Capítulo 484
Al llegar al restaurante argentino, el camarero los condujo directamente a un reservado.

Pidieron la comida y empezaron a compartir los diversos cortes de carne.

Talia tenía razón con su recomendación: la calidad era excepcional, la carne estaba tierna y los condimentos picantes le daban un toque especial.

Durante la cena, Lucía fue al baño. Al volver, encontró un helado de vainilla en su sitio.

—Para el picante —explicó Daniel.

Ella sonrió agradecida, pensando en lo atento que era el profesor.

Después de comer, Daniel fue a pagar.

Junto al restaurante había un mercadillo nocturno, bullicioso y lleno de gente. Carolina quiso ir y Sergio la acompañó alegremente.

Lucía, pensando que sería descortés que toda la familia se marchara mientras Daniel pagaba, lo esperó en la entrada.

Pronto salió Daniel con una bolsa de papel: —Vi que te gustó, así que pedí una porción para llevar. Cómela esta noche, no la guardes para mañana, el melón no sienta bien si se guarda.

—Vale —asintió Lucía.

—¿Y la
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