Valeska tomó aire mientras se adentraba a la oficina de Lisandro. La luz tenue de la lámpara de su escritorio iluminaba su rostro serio. Él mantenía los ojos fijos en un documento que aún no terminaba de leer. Su ceño estaba ligeramente fruncido, y la forma en la que movía el bolígrafo entre sus dedos indicaba que estaba completamente absorto en su análisis.—Aquí está el informe que me pediste —dijo ella luego de analizarlo por unos segundos, avanzó hasta su escritorio y le extendió el archivo con ambas manos.Al oírla, levantó la vista un instante y tomó el documento sin apurarse. Sus dedos lo deslizaron con precisión antes de comenzar a examinarlo en silencio. A medida que pasaban los segundos, Valeska lo observó con cierta inquietud. Sus ojos se movían rápidamente entre las páginas, y de vez en cuando sus labios se curvaban de una forma imperceptible, como si hubiera encontrado algo interesante.Finalmente, dejó el documento sobre la mesa y apoyó la espalda contra la silla. La som
Al día siguiente, Valeska entró en la oficina de Lisandro con paso seguro, llevando en una mano la agenda del día y en la otra una taza de té humeante. Su cabello estaba recogido en una coleta alta, y su expresión era tranquila, aunque por dentro sentía una ligera ansiedad. Era su segundo día en la empresa, y aunque la jornada anterior había sido sorprendentemente positiva, aún le preocupaba no estar a la altura de las expectativas.Apenas cruzó la puerta, se encontró con una escena tensa. Lisandro estaba sentado tras su amplio escritorio de madera oscura, con una ceja fruncida y una expresión de impaciencia. Frente a él, su secretaria hablaba con un tono controlado, pero en su voz se notaba la resistencia.—Señor Fiore, lo que usted sugiere no es recomendable —decía la mujer con firmeza—. Este proyecto de licitación es demasiado importante como para delegarlo en alguien que no tiene la experiencia suficiente.Lisandro no respondió enseguida. En su rostro se dibujó una expresión fría
Valeska caminó por los pasillos de la empresa con la cabeza en alto y una postura que reflejaba seguridad, aunque por dentro una ligera inquietud se aferraba a su pecho. Sabía que enfrentarse a un equipo nuevo nunca era sencillo, mucho menos cuando llegabas en circunstancias especiales.El hecho de que Lisandro la hubiera elegido personalmente para liderar el proyecto la colocaba en una posición delicada. No era ajena a las habladurías de oficina ni a los prejuicios que muchos solían tener hacia aquellos que obtenían oportunidades por recomendación directa. Sin embargo, ella no era el tipo de persona que se escondía detrás de las sombras o permitía que la subestimaran. Iba a demostrarles a todos que estaba allí por méritos propios.Cuando llegó a la sala de reuniones, empujó la puerta con suavidad y se encontró con un grupo de cinco personas distribuidas alrededor de una mesa amplia, cubierta de documentos y laptops encendidas. En cuanto entró, todas las miradas se posaron sobre ella.
