— ¡Salud! ¡Salud! — Se escuchó el coro de voces al unísono acompañado del sonido de las copas al chocar.
La familia en pleno se encontraba en el gran salón de fiestas de la mansión Toscana de los Romano, con la presencia de una selecta compañía de amigos íntimos muy poderosos para celebrar el sexagésimo quinto cumpleaños del patriarca de la familia.
— ¡Salute e congratulazioni! — Alguien se acercó al cumpleañero para alabarlo — ¡Que la buena fortuna te siga sonriendo amigo Giorgio!
Allegra se sintió un poco abrumada, había estado trabajando todo el día con la decoradora y la planeadora de fiestas en cada detalle para que la celebración en honor de su suegro saliera impecable, digna del cumpleaños de un hombre tan importante y poderoso como él.
Desde su matrimonio con Francesco Romano, Allegra había hecho todo lo posible por ganarse a la familia, hacía poco tiempo que formaba parte de ella, apenas un año, pero todavía le era difícil congraciarse con algunos de los miembros de la familia.
Apuró el trago que tenía en su copa e inspiró profundamente.
— Cariño, voy a tomar aire al jardín, ¿Me acompañas?
Le dijo a Francesco pasando su mano por el hombro de su esposo en un gesto cariñoso.
— Ahora no Allegra, debo estar aquí con mi padre, además, hay algunos amigos importantes con los que me interesa conversar de cosas de hombres… ve tú.
Francesco parecía estar imbuido en la celebración y no prestó la menor atención a la petición de su mujer.
Allegra bajó la mirada, estaba decepcionada, había pensado que tal vez podrían tener un momento romántico allá afuera, pero Francesco no era un hombre cariñoso, tenía el temple de su padre y era firme en sus decisiones, ella entendió que nada lo movería de ahí, así que decidió salir a caminar por los terrenos de la mansión.
Cuando cruzó las enormes puertas francesas de vidrio que daban hacia fuera, su móvil sonó, ella deslizó la pantalla y encontró un mensaje.
— ¡Felicitaciones por tu nueva galería! Me alegra mucho saber que al fin vas a pensar un poco en ti, el arte siempre ha sido tu vida, ¡Y saber que ahora estarás en medio de lo que amas me contenta mucho!
Allegra sonrió, era una felicitación genuina de alguien a quien a pesar de las circunstancias le tenía mucho cariño. Luca había sido su novio en el colegio, y también durante los primeros años de la universidad, se conocían desde niños. Su amistad permanecía intacta a pesar de que sus vidas habían tomado rumbos diferentes.
— Gracias Luc, ¡Siempre eres un sol!
Tecleó de vuelta mientras se acercaba con la mirada en la pantalla hacia el área de la piscina tropezándose con alguien.
Al levantar la mirada se encontró con el rostro furibundo y desencajado de su cuñada.
Ginevra era la reciente viuda del hermano de Francesco, Enrico había fallecido en extrañas condiciones, le dio un infarto fulminante siendo un hombre joven y atlético, el médico no había tenido explicación para tal desgracia.
Enrico dejó a su esposa con un embarazo de un mes, ahora ya solo faltaban dos meses para que el bebé naciera, toda la familia lo esperaba con ansias.
— ¡Eres una cualquiera! — Gritó Ginevra levantando la mano y abofeteando a Allegra sin razón aparente.
— ¿Cuándo te darás cuenta de que no eres una verdadera Romano?
Debido al impacto del golpe Allegra dejó caer el móvil entre la jardinera y se quedó de piedra ante la reacción de su cuñada, ¿Qué diablos le estaba pasando?
— ¿No sé lo que te pasa Ginevra?, sé que no hemos tenido la mejor de las relaciones, pero eso no te da derecho a…
— ¿Derecho? ¿Me hablas de derecho? Has estado ganándote al viejo y dejándome a mí a un lado, ¿Crees que no me he dado cuenta de cómo lo miras y lo atiendes? ¿Y todo eso para qué?
