Dos semanas después, la noticia de la boda había llegado al mundo empresarial a nivel nacional e internacional, hijos e hijas de quienes tenían un poco de esperanzas a un matrimonio con esos socios importantes quedó atrás, con la inesperada noticia de esa gran boda.
Marisol y Juan David aprovecharon los días para conocerse más, ya fuera en el ámbito laboral o en lo sentimental, sus proyectos pasados, los presentes y también lo que deseaban en un futuro; para ambos en ese matrimonio las cosas no sería tan difícil y llevarse bien tampoco. Tenían una química muy buena y su ambición los lleva a buscar las maneras de que ambos legados crecieran más, cosa que era molesta para muchos en otros países. Las noticias llegaron rápido y los nervios crecían en unos de los tantos socios de Juan David internacionalmente, todo por tener una hija tan caprichosa y consentida. —Encargate de que Rocío no regrese de sus vacaciones hasta después de esta boda —Demandó el viejo, al saber lo obsesionada que estaba su hija por Juan David Matos. —Pensé que insistimos en un matrimonio entre nuestra hija y ese muchacho —reprocha su esposa. —Los Matos y Cortázar tienen ese acuerdo de hace años, es imposible esa petición de Rocío. —dejó claro. —Rocío se pondrá histérica —confesó la mujer. —Y tu debes calmarla, si no fuera tan caprichosa y consentida, tal vez hubiese enamorado a juan David, ese muchacho es ambicioso y su futura esposa también, son tal para cual —aclaró el hombre dejando a su esposa muy triste, solo imaginar a su querida hija molesta y tirando todo por esa noticia le daba miedo. Que estuviera de vacaciones en Asia, ayudaba un poco, esa noticia no llegaría hasta allá, tan rápido. Los negocios debían seguir y la noticia de ese matrimonio, despertó un interés en muchos socios de completar unos que otros negocios que tenían pendiente, eso hizo que, Marisol y Juan David llevaran un par de días sin verse, ya que el trabajo los tenía full y muy ocupados. Aún así, Juan David mandó a su secretaria a que le mandara ramos de rosas y chocolates que sacaban sonrisas de ella. Como en ese mismo momento, donde olía un precioso ramo de rosas rojas y observaba una caja de bombones, bajo la atenta mirada de sus amigos. —Terminaras enamorada y tus acuerdos van a valer m****a —Se burló Leo, de Marisol. —Lo bueno de todo esto, es que dejarás de ser pura —Siguió Pablo con la burla. —¿Quieren que los despida? —amenazó Marisol a ambos. —Nadie podrá soportar lo que yo soporto. —Aseguró Leó. —Nadie podrá cuidarte como yo lo hago. —Continuó Pablo. —Que idiotas, ¡salgan de mi vista! —Les gritó Marisol desde su puesto. —Ya cálmate, deberías comerte el postre antes de tiempo —musitó Leo con una sonrisa juguetona. —Te aseguro que eso quita el estrés, ¡si lo sabes hacer claro! —Insinuó Pablo. —¿Por qué siguen trabajando para mí?— Marisol preguntó con sarcasmo. —Somos muy eficientes, tanto así, que logramos quitarte el estrés. —Replicó Leo, logrando que eso lo escuchara Juan David, quien abrió la puerta con el ceño fruncido. Pablo y Leo salieron sin decir nada como dos balas sin rumbo fijo. —¿Estás ocupada? —Pregunto cortante. —No, solo escuchaba las estupideces de esos dos, ya he terminado con todo, solo espero que llegue la hora de una reunión que tengo — respondió ella viendo su reloj de pulsera, Juan David la detalla, buscando un indicio de que la besaron o la tocaron. Pero estaba intacta, se levantó del sofá donde se había sentado y se acercó, la tomó de la mano para que se pusiera de pie y el sentarse, la tomó de la cintura y la sentó sobre su regazo, la abrazó y puso su cara en su pecho. —Estoy cansado— susurró embriagado por ese perfume que usaba ella. —Estoy igual, quiero unas vacaciones que no disfrutaré por querer estar aquí —habló ella burlona. —Conmigo si las disfrutarás, te lo aseguro —recalcó Juanda escuchando una risita de ella. Sus ojos se cerraron por unos minutos, hasta que escucharon unos toques en la puerta. —¡Marisol, ya nos esperan en la sala de juntas! —Le gritó Leo, haciendo que juanda frunciera el ceño. —¿Te tutea? —Marisol asintió, mientras ordenaba unas cosas en