Seis semanas después
El gran día había llegado; invitados tanto dentro como fuera del país. La iglesia sería la más prestigiosa de la ciudad, las rosas blancas adornaban todo el lugar, dándole ese toque de lujo, glamour y más. Pero eso no era todo. El salón donde celebrarían el banquete de boda, sobrepasaba el pedido de Marisol. Lámparas de cristal colgando estilo ramo de rosas con cadenas de perlas colgando justo donde estaba la pista de baile. Las mesas con manteles color crema y unos centros de mesas con ramos de rosas blancas Para ambas familia era el dia mas especial, los padres de ambos lloraban de mucha felicidad al ver a sus hijos nerviosos por el paso que estaban a punto de dar; esa era una razón para estar preocupados, ya que no estaban enamorados. —Mi amor, estás muy hermosa —Le dijo entre lágrimas Soledad. —Gracias mamá. —Respondió Marisol viéndose al espejo. —Deseo mucho que seas feliz como yo lo he sido con tu padre —Confesó soledad con un nudo en la garganta. Seguía pensando en lo difícil que sería para ella convivir con un hombre sin estar enamorada y todo por el dinero. —Vamos ya mujeres. —Interrumpió Mario su conversación, sonriendo por lo hermosa que estaba su niña. Su vestido corte princesa, con pedrería completamente, una cola larga, un velo que cubría su rostro; Un vestido que no era lo que muchos imaginaban en ella, pero ese le gustaba, le daba otra versión de sí misma, demostrando su pureza y lo muñeca que podría ser. Juan David estaba muy nervioso, por entrar en esa nueva experiencia, por verla vestida de novia y consumar este matrimonio que él respetaría, su esposa sería la más bella de todas las mujeres, inteligente, tenía las mismas ambiciones y le gustaba mucho, ¿Por qué no intentar ser buen esposo y empresario? en ese momento olvidaban sus acuerdos, esos que quisieron imponer para evitar mantener ese matrimonio y hacerle ver a sus abuelos que podían solos, sin alguien a su lado. Ya todos esperaban con ansias, ver llegar a la novia; El padre de Marisol beso sus manos, antes de dar entrada. —Hija, cuando conocí a tu madre, no sabía que era hija de millonarios. Solo me gustó y quise tenerla, aunque fue difícil y duró años para agradarle a tu abuelo, logré casarme con ella y somos muy felices; espero que tú también lo seas, no quiero verte sufrir . —Marisol trató de no llorar por las palabras de su padre. Pero si le habían llegado a lo más profundo de su corazón. —Gracias papá, estoy segura que mi matrimonio tendrá éxito, no lo amo aún, pero seré feliz. —Se sinceró Marisol muy sincera de sus palabras. Tenía la opción de no casarse, pero no quería hacerlo y perder lo que quería en su poder, así de ambiciosa era y no se arrepentía. Al igual de quién estaba esperando más que nervioso. En otras circunstancias, hubiese estado tranquilo, esperando que la novia no llevase y el librarse de un matrimonio. Pero en ese instante, sus sentimientos eran distintos, le gustaba la mujer que estaba por convertirse en su esposa. —Estás nervioso, eso es bueno —le susurró Juan Carlos a Juanda. —No lo niego papá, esa mujer me llena y eso me asusta —Confesó Juanda. —Eso me alegra, ambas familias serán felices si su matrimonio tiene éxito en lo sentimental. —Juan David asintió a las palabras de su padre. Todos se pusieron de pie, al escuchar la marcha nupcial, Juan David sonrió al verla entrar, como si se tratara de un hombre enamorado, aunque el velo que cubría su rostro, le causó risa. No sabía si quería hacerle una broma, si ella le había dicho que sus empleados eran sus amantes, como imaginar que solo él tocaría su cuerpo, como lo hizo con sus labios, eso lo descubriría después. La ceremonia empezó, cada uno dijo sus palabras de amor, colocaron sus anillos y fueron