Allegra no podía creer lo que estaba escuchando, ella creía que estaba ganándose al suegro con algún propósito personal, ¿Tal vez por su dinero? ¡Pero qué estupidez! Ella no necesitaba nada de eso, solo quería sentirse parte de la familia.
— No he hecho nada para ofenderte, ni siquiera después de lo que vi, no voy a juzgarte Ginevra, sé qué has pasado por mucho y solo quiero pensar que el dolor te nubló los sesos, ¡Pero no voy a permitir que hagas esto!
El rostro de Ginevra se transformó en ira pura.
— ¡No te atrevas a mencionar de nuevo lo que viste! No sabes nada, eres una pobre trepadora, ¡No tendrás lo que es mío!
— ¿Y qué es lo tuyo? ¿Crees que por ser la viuda de su hijo él te dará su fortuna?
— Te lo advierto Allegra, te hundiré hasta el fondo, ¡No te atrevas a decir una sola palabra de lo que vista a nadie!
Ginebra caminó hacia atrás hasta el borde de la piscina mientras seguía gritando.
— Ya verás de lo que soy capaz, ¡Esto será solo tu culpa! ¡Todos te odiarán y verás quien de las dos es la que gana!
Y acto seguido se dejó caer a la piscina con un ruido fuerte ante los ojos atónitos de Allegra que no podía entender como ella se había lanzado de esa forma golpeando su vientre contra el agua y poniendo en riesgo la vida del bebé.
Pensó que tal vez estaría bajo los efectos del alcohol o algo más para hacer una cosa como esa.
Ginevra se hundió hasta el fondo y permaneció ahí sin regresar a la superficie, Allegra tardó una fracción de tiempo en reaccionar y en darse cuenta de que su cuñada efectivamente estaba inconsciente, así que sin pensarlo más se lanzó al agua para sacarla.
En el salón Francesco escuchó gritos que venían de afuera, toda la familia y algunos de los invitados oyeron como Fiorella Romano pedía ayuda.
— ¡Es mamá! — Advirtió el joven empresario mientras corría a ver lo que sucedía.
— ¡Mamá! ¿Qué sucede? — Preguntó alterado Francesco tomándola por los hombros, la mujer estaba visiblemente afectada.
— ¡Es Ginevra!, está en el fondo, Allegra intenta sacarla, pero no puede ¡Ayúdala hijo, que se ahoga!
Francesco se giró hacia el agua y efectivamente ambas mujeres estaban en el fondo, sin pensarlo dos veces, se lanzó a la alberca hundiéndose para sacar a Ginevra que estaba completamente desmayada, la tomó por la cintura y la llevó hasta el borde de la piscina, otro par de manos la tomaron y tiraron de ella hasta tenderla sobre el suelo.
— ¡Está inconsciente, Francesco! ¡Haz algo! — Gritaba urgida Fiorella.
Mientras tanto, Allegra había tragado mucha agua por tratar de sacar a su cuñada y luchaba por salir a flote, pero toda la atención estaba puesta sobre la mujer embarazada.
Al fin logró salir con dificultad, y haciendo grandes esfuerzos por poder respirar se arrastró hasta el borde y se tendió a un lado tratando de devolver el líquido que estaba en su interior.
Cuando buscó a su marido con la mirada lo vio con Ginevra en brazos corriendo en dirección del estacionamiento.
Todos los presentes estaban preocupados por lo que ocurriría con su concuñada y el bebé, Allegra solo esperaba que el pequeño sobreviviera.
La joven se puso de pie como pudo y subió a su habitación, necesitaba darse una ducha y descansar un poco, la cabeza le dolía como el demonio y la garganta le quemaba por la ingestión del agua clorada.
La impresión de ver a su cuñada atentar así contra sí misma y contra el bebé la habían dejado exhausta.
Se aseó y se recostó un rato mientras esperaba noticias, pero justo cuando estaba conciliando el sueño, alguien la tomó de los brazos y la sacó violentamente de la cama.
— ¡Ven conmigo! ¡Tienes mucho que explicar a la familia! ¿Cómo pudiste? ¡Nunca me imaginé que podrías ser tan cruel!