su maletín. —Cuando seas mi esposa, espero no lo haga más. —Le exigió acercándose él, besando sus labios con deseo, tocando sus nalgas, sonrió al escuchar como un gemido se escapó de su boca. —No te equivoques, Matos —reclamó ella. —Te acompaño —la interrumpió sin dejar que hablara, Marisol retocó su labial y salió con su maletín, como toda una dama. Leo la esperaba afuera y al verlos tomados de la mano, los escaneo, ganándose una volteada de ojo de Marisol, el secretario no le quedó de otra de caminar atrás de ellos, recordando los socios que no estaban de acuerdo en darle una oportunidad a una nueva diseñadora de lanzar sus diseños en la agencia. En la junta ya los socios se preparaban para negarse a participar en ese próximo evento que ella quería; cabe destacar que las empresas de los Cortázar eran muchas, como automotriz, agencias de modas, constructoras, farmacias y más. —Ya sabes que hacer, cuando se nieguen —le recordó Marisol a Leo, antes de entrar a la sala de juntas, unos se levantaron para saludarla y los tres que no estaban de acuerdo en que ella fuera la nueva directora, solo saludaron con un gesto. —Bienvenida señorita —hablaron varios al unísono. —un placer tenerlo aquí, joven Matos —se dirigieron a Juan David. —El placer es mío, espero no ser una distracción —les respondió Juanda, tomando asiento en un sofá retirado de la mesa de junta, pero donde podía ver a Marisol y la pantalla donde proyectan el proyecto. —Salazar, Aguirre y Pérez, siempre tan caballerosos —dijo Marisol muy sarcástica al trío. —Pero no se molesten, vamos al grano —habló de inmediato interrumpiendo lo que querían decir. Leo se levantó y encendió la pantalla, donde mostraban a la diseñadora, fue pasando y cada prenda era un deleite para Juanda, en todas se imaginaba a Marisol. Leo explicó cada detalle, dejando a Juan David muy sorprendido, ya se daba cuenta el por qué trabajaba para Marisol; una vez finalizada la explicación, Marisol se levantó. —Este proyecto no a todos les gusta, así que pregunto. ¿Quién está de acuerdo? —Pregunto de una vez. En esa junta se encontraban ocho socios, Marisol sólo necesitaba cinco de ellos, para llevar a cabo su plan, al ser esos cinco de la edad de 35 a 45 años, sabía que aceptarían esa propuesta, pero los tres que la querían fuera, no. Juan David observaba como Marisol sonreía, por la negación de esos tres, Leo se acercó a cada uno y les puso una carpeta. —En esa carpeta está la propuesta, pueden firmar la primera hoja si están de acuerdo y la segunda sí no —Explicó Marisol. Todos firmaron y regresaron las carpetas. —Bien, muchas gracias —agradeció Marisol con una sonrisa. —Quiero explicar porque hice firmar este documento, por qué si el proyecto falla, que no será así, por supuesto —Aseguró ella —Mi deber es pagarles una suma de dinero muy grande, es el precio que me ponen para que piense muy bien en qué invierto —Hablo sin importancia, segura que ganaría con ese proyecto. Los tres socios que firmaron en contra, se arrepintieron, ellos estaban seguros que no obtendrían nada de eso y perder un dinero de gratis era malo. —Eso lo debió decir antes, pudimos firmar a favor —Se quejó Aguirre. —¿Y darles beneficios de triunfo que no merecen? —Expresó Marisol con una sonrisa de burla, logrando que no dijeran nada más, abandonando la sala de juntas. Eso es todo por hoy, nos pondremos en acuerdo de la fecha después de mi boda —se dirigió Marisol a los otros socios, todos aceptaron dejando sus felicitaciones a ambos. Una vez que salieron, Juan David empezó a aplaudir acercándose a ella, Leo sabía que ya estorbaba y se pondría de acuerdo con ella luego. —Felicitaciones, eres fabulosa, casi no podía contener las risas de ver las caras de ese trío —expresó Juan David a su lado. —Ya no los soporto, pero haré que me vendan sus tontas acciones —Aseguró Marisol muy segura y eso hizo que Juan David quisiera besarla ahí. La subió a la mesa, metiéndose entre sus piernas, sus manos agarraron su mentón y se acercó a sus labios, profundizando el beso hasta excitarse, presionado su hombría a su parte intima que ya palpitaba de la excitación, hasta