En la mansión López, aún en la cena, Rocío chillaba por qué su padre no había podido obtener respuesta de Juan David; sus berrinches no tenían fin, ni su madre podía tranquilizarla. —¡Basta, Rocío! —gritó y golpeó la mesa su padre estresado ya. El silencio reinó en unos largos minutos donde ambas mujeres estaban más que sorprendidas por la reacción de López. —Pero papá, por favor. —Musito casi entre llanto Rocío. López no dijo nada al recibir una notificación en su teléfono, colocó sus lentes y abrió el mensaje, con una expresión de tranquilidad y compresión a la situación que leía. —¿Es él,padre? —preguntó Rocío arrebatando el teléfono de las manos de tu padre, para leer lo que decía. López tomó una bocanada de aire, por tal acto de su hija. Mensaje: Señor López, siento no responder antes, como ya sabe, estoy en mi luna de miel y lo estoy disfrutando con mi esposa. Por petición de ella, le aceptaré un desayuno, nos vemos por la mañana. —Responde que sí, papá. —Le exigió Rocío c
Una semana después —Ya deja de quejarte, hombre —replicó Pablo molesto, al escuchar las quejas de Leo. El secretario eficiente de Marisol, un hombre joven y muy trabajador, capaz de hacer cualquier cosa por la mujer que lo llevó a donde está, un empleo para nada fácil, pero que le daba suficiente ingreso para trabajar en su propio emprendimiento. —Lo dices, por qué no eres tú, quien se tiene que callar a esos socios y esas llamadas hasta de madrugada —hablo Leo con su voz quebrada por el llanto fingido. _Ya tienen más de una semana, seguro hoy se aparecen y te da unos días de vacaciones —lo ánimo Pablo, pero Leo sabía que eso era imposible, solo quería que ella llegará y pudiera calmar a sus fastidiosos socios; cosa que no quería Marisol, esos días de vacaciones, la tenían tan tranquila, que no deseaba escucharlos. —Creeme que yo tampoco quiero regresar, mi Sol. —Expresó Juan David. Ya estaban de regreso, sin decirle a nadie o sus teléfonos sonaban sin parar, Juanda se aferraba
La luna de miel se había terminado, no fue por mucho tiempo como ellos lo deseaban, su trabajo era muy importante y el proyecto en marcha de Marisol estaba por llegar al punto donde ella deseaba. Juan David decidió llevarla a la empresa con su chófer y así verla un poco más en su etapa de empresaria. —No creo que podamos almorzar juntos, ¿nos vemos por la tarde? —Hablo Juanda llamando su atención. —Lo sé, creo saltarme esa parte, estoy full, pero iré por la tarde para la entrevista. —Juan David quitó la tablet de su mano, tomó sus manos y las besó. —Me encargaré de enviarte un almuerzo, pero no debes descuidar tus comidas —recalcó Juan David. —Está bien, nos vemos por la tarde —Juanda asintió, besando sus labios hasta quedar sin aire. Marisol se bajó, arregló su falta y lo despidió con la mano; subió al edificio, por las grandes puertas de cristal, sorprendiendo a todos, ya que ella siempre sabía por el ascensor que daba al estacionamiento. —Buenos días. —Saludo Marisol sin dete
—Aah, amor... Se escuchaban los gemidos dentro de la habitación de Marisol y Juan David, sus cuerpos solo se movían por el vaivén que daba, sus manos entrelazadas sintiendo esa sensación de placer. Una deliciosa mañana, probando sus cuerpos como si no lo hubiesen hecho hace mucho; Juan David cambiar de posición llevando las manos de su esposa arriba de su cabeza, chupaba sus senos logrando escuchar jadeos de placer, entraba y salía sin dejar de ver sus gesto, sintiendo aún más ganas de hacerla suya sin compasión. Su trasero ya se encontraba frente a él, recibiendo un azote y luego un beso. —Quisiera hacer más en este bello trasero —le susurró en el oído. —Debo trabajar... Aah. —Juanda se hundió en ella, dejándola sin aire. Sus estocadas eran rápidas y fuertes, sus manos jalaban el cabello de Marisol algo suave, escuchando sus gemidos y casi gritos de placer. Sus cuerpos ya estaban en el aire de la sensación que sentían al estar llegando al límite, las piernas de Marisol temblaba
