Divorcio… bendita o m*****a palabra que jamás viene a la mente ni al corazón cuando decimos “Si… Acepto”
Hoy preparo mi ropa la que mejor me queda y que elegí especialmente porque la ocasión lo amerita para llegar con el juez a firmar esos papeles, me preparo con una hora al salón de belleza, uñas y maquillaje casi igual como el día en el que dije “Si… Acepto” sólo que hoy no hay un vestido blanco sino un traje elegante dos piezas color rojo con un buen escote, si hubiese un toro cerca debería salir corriendo en estos tacones de aguja que podrían ser un arma mortal si lo quisiera, llevamos varios meses donde no nos hemos visto, todo ha sido a través de abogados y me propuse el día que él me dejó que la próxima vez que me viera se arrepentiría del mujerón que está dejando ir, eso es lo que me digo cada día si lo siente o no así mi corazón es otra cosa.
No sé qué pasó, en qué momento nuestra relación desapareció después de 10 años ambos perdimos tal vez el interés, ese momento en que me di cuenta de que si no me tocaba ni me pedía hacer el amor ya no importaba o tal vez me sentía mejor así después de lo vivido, que nuestras tarjetas de navidad de pronto dejaron ser de los dos y cambiaron por unas compradas en la tienda totalmente impersonal, donde caminar de mano dejó de ser una costumbre y donde aprendí tristemente a caminar sola, aprendí a comer sin su compañía y al mismo tiempo él también sin la mía, lo sé, es culpa de los dos yo también debí decir o hacer algo pero como dicen por ahí la costumbre se hizo más fuerte que el amor y me acostumbré a la soledad así que cuando comenzaron las excusas para no llegar a dormir aunque dentro de mi sabía bien cuales podían ser las razones simplemente no hice nada, hoy estoy aquí porque con esta firma también acepto mi culpa en esta historia porque fallamos los dos, ojala ambos encontremos en algún lugar lo que algún día creímos podíamos construir juntos aunque al parecer él ya lo encontró.
Quería tener hijos y cuando sufrí la perdida por un aborto espontaneo sentí mucha culpa, y no fue la única vez ya después poco a poco comenzó el distanciamiento y en más de una oportunidad escuché “De seguro la del problema eres tú” pero debo reconocer que esas palabras jamás vinieron de él, más bien de la familia de Jonathan mi suegra y mi cunada son un par de brujas de esas que hay que temer, lo dijeron cada vez que las vi que me convencí y hasta creí que era yo la culpable y pensé una y otra vez «de seguro hice más de lo que debía» y sin ni siquiera investigar lo acepté… tal vez ese fue el comienzo de nuestra separación sentirme culpable y aceptar esa culpa sin buscar ayuda aunque debo reconocer que él jamás me culpó y que incluso me defendió frente a su familia tanto es así que desde la última discusión no volvieron a vernos ni siquiera para insultarnos o mejor dicho insultarme.
Después de la partida de Jonathan sentí ese lugar al que siempre le llamé nuestro hogar tan grande y vacío pero muy pronto me acostumbré tal vez mucho antes de lo que jamás imaginé, lo difícil era ahora lidiar con las amistades, las amigas mujeres con pareja dejan de invitarte, ya pasas a ser motivo de peligro para ellas, otras que están solas sólo quieren divertirse y yo… ya no sé ni lo quiero o mejor dicho sí sé, quiero que Jonathan se arrepienta de dejarme ir… no porque lo ame… creo, imagino que ya no, eso me digo cada día sin saber si es o no verdad o mentira… tal vez por amor propio o simplemente por orgullo.
En estos meses bajé bastante de peso, comí sano, hice ejercicio, me preocupé de mí, cambié mi color de pelo por un castaño claro, los anteojos por lentes de contacto, todos siempre me decían lo lindos que eran mis ojos pardos y que nadie podía apreciar tras esos lentes gruesos, aprendí a maquillarme nuevamente volví a preocuparme de mi y hoy con 35 años cuando vuelva a casa seré por fin una mujer libre.
