Había pasado un mes sola en la cabaña cuando se dio cuenta, su periodo no había vuelto a aparecer, había estado muy deprimida y con malestares, al principio supuso equivocadamente que era debido a todo el estrés que había estado experimentando, pero no era así.
Comenzó a sospechar que había algo más, solo rogaba al cielo que no fuera cierto y que estuviera en un error. Al menos su pie ya estaba mucho mejor, pero su vientre había comenzado a crecer inevitablemente, despejando las dudas y exponiendo su temor más profundo…
— Estoy embarazada.
El miedo y la depresión hicieron mella en ella, pero debía salir adelante, no podía dejarse rendir, aunque no estaba preparada para decírselo a Arianna, ni tampoco a Luca, esperaría un poco más, se sentía como una pesada carga para ambos.
— Allegra, te dejaré suficiente efectivo para que vivas por varios meses — Le había dicho Arianna la última vez que la vio — En este momento la policía y unos investigadores privados pagados por tu marido están tras de mí como perros rabiosos, no podré venir a verte por un tiempo, así que tendrás que ir hasta el pueblo, hay combustible en el garaje, usa el Jeep y por favor, cuídate mucho, no mires a las personas a la cara, evita que te vean de frente.
Así, Allegra debió comenzar a aventurarse sola al pueblo, al principio fue atemorizante, pero luego se armó de valor y solo evitaba lo mejor que podía las miradas de la gente, usaba una gorra beisbolera y dejaba caer el cabello sobre su rostro. Nadie creería que una chica con ese aspecto era en realidad la refinada Allegra Rici.
Un día tomó el Jeep y salió al pueblo a hacer compras, intentaba gastar lo menos posible para rendir el dinero, los chicos no habían vuelto a visitarla por temor a que los siguieran hasta ella, de manera que continuó yendo al pueblo por provisiones y combustible.
En una tienda, una mujer se acercó y se le quedó mirando.
— ¿Cuántos meses tienes querida?
Allegra prácticamente saltó de la impresión.
— Perdón, ¿Qué me dijo?
— ¿Que cuántos meses de gestación tienes niña?
Ella ni siquiera estaba segura.
— Seis meses, señora…
— ¡El padre debe estar feliz! Los hombres se ponen orgullosos de que su semilla se esparza por el mundo.
Allegra no respondió, sintió un nudo en la garganta y quiso salir corriendo.
— Vives con él, ¿No es cierto?
Ella negó con la cabeza.
— Ah, no eres la primera, sacarás adelante a tu pequeño…
— Ya me tengo que ir, fue un gusto…
— Cuídate mucho y come vegetales… — Terminó de decir la anciana mientras ella se escabullía para pagar la cuenta cuando escucho la voz de Francesco Romano y se quedó de piedra, totalmente inmóvil, con la vista sobre el pequeño televisor de la tienda.
Sintió que las náuseas la invadían y pensó que devolvería todo el estómago allí mismo. Puso las compras sobre el mostrador mientras la dependienta sacaba la cuenta.
— Entonces Francesco, ¿Puedo decirte Francesco, verdad? — La entrevistadora coqueteó con él visiblemente, era difícil que una mujer no se sintiera atraía ante semejante monumento de hombre.
— Sí, claro, dime Francesco.
— Francesco, ¿Cómo es que supiste que ella te estaba engañando con su ex novio?
— Siempre lo supuse, Allegra estaba más interesada en su supuesta galería de arte que en mí, y quien la apoyó en el proceso de su negocio fue Luca Ferrini, así que pasaba mucho tiempo con él, solo era cuestión de tiempo para que sucediera algo de nuevo entre los dos.
Un par de chicas que estaban tras ella en la fila para pagar, hicieron un comentario pesado sobre la entrevista hiriendo a Allegra en lo más profundo.
— ¡No entiendo como alguien puede traicionar a un hombre como ese!