La voz grave y profunda de Francesco la despertó a los gritos.
— ¿Francesco? Amor, ¿Qué pasa? ¿Por qué me haces esto? ¡Francesco! — Allegra intentaba ponerse de pie, pero los fuertes brazos de su marido la llevaban a rastras del cabello por el pasillo y luego por la escalera.
La joven se sujetó con todas sus fuerzas del barandal, incorporándose lo mejor que pudo, pero en medio del forcejeo pisó mal un escalón y se resbaló rodando escaleras abajo como si fuera peso muerto.
Se golpeó muy fuerte en la cabeza, pudo sentir como un líquido caliente comenzó a cubrirle parte del rostro y cuando quiso levantarse un dolor agudo atravesó uno de sus tobillos impidiéndole apoyarse en ese pie.
Allegra hubiera querido gritar de dolor, pero lo que estaba sucediendo le causaba más temor que sus heridas.
¿Por qué estaba siendo tratada así? ¿Por qué su esposo le hacía esto delante de toda la familia y nadie hacía nada por detenerlo?
Por un momento la joven pensó que tal vez estaba soñando, que era una espantosa pesadilla, pero de nuevo quiso apoyar el pie y el dolor le demostró que era completamente real.
Don Giorgio Romano estaba sentado en una silla en medio del resto de la familia, todos la miraban con odio visceral, menos su suegra que parecía desconcertada con la escena en medio de su casa, la chica no podía comprender por qué.
— ¡Tú eres la culpable! — Ladró Giorgio levantando el dedo acusador sobre ella.
— Has hecho que perdiera la única esperanza de tener un descendiente de mi hijo fallecido, ¡Ahora eso nunca ocurrirá, y todo por tu ambición!
Allegra inclinó la cabeza ligeramente tratando de atar cabos, ¡No! ¡El bebé, el bebé había fallecido!, la joven se llevó una mano a la boca.
— ¡No! Suegro, ¡Le juro por Dios que no he hecho nada! Ella saltó al agua…
— ¡Calla! Sabíamos que dirías eso, Ginevra nos advirtió que mentirías para salvarte, sabemos que tú la empujaste, y que luego te lanzaste para asegurarte de que se hundiera, ¿Qué esperabas ganar con eso?
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Allegra mezclándose con la sangre que manaba de su frente.
— ¡Le juro que no es cierto! Yo no lo hice, ¡Ni siquiera la toqué! Francesco, por favor, tienes que creerme, ¡Soy tu esposa!
Allegra suplicó, pero él solo desvió la mirada con desprecio.
— Francesco, no lo hice… no he hecho nada amor… — Sollozó, desesperada y llena de temor, sabía que su suegro era implacable, que si los Romano la creían culpable harían de su vida un infierno.
Amaba a su esposo, con todos sus defectos y su mal carácter, pero aun así había visto en él lo que nadie más, pero ahora… ¡Ahora todo se iría por el caño!
¿Acusada de homicidio? Nunca lo pensó, no podía ser real.
— ¡Arrodíllate! — Gritó Giorgio levantándose de la silla y acercándose con paso firme hasta ella.
— ¡Suplica, suplica por perdón, quiero que declares lo que hiciste!
Alegra le plantó cara, sentía que temblaba como una hoja, pero no le daría el gusto de humillarla de esa forma, ella conocía su secreto, sabía cosas… y había cerrado la boca para no afectar su matrimonio.
¿Pero esto, acusarla sin piedad de esa manera de algo que no era su culpa?, ¡No!, ya había excedido todos los límites.
— ¡No!, no lo haré, usted sabe que no soy culpable, ¡Y también sabe lo que yo vi!
Los ojos del viejo se encendieron de ira, levantó la mano y luego la dejó caer con fuerza sobre el blanco rostro de la chica lanzándola contra el suelo, la cabeza de Allegra rebotó sobre el mármol y ella perdió el conocimiento. Todo se volvió negro.
