Capitulo 4

Dos semanas después, la noticia de la boda había llegado al mundo empresarial a nivel nacional e internacional, hijos e hijas de quienes tenían un poco de esperanzas a un matrimonio con esos socios importantes quedó atrás, con la inesperada noticia de esa gran boda.

Marisol y Juan David aprovecharon los días para conocerse más, ya fuera en el ámbito laboral o en lo sentimental, sus proyectos pasados, los presentes y también lo que deseaban en un futuro; para ambos en ese matrimonio las cosas no sería tan difícil y llevarse bien tampoco. Tenían una química muy buena y su ambición los lleva a buscar las maneras de que ambos legados crecieran más, cosa que era molesta para muchos en otros países.

Las noticias llegaron rápido y los nervios crecían en unos de los tantos socios de Juan David internacionalmente, todo por tener una hija tan caprichosa y consentida.

—Encargate de que Rocío no regrese de sus vacaciones hasta después de esta boda —Demandó el viejo, al saber lo obsesionada que estaba su hija por Juan David Matos.

—Pensé que insistimos en un matrimonio entre nuestra hija y ese muchacho —reprocha su esposa.

—Los Matos y Cortázar tienen ese acuerdo de hace años, es imposible esa petición de Rocío. —dejó claro.

—Rocío se pondrá histérica —confesó la mujer.

—Y tu debes calmarla, si no fuera tan caprichosa y consentida, tal vez hubiese enamorado a juan David, ese muchacho es ambicioso y su futura esposa también, son tal para cual —aclaró el hombre dejando a su esposa muy triste, solo imaginar a su querida hija molesta y tirando todo por esa noticia le daba miedo.

Que estuviera de vacaciones en Asia, ayudaba un poco, esa noticia no llegaría hasta allá, tan rápido.

Los negocios debían seguir y la noticia de ese matrimonio, despertó un interés en muchos socios de completar unos que otros negocios que tenían pendiente, eso hizo que, Marisol y Juan David llevaran un par de días sin verse, ya que el trabajo los tenía full y muy ocupados.

Aún así, Juan David mandó a su secretaria a que le mandara ramos de rosas y chocolates que sacaban sonrisas de ella. Como en ese mismo momento, donde olía un precioso ramo de rosas rojas y observaba una caja de bombones, bajo la atenta mirada de sus amigos.

—Terminaras enamorada y tus acuerdos van a valer m****a —Se burló Leo, de Marisol.

—Lo bueno de todo esto, es que dejarás de ser pura —Siguió Pablo con la burla.

—¿Quieren que los despida? —amenazó Marisol a ambos.

—Nadie podrá soportar lo que yo soporto. —Aseguró Leó.

—Nadie podrá cuidarte como yo lo hago. —Continuó Pablo.

—Que idiotas, ¡salgan de mi vista! —Les gritó Marisol desde su puesto.

—Ya cálmate, deberías comerte el postre antes de tiempo —musitó Leo con una sonrisa juguetona.

—Te aseguro que eso quita el estrés, ¡si lo sabes hacer claro! —Insinuó Pablo.

—¿Por qué siguen trabajando para mí?— Marisol preguntó con sarcasmo.

—Somos muy eficientes, tanto así, que logramos quitarte el estrés. —Replicó Leo, logrando que eso lo escuchara Juan David, quien abrió la puerta con el ceño fruncido.

Pablo y Leo salieron sin decir nada como dos balas sin rumbo fijo.

—¿Estás ocupada? —Pregunto cortante.

—No, solo escuchaba las estupideces de esos dos, ya he terminado con todo, solo espero que llegue la hora de una reunión que tengo — respondió ella viendo su reloj de pulsera, Juan David la detalla, buscando un indicio de que la besaron o la tocaron.

Pero estaba intacta, se levantó del sofá donde se había sentado y se acercó, la tomó de la mano para que se pusiera de pie y el sentarse, la tomó de la cintura y la sentó sobre su regazo, la abrazó y puso su cara en su pecho.

—Estoy cansado— susurró embriagado por ese perfume que usaba ella.

—Estoy igual, quiero unas vacaciones que no disfrutaré por querer estar aquí —habló ella burlona.

—Conmigo si las disfrutarás, te lo aseguro —recalcó Juanda escuchando una risita de ella.

Sus ojos se cerraron por unos minutos, hasta que escucharon unos toques en la puerta.

—¡Marisol, ya nos esperan en la sala de juntas! —Le gritó Leo, haciendo que juanda frunciera el ceño.

—¿Te tutea? —Marisol asintió, mientras ordenaba unas cosas en su maletín.

