Valeska se quedó un momento mirando la puerta cerrada cuando Theo salió por esta, en busca de «medicamentos». Su corazón latía con fuerza, pero no era debido al miedo, sino por ese gran impulso de determinación. Sabía que si no actuaba rápido, Theo regresaría con más control sobre su vida del que ya tenía. Era ahora o nunca.Miró a su alrededor, asegurándose de que no había ninguna cámara en la habitación; no podía ignorar el poder que ese hombre tenía en el hospital solo por ser de una familia acomodada. Podría hacer lo que quisiera, como, por ejemplo, dejarla en ese hospital. Rápidamente, tomó su bolso y abrigo, estaba lista para irse, solo que, apenas se dirigía hacia la puerta cuando una enfermera la interceptó.—Señora, lamento informarle que el señor Russo ha dado instrucciones estrictas. No puede abandonar la habitación hasta que él regrese.Esa noticia cayó sobre Valeska como un baldado de agua fría. Sus ojos se centraron en la enfermera, trataba de descifrar si había alguna s
Valeska subió al primer taxi que se le atravesó, su corazón latía con fuerza a causa de la adrenalina que aún corría por sus venas. Sacó la tarjeta de presentación de Lisandro de su cartera, la observó por un momento cuestionándose si era buena idea involucrarlo en todo eso. Finalmente, marcó el número con manos un tanto sudorosas e hizo lo más difícil: esperar.—Lisandro, soy Valeska —saludó apenas él contestó—. Estoy en camino a tu empresa. Necesito tu ayuda con algo.—Daré la orden para que te hagan pasar directamente a la oficina —expuso con ese tono sereno de voz.Valeska agradeció que no hizo preguntas innecesarias. El tono tranquilo de su voz logró calmar un poco los nervios de la chica, aunque la incertidumbre seguía pesando en su mente como si no tuviera un lugar más al que ir.Cuando el taxi llegó Fiore’s, la empresa de Lisandro que se dedica a la distribución de materiales de construcción, Valeska no pudo evitar sentirse impresionada. El edificio era imponente, con cristale
—¿Eso quiere decir que Theo no sabe que estás esperando un hijo de él? —sus ojos demostraron su confusión y alivio.—Sí, cuando quise decirle, no llegó a casa, solo por irse con Celine —aclaró la garganta—. Eso no importa, me hace a la idea de que no podemos esperar nada de él. Mi bebé y yo estaremos bien, juntos —instintivamente acarició su vientre.Lisandro la analizó por un momento, mientras pensaba en la difícil situación en la que Valeska se encontraba. Si ser mamá era una labor difícil, sería mucho más ser madre soltera. Su corazón pareció agitarse un poco dentro de él, no solo de lástima por ella, sino de enojo contra el idiota de su ex. ¿Cómo podría abandonar a su propia familia?—Sé que es difícil —susurró poniéndose de pie con una pequeña sonrisa—; sin embargo, te prometo que no estarás sola en esto, Valeska. Cuenta conmigo en todo lo que necesites. No importa que deba ir a verte en la madrugada —puso sus manos en los hombros—. Sé que puedes estar asustada e insegura con to
Hoy era el primer día de trabajo de Valeska en la empresa de Lisandro. Había llegado temprano, con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo que se reflejaban en su rostro. Apenas puso un pie en la recepción, un empleado del departamento de recursos humanos la abordó con amabilidad. Su tarea era guiarla en su primer día, familiarizándola con la estructura de la empresa, sus tareas y el ambiente laboral.Valeska había elegido un traje sencillo pero elegante, que contrastaba con su expresión tranquila. Mientras recorría los pasillos, el empleado le explicó que su función principal sería organizar la agenda diaria de Lisandro: programar reuniones, gestionar negociaciones con socios, y revisar informes y propuestas para clasificarlas por prioridad según su importancia y calidad. Esto permitiría a Lisandro centrarse en lo esencial y ser más eficiente.—Es un trabajo exigente, pero confío en que lo harás bien. —Oliver, el empleado, le ofreció una sonrisa de aliento mientras llegaban a su desti
