A la mañana siguiente, cuando Valeska despertó, lo primero que notó fue el espacio vacío a su lado. Extendió la mano instintivamente, como si esperara encontrar el calor de Lisandro aún impregnado en las sábanas, pero todo lo que sintió fue la frialdad de la tela.Frunció el ceño y se incorporó lentamente, con la sensación de que algo no estaba bien. Miró hacia el reloj sobre la mesita de noche. Había pasado toda la noche y él no había regresado.Tomó su teléfono, revisó los mensajes y llamadas, pero no había ninguna señal de él. Su inquietud aumentó. No era la primera vez que Lisandro se ausentaba por cuestiones importantes, pero después de la llamada de Oliver la noche anterior, su instinto le decía que algo más había ocurrido.Mientras contemplaba la posibilidad de llamarlo, el dispositivo vibró en su mano con la notificación de un mensaje entrante. Al ver el remitente, sintió un nudo en el estómago: Iskra.Abrió el mensaje de inmediato.«Buenos días, Valeska. ¿Dormiste bien? Me im
El video terminó, pero el eco de las palabras de Lisandro seguía resonando en la mente de Valeska como un susurro venenoso, incrustándose en lo más profundo de su alma, envolviéndola en una maraña de pensamientos oscuros de la que no podía escapar.Su mirada permaneció fija en la pantalla del teléfono apagado, inmóvil, como si esperara que, en cualquier momento, el video volviera a reproducirse por sí solo, como si necesitara verlo una vez más para convencerse de que lo que acababa de presenciar no era producto de su imaginación, sino la dolorosa verdad que, hasta ese momento, había ignorado.Pero no lo era.Era real.Cada palabra, cada expresión en el rostro de Lisandro, cada confesión que había salido de sus labios con aquella frialdad calculada… todo era cierto.El peso de la traición cayó sobre ella con una intensidad abrumadora, como si un alud de emociones reprimidas la hubiera golpeado de frente, dejándola sin aire, sin capacidad de procesar lo que acababa de descubrir.Sintió
El reloj marcaba las seis de la mañana cuando Lisandro cruzó la puerta de la casa. El eco de sus pasos resonó en la inmensidad del lugar, pero la soledad no lo abrazó como de costumbre. Esta vez, la sombra de un presentimiento oscuro lo acompañaba, una certeza que le helaba la sangre: algo estaba por suceder. No tenía que ser un genio para darse cuenta de que el ambiente era diferente.Había algo en el aire, un peso, una carga invisible que le oprimía el pecho con cada paso que daba. La luz de la sala de estar estaba encendida, y eso solo podía significar una cosa.Se detuvo en seco, con el corazón acelerado por una mezcla de temor y expectativa. Su instinto le gritaba que no diera el siguiente paso, que se quedara justo donde estaba, sin cruzar el umbral. Pero ya era demasiado tarde para arrepentimientos.Inspiró hondo, obligándose a ignorar la opresión en su pecho, y avanzó, sintiendo cómo el aire se volvía más denso con cada movimiento. Entonces la vio.Valeska estaba sentada en el
El viaje hasta la casa de su padre fue silencioso. Valeska observaba el paisaje a través de la ventana del auto, pero su mente estaba demasiado nublada como para prestar atención a los detalles.Desde el momento en que decidió marcharse, cada segundo parecía haberse ralentizado, atrapándola en una burbuja de confusión y dolor. No sabía si había tomado la mejor decisión, pero sí tenía claro que quedarse junto a Lisandro habría sido insoportable.La traición de Theo la había destrozado una vez, y aunque se había prometido que nunca permitiría que alguien la hiriera de la misma manera, Lisandro lo había logrado. Lo peor de todo es que él no solo la había usado como una pieza en su venganza, sino que ni siquiera se había dado cuenta de cuánto daño le había hecho. Su amor había sido una simple herramienta, una estrategia más en su juego de destrucción.Cuando llegó a la casa de su padre, lo primero que notó fue la calidez con la que él la recibió. Sin hacer preguntas innecesarias ni presio