Cuando abrió los ojos seguía tendida en el suelo, la boca le ardía y la cabeza le daba vueltas, era como si la hubieran molido a palos, no sabía que le dolía más, si el corazón o los golpes.Intentó incorporarse pero fue inútil, su tobillo torcido y el golpe en la cabeza habían sido demasiado.— Ya abrió los ojos Don Giorgio — Ella escuchó a alguien decir — ¿Qué quiere que hagamos con ella?Solo se escuchaba el sonido de las respiraciones agitadas de todos esperando a que el viejo decidiera.— Francesco será quien lo haga — Y levantando la mirada hacia su hijo le ordenó: — ¡Anda! Sácala fuera y déjala que pase la noche con los perros, ¡Eso es lo que se merece esta infanticida! Mañana que se la lleve la policía, no la denunciaré esta noche, eso sería demasiado cortés con ella y no lo merece, ¡Que sufra por lo que hizo!— Como usted diga papá — Francesco ni siquiera lo dudó, estaba lleno de rabia, la pensaba culpable de la muerte del no nato.Tomó a su esposa por el brazo y la levantó e
Ambas enfermeras decidieron buscarla. Allegra se vistió con rapidez y en cuanto escuchó las voces de Arianna y Luca salió de su escondite visiblemente alterada. — ¡Chicos, chicos, debo irme ya! — Allegra, pero si todavía el médico no te ve, debemos esperar, no tardará. — No, no me estás escuchando, estoy en las noticias, mejor dicho, estamos en las noticias, los Romano acaban de ofrecer una cuantiosa recompensa por quien les dé información sobre mí, y acabo de escuchar a dos enfermeras decir que me entregaran para cobrar la recompensa. Las palabras salían de la boca de Allegra como un tropel sin freno, totalmente desbocadas en un río desbordado mientras Arianna intentaba comprender. — ¿Dónde escuchaste eso? — Hace unos minutos en el noticiero. — ¿Qué más dijeron? Allegra se avergonzó. — Creen que le fui infiel a Francesco contigo Luca… — ¡Oh! Entiendo, no te preocupes por eso amiga, sé que no es cierto y eso es suficiente, y los demás pueden creer lo que quieran — Dijo Ariann
Arianna se desvió hacia el bosque y pronto estuvo sobre una carretera de grava.— Allegra, ¿Recuerdas aquel paseo de chicas que hicimos en el primer año de universidad?— Sí, lo recuerdo bien.— Bueno, me enamoré de ese lugar y compré la cabaña, quería hacer algo lindo ahí, pero ya sabes, el tiempo no da para mucho, creo que es el lugar perfecto para que te escondas por un tiempo, no es nada lujoso, sé que no está al nivel al que estás acostumbrada y hace mucho que no vengo, debe estar lleno de polvo y alimañas, supongo que tendremos que limpiar un poco y ponerla habitable, pero a nadie se le ocurrirá buscarte ahí.— ¡Eres la mejor amiga que he tenido Arianna! Muchas gracias por tomarte tantas molestias para ayudarme.— ¡Ejem, ejem! ¿Y yo donde quedo?— Tú también Luca, en serio, chicos, no sé qué habría hecho sin ustedes…— No es nada, ahora solo debes armarte de paciencia porque este lugar está alejado de la civilización y no hay teléfono, por ahora te quedarás aquí y fingirás que e
Había pasado un mes sola en la cabaña cuando se dio cuenta, su periodo no había vuelto a aparecer, había estado muy deprimida y con malestares, al principio supuso equivocadamente que era debido a todo el estrés que había estado experimentando, pero no era así.Comenzó a sospechar que había algo más, solo rogaba al cielo que no fuera cierto y que estuviera en un error. Al menos su pie ya estaba mucho mejor, pero su vientre había comenzado a crecer inevitablemente, despejando las dudas y exponiendo su temor más profundo…— Estoy embarazada.El miedo y la depresión hicieron mella en ella, pero debía salir adelante, no podía dejarse rendir, aunque no estaba preparada para decírselo a Arianna, ni tampoco a Luca, esperaría un poco más, se sentía como una pesada carga para ambos.— Allegra, te dejaré suficiente efectivo para que vivas por varios meses — Le había dicho Arianna la última vez que la vio — En este momento la policía y unos investigadores privados pagados por tu marido están tra
