Después de un día de regaños y advertencias para ambos, donde la opción a estar solteros o a otro matrimonio no era válida; sin duda alguna, el matrimonio entre Marisol y Juan David era obligatorio para poder recibir lo que con ansias, querían en su poder.
El que se conocieran así, no era la idea, que ambos tuvieran una mala impresión complicaba todo. —¿Cómo no me interesé en esa mujer, antes? —Se reprochaba Juan David mientras conducía a la empresa Cortázar, donde no sabía cómo hablarle a ese monumento de mujer; las palabras de su abuelo llegaban a su mente golpeando su cabeza. —Esa niña mimada como tú le dices, es más ambiciosa que tú. Si acepta este matrimonio, no es por qué esté enamorada de ti —recalcó Matos, muy enojado. —Lo hace porque desea más que tú, la herencia de su abuelo —terminó el viejo dejando a Juan David impresionado. —Cómo es que estas tan seguro de que no tiene un novio o un amante. —reprochó Juan David, haciendo reír a Armando a carcajadas. —La diferencia entre ambos, es que ella cuida mucho su imagen y su reputación —Habló con tanto orgullo, contento de saber cómo era la chica. —¿Por qué siento que mi vida será un martirio al lado de esa mujer? —preguntó y aseguró al mismo tiempo Juan David, con pesar. Dejando caer todo el peso de su cuerpo en el amplio sofá. —Te aseguro que serás muy feliz, hijo. —quiso ser optimista. Y era así, Marisol no dejaría la idea de castigar a ese hombre que por supuesto llamó su atención. ¿Cómo podía ser tan jodidamente guapo? ¿Cómo viviría con él, en el mismo techo? Sin negarse a que le enseñara cosas que ella jamás ha experimentado; con el pasar de los años metida en el mundo empresarial y ese contrato de por medio, jamás se permitió tener una relación y mucho menos practicar la sexualidad. Eso no significaba que ella no conociera todo de la teoría o no viera unos que otros vídeos y películas con ese tema. En la oficina, con muchas carpetas por revisar se encontraba Marisol, pero su mente estaba en ese Imbécil de piel bronceada, cuerpo bien trabajado, ojos negros, provocadores para ella, sin duda seria un esposo que la representaría en todo momento y en todo el esplendor. Aunque la pregunta era, ¿Estaba dispuesto hacer lo que ella quería? O sería muy difícil de dominar. Los pensamientos de Marisol fueron interrumpidos por el teléfono donde le hablaba su secretario. —Señorita, alguien la busco —le habló el joven detrás del teléfono. —¿Quien? —pregunto sin muchas ganas de atender a uno de esos socios molestos. —Dice que es su prometido. — Marisol guardó silencio y se incorporó de inmediato en su puesto al escuchar eso. —Dile que pase —respondió en tono serio. Fue cuestión de segundos para que la postura cambiará de una cansada a una completamente imponente. Se aclaró la garganta antes de ver entrar a semejante hombre a su oficina, sus miradas estaban fijas, no se sabía si era una guerra de miradas o palabras que se podían escuchar sin ser mencionadas. Juan David, sin dejar de mirarla a los ojos, tomó asiento frente a ella, fijando su mirada en sus grandes pechos, acción que hizo que Marisol levantará una ceja. —Solo en tus sueños, lograrás tocar ese par con tu lengua. —Replicó Marisol de inmediato. —Ja,ja,ja,ja, Si que eres bien prepotente, mujer. —Se burló Juan David, arreglando la silla para cruzar sus piernas. —¿Ah qué debo tu visita? —Indago algo molesta —No pierdo mi tiempo con personas sin futuro —Continuo con su mirada en el computador. —¡Pero qué narcisista eres, mujer! — exclamó Juan David, levantándose, con una sonrisa pasó su mano por su mentón, suavizando sus mejillas sin dejar de verla, no sabía qué decirle. —Si no vienes a dar unas disculpas, deberías irte. —Siguió hablando Marisol sin bajar la guardia. —¡Por Dios! —Volvió a exclamar indignado. —Si vengo ante ti, es solo por qué pierdo mucho si no lo hago —aclaró Juan David. —Sigo esperando tus disculpas —le habló Marisol viendo unos documentos, ignorando su comentario, mientras él se perdía en sus pechos. —No te debo ninguna disculpa, era mi despedida de soltero, así que deja tu show y aclaremos este