertó, sintió un vacío en su corazón. Sabía que algo había sucedido, así que sus ojos buscaron al médico con desespero, casi en una súplica silenciosa, para que le dijera que ese pequeño se encontraba bien, pero vio la mirada de disculpa en su rostro. No logró salvar a su bebé.
Desde ese día, sus sentimientos por Theo se desvanecieron por completo, como la última gota de lluvia bajo el sol abrasador. Nunca volvió a mencionarle el asunto a Theo ni se preocupó por lo que ocurría entre él y Celine. Su vida se redujo a una espera insensible, esperando que algún día la cuerda que la ataba a él, se soltara por sí misma.
Pues había perdido a una parte de sí misma, un hijo que le daba esperanza de tener a alguien que cuidar. Alguien que sí la amaría sin importar lo que pasara, porque sería el fruto de sus entrañas. Pero no más, conocerlo sería un sueño imposible de realizar.
O eso creyó hasta que descubrió su nuevo estado de embarazo, y que, igual que del anterior, Theo no se había dado por enterado.
—¿Por qué estás llorando? —cuestionó Lisandro interrumpiendo los recuerdos de Valeska.
El coche ya se había detenido frente al hotel. Ella tocó su rostro con cierta confusión y, al sentir las lágrimas frías en su mejilla, se dio cuenta de que, de cierta manera, aún podía entristecerse por ese bueno para nada.
¿De verdad aún podía llorar por él?
No importaba, estaba segura de que esa sería la última vez que lloraría por él.
La mirada del hombre que la acompañaba estaba vieja en ella, el cual sentía cómo la indignación crecía en su interior, le encolerizaba el hecho de que Theo tuviera las agallas para tratar de esa forma a su esposa. Apretó con fuerza el puño, advirtiéndose a sí mismo que debía mantener la calma. Que, por más difícil que fuera, no debía enamorarse de esta mujer.
A la tarde siguiente, y ajeno a todo lo que estaba sucediendo en su matrimonio, Theo regresaba finalmente a casa. Una extraña sensación de inquietud lo invadía al recordar que, no sabía desde cuándo, pero cada vez que Valeska lo miraba, veía en sus ojos indiferencia y paciencia, como si ya no lo amara.Pero luego pensó que no podría irse tan fácilmente. Ella era Valeska, la misma que cuando él estaba al borde de la desesperación y el alcohol, fue paciente, lo consoló, lo cuidó, y pasó noches enteras aprendiendo sobre la gestión de su empresa solo para hacerle una propuesta urgente. Ella fue la que, en un momento, se arrodilló ante él, rogándole que no se divorciaran. Esta vez, solo estaba intentando atraer su atención con algún truco.Al principio, fue su padre quien lo amenazó con la herencia, forzándolo a casarse con una mujer desconocida. Nadie podía reemplazar el lugar que ocupaba su exesposa en su corazón. Para él, volver a enamorarse de otra persona parecía como una traición a s
En cuanto a Valeska y a Lisandro, cuando él la llevó al hotel, le ayudó a organizar su equipaje y le sugirió ir a un bar otro día a tomar algo para celebrar su nueva vida; sin embargo, ella no pudo evitar notar la doble intención de Lisandro, ¿debería sentirse halagada por eso? Ella ya no tenía fuerzas para comenzar una nueva relación. Sin embargo, sí necesitaba relajarse un poco después de todas las cosas que acontecieron en un abrir y cerrar de ojos. De esa manera, al día siguiente, los dos se encontraron en el bar, aunque no bebería nada de alcohol, a causa de su embarazo, eso no le impedía tener un cambio de ambiente.—Si vas a empezar una nueva vida sola, ¿te gustaría trabajar como mi asistente en mi empresa? Puedo ofrecerte un salario un poco más alto que el promedio. —Cuestionó Lisandro mientras se acercaba a su oído en medio del ambiente bullicioso del bar, con sus ojos color azul oscuro brillando de una manera que le resultaba imposible de leer.Una oleada de incomodidad reco
Mientras todos continuaban sumidos en el silencio y el asombro, fue Lisandro el primero en reaccionar. Colocó a Valeska detrás de él para protegerla de manera rápida, al mismo tiempo que empujaba a Theo al suelo. Luego, levantó el puño y comenzó a golpearlo con fuerza en la cara, uno tras otro, hasta que los amigos de Theo reaccionaron y se apresuraron a separarlos.—Si esto es lo que mi socio tiene por moral, lo mejor será cancelar nuestra colaboración —sentenció Lisandro con desdén, sus ojos mantenían a Theo enfocado.El hecho de ver a Valeska herida a mano de su «esposo» desató en Lisandro una furia que le resultaba tanto irrazonable como incomprensible. Ella permanecía con la mano en su mejilla, resguardada detrás del cuerpo de Lisandro.—¿Quién te permitió rendirte? No puedes rendirte… —Murmuró Theo, después de levantarse del suelo, ignorando las palabras de Lisandro. Sus manos recorrían toda su cara mientras no dejaba de mirar fijamente a Valeska, como si fueran una manera de au