— ¡Si yo tuviera la suerte de casarme con él, nunca lo dejaría por nada!
— Seguramente estaba a su lado solo por el dinero.
— ¡Mira que matar al bebé de su cuñada solo por la plata!, ¡Eso no tiene perdón!
— Es verdad, ¡es una cualquiera! ¡Y una asesina!
Allegra trató de hacerse oídos sordos de la conversación de ambas chicas y se concentró en la voz de su marido en la televisión.
— ¿Y por qué lo permitiste? — Continuó preguntando la mujer en la entrevista.
— No soy posesivo, creí que me amaba, ¡Pero me equivoqué! — Dijo con amargura, Allegra podía escuchar su decepción, estaba completamente convencido de que ella era la peor persona del universo.
— ¿Volverías con tu esposa?
— ¡Jamás! Esa mujer es una homicida, ¡Y está muerta para mí!
La entrevistadora sonrió coqueta y por la mejilla de Allegra rodó una lágrima cargada de dolor.
— Son cincuenta euros, signora.
— ¿Qué?
— La cuenta, son cincuenta euros — Repitió la chica.
Allegra salió devastada, escuchar a su esposo hablar así con ese desprecio de ella había sido espantoso, se sintió más sola que nunca, desamparada y aturdida.
Subió al Jeep y condujo de regreso, pero a mitad de camino el malestar y las náuseas la obligaron a detenerse en la vía y a bajarse del auto para devolver el estómago, las arcadas la doblaron y el dolor en el pecho le oprimía el corazón.
¿Y ahora que iba a hacer para salir adelante? Todo su mundo se había venido abajo, como si un torbellino hubiera arrasado con todos sus sueños, tener una familia hermosa, ser amada por el hombre de su vida, tener su propio negocio en algo en lo que era buena…
Nada, ya no le quedaba nada más que su bebé, se aferraría a él con todas sus fuerzas, sería su nuevo motor de vida, su razón para sobrevivir a esta pesadilla.
La policía había estado investigando, pero les había costado mucho obtener una orden para el acceso a los videos de las cámaras de seguridad de la mansión Romano, cuando al fin el juez la extendió, ya Giorgio había dado la orden hacía tiempo de desaparecer todo lo que pudiera dar el mínimo margen de duda de que Allegra era culpable. De modo que no hallaron nada útil para el caso.
Sin embargo, lo que Giorgio Romano no sabía, era que el empleado de la seguridad de esa noche había hecho una copia de todo y la había escondido, esperando poder extorsionar a la familia o al viejo más adelante cuando fuera oportuno, pero no era el único que sabía a toda la verdad, el hombre que había dejado el portón abierto esa mañana para que Allegra lograra huir también.
Hasta ahora ninguno de los dos había abierto la boca, uno por temor a perder su empleo, y el otro esperando al mejor momento para sacarle dinero a Don Giorgio. El portero no creyó necesario arriesgarse ya que la joven esposa del señor Francesco estaba escondida, o había escapado de la mano terrible de la familia Romano, así que mientras no la atraparan se mantendría en silencio.
— Señora Romano, ¿Podría usted decirme porque estaba afuera esa noche, cuando todos los demás celebraban el cumpleaños de su suegro? No parece lógico que una mujer en su estado se hubiera expuesto a la orilla de la piscina…
Dijo el agente de la policía que llevaba el caso.
Ginebra se sintió acorralada.
— Giorgio, la policía está haciendo muchas preguntas, estoy muy aturdida — Fingió estar mareada Ginevra ante la mirada incómoda y muy observadora de Fiorella Romano que comenzaba a notar actitudes extrañas en la viuda de su hijo hacia su esposo.
— No te preocupes por nada Ginevra, no dejaremos que te atormenten con nada, tú no eres la victimaria, eres la víctima — Y mirando al policía le escupió con frialdad — No tiene derecho de venir a mi casa a atormentar a una madre que ha perdido a su hijo, ¡Cuando debería estar buscando a la causante de toda la desgracia!
