Valeska condujo de regreso a casa mientras el cielo comenzaba a aclararse. Su mente seguía trabajando a toda velocidad, pensando en cada cosa que estaba sucediendo en su vida.
No tenía ánimo para volver a dormir, así que sacó la maleta que había guardado en un rincón. Dentro de ella ya había algo de ropa doblada, la cual había ido guardando poco a poco en los últimos días.
Su armario estaba quedando casi vacío; sin embargo, Theo no se había percatado de ello. Al final de cuentas, él pasaba más tiempo en casa de Celine que en la suya propia.
Celine había aparecido en el momento más feliz de la relación entre Theo y Valeska, en su primer aniversario de bodas. Theo acababa de superar el dolor de perder a su exesposa, Celeste, y ver una sonrisa en su rostro alegraba más a Valeska que a nadie. Entonces, le pidió con insistencia que fueran a cenar a un restaurante para conmemorar el nuevo comienzo de sus vidas juntos.
En ese momento, Valeska realmente imaginaba su futuro. Tal vez tendrían tres hijos: dos niños y una niña. Uno de los niños probablemente sería un rebelde y se convertiría en el cantante de una banda de metal, haciendo enfurecer a Theo. El otro tal vez se casaría y tendría hijos muy pronto, trayendo un bisnieto a la familia. La niña, probablemente, tomaría las riendas de la empresa de Theo, y para entonces, ellos ya serían una pareja de viejos, paseando de la mano por el mundo.
La cena de aniversario fue romántica y cálida. Antes de subir al coche, casi con desesperación, se besaron y acariciaron. Valeska se recostó en el asiento trasero del coche, mirándolo seductoramente, tirando de su corbata para atraerlo hacia ella. Pero, de repente, la expresión de Theo cambió. Valeska se giró y, a través de la ventana, vio a Celine, vestida con un vestido idéntico al que llevaba su hermana Celeste el día que falleció, con los ojos llenos de lágrimas.
Desde ese momento, la vida de Valeska cambió por completo. Celine, con su rostro algo parecido al de su hermana, siempre ponía una expresión inocente y lamentosa, dejando caer algunas lágrimas mientras decía:
—Perdón por interrumpir, sé que ya has comenzado una nueva vida, pero realmente no sé a quién más acudir. Si mi hermana estuviera aquí, al menos podríamos habernos apoyado mutuamente.
Theo siempre corría hacia ella sin dudarlo.
A lo largo de los años, Celine utilizó innumerables excusas malas, como cortes de electricidad, electrodomésticos rotos, enfermedades, etc., para apartar a Theo del lado de Valeska. Ella discutió con Theo muchas veces por esto.
—¡Yo soy tu esposa! ¿De verdad vas a dejarme en medio de la noche solo porque ella tiene un resfriado? —le gritó desesperada—. ¡Si te vas ahora, no vuelvas!
Pero Theo solo pensaba que Valeska estaba siendo irracional.
Theo cerró la puerta con fuerza, sin mirar atrás, dejando a Valeska sola en la cama, fría y vacía, llorando.
—Sabes que esto es algo que le debo a Celeste. Si no fuera por mí, ella nunca habría muerto, y tampoco lo habría hecho nuestra relación. Ahora que ella no está, al menos debo cuidar de su hermana —había dicho antes de marcharse.
Valeska no juzgaba a alguien que ya no estaba en este mundo. Después de todo, en aquel accidente, la antigua esposa de Theo giró el volante sin dudarlo, sacrificándose para salvarlo. Pero, hablando de Celine, que había manipulado los recuerdos de su hermana fallecida sin ningún tipo de respeto y para su propio beneficio, no sentía ni un ápice de simpatía.
Durante tres años, Celine había usado diferentes medios para asegurarse de que el matrimonio de Theo y Valeska quedara destruido, algo que claramente estaba logrando. Quizás incluso Celine se sorprendía de que, a pesar de tantas humillaciones y juegos sucios, Valeska hubiera resistido tanto tiempo sin pedir el divorcio.
Cualquier persona pensaría que Valeska amaba locamente a Theo, que haría cualquier cosa por recibir un poco de amor de él. Tal vez, al principio, sí sintió algo por él debido a su ingenuidad, porque antes de eso era una joven inexperta en el amor. Pero después, su perseverancia estuvo completamente motivada por un acuerdo.
Hace tres años, cuando su madre enfermó gravemente y fue ingresada en el hospital, Valeska necesitaba dinero urgentemente para su tratamiento. Mientras cuidaba a su madre, conoció al padre de Theo. Él parecía muy rico, ya que se alojaba en la suite VIP del hospital, pero también estaba muy solo; a su alrededor solo había guardaespaldas que nunca hablaban. Después de encontrarse con él varias veces en el jardín del hospital, comenzó a hablar con él.
En medio de sus muchas conversaciones, y sabiendo que estaba realmente enfermo y con poco tiempo de vida, él le contó que su único hijo estaba atrapado en un abismo de culpa y dolor luego de la muerte de su esposa.
Él quería encontrar a una mujer que pudiera ayudar a su hijo a salir adelante y comenzar de nuevo. Estaba tan desesperado por ayudarlo como Valeska lo estaba por salvar a su madre. Le pidió que cumpliera ese papel en la vida de Theo: solo serían tres años de matrimonio. Después de ese periodo, independientemente de si Theo lograba superar su tristeza o no, Valeska tendría la libertad de decidir si se quedaba o se iba.