Me miré al espejo mil veces o tal vez mas antes de salir de casa, esta vez sería diferente, no habrían invitados no habría fiesta ni tampoco lanzaría el ramo ni cortaría el pastel, pero si aceptaré el ser libre de una buena vez… aunque no se si es eso lo que quiere este traicionero corazón.
Llegué a las oficinas del abogado, estacioné mi carro, respiré profundo y volví a mirarme al espejo, de pronto sentí deseos de llorar y mucha tristeza, no por perder a Jonathan sino por la muerte de un sueño que en un momento de mi vida pensé sería para toda la vida en especial cuando dije “Si… acepto” por primera vez.
No había marcha nupcial mientras caminaba a la oficina sino un silencio y el sonido de mis tacones tipo aguja, no iba del brazo de mi padre esta vez caminaba sola, pero aprendí a pisar fuerte, llegué a la puerta de la oficina, respiré profundo, cerré los ojos por un segundo y abrí.
Dos secretarias, Jonathan, Esteban su abogado y amigo de muchos años junto a mi abogado se encontraban ya listos esperando por mí en la recepción de la oficina, no pude evitar una suave sonrisa que era más que evidente en ese lápiz de labios tan rojo como mi traje, Jonathan trató de hacerse el idiota y no verme, pero era claro que mi escote y mis piernas con ese traje justo sobre la rodilla lo pusieron más que incomodo aún más tras recibir las miradas que decían “Hay que ser bien bruto para perder esta mujer”
***
—Buenos días —dijo con tono firme y muy segura, sabe bien que preparó esas dos palabras muchas veces en todos los tonos posibles y fue tal como lo quería.
—Buenos días, Amy —dijo su abogado acercándose a ella en ese momento para darle la mano —¿Estás lista? —preguntó después.
Sólo asentó con la cabeza y sonrió mientras caminaba hacia la oficina donde firmarían los papeles del divorcio… dijo —Buenos días, Jonathan, te vez cansado ¿Todo bien? —aunque dentro de ella de verdad no era preocupación lo que sentía… si quería que se viera así lo reconocía y peor si hubiese sido posible, en su último año de matrimonio cuando las cosas se terminaron de enfriar ella sabía bien que le pidió que buscaran ayuda pero Amy imaginó que al mismo tiempo prefirió buscarse a otra, aunque ya tiene 38 años la cambió por una jovencita porque tal vez ella le brindaba la juventud pero ahora Amy veía que en ese proceso le exprimía la que a él le quedaba y mirándolo bien se ve hasta peor que cuando estaban juntos. Amy pensó al verlo «se nota que las noches de desvelo y fiesta le están pasando la cuenta hasta podría sentir que está enfermo y eso no es lo que yo quería para él» Amy cerró los ojos por unos momentos como para tratar de convencer a sus corazón y también a ella misma «Hoy quiero que sienta que ha cometido un error no porque aún lo ame… aunque no este segura de mis sentimientos, maldito corazón traicionero, quiero creer que nuestro amor murió hace ya mucho al menos es lo que quiero pensar y que si algo quedaba en mi corazón debió terminar de desaparecer el día en que se fue de casa… hoy quiero que me vea bien, fuerte y empoderada como mujer no por amor a él sino por amor propio…» eso se decía una y otra vez tratando de convencer a su corazón que no pensó se sentiría de esta manera al volver a verlo, era como si las emociones le estuvieran haciendo un juego sucio.
Entró a la oficina y se sentamos juntos en ese escritorio que sólo tenía los papeles que marcarían un antes y un después además de unos lápices, ella respiró profundo sonrío un segundo para que él notara su sonrisa en ese lápiz labial rojo que imaginó ya no le gustaba en ella pero no dudaba que en su nueva novia si le gustara, cruzó las piernas sabiendo bien que Jonathan no podría evitar mirarlas aunque quiera, esos zapatos con tacones que la hacían 3 pulgadas más alta eran el complemente perfecto para ese traje, ella sabía que no dejaba de mirarla y no era el único que quedó así con ese escote que no mostraba todo pero que hace su trabajo a la perfección.