declarados marido y mujer invitándolo a besar a la novia; muy lentamente Juan David quitó el velo, le sonrió al igual que Marisol lo hacía. —Todos creen que eres una señorita —bromeó él con una sonrisa. —Y no lo soy, ya soy la señora Matos. —Le recordó ella besando sus labios para escuchar los aplausos de todos. Fotos y fotos sin parar, ya ambos estaban cansados de sonreír y ver a tantas personas hipócritas hablando de sus futuros, cuando solo buscaban la atención de los novios para futuros negocios, ambos subieron al auto, que los llevaría a la gran fiesta, Marisol paso por un cambio de vestido, uno más cómodo pero elegante. Cuando ya llegaron a la fiesta, los esperaban un grupo de personas más grandes, ambos se vieron con gran sorpresa, no imaginaron ver tantas personas así. —Querías una boda de lujo y aquí la tienes. —Marisol suspiro. —Tendré que trabajar mucho, para recuperar todo esto —se reprocha eso. _Yo, aún más, mi vida, mi abuelo pagó el 70% de todo. —Anuncio el. Marisol sonrió con burla, recibiendo un beso profundo para borrar su sonrisa. —Sigue riendo y te secuestro de una —amenazó Juan David. Sus sonrisas mientras bailaba en la hermosa pista, daba envidia a muchos de los invitados. Hasta que más se unieron al baile, entre ellos los abuelos de ambas familias y sus padres. Un hermoso momento para guardarlo en los recuerdos. Aún así, venía lo peor: los novios fueron separados por una oleada de personas buscando tomarse fotos. La novia caminando de un lado a otro saludando a los invitados y el novio quieto en un solo lugar, su mirada recorría por donde ella caminaba y unas sonrisas se formaban en sus labios al verla fruncir el ceño varias veces mientras sonreía hipócritamente. —Acepte ese matrimonio por qué vi en tu mirada una aceptación por ella —Le habló el padre de Marisol, interrumpiendo su deleité. —No estamos enamorados, pero podemos intentarlo, tenemos muchas cosas en común, es una excepcional mujer que pienso respetar, no se preocupe —Prometió Juan a Mario que solo dio un apretón de hombros y se marchó. Juanda sonrió a su abuelo al verlo acercarse. —Es un buen hombre, hizo lo imposible para que Cortázar lo aceptara y ha sido buen trabajador en la empresa, logró ahorrar para tener sus propios negocios y darle una buena vida a su esposa —David volteo donde Marisol estaba siendo mimada por sus padres. —Una historia como la de mis padres —El viejo asintió. —Abuelo, quiero empezar la búsqueda del heredero, ¿me ayudas? —Suplico Juan David cambiando de tema. —Yo ayudo con eso, hijo. —Habló Mariano Cortázar, interrumpiendo a ambos, Juan David se sintió apenado por hablar así, pero no fue nada molesto para el abuelo de Marisol, qué de inmediato anunció la retirada de los recién casados. —¿Tiene algo que ver con nuestra huída? —interrogó Marisol. —Por supuesto, ya es hora de estar a solas con mi esposa —Juan David le habló al oído haciendo que la piel de Marisol se eriza. Tomados de las manos salieron con la atenta mirada de todos, ellos muy sonriente subieron a su auto y fueron directamente al aeropuerto donde los esperaba un jet privado de la familia Matos; Al estar ya en el aire, suspiraron tranquilos, Marisol solo queria quitar esos zapatos que le hacían doler hasta el alma y disfrutar de un momento de descanso.Una vez sin sus zapatos puestos, suspiro y cerró sus ojos, jamás imaginó que el día más especial para una mujer, doliera tanto. Juan David terminaba de dar órdenes al equipo de vuelo, al regresar a su lado sonrió, ver cómo su pecho sube y baja de manera relajada, entendía que necesitaba estar cómoda. —¿Quieres descansar? —le susurró al verla con los ojos cerrados, ella solo asintió, sus ojos se abrieron de golpe cuando sintió los brazos de Juan David cargándola a la habitación del jet como princesa. —¡Juanda! —Chillo ella. —Me gusta como sueno eso, ¿podrías gritarlo cuando te tenga gimiendo? —propuso con descaro, Marisol golpeó su pecho, algo sonrojada. Una vez llegaron a la habitación, la dejó sobre la cama y se acostó a su lado, beso su cuello y subió a sus labios, escuchando como Marisol soltaba pequeños suspiros, sus toques la encendía; con ganas de seguir a más se subió sobre ella, abriendo las piernas de Marisol para que sintiera su hombría ya bien dura. —¡Juanda! —suspiro e