matrimonio. —Volvió a hablar algo disgustado por su actitud. —Es un matrimonio por interés, ya tengo mis acuerdos, que espero no los incumplas —Demandó mientras le pasaba una hoja. Juan David tomó el papel con mucha curiosidad de saber que cosas le pasaba a esa mujer por su cabeza. Dio unos pasos y se sentó en el gran sofá que estaba al lado del escritorio, donde podía apreciar ese par de piernas largas. —Debes ver el papel, no mis piernas. —Reclamo Marisol sin dejar de ver sus documentos, pues la mirada de Juan David era muy penetrante, le hacía sentir miles de cosas en su cuerpo. Con una sonrisa burlona, Juan David volteo a ver la hoja, así saber lo que su querida futura esposa le imponía. Acuerdos. ✓No prohibirme nada que tenga que ver con negocios. ✓No dañar mi imagen y reputación por la calentura. ✓Ir acompañados a todos los eventos y aparentar ser la pareja más feliz. ✓Trataremos de alargar la idea de procrear el heredero que nuestros abuelos quieren> ✓No enamorarse. Juan David leía cada acuerdo mientras su mirada viajaba a ella con gran asombro, se podría decir que esos acuerdos, eran justos los que él pensaba proponer con algunas diferencias; la sola idea de que ella lo plantea, le daba miedo. —¿Que pasa?, ¿No te agradan mis acuerdos? —preguntó Marisol cerrando una carpeta para verlo a los ojos. Juan David se levantó, se fue acercando despacio, pasando sus dedos por el escritorio hasta llegar a ella, se agachó un poco para quedar a centímetros de su cara. —Aqui no habla nada de sexo —susurro muy serio, haciendo que Marisol sintiera su aliento a menta. —O ¿estás dispuesta a satisfacerme como esposa? —sugirió con una sonrisa ladina. —Tendrás que buscarte una secretaria diligente y discreta —insinuó Marisol apartándose de ella. —Ja,ja,ja, eso es imposible —aseguró él, con burla. —Mi secretario y chofer lo son —declaró Marisol borrando la sonrisa de su cara. —¿Me estás diciendo que esos son tus amantes? —Pregunto indignado. —Esos son todos mis acuerdos, ya puedes irte —le habló Marisol desviando el tema, dejando a Juan David con la pregunta del millón. ¿Acaso debía aguantar los cachos de su esposa, con nada más ni nada menos, que su secretario y chofer? —Te haré caso, buscaré unas amantes también —Replicó molesto, salió azotando la puerta y su ceño se frunció al ver al guardaespaldas de Marisol hablando muy alegre con el secretario. —(Acaso saben que...) —sus pensamientos fueron borrados por las palabras del secretario. —Ya el señor Matos salió, ve a calmar a la jefa, antes que se moleste más —comentó el secretario, Juan David arqueo una ceja, no podía con tanto descaro. Ni él sabía lo que sentía, pero fue suficiente para regresar antes que el guardaespaldas de Marisol entrará. —Olvide algo mi amor —Le habló juan David a Marisol acercándose a ella lo suficiente para darle un profundo beso, el primer beso de Marisol, que él no sintió lo inexperta que era, puso una mano en el cuello y la otra en una nalga para profundizar más el beso, hasta que ambos quedaron sin aire, su primer contacto tan íntimo y del cual el secretario y el guardaespaldas fueron testigos. —Nos vemos, querida —Fue lo que salió de Juan David, saliendo como una bala de esa oficina. Mientras que Marisol era vista por esos dos hombres que irradian felicidad, sus sonrisas estaban congeladas, ansiosos de saber si ella se abría a una relación y qué mejor que con su futuro esposo. —No se alegren, que me beso así, por qué le dije que ustedes eran mis amantes —confesó Marisol tratando de verse relajada, aunque sentía su cuerpo temblar de la excitación y el deseo de más. La sonrisa de ambos desapareció al escuchar tremenda declaración. —¿¡Qué!? —gritaron ambos. —Como se te ocurre decir eso, si tú abuelo se entera, nos despide —Reclamo Pablo, el guardaespaldas. —Estoy de acuerdo, como se te ocurre decir semejante barbaridad, poniendo en peligro nuestros empleos —se unió al reclamo un muy preocupado Leo. —Deberían estar contentos, sintió celos de ustedes —Recrimino Marisol observando unos documentos para tratar de olvidar la calentura; siendo vista por sus amigos con algo de