Valeska tomó aire mientras se adentraba a la oficina de Lisandro. La luz tenue de la lámpara de su escritorio iluminaba su rostro serio. Él mantenía los ojos fijos en un documento que aún no terminaba de leer. Su ceño estaba ligeramente fruncido, y la forma en la que movía el bolígrafo entre sus dedos indicaba que estaba completamente absorto en su análisis.—Aquí está el informe que me pediste —dijo ella luego de analizarlo por unos segundos, avanzó hasta su escritorio y le extendió el archivo con ambas manos.Al oírla, levantó la vista un instante y tomó el documento sin apurarse. Sus dedos lo deslizaron con precisión antes de comenzar a examinarlo en silencio. A medida que pasaban los segundos, Valeska lo observó con cierta inquietud. Sus ojos se movían rápidamente entre las páginas, y de vez en cuando sus labios se curvaban de una forma imperceptible, como si hubiera encontrado algo interesante.Finalmente, dejó el documento sobre la mesa y apoyó la espalda contra la silla. La som
Al día siguiente, Valeska entró en la oficina de Lisandro con paso seguro, llevando en una mano la agenda del día y en la otra una taza de té humeante. Su cabello estaba recogido en una coleta alta, y su expresión era tranquila, aunque por dentro sentía una ligera ansiedad. Era su segundo día en la empresa, y aunque la jornada anterior había sido sorprendentemente positiva, aún le preocupaba no estar a la altura de las expectativas.Apenas cruzó la puerta, se encontró con una escena tensa. Lisandro estaba sentado tras su amplio escritorio de madera oscura, con una ceja fruncida y una expresión de impaciencia. Frente a él, su secretaria hablaba con un tono controlado, pero en su voz se notaba la resistencia.—Señor Fiore, lo que usted sugiere no es recomendable —decía la mujer con firmeza—. Este proyecto de licitación es demasiado importante como para delegarlo en alguien que no tiene la experiencia suficiente.Lisandro no respondió enseguida. En su rostro se dibujó una expresión fría
Valeska caminó por los pasillos de la empresa con la cabeza en alto y una postura que reflejaba seguridad, aunque por dentro una ligera inquietud se aferraba a su pecho. Sabía que enfrentarse a un equipo nuevo nunca era sencillo, mucho menos cuando llegabas en circunstancias especiales.El hecho de que Lisandro la hubiera elegido personalmente para liderar el proyecto la colocaba en una posición delicada. No era ajena a las habladurías de oficina ni a los prejuicios que muchos solían tener hacia aquellos que obtenían oportunidades por recomendación directa. Sin embargo, ella no era el tipo de persona que se escondía detrás de las sombras o permitía que la subestimaran. Iba a demostrarles a todos que estaba allí por méritos propios.Cuando llegó a la sala de reuniones, empujó la puerta con suavidad y se encontró con un grupo de cinco personas distribuidas alrededor de una mesa amplia, cubierta de documentos y laptops encendidas. En cuanto entró, todas las miradas se posaron sobre ella.
El interior del coche se volvió sofocante de repente, como si el aire se hubiera vuelto denso, pesado, incapaz de ser respirado con normalidad. Valeska sentía su propia temperatura elevarse, pero no por el calor del vehículo ni por la calefacción, sino por la intensidad de la pregunta que Lisandro acababa de hacerle.«Nunca he tenido una mujer cercana a mí. Tú eres la única excepción. ¿Nunca te has preguntado por qué?»Valeska abrió los labios, pero no logró articular sonido alguno. ¿Qué quería decir con eso? Su mente trabajaba a toda velocidad buscando una respuesta que pudiera encajar con lo que ya sabía de él. Sin embargo, lo único que encontraba era un vacío.Por supuesto que se había preguntado por qué Lisandro Fiore, un hombre que parecía no necesitar de nadie, la había mantenido cerca desde el principio. Pero nunca le había dado demasiadas vueltas al asunto, porque, después de todo, la respuesta parecía obvia.Finalmente, y con la voz más inestable de lo que habría querido, log