A la tarde siguiente, y ajeno a todo lo que estaba sucediendo en su matrimonio, Theo regresaba finalmente a casa. Una extraña sensación de inquietud lo invadía al recordar que, no sabía desde cuándo, pero cada vez que Valeska lo miraba, veía en sus ojos indiferencia y paciencia, como si ya no lo amara.
Pero luego pensó que no podría irse tan fácilmente. Ella era Valeska, la misma que cuando él estaba al borde de la desesperación y el alcohol, fue paciente, lo consoló, lo cuidó, y pasó noches enteras aprendiendo sobre la gestión de su empresa solo para hacerle una propuesta urgente. Ella fue la que, en un momento, se arrodilló ante él, rogándole que no se divorciaran. Esta vez, solo estaba intentando atraer su atención con algún truco.
Al principio, fue su padre quien lo amenazó con la herencia, forzándolo a casarse con una mujer desconocida. Nadie podía reemplazar el lugar que ocupaba su exesposa en su corazón. Para él, volver a enamorarse de otra persona parecía como una traición a su anterior esposa. Pero Celine era diferente, como su hermana, se parecía tanto a su exesposa.
Verla era como tener a su exesposa cerca de él nuevamente. No podía evitar sentir el impulso de cuidarla, y si su esposa estuviera viva, también le habría pedido que cuidara de Celine. Por eso, parecía natural que él la tratara bien.
Solo iría a casa, escucharía las quejas de Valeska, le prometería que no volvería a suceder, y así la tendría nuevamente comiendo de la palma de su mano. Eso era lo que pensaba hasta que entró a casa y el golpe de realidad parecía querer golpearlo, pero era tan testarudo que no lo notaba.
Apenas entró, notó de inmediato que algo había cambiado. Todo parecía vacío, el florero sobre la mesa ya no tenía flores, y las pinturas que Valeska había hecho a mano en las paredes ya no estaban. Parecía como si todas las huellas de ella hubieran desaparecido.
—¡Ya volví! ¿De qué querías hablar? —preguntó mientras detallaba lo que le rodeaba.
Sintió una creciente sensación de inquietud y un temor sutil que se comenzaba a instalar en su pecho.
»¿Valeska? —La llamó dejando pasar un trago de saliva del que no se percató.
Se acercó al salón mientras buscaba alguna señal de vida de su esposa; fue entonces cuando encontró el acuerdo de divorcio firmado por Valeska, en el que ella incluso tachó todas las compensaciones que él le había ofrecido.
El miedo rápidamente se convirtió en ira. ¿Acaso pensaba que él no se atrevería a firmarlo? ¿Qué se creía? Él debería ser quien le entregara ese acuerdo de divorcio.
Tomó su teléfono para llamarla, pero luego pensó que Valeska realmente había ido demasiado lejos, quizá era eso lo que ella quería, tenerlo detrás de ella. Si se atrevía a firmar el acuerdo, él le mostraría lo que significaba irse de su lado. En un par de días, ella estaría llorando y suplicándole que lo perdonara. Conocía muy bien a Valeska, ella lo amaba profundamente.
Tomó el acuerdo entre sus manos y con molestia lo hizo trizas. Pese a que lo había destruido, no se sentía para nada tranquilo, así que optó por llamar a unos amigos para ir a beber y calmar su enojo. Necesitaba despejar su mente.
Ya en el bar, sus amigos llegaron uno a uno, y Celine, no sabía cómo, pero también apareció a su lado. Sin embargo, en esa ocasión, Theo estaba tan preocupado por Valeska que no tenía tiempo para enfrentarse a los ojos de Celine. Había notado que parecían a punto de llenarse de lágrimas por su indiferencia.
—¿Qué te sucede, hermano? Tienes una cara de tragedia como si alguien hubiera muerto —cuestionó uno de sus amigos, rompiendo el silencio en el que Theo estaba sumido.
—¿Recuerdan que le pedí a Valeska un acuerdo de divorcio? —cuestionó con la mirada perdida en otro punto lejano de la habitación.