Unos cuantos minutos y ya ambos estaban en sus asientos con sus cinturones puestos. El dolor en el cuerpo de Marisol la había remover un poco. Una vez el avión se detuvo y podían bajar, Marisol guardó su dolor y caminó lentamente hasta estar en el lugar donde los esperaba una limusina, quien los llevaría a su hotel. Mientras la limusina tomaba su rumbo, ambos veían el camino, por primera vez no estaban metidos en una una tableta o unos documentos. —Es hermoso —Susurro Marisol. Estaban ya en el hotel Four Seasons hotel Madrid. —Más hermosa, eres tú —Aseguró Juan David, ayudándole a bajar. Marisol hacía todo el esfuerzo posible para caminar bien, fue su primera vez, así que su cuerpo le dolía. Informaron su reservación y obtuvieron sus llaves. —¡Juanda! —Chillo Marisol al sentir los brazos de su esposo cargarla como princesa. —Veo que te duele para caminar —Le susurró él, Marisol algo apenada escondió su rostro en el cuello de Juan David, hasta llegar a su habitación, se lanzar
Después de ese incómodo y delicioso desayuno, los esposos decidieron dar un pequeño paseo y tomar algunas fotos que sería publicadas en una revista donde ellos darían la primicia, contando cómo llegaron a ese matrimonio tan repentino para muchos que no conocían esa historia; una de las que siguen reprochando los padres de los dos, aún no estaban del tono convencidos de que ellos llevarán un buen matrimonio. Imaginando que solo lo estaba haciendo para llegar a su objetivo, tener el control completo de ambos legados. —Yo solo espero, que mi niña no sufra —advirtió Mario. No imaginaba ver a su hija sufrir por amor. —Entiendo tu miedo Mario, pero veo a mi hijo muy contento, aseguró respetar a tu hija y yo le creo —intervino Juan carlo muy serio, por esa amenaza que prácticamente hacía él. —Y si no lo hace, se las verá conmigo —amenazó Soledad. —Hablan de Juan David como si Marisol fuese una chica sumisa y tonta. —Replicó Diana. —Y no se atrevan a decir nada, que es así, podría asegur
En la mansión López, aún en la cena, Rocío chillaba por qué su padre no había podido obtener respuesta de Juan David; sus berrinches no tenían fin, ni su madre podía tranquilizarla. —¡Basta, Rocío! —gritó y golpeó la mesa su padre estresado ya. El silencio reinó en unos largos minutos donde ambas mujeres estaban más que sorprendidas por la reacción de López. —Pero papá, por favor. —Musito casi entre llanto Rocío. López no dijo nada al recibir una notificación en su teléfono, colocó sus lentes y abrió el mensaje, con una expresión de tranquilidad y compresión a la situación que leía. —¿Es él,padre? —preguntó Rocío arrebatando el teléfono de las manos de tu padre, para leer lo que decía. López tomó una bocanada de aire, por tal acto de su hija. Mensaje: Señor López, siento no responder antes, como ya sabe, estoy en mi luna de miel y lo estoy disfrutando con mi esposa. Por petición de ella, le aceptaré un desayuno, nos vemos por la mañana. —Responde que sí, papá. —Le exigió Rocío c