Un día importante e inolvidable, encuentros inesperados, que solo era el comienzo de muchos; la tranquilidad de dos personas que solo buscaban llevar su relación en completa paz y tranquilidad, para beneficio de muchos. La familia Matos y Cortázar, estaban más que feliz al saber que sus herederos estaban yendo bien, no solo en su relación, también sus empresas, no tanto con Marisol, donde esos tres socios no querían seguir su orden, su molestia de que fuera una mujer, precisamente quién llevará el timón del barco, era mucha y aun peor, su personalidad y ambición que no permitía descubrir su punto débil, ese donde podría distraerla y bajarla de ese puesto. Cada paso que ella daba, eran vigilados por personas mal intencionadas. —Mi sol, cuidate mucho de esos socios imbéciles —le pidió Juan David, estando ambos en la mesa tomando el desayuno. —Gracias cariño, lo tendré en cuenta —respondió Marisol con una sonrisa. —¿Te llevo? —Lo pensó un momento, sabía que él tenía una reunión muy i
Marisol terminó de firmar unos documentos, tomó una pastilla para calmar un pequeño dolor de cabeza que tenía y evitar uno grande al estar frente a ese trío que seguía con el tema de no seguir con el proyecto de la diseñadora nueva. Su molestia crecía por el simple hecho de que se creían indispensable para la empresa. Eso lo sabía Juan David y para eso, se le ocurrió apoyar el proyecto de su esposa, volviéndose su socio a cambio de nada. Ninguna de las dos familias perdía, siempre que sus empresas crecieran y su matrimonio fluyera hasta el punto de tener el primer bisnieto. —Señorita Aguirre, no la voy a necesitar aquí por ahora, pero si en la empresa Cortázar, lleve mi propuesta para el Nuevo proyecto de la señora Matos, se la acabo de enviar a su correo para que lo imprima —le explicó Juan David. —Sí señor. —respondió Patricia; llegó a su puesto para imprimir el documento y marcharse al destino previsto. Sus manos ya temblaban, solo pensaba en que volvería a ver a ese pelirrojo d
Recuerdo. En un apartamento de lujo, con música a todo volumen, bebida y otras cosas ilegales para menores de edad; se encontraban muchos Jóvenes, eufóricos por celebrar esa noche su graduación y otras cosas más. Siendo irresponsables de sus acciones y decisiones. Cometiendo errores que marcarían sus vidas para siempre. —Leo, estoy muy nerviosa —confesó Patricia tocando el brazo de Leo, para que sintiera sus manos sudar. —Y yo muy molesto, no puedo creer que no pienses bien las cosas —reclamo Leo. —No me molestes, eres mi amigo, apóyame —exigió la chica inocente. —Por que soy tu amigo, te lo digo, ese idiota solo quiere usarte, sufrirás mucho —Leo trataba de hacerle entender. —Nena, viniste —interrumpió el causante de la discordia. —Si —habló ella muy tímida. —Toma, para que entres en calor, vengo por ti más tarde —Le habló en el oído, ignorando a Leo en lo absoluto. —¿Qué te dijo ese idiota? —preguntó Leo molesto. —Que me tomara esto para entrar en calor y el venía por mí m
Después de una larga semana llena de mucho trabajo, molestias y también sorpresa, llegaba el Domingo, un buen día para descansar y relajarse en familia, conversar y responder cada pregunta que tenían sus familias por hacer. —¿Estás seguro de querer escuchar su interrogatorio? —Por vigésima vez, preguntó Juan David. —Tus palabras suenan ah que no quieres que vengan —lo acusó Marisol. —Miento, si no te digo que solo deseo estar a solas contigo y seguir descubriendo cosas de su hermoso cuerpo —susurro en su oído, tampoco deseaba que él mayordomo y las dos chicas que estaban cerca, escucharán su confesión. —Ya es tarde, mi amor —le dijo Marisol, viendo las camionetas acercarse. Era muy bonito verlos llegar, una cola de camionetas negras blindadas, bajando sus padres y abuelos, con una sonrisa al observarlos abrazados en espera de ellos, sin duda era muy satisfactorio verlos así de emocionados, acercándose con una sonrisa inmensa. Ellos no se rendían en nada, querían saber cada movim