—Cómo olvidarlo, si casi se lo tiraste a la cara en esa ocasión y ella solo se limitaba a llorar para que no la dejaras —continuó el otro, quien esbozaba una sonrisa traviesa—. ¿Necesitas que la obliguemos a firmarlo? —bromeó para ver la reacción de Theo.
—No es necesario, ella lo firmó —expuso para beber por completo toda su copa de alcohol.
—¿Hizo qué? —expuso en respuesta, sorprendido por la actitud de la chica.
—Felicidades, finalmente has salido del calvario. ¿No era ella la que siempre se negaba a divorciarse? Parece que al fin se ha dado cuenta —felicitó el amigo bromista con una radiante sonrisa mientras le daba un par de golpes en el hombro a Theo.
A diferencia de lo que algún otro podría imaginar, ese comentario solo llenó a Theo de una sensación de incomodidad. ¿Por qué sus amigos hablaban de Valeska como si fuera una carga de la que tenía que liberarse?
En ese momento todo se tornó una pequeña celebración en la que lo felicitaban por su «afortunado divorcio», provocando que el malestar del hombre se hiciera mucho más intensa.
—Ahora está bien, finalmente pueden estar juntos, de forma legítima— dijo una de las chicas, abrazando a Celine por el hombro, la cual sonreía con una aparente molestia y vergüenza.
—¿Por qué tendría que estar con Celine? —cuestionó confundido y notablemente en desacuerdo.
No importaba lo que pudieran decir, Celine era solo la hermana de su exesposa. Él hacía todo lo posible por cuidarla, protegerla, darle lo que quisiera, pero Valeska seguía siendo su esposa. ¿Cómo iba a dejar a su esposa por la hermana de su exesposa?
Todos se quedaron en un gran silencio, mientras intentaban procesar las palabras de Theo. Tanto Celine como su amiga, no esperaban esa respuesta.
—¿No es eso lo que siempre has querido, divorciarte de Valeska y estar con Celine? ¿O acaso no es eso lo que intentabas conseguir cuando la presionabas para que se divorciara? —La amiga no pudo convencerse en hacer la pregunta que ninguno se atrevía.
No respondió en el momento, sino que apartó la mirada, haciéndose el desentendido, sin querer ver los ojos de Celine, que estaban llenos de reproche y lágrimas.
¿Acaso él realmente había estado presionando a Valeska para que se divorciara?
Al principio, cuando Valeska se enojaba con él por Celine, él solo sentía irritación y se enfurecía pensando por qué Valeska no entendía sus dificultades. Pero, en algún momento, comenzó a darse cuenta de que Valeska parecía ya no importarle. No importaba cuántas veces se alejaba de su lado por Celine, ella simplemente lo veía irse en silencio. El cambio en Valeska lo inquietaba, por lo que empezó a hacer cosas cada vez más extremas, con la esperanza de recuperar su atención a través de la ira de ella. Hasta que se dio cuenta de que lo único que podía hacer perder el control a Valeska era el tema del divorcio. Entonces, él…
Solo quería que Valeska lo quisiera como antes. ¿Acaso eso estaba mal?
Mientras su mirada recorría distraídamente la multitud en el bar, para evitar responder, vio una figura familiar en la barra: era Valeska, y a su lado estaba un hombre alto, mostrando una cercanía que a sus ojos era inapropiada.
Aún no había aceptado el divorcio, y ella ya se estaba pegando a otro hombre. La ira de Theo casi lo desbordó. No logró contenerse, sino que, cuando menos pensó, ya estaba de camino en su dirección, su ira amenazaba con desbordarse.