Tomó ese lápiz y esta vez su firma era el “Si…Acepto” esta vez ese acepto significaba sólo una cosa… Aceptaba que de ahora en adelante era libre, aceptaba que ya no usaba más su apellido sino el de ella, aceptaba que estaba sola pero que era independiente, aceptaba que nunca más le permitiría a ningún hombre la hiciera sentir que no existía, aceptaba que era tiempo de comenzar a vivir, aceptaba dejarlo ir.
Después de esa firma se levantó como una dama es mas como una reina, les dio la mano a los abogados y también a Jonathan, por ahí dicen “lo cortes no quita lo valiente” y con una sonrisa con ese lápiz labial rojo dijo —Mucha suerte, ojala ahora puedas ser feliz y encontrar en alguien mas lo que en algún momento pensamos sería juntos, aunque ambos sabemos que tú ya la encontraste —aunque dentro de ella sintiera que el mundo se caía a pedazos con cada palabra que salía de su boca.Sabía dentro de ella que él no esperaba verla fuerte y controlada, recordaba que en su última conversación se dijeron cosas que los hirieron a los dos pero ahora debía continuar su vida aunque reconocía sentir tristeza de verlo así, percibía también el dolor de su parte como si por un instante no hubiese querido firmar pero ya todo estaba dicho esa firma de “Si… Acepto” ya estaba sobre el papel, era hora de retomar sus proyectos de hecho Amy renovó su certificación como agente de ventas de propiedades y despué
Amy llegó a su oficina y las miradas no se hicieron esperar y mucho menos la de los hombres era obvio que ese traje rojo no pasaba desapercibido y tampoco esa era la idea, de pronto el ser una mujer sola a esa edad era simplemente un imán, para los que estaban muy jóvenes ella era el símbolo de la experiencia, para los que estaban mayores ella era juventud y para aquellos de su edad era simplemente perfecta, Amy no tardaría en hacerse de amigos más que amigas era claro.Esa misma tarde un hombre de unos 40 años un soltero empedernido buscado y deseado por muchas en el área llegaba para visitar unas oficinas que pensaba comprar, de hecho, había conversado con Amy por teléfono dos días antes cuando se comunicó con ella para hacer preguntas sobre algunas de las propiedades ya que un amigo le comentó que ella comenzaría a trabajar en esa oficina.De pronto se abrió la puerta y estaba ahí Keith Roman, alto, varonil, con esa tes bronceada y ojos azules que casi hipnotizaban, brazos fuertes,
Jonathan por su parte llegaba al médico acompañado de quien era su amigo y abogado. —Me puedes decir ¿Qué estás haciendo? ¿Acaso te quieres morir sin antes luchar? —fueron las primeras palabras de Jeff, su médico —Te pedí que te cuidaras, que no hicieras esfuerzos y mucho menos que te sometieras a un estrés innecesario, eso no te va a ayudar. —Lo sé y entiendo lo que me dices, pero hay cosas que necesito aclarar antes de que sea demasiado tarde —respondió Jonathan, aunque cansado en su corazón sabía que esta era su última esperanza y de no lograrlo Querida estar seguro de que Amy estuviera protegida en especial de su familia que nunca aceptó su relación y si el no lograba vencer ese cáncer se irían en contra de ella.—Sabes bien que no estoy de acuerdo con lo que haces yo aparte de ser tu médico también soy uno de tus amigos y dudo que en algún momento Amy esté de acuerdo con todo esto. —Es un riesgo que debo correr prefiero su odio y su desprecio a su lástima eso no lo podría
Amy por su parte pasaría las siguientes horas junto a Keith para que él pudiera conocer en persona los tres lugares que ella había preparado según las indicaciones que le había dado los días en que hablaron por teléfono, y aunque él trataba de usar todos sus métodos de conquista durante esas horas la verdad es que Amy simplemente no los notaba, en sus planes en esos momentos no estaba ser la mujer de nadie sino ser ella misma, libre y sin compromiso y tal vez esa situación producía un magnetismo especial para Keith, la mayoría de las mujeres sin importar la edad casi se le ofrecían y Amy en realidad estaba totalmente ajena a cualquier insinuación por muy obvia que esta pareciera ella sólo se dedicaba a hablar del lugar, el espacio de las oficinas y darle las ideas de como ese lugar podría funcionar, así fue como visitaron los tres edificios y había uno en especial que tenía solo 3 pisos un buen estacionamiento y además y como un almacén desocupado justo a la par donde podría instalar