que ambos quedaron sin aire. —Todo de ti me provoca —Le susurró Juan David. —Gracias —Le respondió aún sonrojada por el beso. —¿Vamos a almorzar? —preguntó Juanda, Marisol asintió, saliendo de manos agarras, su idea de verse como enamorados iba en subida y su atracción los ayuda.Seis semanas después El gran día había llegado; invitados tanto dentro como fuera del país. La iglesia sería la más prestigiosa de la ciudad, las rosas blancas adornaban todo el lugar, dándole ese toque de lujo, glamour y más. Pero eso no era todo. El salón donde celebrarían el banquete de boda, sobrepasaba el pedido de Marisol. Lámparas de cristal colgando estilo ramo de rosas con cadenas de perlas colgando justo donde estaba la pista de baile. Las mesas con manteles color crema y unos centros de mesas con ramos de rosas blancas Para ambas familia era el dia mas especial, los padres de ambos lloraban de mucha felicidad al ver a sus hijos nerviosos por el paso que estaban a punto de dar; esa era una razón para estar preocupados, ya que no estaban enamorados. —Mi amor, estás muy hermosa —Le dijo entre lágrimas Soledad. —Gracias mamá. —Respondió Marisol viéndose al espejo. —Deseo mucho que seas feliz como yo lo he sido con tu padre —Confesó soledad con un nudo en la garganta. S
Una vez sin sus zapatos puestos, suspiro y cerró sus ojos, jamás imaginó que el día más especial para una mujer, doliera tanto. Juan David terminaba de dar órdenes al equipo de vuelo, al regresar a su lado sonrió, ver cómo su pecho sube y baja de manera relajada, entendía que necesitaba estar cómoda. —¿Quieres descansar? —le susurró al verla con los ojos cerrados, ella solo asintió, sus ojos se abrieron de golpe cuando sintió los brazos de Juan David cargándola a la habitación del jet como princesa. —¡Juanda! —Chillo ella. —Me gusta como sueno eso, ¿podrías gritarlo cuando te tenga gimiendo? —propuso con descaro, Marisol golpeó su pecho, algo sonrojada. Una vez llegaron a la habitación, la dejó sobre la cama y se acostó a su lado, beso su cuello y subió a sus labios, escuchando como Marisol soltaba pequeños suspiros, sus toques la encendía; con ganas de seguir a más se subió sobre ella, abriendo las piernas de Marisol para que sintiera su hombría ya bien dura. —¡Juanda! —suspiro e
Unos cuantos minutos y ya ambos estaban en sus asientos con sus cinturones puestos. El dolor en el cuerpo de Marisol la había remover un poco. Una vez el avión se detuvo y podían bajar, Marisol guardó su dolor y caminó lentamente hasta estar en el lugar donde los esperaba una limusina, quien los llevaría a su hotel. Mientras la limusina tomaba su rumbo, ambos veían el camino, por primera vez no estaban metidos en una una tableta o unos documentos. —Es hermoso —Susurro Marisol. Estaban ya en el hotel Four Seasons hotel Madrid. —Más hermosa, eres tú —Aseguró Juan David, ayudándole a bajar. Marisol hacía todo el esfuerzo posible para caminar bien, fue su primera vez, así que su cuerpo le dolía. Informaron su reservación y obtuvieron sus llaves. —¡Juanda! —Chillo Marisol al sentir los brazos de su esposo cargarla como princesa. —Veo que te duele para caminar —Le susurró él, Marisol algo apenada escondió su rostro en el cuello de Juan David, hasta llegar a su habitación, se lanzar
Después de ese incómodo y delicioso desayuno, los esposos decidieron dar un pequeño paseo y tomar algunas fotos que sería publicadas en una revista donde ellos darían la primicia, contando cómo llegaron a ese matrimonio tan repentino para muchos que no conocían esa historia; una de las que siguen reprochando los padres de los dos, aún no estaban del tono convencidos de que ellos llevarán un buen matrimonio. Imaginando que solo lo estaba haciendo para llegar a su objetivo, tener el control completo de ambos legados. —Yo solo espero, que mi niña no sufra —advirtió Mario. No imaginaba ver a su hija sufrir por amor. —Entiendo tu miedo Mario, pero veo a mi hijo muy contento, aseguró respetar a tu hija y yo le creo —intervino Juan carlo muy serio, por esa amenaza que prácticamente hacía él. —Y si no lo hace, se las verá conmigo —amenazó Soledad. —Hablan de Juan David como si Marisol fuese una chica sumisa y tonta. —Replicó Diana. —Y no se atrevan a decir nada, que es así, podría asegur