—Cuando seas mi esposa, espero no lo haga más. —Le exigió acercándose él, besando sus labios con deseo, tocando sus nalgas, sonrió al escuchar como un gemido se escapó de su boca.

—No te equivoques, Matos —reclamó ella.

—Te acompaño —la interrumpió sin dejar que hablara, Marisol retocó su labial y salió con su maletín, como toda una dama.

Leo la esperaba afuera y al verlos tomados de la mano, los escaneo, ganándose una volteada de ojo de Marisol, el secretario no le quedó de otra de caminar atrás de ellos, recordando los socios que no estaban de acuerdo en darle una oportunidad a una nueva diseñadora de lanzar sus diseños en la agencia.

En la junta ya los socios se preparaban para negarse a participar en ese próximo evento que ella quería; cabe destacar que las empresas de los Cortázar eran muchas, como automotriz, agencias de modas, constructoras, farmacias y más.

—Ya sabes que hacer, cuando se nieguen —le recordó Marisol a Leo, antes de entrar a la sala de juntas, unos se levantaron para saludarla y los tres que no estaban de acuerdo en que ella fuera la nueva directora, solo saludaron con un gesto.

—Bienvenida señorita —hablaron varios al unísono.

—un placer tenerlo aquí, joven Matos —se dirigieron a Juan David.

—El placer es mío, espero no ser una distracción —les respondió Juanda, tomando asiento en un sofá retirado de la mesa de junta, pero donde podía ver a Marisol y la pantalla donde proyectan el proyecto.

—Salazar, Aguirre y Pérez, siempre tan caballerosos —dijo Marisol muy sarcástica al trío.

—Pero no se molesten, vamos al grano —habló de inmediato interrumpiendo lo que querían decir.

Leo se levantó y encendió la pantalla, donde mostraban a la diseñadora, fue pasando y cada prenda era un deleite para Juanda, en todas se imaginaba a Marisol.

Leo explicó cada detalle, dejando a Juan David muy sorprendido, ya se daba cuenta el por qué trabajaba para Marisol; una vez finalizada la explicación, Marisol se levantó.

—Este proyecto no a todos les gusta, así que pregunto. ¿Quién está de acuerdo? —Pregunto de una vez.

En esa junta se encontraban ocho socios, Marisol sólo necesitaba cinco de ellos, para llevar a cabo su plan, al ser esos cinco de la edad de 35 a 45 años, sabía que aceptarían esa propuesta, pero los tres que la querían fuera, no.

Juan David observaba como Marisol sonreía, por la negación de esos tres, Leo se acercó a cada uno y les puso una carpeta.

—En esa carpeta está la propuesta, pueden firmar la primera hoja si están de acuerdo y la segunda sí no —Explicó Marisol.

Todos firmaron y regresaron las carpetas.

—Bien, muchas gracias —agradeció Marisol con una sonrisa.

—Quiero explicar porque hice firmar este documento, por qué si el proyecto falla, que no será así, por supuesto —Aseguró ella —Mi deber es pagarles una suma de dinero muy grande, es el precio que me ponen para que piense muy bien en qué invierto —Hablo sin importancia, segura que ganaría con ese proyecto.

Los tres socios que firmaron en contra, se arrepintieron, ellos estaban seguros que no obtendrían nada de eso y perder un dinero de gratis era malo.

—Eso lo debió decir antes, pudimos firmar a favor —Se quejó Aguirre.

—¿Y darles beneficios de triunfo que no merecen? —Expresó Marisol con una sonrisa de burla, logrando que no dijeran nada más, abandonando la sala de juntas.

Eso es todo por hoy, nos pondremos en acuerdo de la fecha después de mi boda —se dirigió Marisol a los otros socios, todos aceptaron dejando sus felicitaciones a ambos.

Una vez que salieron, Juan David empezó a aplaudir acercándose a ella, Leo sabía que ya estorbaba y se pondría de acuerdo con ella luego.

—Felicitaciones, eres fabulosa, casi no podía contener las risas de ver las caras de ese trío —expresó Juan David a su lado.

—Ya no los soporto, pero haré que me vendan sus tontas acciones —Aseguró Marisol muy segura y eso hizo que Juan David quisiera besarla ahí.

La subió a la mesa, metiéndose entre sus piernas, sus manos agarraron su mentón y se acercó a sus labios, profundizando el beso hasta excitarse, presionado su hombría a su parte intima que ya palpitaba de la excitación, hasta que ambos quedaron sin aire.

—Todo de ti me provoca —Le susurró Juan David.

—Gracias —Le respondió aún sonrojada por el beso.

—¿Vamos a almorzar? —preguntó Juanda, Marisol asintió, saliendo de manos agarras, su idea de verse como enamorados iba en subida y su atracción los ayuda.

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