Theo llegó al hospital tan rápido como pudo después de recibir la noticia. Su mente estaba llena de pensamientos contradictorios: una mezcla de alivio, rabia, y algo que no quería admitir… esperanza. Esperanza de poder hacer que Valeska regresara a casa, de que tal vez, a pesar de todo, las cosas pudieran arreglarse.Mientras caminaba por los pasillos del hospital, el eco de sus pasos parecía latir al ritmo de su corazón. Al entrar en la habitación, encontró a su esposa recostada en la cama. Estaba pálida, pero permanecía tranquila, con una quietud que contrastaba con el torbellino de emociones que Theo sentía. Lo observaba con una mirada tan fría que le heló el corazón.Por un momento, no supo cómo comenzar con ese discurso que tanto ensayó. Theo, acostumbrado a controlar cualquier situación, o manipularla, más bien, se sintió fuera de lugar. Finalmente, al ver que ella no diría nada, dejó escapar un suspiro y habló primero.—¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? —Intentó man
Valeska se quedó un momento mirando la puerta cerrada cuando Theo salió por esta, en busca de «medicamentos». Su corazón latía con fuerza, pero no era debido al miedo, sino por ese gran impulso de determinación. Sabía que si no actuaba rápido, Theo regresaría con más control sobre su vida del que ya tenía. Era ahora o nunca.Miró a su alrededor, asegurándose de que no había ninguna cámara en la habitación; no podía ignorar el poder que ese hombre tenía en el hospital solo por ser de una familia acomodada. Podría hacer lo que quisiera, como, por ejemplo, dejarla en ese hospital. Rápidamente, tomó su bolso y abrigo, estaba lista para irse, solo que, apenas se dirigía hacia la puerta cuando una enfermera la interceptó.—Señora, lamento informarle que el señor Russo ha dado instrucciones estrictas. No puede abandonar la habitación hasta que él regrese.Esa noticia cayó sobre Valeska como un baldado de agua fría. Sus ojos se centraron en la enfermera, trataba de descifrar si había alguna s
Valeska subió al primer taxi que se le atravesó, su corazón latía con fuerza a causa de la adrenalina que aún corría por sus venas. Sacó la tarjeta de presentación de Lisandro de su cartera, la observó por un momento cuestionándose si era buena idea involucrarlo en todo eso. Finalmente, marcó el número con manos un tanto sudorosas e hizo lo más difícil: esperar.—Lisandro, soy Valeska —saludó apenas él contestó—. Estoy en camino a tu empresa. Necesito tu ayuda con algo.—Daré la orden para que te hagan pasar directamente a la oficina —expuso con ese tono sereno de voz.Valeska agradeció que no hizo preguntas innecesarias. El tono tranquilo de su voz logró calmar un poco los nervios de la chica, aunque la incertidumbre seguía pesando en su mente como si no tuviera un lugar más al que ir.Cuando el taxi llegó Fiore’s, la empresa de Lisandro que se dedica a la distribución de materiales de construcción, Valeska no pudo evitar sentirse impresionada. El edificio era imponente, con cristale
—¿Eso quiere decir que Theo no sabe que estás esperando un hijo de él? —sus ojos demostraron su confusión y alivio.—Sí, cuando quise decirle, no llegó a casa, solo por irse con Celine —aclaró la garganta—. Eso no importa, me hace a la idea de que no podemos esperar nada de él. Mi bebé y yo estaremos bien, juntos —instintivamente acarició su vientre.Lisandro la analizó por un momento, mientras pensaba en la difícil situación en la que Valeska se encontraba. Si ser mamá era una labor difícil, sería mucho más ser madre soltera. Su corazón pareció agitarse un poco dentro de él, no solo de lástima por ella, sino de enojo contra el idiota de su ex. ¿Cómo podría abandonar a su propia familia?—Sé que es difícil —susurró poniéndose de pie con una pequeña sonrisa—; sin embargo, te prometo que no estarás sola en esto, Valeska. Cuenta conmigo en todo lo que necesites. No importa que deba ir a verte en la madrugada —puso sus manos en los hombros—. Sé que puedes estar asustada e insegura con to
Hoy era el primer día de trabajo de Valeska en la empresa de Lisandro. Había llegado temprano, con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo que se reflejaban en su rostro. Apenas puso un pie en la recepción, un empleado del departamento de recursos humanos la abordó con amabilidad. Su tarea era guiarla en su primer día, familiarizándola con la estructura de la empresa, sus tareas y el ambiente laboral.Valeska había elegido un traje sencillo pero elegante, que contrastaba con su expresión tranquila. Mientras recorría los pasillos, el empleado le explicó que su función principal sería organizar la agenda diaria de Lisandro: programar reuniones, gestionar negociaciones con socios, y revisar informes y propuestas para clasificarlas por prioridad según su importancia y calidad. Esto permitiría a Lisandro centrarse en lo esencial y ser más eficiente.—Es un trabajo exigente, pero confío en que lo harás bien. —Oliver, el empleado, le ofreció una sonrisa de aliento mientras llegaban a su desti