El interior del coche se volvió sofocante de repente, como si el aire se hubiera vuelto denso, pesado, incapaz de ser respirado con normalidad. Valeska sentía su propia temperatura elevarse, pero no por el calor del vehículo ni por la calefacción, sino por la intensidad de la pregunta que Lisandro acababa de hacerle.«Nunca he tenido una mujer cercana a mí. Tú eres la única excepción. ¿Nunca te has preguntado por qué?»Valeska abrió los labios, pero no logró articular sonido alguno. ¿Qué quería decir con eso? Su mente trabajaba a toda velocidad buscando una respuesta que pudiera encajar con lo que ya sabía de él. Sin embargo, lo único que encontraba era un vacío.Por supuesto que se había preguntado por qué Lisandro Fiore, un hombre que parecía no necesitar de nadie, la había mantenido cerca desde el principio. Pero nunca le había dado demasiadas vueltas al asunto, porque, después de todo, la respuesta parecía obvia.Finalmente, y con la voz más inestable de lo que habría querido, log
Desde aquella noche en la que Lisandro estuvo a punto de confesar sus sentimientos, Valeska había sentido un torbellino emocional que no la dejaba tranquila. Su mente, siempre tan lógica y estructurada, ahora se veía inundada de preguntas sin respuestas claras. ¿Qué esperaba Lisandro de ella? ¿Por qué la había elegido precisamente a ella, cuando podía tener a cualquier mujer que quisiera? ¿Era su ego hablando, su deseo de venganza contra Theo, o acaso había algo más en todo esto?No quería pensar demasiado en ello, pero era imposible evitarlo cuando su propio cuerpo reaccionaba de manera involuntaria ante su presencia. Sentía su pecho apretarse cuando lo veía, su respiración se alteraba sin querer cuando sus miradas se cruzaban, y su mente divagaba con recuerdos de la intensidad de sus palabras. «Nunca he tenido una mujer cercana a mí. Tú eres la única excepción».No quería ser una excepción en la vida de un hombre como él.Por eso, hizo lo único que sabía hacer cuando algo la desesta
La reunión de progreso sobre el nuevo proyecto se llevó a cabo en una de las salas más amplias y sofisticadas de la empresa. El ambiente, como siempre que Lisandro estaba presente, era tenso, meticulosamente estructurado y cargado de expectativas. Él no aceptaba nada menos que la excelencia, y cada persona en la sala lo sabía. Sin embargo, en esta ocasión, había algo diferente: Lisandro no estaba solo.Junto a él se encontraba un hombre de estatura media, cabello castaño claro, perfectamente peinado y una expresión afable que contrastaba con la mirada siempre severa de Lisandro. Se trataba de Marco D'Alessio, un inversionista de renombre, y uno de los socios con los que Fiore acababa de cerrar un acuerdo clave para el crecimiento del proyecto.D'Alessio, a diferencia de otros empresarios que se mantenían en una postura rígida y calculadora, irradiaba un carisma natural que hacía que todos a su alrededor se sintieran cómodos. Y, como era de esperarse, cuando Lisandro presentó a Valeska
El eco de los pasos apresurados y las órdenes murmuradas se mezclaban con el sonido distante de monitores y susurros en la sala de emergencias. El aire tenía ese característico aroma estéril a desinfectante y medicamentos, una mezcla que a Valeska le resultaba inquietantemente familiar.No otra vez.Cada segundo que pasaba en esa camilla le recordaba con cruel precisión la última vez que había estado en una situación similar. Su cuerpo aún estaba temblando, su respiración entrecortada y la ansiedad se aferraba a su pecho como un peso insoportable. Pero, al menos esta vez, no estaba sola.Lisandro nunca se alejó de su lado.Su presencia era una constante silenciosa, una sombra firme y preocupada que no la dejó ni por un instante mientras los médicos la examinaban. No pronunció una sola palabra de queja, ni siquiera cuando los minutos se convirtieron en horas y las preocupaciones se apilaron en su mente como una avalancha de pensamientos caóticos.Cuando finalmente la llevaron en una si
La gran sala de conferencias estaba llena de inversores, arquitectos y directivos de las empresas más importantes del sector. Los ventanales de piso a techo dejaban entrar la luz del mediodía, reflejándose sobre la brillante mesa de cristal que presidía la sala. Había tensión en el ambiente, expectación por los resultados de la licitación, pero Valeska solo podía sentir el estruendo de su propio corazón latiendo en sus oídos.Este era el momento.Se había preparado para esto durante meses. Desde que Lisandro le había dado la responsabilidad de liderar el proyecto, había puesto cada fibra de su ser en asegurarse de que la presentación fuera impecable. No podía darse el lujo de fallar.Con una postura firme y la mirada enfocada, presentó cada punto con precisión. Habló de los materiales de construcción, la eficiencia del diseño, el impacto económico del proyecto y los beneficios a largo plazo. Su voz era clara y segura, y cada diapositiva en la pantalla reforzaba la solidez del plan.Cu