Capítulo 603
—Señor Fernández, ya puede soltar su mano —dijo Lucía.

Jorge sonrió, como si apenas se diera cuenta, pero en lugar de soltarla, su mano que apenas la rozaba se afianzó firmemente sobre su hombro. Era delgada, frágil, y aun a través del plumón podía sentir sus huesos. El suave perfume de la joven se coló inevitablemente en su nariz, tensando todo su cuerpo.

Sin embargo, al siguiente momento Lucía se escabulló ágilmente de su agarre con un giro. Jorge reaccionó rápido y extendió su brazo para intentar atraparla de nuevo. Uno corría, el otro seguía. Uno esquivaba, el otro perseguía.

—¡Jorge! ¡¿Cuándo vas a parar?! —se enojó Lucía.

El hombre sonrió: —Muy bien, por fin dejaste de llamarme señor Fernández.

Mientras forcejeaban, Daniel estaba parado bajo una farola cercana con una bolsa de papel. Quizás por la iluminación, la mitad de su rostro quedaba en sombras, ocultando su expresión.

—¿Profesor? —Lucía, con su vista aguda, fue la primera en notarlo.

El hombre inmóvil se acercó, su mirada
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