En cuanto a Valeska y a Lisandro, cuando él la llevó al hotel, le ayudó a organizar su equipaje y le sugirió ir a un bar otro día a tomar algo para celebrar su nueva vida; sin embargo, ella no pudo evitar notar la doble intención de Lisandro, ¿debería sentirse halagada por eso? Ella ya no tenía fuerzas para comenzar una nueva relación. Sin embargo, sí necesitaba relajarse un poco después de todas las cosas que acontecieron en un abrir y cerrar de ojos. De esa manera, al día siguiente, los dos se encontraron en el bar, aunque no bebería nada de alcohol, a causa de su embarazo, eso no le impedía tener un cambio de ambiente.—Si vas a empezar una nueva vida sola, ¿te gustaría trabajar como mi asistente en mi empresa? Puedo ofrecerte un salario un poco más alto que el promedio. —Cuestionó Lisandro mientras se acercaba a su oído en medio del ambiente bullicioso del bar, con sus ojos color azul oscuro brillando de una manera que le resultaba imposible de leer.Una oleada de incomodidad reco
Mientras todos continuaban sumidos en el silencio y el asombro, fue Lisandro el primero en reaccionar. Colocó a Valeska detrás de él para protegerla de manera rápida, al mismo tiempo que empujaba a Theo al suelo. Luego, levantó el puño y comenzó a golpearlo con fuerza en la cara, uno tras otro, hasta que los amigos de Theo reaccionaron y se apresuraron a separarlos.—Si esto es lo que mi socio tiene por moral, lo mejor será cancelar nuestra colaboración —sentenció Lisandro con desdén, sus ojos mantenían a Theo enfocado.El hecho de ver a Valeska herida a mano de su «esposo» desató en Lisandro una furia que le resultaba tanto irrazonable como incomprensible. Ella permanecía con la mano en su mejilla, resguardada detrás del cuerpo de Lisandro.—¿Quién te permitió rendirte? No puedes rendirte… —Murmuró Theo, después de levantarse del suelo, ignorando las palabras de Lisandro. Sus manos recorrían toda su cara mientras no dejaba de mirar fijamente a Valeska, como si fueran una manera de au
Theo llegó al hospital tan rápido como pudo después de recibir la noticia. Su mente estaba llena de pensamientos contradictorios: una mezcla de alivio, rabia, y algo que no quería admitir… esperanza. Esperanza de poder hacer que Valeska regresara a casa, de que tal vez, a pesar de todo, las cosas pudieran arreglarse.Mientras caminaba por los pasillos del hospital, el eco de sus pasos parecía latir al ritmo de su corazón. Al entrar en la habitación, encontró a su esposa recostada en la cama. Estaba pálida, pero permanecía tranquila, con una quietud que contrastaba con el torbellino de emociones que Theo sentía. Lo observaba con una mirada tan fría que le heló el corazón.Por un momento, no supo cómo comenzar con ese discurso que tanto ensayó. Theo, acostumbrado a controlar cualquier situación, o manipularla, más bien, se sintió fuera de lugar. Finalmente, al ver que ella no diría nada, dejó escapar un suspiro y habló primero.—¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? —Intentó man
Valeska se quedó un momento mirando la puerta cerrada cuando Theo salió por esta, en busca de «medicamentos». Su corazón latía con fuerza, pero no era debido al miedo, sino por ese gran impulso de determinación. Sabía que si no actuaba rápido, Theo regresaría con más control sobre su vida del que ya tenía. Era ahora o nunca.Miró a su alrededor, asegurándose de que no había ninguna cámara en la habitación; no podía ignorar el poder que ese hombre tenía en el hospital solo por ser de una familia acomodada. Podría hacer lo que quisiera, como, por ejemplo, dejarla en ese hospital. Rápidamente, tomó su bolso y abrigo, estaba lista para irse, solo que, apenas se dirigía hacia la puerta cuando una enfermera la interceptó.—Señora, lamento informarle que el señor Russo ha dado instrucciones estrictas. No puede abandonar la habitación hasta que él regrese.Esa noticia cayó sobre Valeska como un baldado de agua fría. Sus ojos se centraron en la enfermera, trataba de descifrar si había alguna s