— Señor Romano, solo es el procedimiento de rigor, no estamos acusando a la señora Ginevra de nada.
— Pues valla a hacer su procedimiento de rigor a otra parte, ¡Como por ejemplo a sacar a allega de donde esté! — Soltó interponiéndose entre el policía y la viuda.
Fiorella analizaba toda la escena en silencio mientras ataba cabos en su mente.
Allegra subió de nuevo al todo terreno e hizo acopio de sus fuerzas para dominar el malestar, había escuchado alguna vez sobre el poder de la mente sobre el cuerpo, así que intentó hacer que su cuerpo obedeciera a sus intensos deseos de hacer desaparecer a las arcadas y a todos sus malestares.No podría decir si funcionaba, o si solo su fuerza de voluntad la había ayudado a mantenerse dentro de la carretera de grava hasta llegar de nuevo a la cabaña, pero en cuanto llegó, ni siquiera bajó los paquetes del auto, sino que corrió a dejarse caer en la cama.No había reparado en que sus mejillas estaban húmedas cuando se levantó, simplemente se había vuelto tan cotidiano el hecho de llorar a mares que simplemente se limpió el rostro y salió de la cama, sus pies y sus caderas la estaban matando.Solo tenía seis meses de embarazo, no quería ni imaginar cómo se sentiría dentro de dos meses más cuando las piernas se le inflamaran y no entrara en la ropa.Suspiró.— Siempre escuché que la mater
Los meses pasaron, y Allegra debió acostumbrarse a vivir con muy poco después de haber estado viviendo en un palacete Florentino ahora estaba en una cabaña sencilla con el mínimo de comodidades para vivir, agradecía que al menos la chimenea fuera funcional, si no, el inferno personal habría sido mucho más fuerte. La última vez había venido Luca, y le había dejado una bolsa enorme de suministros y un sobre con efectivo, pero hacía al menos dos meses que no le habían dejado nada, ella sabía que sus amigos no estaban obligados a mantenerla por el resto de su vida, pero en su condición, y en el lugar en donde estaba era muy difícil ganarse la vida ella sola y huir de la policía y de los Romano al mismo tiempo. La cabaña tenía un puesto de vigilancia al principio del camino porque Adriana quería salvaguardar la propiedad según los planes que tenía para el lugar, pero desde que Allegra estaba allí, los trabajos de reparación habían cesado y era el lugar perfecto para el correo entre la rub
Francesco se había quedado solo en el despacho luego de que Tomasso se fuera, la conversación le había dejado un mal sabor a derrota. Cuando se casó con Allegra no estaba totalmente enamorado de ella, pero con el pasar del tiempo había aprendido a amarla, a su manera, sí, pero estaba seguro de que la amaba.Siempre se había recriminado el ser tan parecido a su padre, tan frío y distante, pero no era su culpa, lo habían criado así, y no por Fiorella, su madre, que siempre que Don Giorgio no estaba presente lo llenaba de amor maternal, pero era que su padre era una especie de general en casa que no permitía la menor equivocación, cuando era niño lo castigaba enérgicamente por equivocarse, o cuando se revelaba ante sus absurdas reglas.Por eso, estaba formado de un temple inquebrantable y era absolutamente exitoso en todos sus negocios, no aceptaba un no por respuesta y mante
Giorgio salió cerrando la puerta del despacho tras de sí, Fiorella se asomó por el enorme ventanal, sin permitir que la mucama se moviera de su lugar junto a su hijo dormido y ebrio hasta que su marido se alejara en el auto. Había salido de esta por muy poco.— ¡Ya está, Amanda! Ya podemos llamar a un par de los hombres de seguridad para que nos ayuden a subir a Francesco a su habitación, es mejor hacerlo rápido, no sea que…— No se preocupe, Sra. En el acto traerá a dos de ellos.La chica salió disparada, y después de un par de minutos venía acompañada con dos sujetos enormes como jugadores de la UFC, los había movido de su puesto habitual de vigilancia, ambos trajeados de negro y fuertemente armados, era necesario si se quería mantener a los malhechores alejados de la enorme y lujosa propiedad— Señora, ellos nos ayudar
