12. Una noche loca

—¿Puedo hacerles compañía?

Las chicas se sorprendieron al ver a Sergei en ese sitio tan alejado. Se levantaron y lo saludaron animosamente, como alguien que saluda a un compañero de aventuras pues presiente que la aventura se pondrá aún mejor.

—Qué sorpresa verte aquí. ¿Cuándo llegaste?— preguntó Irini.

—Ayer en la mañana— contesta Sergei.

Olga agrega:

—Te salvaste del estado de alerta que hubo ayer en toda la zona por la ola de frío. Estuvimos presas en el aeropuerto, hasta que una familia se condolió de nosotras y nos ofrecieron hospedaje.

Sergei contesta:

—No puede ser, ¿y durmieron bien? Eso ayer estaba feo afuera. Nosotros no salimos por esa razón, aunque aquí dentro del hotel uno se aísla completamente de las inclemencias del clima de afuera.

Irini sintió una pequeña incomodidad. Quiso preguntar algo, pero se contuvo. Por alguna razón pensó que debía evitar mostrar demasiada ansiedad por la intriga que sentía en ese momento. Pero Olga hizo la pregunta que ella evitaba hacer:

—¿Y
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