Una semana después —Ya deja de quejarte, hombre —replicó Pablo molesto, al escuchar las quejas de Leo. El secretario eficiente de Marisol, un hombre joven y muy trabajador, capaz de hacer cualquier cosa por la mujer que lo llevó a donde está, un empleo para nada fácil, pero que le daba suficiente ingreso para trabajar en su propio emprendimiento. —Lo dices, por qué no eres tú, quien se tiene que callar a esos socios y esas llamadas hasta de madrugada —hablo Leo con su voz quebrada por el llanto fingido. _Ya tienen más de una semana, seguro hoy se aparecen y te da unos días de vacaciones —lo ánimo Pablo, pero Leo sabía que eso era imposible, solo quería que ella llegará y pudiera calmar a sus fastidiosos socios; cosa que no quería Marisol, esos días de vacaciones, la tenían tan tranquila, que no deseaba escucharlos. —Creeme que yo tampoco quiero regresar, mi Sol. —Expresó Juan David. Ya estaban de regreso, sin decirle a nadie o sus teléfonos sonaban sin parar, Juanda se aferraba
La luna de miel se había terminado, no fue por mucho tiempo como ellos lo deseaban, su trabajo era muy importante y el proyecto en marcha de Marisol estaba por llegar al punto donde ella deseaba. Juan David decidió llevarla a la empresa con su chófer y así verla un poco más en su etapa de empresaria. —No creo que podamos almorzar juntos, ¿nos vemos por la tarde? —Hablo Juanda llamando su atención. —Lo sé, creo saltarme esa parte, estoy full, pero iré por la tarde para la entrevista. —Juan David quitó la tablet de su mano, tomó sus manos y las besó. —Me encargaré de enviarte un almuerzo, pero no debes descuidar tus comidas —recalcó Juan David. —Está bien, nos vemos por la tarde —Juanda asintió, besando sus labios hasta quedar sin aire. Marisol se bajó, arregló su falta y lo despidió con la mano; subió al edificio, por las grandes puertas de cristal, sorprendiendo a todos, ya que ella siempre sabía por el ascensor que daba al estacionamiento. —Buenos días. —Saludo Marisol sin dete
—Aah, amor... Se escuchaban los gemidos dentro de la habitación de Marisol y Juan David, sus cuerpos solo se movían por el vaivén que daba, sus manos entrelazadas sintiendo esa sensación de placer. Una deliciosa mañana, probando sus cuerpos como si no lo hubiesen hecho hace mucho; Juan David cambiar de posición llevando las manos de su esposa arriba de su cabeza, chupaba sus senos logrando escuchar jadeos de placer, entraba y salía sin dejar de ver sus gesto, sintiendo aún más ganas de hacerla suya sin compasión. Su trasero ya se encontraba frente a él, recibiendo un azote y luego un beso. —Quisiera hacer más en este bello trasero —le susurró en el oído. —Debo trabajar... Aah. —Juanda se hundió en ella, dejándola sin aire. Sus estocadas eran rápidas y fuertes, sus manos jalaban el cabello de Marisol algo suave, escuchando sus gemidos y casi gritos de placer. Sus cuerpos ya estaban en el aire de la sensación que sentían al estar llegando al límite, las piernas de Marisol temblaba
Un día importante e inolvidable, encuentros inesperados, que solo era el comienzo de muchos; la tranquilidad de dos personas que solo buscaban llevar su relación en completa paz y tranquilidad, para beneficio de muchos. La familia Matos y Cortázar, estaban más que feliz al saber que sus herederos estaban yendo bien, no solo en su relación, también sus empresas, no tanto con Marisol, donde esos tres socios no querían seguir su orden, su molestia de que fuera una mujer, precisamente quién llevará el timón del barco, era mucha y aun peor, su personalidad y ambición que no permitía descubrir su punto débil, ese donde podría distraerla y bajarla de ese puesto. Cada paso que ella daba, eran vigilados por personas mal intencionadas. —Mi sol, cuidate mucho de esos socios imbéciles —le pidió Juan David, estando ambos en la mesa tomando el desayuno. —Gracias cariño, lo tendré en cuenta —respondió Marisol con una sonrisa. —¿Te llevo? —Lo pensó un momento, sabía que él tenía una reunión muy i