Valeska subió al primer taxi que se le atravesó, su corazón latía con fuerza a causa de la adrenalina que aún corría por sus venas. Sacó la tarjeta de presentación de Lisandro de su cartera, la observó por un momento cuestionándose si era buena idea involucrarlo en todo eso. Finalmente, marcó el número con manos un tanto sudorosas e hizo lo más difícil: esperar.—Lisandro, soy Valeska —saludó apenas él contestó—. Estoy en camino a tu empresa. Necesito tu ayuda con algo.—Daré la orden para que te hagan pasar directamente a la oficina —expuso con ese tono sereno de voz.Valeska agradeció que no hizo preguntas innecesarias. El tono tranquilo de su voz logró calmar un poco los nervios de la chica, aunque la incertidumbre seguía pesando en su mente como si no tuviera un lugar más al que ir.Cuando el taxi llegó Fiore’s, la empresa de Lisandro que se dedica a la distribución de materiales de construcción, Valeska no pudo evitar sentirse impresionada. El edificio era imponente, con cristale
—¿Eso quiere decir que Theo no sabe que estás esperando un hijo de él? —sus ojos demostraron su confusión y alivio.—Sí, cuando quise decirle, no llegó a casa, solo por irse con Celine —aclaró la garganta—. Eso no importa, me hace a la idea de que no podemos esperar nada de él. Mi bebé y yo estaremos bien, juntos —instintivamente acarició su vientre.Lisandro la analizó por un momento, mientras pensaba en la difícil situación en la que Valeska se encontraba. Si ser mamá era una labor difícil, sería mucho más ser madre soltera. Su corazón pareció agitarse un poco dentro de él, no solo de lástima por ella, sino de enojo contra el idiota de su ex. ¿Cómo podría abandonar a su propia familia?—Sé que es difícil —susurró poniéndose de pie con una pequeña sonrisa—; sin embargo, te prometo que no estarás sola en esto, Valeska. Cuenta conmigo en todo lo que necesites. No importa que deba ir a verte en la madrugada —puso sus manos en los hombros—. Sé que puedes estar asustada e insegura con to
Hoy era el primer día de trabajo de Valeska en la empresa de Lisandro. Había llegado temprano, con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo que se reflejaban en su rostro. Apenas puso un pie en la recepción, un empleado del departamento de recursos humanos la abordó con amabilidad. Su tarea era guiarla en su primer día, familiarizándola con la estructura de la empresa, sus tareas y el ambiente laboral.Valeska había elegido un traje sencillo pero elegante, que contrastaba con su expresión tranquila. Mientras recorría los pasillos, el empleado le explicó que su función principal sería organizar la agenda diaria de Lisandro: programar reuniones, gestionar negociaciones con socios, y revisar informes y propuestas para clasificarlas por prioridad según su importancia y calidad. Esto permitiría a Lisandro centrarse en lo esencial y ser más eficiente.—Es un trabajo exigente, pero confío en que lo harás bien. —Oliver, el empleado, le ofreció una sonrisa de aliento mientras llegaban a su desti
Valeska tomó aire mientras se adentraba a la oficina de Lisandro. La luz tenue de la lámpara de su escritorio iluminaba su rostro serio. Él mantenía los ojos fijos en un documento que aún no terminaba de leer. Su ceño estaba ligeramente fruncido, y la forma en la que movía el bolígrafo entre sus dedos indicaba que estaba completamente absorto en su análisis.—Aquí está el informe que me pediste —dijo ella luego de analizarlo por unos segundos, avanzó hasta su escritorio y le extendió el archivo con ambas manos.Al oírla, levantó la vista un instante y tomó el documento sin apurarse. Sus dedos lo deslizaron con precisión antes de comenzar a examinarlo en silencio. A medida que pasaban los segundos, Valeska lo observó con cierta inquietud. Sus ojos se movían rápidamente entre las páginas, y de vez en cuando sus labios se curvaban de una forma imperceptible, como si hubiera encontrado algo interesante.Finalmente, dejó el documento sobre la mesa y apoyó la espalda contra la silla. La som