sorpresa. Ellos seguían debatiendo el miedo de ser despedidos y Juan David solo trataba de calmar lo que su prometida hacía en su cuerpo. Sería una prueba difícil de pasar, pero la estudiaría al máximo con tal de probar cada centímetro de su cuerpo.El día pasaba, el sol se ocultaba y Marisol seguía con la idea de ese beso, cansada decidió ir a casa y saber que se traía su abuelo. Mientras que Juan David no dejaba de pensar en esos labios, en ese perfume que aún seguía impregnado en su traje. Recostado en el espaldar de su cama, indagando un poco más sobre ella. Esa misma noche, la familia Matos, iría a una cena a la mansión de la familia Cortázar, donde pondrían fecha de la tan esperada boda; esa que daría envidia a muchos y abriría puertas a otros. Dos familia muy poderosas en unión, era una desventajas para muchos socios de ambas empresas, que buscaban un matrimonio con esa familia, ya no tenían oportunidad, no pudieron tratando de que muchos y muchas tratarán de seducirlos, pues eran dos personas que sabían la intención de cada uno. —Mi niña, no puedo creer que te dejes manipular por tu abuelo. —reclamo muy disgustada la madre de Marisol. —No es una manipulación, mamá, sabes que no me importa el precio que pagué para obt
Dos semanas después, la noticia de la boda había llegado al mundo empresarial a nivel nacional e internacional, hijos e hijas de quienes tenían un poco de esperanzas a un matrimonio con esos socios importantes quedó atrás, con la inesperada noticia de esa gran boda. Marisol y Juan David aprovecharon los días para conocerse más, ya fuera en el ámbito laboral o en lo sentimental, sus proyectos pasados, los presentes y también lo que deseaban en un futuro; para ambos en ese matrimonio las cosas no sería tan difícil y llevarse bien tampoco. Tenían una química muy buena y su ambición los lleva a buscar las maneras de que ambos legados crecieran más, cosa que era molesta para muchos en otros países. Las noticias llegaron rápido y los nervios crecían en unos de los tantos socios de Juan David internacionalmente, todo por tener una hija tan caprichosa y consentida. —Encargate de que Rocío no regrese de sus vacaciones hasta después de esta boda —Demandó el viejo, al saber lo obsesionada que
Seis semanas después El gran día había llegado; invitados tanto dentro como fuera del país. La iglesia sería la más prestigiosa de la ciudad, las rosas blancas adornaban todo el lugar, dándole ese toque de lujo, glamour y más. Pero eso no era todo. El salón donde celebrarían el banquete de boda, sobrepasaba el pedido de Marisol. Lámparas de cristal colgando estilo ramo de rosas con cadenas de perlas colgando justo donde estaba la pista de baile. Las mesas con manteles color crema y unos centros de mesas con ramos de rosas blancas Para ambas familia era el dia mas especial, los padres de ambos lloraban de mucha felicidad al ver a sus hijos nerviosos por el paso que estaban a punto de dar; esa era una razón para estar preocupados, ya que no estaban enamorados. —Mi amor, estás muy hermosa —Le dijo entre lágrimas Soledad. —Gracias mamá. —Respondió Marisol viéndose al espejo. —Deseo mucho que seas feliz como yo lo he sido con tu padre —Confesó soledad con un nudo en la garganta. S
Una vez sin sus zapatos puestos, suspiro y cerró sus ojos, jamás imaginó que el día más especial para una mujer, doliera tanto. Juan David terminaba de dar órdenes al equipo de vuelo, al regresar a su lado sonrió, ver cómo su pecho sube y baja de manera relajada, entendía que necesitaba estar cómoda. —¿Quieres descansar? —le susurró al verla con los ojos cerrados, ella solo asintió, sus ojos se abrieron de golpe cuando sintió los brazos de Juan David cargándola a la habitación del jet como princesa. —¡Juanda! —Chillo ella. —Me gusta como sueno eso, ¿podrías gritarlo cuando te tenga gimiendo? —propuso con descaro, Marisol golpeó su pecho, algo sonrojada. Una vez llegaron a la habitación, la dejó sobre la cama y se acostó a su lado, beso su cuello y subió a sus labios, escuchando como Marisol soltaba pequeños suspiros, sus toques la encendía; con ganas de seguir a más se subió sobre ella, abriendo las piernas de Marisol para que sintiera su hombría ya bien dura. —¡Juanda! —suspiro e