Amy llenó los papeles de la oferta y después se despidió de las chicas y se fue junto a Keith quien en su mente ya estaba listo en la cama junto a ella. Llegaron a un hermoso y elegante restaurante francés era obvio que cuando Keith quería conquistar una mujer tenía su técnica, aunque no la usaba muy seguido por lo general se dejaba seducir, pero Amy tenía algo especial y no podía quitarle los ojos de encima no sabía bien todavía y no lograba entender que poder ejercía esa mujer sobre él, pero era claro que su indiferencia hacía que sus deseos aumentaran. En el restaurante Amy recordó alguna vez sus clases de francés y pudo ordenar sin ningún problema algo de la comida en el menú y como toda una dama hasta entregó el menú con un “Merci” —¿Hablas francés? —preguntó impresionado Keith. —Hablo un poco, aparte de inglés y el español obviamente —respondió Amy con toda tranquilidad como si fuera algo natural. —Creo que eres más interesante de lo que jamás imaginé… por favor quiero
Esa día antes de llevar a Jonathan a la clínica ambos pasaron a su oficina para firmar todos los documentos necesarios y proteger a Amy de su familia en caso de que eso fuera necesario, él sabía muy bien que tanto sus padres como su hermano jamás habían aprobado esa relación y harían de todo para quitarle su dinero si a él le llegara a pasar algo así que sin que nadie lo supiera hizo un testamento nombrando a Amy como la heredera universal de sus bienes, compró la oficina de propiedades donde ella comenzaba a trabajar con un nombre anónimo y puso a alguien al frente que solo estaría de manera ocasional, a pesar de su enfermedad había seguido cuidando los pasos de Amy en cada momento sólo que ella jamás lo supo, incluso habló con un conocido para que patrocinara su blog y ese fue el impulso para que Amy recibiera más ofertas. Ahora haría todo lo posible por recuperarse pero si no lo lograba sentía que sin importar lo que pasara ella estaría segura además que pensaba que para poder
Keith llegó a su departamento y miró alrededor ese lugar perfecto aunque frio pero elegante con una sala donde al parecer jamás se movía un cojín, con cuadros originales abstractos que decoraban las paredes como si se tratara de un museo contemporáneo, ese lugar que había sido tantas veces el testigo de sus noches de pasión con cada mujer que quiso y que había pensado toda la tarde que disfrutaría como siempre pero esta vez con Amy, desde que la vio no pudo evitar ese pensamiento, era perfecta para él, joven pero no una muchachita que lo usaría para sacarle dinero, culta, inteligente, muy guapa, profesional y lo mejor estaba sola justo desde esa mañana, tenía todas las cualidades que buscaba en una mujer, era simplemente perfecta con ella si podría presentarse en cualquier evento de sociedad y nadie diría de él que es un “Sugar Daddy” pero lo que la hacía diferente a cualquier otra mujer era que no había caído en sus insinuaciones y ahora no estaba en su cama y si bien tenía sus táctic
A la mañana siguiente como cada día Amy llegaba a su trabajo esta vez luciendo un hermoso traje dos piezas color azul, impecable de pies a cabeza y aunque las miradas de muchos se clavaban en ella, por alguna razón que no entendía esa libertad no le sabía a libertad sino más bien a soledad. Antes del divorcio, aunque separados aún era una mujer casada, ahora ya no y por más que trataba de pensar en que era lo que ambos querían algo en su corazón que no lograba entender le decía que eso no estaba bien. Por meses pensó en que su amor no existía y ahora no sabía cómo manejar esos sentimientos quería dejar de pensar y preocuparse sólo en ella, pero no sabía bien cuál sería su rumbo. Cada vez que se miraba al espejo sabía que ni siquiera podría tener un hijo después de su segunda perdida debió someterse a una operación que la dejaría marcada así para siempre de pronto recordaba el dolor y el vacío de no poderse realizar como madre. Durante esos días todo había sido tan extraño ambas vec