El invierno se avecinaba implacable y helado, apenas comenzaban a soplar los fuertes y gélidos vientos entre los árboles y ya Allegra lo sentía como un mal presagio en cada fibra de su cuerpo.Se abrazó a sí misma mientras atizaba el fuego en la chimenea. Se giró para ver el montoncito de leña seca y cortada en una esquina de la cabaña y un frío recorrió su espalda.— Debo cortar leña o moriremos congelado en cuanto haya nevada — Se dijo acariciando su pronunciado vientre.No tenía idea de cómo iría a hacer tal cosa, en su vida jamás había usado algo semejante a una hacha, pero había una con buen filo junto a la leña.Se levantó y miró por la ventana, el cielo estaba despejado y aunque el viento traía las bajas temperaturas, no era precisamente un mal día, decidió dejar la lumbre encen
Arianna había conseguido el contacto telefónico de una médico amiga suya que no ejercía por estar muy bien casada. Su marido la tenía viviendo como una reina, así que no había necesitado trabajar un solo día desde que contrajo matrimonio, era, de hecho, la envidia de muchas.— Hola, Cinnia te habla Arianna…— ¿Arianna? ¡Amiga! Tanto tiempo sin saber de ti, ¡Dime por favor que ya pescaste un buen matrimonio!— Casi amiga, ¡Estoy comprometida con un hombre maravilloso, y sé que ama!— ¡Me alegro tanto por ti!, pero dime, ¡A qué se debe el motivo de tu llamada?— Tengo una situación delicada que confiarte, pero debo hacerlo en persona, no puedo hablar esto por teléfono, ¿Podemos vernos?— ¡Claro, por supuesto! ¿Te parecería esta misma tarde?Ambas qu
Francesco comenzó a caminar en dirección de Allegra y ésta al darse cuenta sintió como si su corazón fuese a salirse de su pecho, un dolor fuerte y profundo la invadió y retrocedió de forma instintiva, necesitaba salir corriendo, huir, esconderse… pero en su lugar las piernas no le respondieron como ella hubiera querido.Dio dos pasos hacia atrás y pareció petrificarse mientras escuchaba los pasos del fino calzado italiano de piel, pasos acompasados y seguros, esos pasos que conocía bien.« Va a atraparme, ¡Me verá y entonces será mi fin! », pensó para sus adentros mientras el ritmo de su corazón se aceleraba peligrosamente.De pronto algo en el fondo de su cerebro se activó, su sentido de la supervivencia que hizo a sus piernas responder. Allegra se movió hacia un lado, pero ya era demasiado tarde, Francesco estaba a medio pas
— ¿Crees que sea necesario que Cinnia valla esta misma semana a ver a Allegra? — Luca estaba preocupado, pero trataba de mantener el control en el límite de lo normal para evitar malos entendidos con su prometida debido a su vieja historia con Allegra. — Estoy segura de que si, ella tiene razón, Allegra ha pasado demasiado tiempo sin una revisión médica y en su estado podría ser peligroso. Ella estaba realmente preocupada por su amiga, y totalmente ajena a los verdaderos sentimientos de Luca. — Me preocupa que se den cuenta de que Cinnia esté tramando algo con nosotros, si los Romano o la policía sospechan de ella… — Luca, no hagas esto — Le dijo enfática. — ¿Hacer qué? — Preguntó con cuidado, lo menos que quería era lastimar el corazón de Arianna, temía que cualquier imprudencia suya fuera demasiado reveladora de lo que todavía había en su pecho hacia su ex novia. — Deja los nervios, he sido abogada por unos años, pero no olvides que vengo de una familia de abogados, he visto y