Unos cuantos minutos y ya ambos estaban en sus asientos con sus cinturones puestos. El dolor en el cuerpo de Marisol la había remover un poco. Una vez el avión se detuvo y podían bajar, Marisol guardó su dolor y caminó lentamente hasta estar en el lugar donde los esperaba una limusina, quien los llevaría a su hotel. Mientras la limusina tomaba su rumbo, ambos veían el camino, por primera vez no estaban metidos en una una tableta o unos documentos. —Es hermoso —Susurro Marisol. Estaban ya en el hotel Four Seasons hotel Madrid. —Más hermosa, eres tú —Aseguró Juan David, ayudándole a bajar. Marisol hacía todo el esfuerzo posible para caminar bien, fue su primera vez, así que su cuerpo le dolía. Informaron su reservación y obtuvieron sus llaves. —¡Juanda! —Chillo Marisol al sentir los brazos de su esposo cargarla como princesa. —Veo que te duele para caminar —Le susurró él, Marisol algo apenada escondió su rostro en el cuello de Juan David, hasta llegar a su habitación, se lanzar
Después de ese incómodo y delicioso desayuno, los esposos decidieron dar un pequeño paseo y tomar algunas fotos que sería publicadas en una revista donde ellos darían la primicia, contando cómo llegaron a ese matrimonio tan repentino para muchos que no conocían esa historia; una de las que siguen reprochando los padres de los dos, aún no estaban del tono convencidos de que ellos llevarán un buen matrimonio. Imaginando que solo lo estaba haciendo para llegar a su objetivo, tener el control completo de ambos legados. —Yo solo espero, que mi niña no sufra —advirtió Mario. No imaginaba ver a su hija sufrir por amor. —Entiendo tu miedo Mario, pero veo a mi hijo muy contento, aseguró respetar a tu hija y yo le creo —intervino Juan carlo muy serio, por esa amenaza que prácticamente hacía él. —Y si no lo hace, se las verá conmigo —amenazó Soledad. —Hablan de Juan David como si Marisol fuese una chica sumisa y tonta. —Replicó Diana. —Y no se atrevan a decir nada, que es así, podría asegur
En la mansión López, aún en la cena, Rocío chillaba por qué su padre no había podido obtener respuesta de Juan David; sus berrinches no tenían fin, ni su madre podía tranquilizarla. —¡Basta, Rocío! —gritó y golpeó la mesa su padre estresado ya. El silencio reinó en unos largos minutos donde ambas mujeres estaban más que sorprendidas por la reacción de López. —Pero papá, por favor. —Musito casi entre llanto Rocío. López no dijo nada al recibir una notificación en su teléfono, colocó sus lentes y abrió el mensaje, con una expresión de tranquilidad y compresión a la situación que leía. —¿Es él,padre? —preguntó Rocío arrebatando el teléfono de las manos de tu padre, para leer lo que decía. López tomó una bocanada de aire, por tal acto de su hija. Mensaje: Señor López, siento no responder antes, como ya sabe, estoy en mi luna de miel y lo estoy disfrutando con mi esposa. Por petición de ella, le aceptaré un desayuno, nos vemos por la mañana. —Responde que sí, papá. —Le exigió Rocío c
Una semana después —Ya deja de quejarte, hombre —replicó Pablo molesto, al escuchar las quejas de Leo. El secretario eficiente de Marisol, un hombre joven y muy trabajador, capaz de hacer cualquier cosa por la mujer que lo llevó a donde está, un empleo para nada fácil, pero que le daba suficiente ingreso para trabajar en su propio emprendimiento. —Lo dices, por qué no eres tú, quien se tiene que callar a esos socios y esas llamadas hasta de madrugada —hablo Leo con su voz quebrada por el llanto fingido. _Ya tienen más de una semana, seguro hoy se aparecen y te da unos días de vacaciones —lo ánimo Pablo, pero Leo sabía que eso era imposible, solo quería que ella llegará y pudiera calmar a sus fastidiosos socios; cosa que no quería Marisol, esos días de vacaciones, la tenían tan tranquila, que no deseaba escucharlos. —Creeme que yo tampoco quiero regresar, mi Sol. —Expresó Juan David. Ya estaban de regreso, sin decirle a nadie o sus teléfonos sonaban sin parar, Juanda se aferraba