Allegra subió de nuevo al todo terreno e hizo acopio de sus fuerzas para dominar el malestar, había escuchado alguna vez sobre el poder de la mente sobre el cuerpo, así que intentó hacer que su cuerpo obedeciera a sus intensos deseos de hacer desaparecer a las arcadas y a todos sus malestares.No podría decir si funcionaba, o si solo su fuerza de voluntad la había ayudado a mantenerse dentro de la carretera de grava hasta llegar de nuevo a la cabaña, pero en cuanto llegó, ni siquiera bajó los paquetes del auto, sino que corrió a dejarse caer en la cama.No había reparado en que sus mejillas estaban húmedas cuando se levantó, simplemente se había vuelto tan cotidiano el hecho de llorar a mares que simplemente se limpió el rostro y salió de la cama, sus pies y sus caderas la estaban matando.Solo tenía seis meses de embarazo, no quería ni imaginar cómo se sentiría dentro de dos meses más cuando las piernas se le inflamaran y no entrara en la ropa.Suspiró.— Siempre escuché que la mater
Los meses pasaron, y Allegra debió acostumbrarse a vivir con muy poco después de haber estado viviendo en un palacete Florentino ahora estaba en una cabaña sencilla con el mínimo de comodidades para vivir, agradecía que al menos la chimenea fuera funcional, si no, el inferno personal habría sido mucho más fuerte. La última vez había venido Luca, y le había dejado una bolsa enorme de suministros y un sobre con efectivo, pero hacía al menos dos meses que no le habían dejado nada, ella sabía que sus amigos no estaban obligados a mantenerla por el resto de su vida, pero en su condición, y en el lugar en donde estaba era muy difícil ganarse la vida ella sola y huir de la policía y de los Romano al mismo tiempo. La cabaña tenía un puesto de vigilancia al principio del camino porque Adriana quería salvaguardar la propiedad según los planes que tenía para el lugar, pero desde que Allegra estaba allí, los trabajos de reparación habían cesado y era el lugar perfecto para el correo entre la rub
Francesco se había quedado solo en el despacho luego de que Tomasso se fuera, la conversación le había dejado un mal sabor a derrota. Cuando se casó con Allegra no estaba totalmente enamorado de ella, pero con el pasar del tiempo había aprendido a amarla, a su manera, sí, pero estaba seguro de que la amaba.Siempre se había recriminado el ser tan parecido a su padre, tan frío y distante, pero no era su culpa, lo habían criado así, y no por Fiorella, su madre, que siempre que Don Giorgio no estaba presente lo llenaba de amor maternal, pero era que su padre era una especie de general en casa que no permitía la menor equivocación, cuando era niño lo castigaba enérgicamente por equivocarse, o cuando se revelaba ante sus absurdas reglas.Por eso, estaba formado de un temple inquebrantable y era absolutamente exitoso en todos sus negocios, no aceptaba un no por respuesta y mante
Giorgio salió cerrando la puerta del despacho tras de sí, Fiorella se asomó por el enorme ventanal, sin permitir que la mucama se moviera de su lugar junto a su hijo dormido y ebrio hasta que su marido se alejara en el auto. Había salido de esta por muy poco.— ¡Ya está, Amanda! Ya podemos llamar a un par de los hombres de seguridad para que nos ayuden a subir a Francesco a su habitación, es mejor hacerlo rápido, no sea que…— No se preocupe, Sra. En el acto traerá a dos de ellos.La chica salió disparada, y después de un par de minutos venía acompañada con dos sujetos enormes como jugadores de la UFC, los había movido de su puesto habitual de vigilancia, ambos trajeados de negro y fuertemente armados, era necesario si se quería mantener a los malhechores alejados de la enorme y lujosa propiedad— Señora, ellos nos ayudar