Valeska se sumergió en el trabajo con una dedicación absoluta, aferrándose a él como si fuera su única tabla de salvación en medio de la tormenta que aún rugía dentro de su corazón.No era solo una cuestión de mantenerse ocupada, sino de probarse a sí misma que podía valerse por su cuenta, que no necesitaba a Lisandro ni a nadie para demostrar su valía.Su decisión de adentrarse en este nuevo campo empresarial era arriesgada, pero la incertidumbre nunca la había detenido. Aunque la energía y los negocios de su padre no eran su área de experiencia, tenía algo aún más valioso: determinación.El desafío era doble. No solo debía aprender desde cero sobre la gestión y desarrollo de proyectos energéticos, sino que también debía supervisar, a distancia, la administración del hotel que había sido su primer gran proyecto empresarial.Afortunadamente, su asistente había demostrado ser una persona altamente competente, alguien en quien podía confiar para manejar los asuntos diarios sin necesidad
El día había sido agotador. Valeska sentía la tensión acumulada en cada fibra de su cuerpo, pero la satisfacción de haber defendido su visión con firmeza la mantenía en pie. Con el bolso colgado del brazo, cruzó el vestíbulo de la empresa con la intención de dirigirse a su auto. Sin embargo, al alzar la vista, su paso se detuvo de golpe.Lisandro estaba allí.Apoyado contra una de las columnas de mármol, con el rostro más demacrado de lo que recordaba, parecía haber perdido el brillo imponente que siempre lo había caracterizado. Sus hombros caídos y la sombra bajo sus ojos eran prueba suficiente de que el paso del tiempo no lo había favorecido. Valeska sintió una punzada de dolor en el pecho al verlo así, pero se obligó a mantener su expresión neutral. No podía permitirse dudar ahora.Lisandro se enderezó al verla y avanzó un par de pasos hacia ella. Aunque su andar aún conservaba esa elegancia innata, había una fragilidad en su mirada que antes no estaba allí.—Valeska —pronunció su
El celular de Valeska sonó en medio de la noche, cuando finalmente estaba logrando descansar. Era Theo, para ser exactos, era el hombre con el que firmó un contrato que declaraba su estado civil de casados, pero que, de ninguna manera, llegó a ser un hombre amoroso, no más que el primer año de matrimonio.Deseaba seguir descansando, pues todo el día había estado en el hospital cuidando de su madre, quien estaba terminando su recuperación y, de paso, terminaba de hacerse unos chequeos prenatales. Hace tres meses, un impulso de Theo bajo los efectos del alcohol la dejó embarazada, pero aún no decidía si decírselo o no. El médico le había aconsejado que, desde el aborto espontáneo anterior, quedar embarazada de nuevo ya era un milagro, por lo que debía prestar aún más atención al descanso.Con un poco de lentitud y aturdimiento contestó, su voz apenas podía distinguirse en medio del ruido y música que se escuchaban de fondo. El ajetreo de la gente en el fondo de la llamada, era testigo d
Mientras Valeska repetía sus mantras para mantener la calma y resistir un poco más, sentía las miradas de todos alrededor. Algunos la observaban con lástima y otros, con desprecio.¿Quién esperaría que le aplaudieran por ser una mujer que se dejaba pisotear por la amante de su marido en público? Solo ella conocía la razón detrás de su tolerancia, de su resiliencia: su madre era lo más importante en ese momento. Y siempre.—Gracias por la ropa. Estaba bebiendo y, sin querer, derramé algo en la mía. Te prometo que la lavaré y te la devolveré —dijo la mujer con una voz tan dulce y falsa que le daba náuseas.En ese momento, Valeska estaba mordiendo la parte interior de sus mejillas, intentando refrenar las palabras que luchaban por salir finalmente. Pero, ¿valdría realmente la pena? Tomó aire y decidió hacerle caso a sus impulsos.—No hace falta, quédate con ella. Al fin y al cabo, siempre se te ha dado bien apropiarte de cosas que no te pertenecen, ¿no? —replicó con frialdad, disfrutando