Si ella aceptaba, en cuanto presentara el certificado de matrimonio con su hijo, él pagaría todos los gastos médicos de su madre. Sin embargo, como en todo negocio, había una condición: si abandonaba antes de que se cumplieran los tres años, aunque fuera solo un día, tendría que pagar una costosa penalización.
Por un momento, Valeska pensó que todo estaría bien entre los dos. Creyó que luego de esos tres años podrían seguir viviendo juntos, como un matrimonio real. ¡Qué tonta fue! Todo se desmoronó frente a sus ojos, sin que pudiera hacer algo al respecto.
¿Qué le quedaba ahora, si después de estos años el amor que alguna vez sintió por Theo terminó extinguiéndose a causa de su desprecio y humillaciones?
Lanzó un gran suspiro mientras terminaba de guardar el resto de su ropa en la maleta. Se sentó en la cama para descansar un momento, mientras acariciaba su vientre. Dentro de ella crecía una pequeña vida, una vida inocente que no tenía la culpa del caos en el que estaba creciendo.
A pesar de todo, Valeska había tomado una decisión: sin importar cómo fuera su padre, tendría a ese bebé.
Ese bebé era un regalo del cielo.
Hoy es el último día. Desde la última confrontación en el club, Valeska no había vuelto a ver a Theo. Pensó que, al menos, deberían terminar ese matrimonio de una manera decente, así que lo llamó.—¿Qué quieres? —soltó él, con evidente mal humor.—¿Regresarás a casa hoy? Hay algo importante que quiero decirte, Theo —expuso ella con una voz tranquila, a pesar de que caminaba de un lado a otro—. Necesito hacerlo en persona, no por teléfono —añadió.No le parecía correcto decirle que tendrían un hijo por medio de una llamada; no se sentía bien. Aunque, ¿cómo reaccionaría Theo si le decía que iban a tener un hijo?¿Y si no lo quería?Valeska se rehusaba a la idea de que su hijo creciera sin una figura paterna, pero si ponía las posibilidades en una balanza, lo más probable era que Theo no estuviera feliz con la llegada de un niño al caótico remanente de su familia.Prestaba atención a lo que fuera que saliera de la boca de Theo; sin embargo, lo que escuchó fue la voz de Celine, al fondo,
En cuanto a Theo, el mismo día en que Valeska decidió irse de casa, se encontraba pensativo, lo rodeaba una extraña sensación de inquietud. Theo no pudo evitar recordar lo ocurrido esa noche. Lisandro, en medio de la fiesta, de repente preguntó por su esposa, y aprovechó la oportunidad para llamar a Valeska. ¿Por qué Lisandro estaría interesado en Valeska? Él es el CEO de un imperio comercial en ascenso, con solo un proyecto de colaboración podría salvar su empresa. Y Valeska, ¿qué es ella? Una ama de casa tonta y celosa, obsesionada consigo misma y reacia a divorciarse. ¿Cómo podría alguien como ella llamar la atención de Lisandro?Mientras pensaba en esa noche, su esposa lo llamó. ¡Valeska le dijo que quería divorciarse! La primera reacción de Theo fue pensar que esa mujer, para alejarlo de Celine, había ideado una nueva estrategia; siempre le gustaba tanto sentir celos de Celine. Pero Celine solo era una chica bondadosa e inocente, que había perdido a su hermana. Sin embargo, el t
El celular de Valeska sonó en medio de la noche, cuando finalmente estaba logrando descansar. Era Theo, para ser exactos, era el hombre con el que firmó un contrato que declaraba su estado civil de casados, pero que, de ninguna manera, llegó a ser un hombre amoroso, no más que el primer año de matrimonio.Deseaba seguir descansando, pues todo el día había estado en el hospital cuidando de su madre, quien estaba terminando su recuperación y, de paso, terminaba de hacerse unos chequeos prenatales. Hace tres meses, un impulso de Theo bajo los efectos del alcohol la dejó embarazada, pero aún no decidía si decírselo o no. El médico le había aconsejado que, desde el aborto espontáneo anterior, quedar embarazada de nuevo ya era un milagro, por lo que debía prestar aún más atención al descanso.Con un poco de lentitud y aturdimiento contestó, su voz apenas podía distinguirse en medio del ruido y música que se escuchaban de fondo. El ajetreo de la gente en el fondo de la llamada, era testigo d
Mientras Valeska repetía sus mantras para mantener la calma y resistir un poco más, sentía las miradas de todos alrededor. Algunos la observaban con lástima y otros, con desprecio.¿Quién esperaría que le aplaudieran por ser una mujer que se dejaba pisotear por la amante de su marido en público? Solo ella conocía la razón detrás de su tolerancia, de su resiliencia: su madre era lo más importante en ese momento. Y siempre.—Gracias por la ropa. Estaba bebiendo y, sin querer, derramé algo en la mía. Te prometo que la lavaré y te la devolveré —dijo la mujer con una voz tan dulce y falsa que le daba náuseas.En ese momento, Valeska estaba mordiendo la parte interior de sus mejillas, intentando refrenar las palabras que luchaban por salir finalmente. Pero, ¿valdría realmente la pena? Tomó aire y decidió hacerle caso a sus impulsos.—No hace falta, quédate con ella. Al fin y al cabo, siempre se te ha dado bien apropiarte de cosas que no te pertenecen, ¿no? —replicó con frialdad, disfrutando