CAPÍTULO 03 «Por ella»

Valeska condujo de regreso a casa mientras el cielo comenzaba a aclararse. Su mente seguía trabajando a toda velocidad, pensando en cada cosa que estaba sucediendo en su vida.

No tenía ánimo para volver a dormir, así que sacó la maleta que había guardado en un rincón. Dentro de ella ya había algo de ropa doblada, la cual había ido guardando poco a poco en los últimos días.

Su armario estaba quedando casi vacío; sin embargo, Theo no se había percatado de ello. Al final de cuentas, él pasaba más tiempo en casa de Celine que en la suya propia.

Celine había aparecido en el momento más feliz de la relación entre Theo y Valeska, en su primer aniversario de bodas. Theo acababa de superar el dolor de perder a su exesposa, Celeste, y ver una sonrisa en su rostro alegraba más a Valeska que a nadie. Entonces, le pidió con insistencia que fueran a cenar a un restaurante para conmemorar el nuevo comienzo de sus vidas juntos.

En ese momento, Valeska realmente imaginaba su futuro. Tal vez tendrían tres hijos: dos niños y una niña. Uno de los niños probablemente sería un rebelde y se convertiría en el cantante de una banda de metal, haciendo enfurecer a Theo. El otro tal vez se casaría y tendría hijos muy pronto, trayendo un bisnieto a la familia. La niña, probablemente, tomaría las riendas de la empresa de Theo, y para entonces, ellos ya serían una pareja de viejos, paseando de la mano por el mundo.

La cena de aniversario fue romántica y cálida. Antes de subir al coche, casi con desesperación, se besaron y acariciaron. Valeska se recostó en el asiento trasero del coche, mirándolo seductoramente, tirando de su corbata para atraerlo hacia ella. Pero, de repente, la expresión de Theo cambió. Valeska se giró y, a través de la ventana, vio a Celine, vestida con un vestido idéntico al que llevaba su hermana Celeste el día que falleció, con los ojos llenos de lágrimas. 

Desde ese momento, la vida de Valeska cambió por completo. Celine, con su rostro algo parecido al de su hermana, siempre ponía una expresión inocente y lamentosa, dejando caer algunas lágrimas mientras decía:

—Perdón por interrumpir, sé que ya has comenzado una nueva vida, pero realmente no sé a quién más acudir. Si mi hermana estuviera aquí, al menos podríamos habernos apoyado mutuamente.

Theo siempre corría hacia ella sin dudarlo.

A lo largo de los años, Celine utilizó innumerables excusas malas, como cortes de electricidad, electrodomésticos rotos, enfermedades, etc., para apartar a Theo del lado de Valeska. Ella discutió con Theo muchas veces por esto.

—¡Yo soy tu esposa! ¿De verdad vas a dejarme en medio de la noche solo porque ella tiene un resfriado? —le gritó desesperada—. ¡Si te vas ahora, no vuelvas!

Pero Theo solo pensaba que Valeska estaba siendo irracional.

Theo cerró la puerta con fuerza, sin mirar atrás, dejando a Valeska sola en la cama, fría y vacía, llorando.

—Sabes que esto es algo que le debo a Celeste. Si no fuera por mí, ella nunca habría muerto, y tampoco lo habría hecho nuestra relación. Ahora que ella no está, al menos debo cuidar de su hermana —había dicho antes de marcharse.

Valeska no juzgaba a alguien que ya no estaba en este mundo. Después de todo, en aquel accidente, la antigua esposa de Theo giró el volante sin dudarlo, sacrificándose para salvarlo. Pero, hablando de Celine, que había manipulado los recuerdos de su hermana fallecida sin ningún tipo de respeto y para su propio beneficio, no sentía ni un ápice de simpatía.

Durante tres años, Celine había usado diferentes medios para asegurarse de que el matrimonio de Theo y Valeska quedara destruido, algo que claramente estaba logrando. Quizás incluso Celine se sorprendía de que, a pesar de tantas humillaciones y juegos sucios, Valeska hubiera resistido tanto tiempo sin pedir el divorcio.

Cualquier persona pensaría que Valeska amaba locamente a Theo, que haría cualquier cosa por recibir un poco de amor de él. Tal vez, al principio, sí sintió algo por él debido a su ingenuidad, porque antes de eso era una joven inexperta en el amor. Pero después, su perseverancia estuvo completamente motivada por un acuerdo.

Hace tres años, cuando su madre enfermó gravemente y fue ingresada en el hospital, Valeska necesitaba dinero urgentemente para su tratamiento. Mientras cuidaba a su madre, conoció al padre de Theo. Él parecía muy rico, ya que se alojaba en la suite VIP del hospital, pero también estaba muy solo; a su alrededor solo había guardaespaldas que nunca hablaban. Después de encontrarse con él varias veces en el jardín del hospital, comenzó a hablar con él.

En medio de sus muchas conversaciones, y sabiendo que estaba realmente enfermo y con poco tiempo de vida, él le contó que su único hijo estaba atrapado en un abismo de culpa y dolor luego de la muerte de su esposa.

Él quería encontrar a una mujer que pudiera ayudar a su hijo a salir adelante y comenzar de nuevo. Estaba tan desesperado por ayudarlo como Valeska lo estaba por salvar a su madre. Le pidió que cumpliera ese papel en la vida de Theo: solo serían tres años de matrimonio. Después de ese periodo, independientemente de si Theo lograba superar su tristeza o no, Valeska tendría la libertad de decidir si se quedaba o se iba.

Si ella aceptaba, en cuanto presentara el certificado de matrimonio con su hijo, él pagaría todos los gastos médicos de su madre. Sin embargo, como en todo negocio, había una condición: si abandonaba antes de que se cumplieran los tres años, aunque fuera solo un día, tendría que pagar una costosa penalización.

Por un momento, Valeska pensó que todo estaría bien entre los dos. Creyó que luego de esos tres años podrían seguir viviendo juntos, como un matrimonio real. ¡Qué tonta fue! Todo se desmoronó frente a sus ojos, sin que pudiera hacer algo al respecto.

¿Qué le quedaba ahora, si después de estos años el amor que alguna vez sintió por Theo terminó extinguiéndose a causa de su desprecio y humillaciones?

Lanzó un gran suspiro mientras terminaba de guardar el resto de su ropa en la maleta. Se sentó en la cama para descansar un momento, mientras acariciaba su vientre. Dentro de ella crecía una pequeña vida, una vida inocente que no tenía la culpa del caos en el que estaba creciendo.

A pesar de todo, Valeska había tomado una decisión: sin importar cómo fuera su padre, tendría a ese bebé.

Ese bebé era un regalo del cielo.

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