En la mansión López, aún en la cena, Rocío chillaba por qué su padre no había podido obtener respuesta de Juan David; sus berrinches no tenían fin, ni su madre podía tranquilizarla. —¡Basta, Rocío! —gritó y golpeó la mesa su padre estresado ya. El silencio reinó en unos largos minutos donde ambas mujeres estaban más que sorprendidas por la reacción de López. —Pero papá, por favor. —Musito casi entre llanto Rocío. López no dijo nada al recibir una notificación en su teléfono, colocó sus lentes y abrió el mensaje, con una expresión de tranquilidad y compresión a la situación que leía. —¿Es él,padre? —preguntó Rocío arrebatando el teléfono de las manos de tu padre, para leer lo que decía. López tomó una bocanada de aire, por tal acto de su hija. Mensaje: Señor López, siento no responder antes, como ya sabe, estoy en mi luna de miel y lo estoy disfrutando con mi esposa. Por petición de ella, le aceptaré un desayuno, nos vemos por la mañana. —Responde que sí, papá. —Le exigió Rocío c
Una semana después —Ya deja de quejarte, hombre —replicó Pablo molesto, al escuchar las quejas de Leo. El secretario eficiente de Marisol, un hombre joven y muy trabajador, capaz de hacer cualquier cosa por la mujer que lo llevó a donde está, un empleo para nada fácil, pero que le daba suficiente ingreso para trabajar en su propio emprendimiento. —Lo dices, por qué no eres tú, quien se tiene que callar a esos socios y esas llamadas hasta de madrugada —hablo Leo con su voz quebrada por el llanto fingido. _Ya tienen más de una semana, seguro hoy se aparecen y te da unos días de vacaciones —lo ánimo Pablo, pero Leo sabía que eso era imposible, solo quería que ella llegará y pudiera calmar a sus fastidiosos socios; cosa que no quería Marisol, esos días de vacaciones, la tenían tan tranquila, que no deseaba escucharlos. —Creeme que yo tampoco quiero regresar, mi Sol. —Expresó Juan David. Ya estaban de regreso, sin decirle a nadie o sus teléfonos sonaban sin parar, Juanda se aferraba
La luna de miel se había terminado, no fue por mucho tiempo como ellos lo deseaban, su trabajo era muy importante y el proyecto en marcha de Marisol estaba por llegar al punto donde ella deseaba. Juan David decidió llevarla a la empresa con su chófer y así verla un poco más en su etapa de empresaria. —No creo que podamos almorzar juntos, ¿nos vemos por la tarde? —Hablo Juanda llamando su atención. —Lo sé, creo saltarme esa parte, estoy full, pero iré por la tarde para la entrevista. —Juan David quitó la tablet de su mano, tomó sus manos y las besó. —Me encargaré de enviarte un almuerzo, pero no debes descuidar tus comidas —recalcó Juan David. —Está bien, nos vemos por la tarde —Juanda asintió, besando sus labios hasta quedar sin aire. Marisol se bajó, arregló su falta y lo despidió con la mano; subió al edificio, por las grandes puertas de cristal, sorprendiendo a todos, ya que ella siempre sabía por el ascensor que daba al estacionamiento. —Buenos días. —Saludo Marisol sin dete
—Aah, amor... Se escuchaban los gemidos dentro de la habitación de Marisol y Juan David, sus cuerpos solo se movían por el vaivén que daba, sus manos entrelazadas sintiendo esa sensación de placer. Una deliciosa mañana, probando sus cuerpos como si no lo hubiesen hecho hace mucho; Juan David cambiar de posición llevando las manos de su esposa arriba de su cabeza, chupaba sus senos logrando escuchar jadeos de placer, entraba y salía sin dejar de ver sus gesto, sintiendo aún más ganas de hacerla suya sin compasión. Su trasero ya se encontraba frente a él, recibiendo un azote y luego un beso. —Quisiera hacer más en este bello trasero —le susurró en el oído. —Debo trabajar... Aah. —Juanda se hundió en ella, dejándola sin aire. Sus estocadas eran rápidas y fuertes, sus manos jalaban el cabello de Marisol algo suave, escuchando sus gemidos y casi gritos de placer. Sus cuerpos ya estaban en el aire de la sensación que sentían al estar llegando al límite, las piernas de Marisol temblaba