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CAPÍTULO 3 – La borrachera.

Llegué a la sala VIP totalmente desanimada. Ahora sí que sentía que todo había acabado, ahora sí que sentía que no podría tenerle.

Me senté en el sofá y me bebí la copa de Gustaff, haciendo que este me mirase con cara de pocos amigos.

Estaba realmente enfadada con él. Sabía que aquello pasaría, que tan pronto como hubiese conseguido lo que quería volvería a apartarme, volvería a hacerme daño. Y en aquel momento sentía que yo era la culpable de todo aquello, al fin y al cabo, él me lo había advertido antes de empezar todo aquello, antes si quiera de enamorarme de él.

Me levanté, caminé hacia la barra, admiré como Kevin se encontraba allí hablando con Dante y ligando con Carla de nuevo. Por más que él dijese que sólo estaba hablando con ella, escuchando sus confidencias, yo sabía que estaba ligando con ella. Pero en aquel momento me importaba un bledo, estaba demasiado enfadada con él.

  • Un vaso de Whisky – le pedí al camarero, admirando como el hombre ponía un vaso frente a mí, sacaba una botella de Jack Daniel’s y echaba su contenido en el vaso. - Dejé la botella – le pedí, mientras el camarero asentía.

Cogí el vaso y me lo bebí de un solo trago, a pesar de que la bebida estaba realmente amarga y fuerte.

Volví a llenar el vaso con la botella y volví a hacer el mismo procedimiento unas cuatro veces más. Hasta que ya me empezó a dar igual todo. Ya no me importaba que estuviese allí, no me importaba que ligase con Carla, es más por mí podía tirársela, me daba exactamente igual.

Cogí la botella, que aún le quedaba un poco y me fui con ella a la pista de baile sin poder dejar de bailar, admirando como Nerea, Dante y Kevin miraban hacia mí. Pero como os digo ya no me importaba.

Kevin se sentó en los sofás, junto a la barra, mientras Dante, Nerea y Carla le seguían, mientras yo, estaba algo mareada de tanto bailar.

  • Ana – comenzó Gustaf, cogiéndome de la cintura airoso – podríamos bailar un poco tu y yo – rogaba, mientras me obligaba a bailar con él. Intenté apartarle, pero estaba tan borracha que era en vano, el resistirme.

Nerea reía de la anécdota que Dante les contaba sobre los proveedores de ron, cuando se percató de que algo iba mal en la pista de baile, conmigo y Gustaf.

  • Voy a la pista un segundo – comunicó, haciendo que todos le prestasen atención – Gustaf está haciendo de las suyas, y Ana está demasiado borracha para pararle – explicaba hacia su novio, haciendo que Kevin levantase la vista para mirar hacia mí, agitándose en su asiento ante la mínima posibilidad de que alguien pudiese aprovecharse de mí.
  • Cálmate – le susurró Carla, sin que Dante o Nerea pudiesen oírla – si sigues comportándote así, todos se darán cuenta de cuanto te importa.

Nerea llegó hasta mí y me rescató de las garras de Gustaf, conduciéndome entonces al reservado donde se encontraba su novio junto a Carla y Kevin.

Me sentó junto a Kevin, para luego sentarse ella junto a Dante, de tal manera que me quedé allí mirando al frente, como una idiota. Aunque lo cierto era, que estaba tan borracha, que apenas podía darme cuenta de nada.

Miré hacia su hombro, mientras él hablaba con Carla sobre algo que no podía escuchar, pues la chica hablaba tan bajo que apenas podía oírla. Odiaba aquel secretismo entre ellos, odiaba la idea de que él no fuese mío jamás, odiaba estar enamorada de él de aquella manera.

Agarré su rostro con mi mano derecha, haciendo que todos me mirasen con sumo interés y le obligué a mirarme, mientras yo apoyaba la oreja sobre su hombro, y me quedaba allí, como si fuese el sitio más cómodo del mundo.

Lo supe entonces, me aprovecharía de aquella borrachera para aferrarme a él aquella noche, y me separaría de él al día siguiente, con la cabeza lúcida, y sin remordimientos.

Una delgada lágrima recorrió mi mejilla en ese justo instante, derramándose sobre su camisa, entonces.

Dejé de sujetar su rostro, dejando caer mi mano sobre su pecho, mientras Carla ponía los ojos en blanco al sentirle tan cerca de mí, en aquel momento.

  • ¡Ana! – me regañaba Nerea, intentando que le echase cuenta y dejase de manosear a Kevin.
  • Deberías de llevarla a casa, Nere – sugirió su novio, haciendo que la muchacha se levantase y me agarrase de la mano para levantarme del sofá.
  • Deberíamos irnos a casa, es tarde – comenzó Nerea, mientras me agarraba del brazo que mantenía sobre el pecho de Kevin y tiraba de mí hacia arriba, pero yo seguía aferrándome a él.
  • Deberías de irte con ella – me rogaba él, con la voz ronca, haciendo que se me pasase un poco aquella borrachera – deja de aferrarte a mí – pidió, haciendo que mis lágrimas se derramasen por mis ojos de nuevo, al mismo tiempo que levantaba la cabeza de su hombro y miraba hacia el suelo. Me sentía como una idiota en aquel momento.
  • Te ayudaré a llevarla al coche – sugirió hacia mi amiga, mientras se levantaba del sofá y tiraba de mí para que lo hiciese también, mientras yo volvía a sujetarme de su hombro, con temor a caerme, aunque creo que lo que más temía en aquel momento era volver a la realidad.

Kevin me sacó del club y me llevó hasta el coche de Nerea, poniéndome luego sobre el capó del coche, vigilándome para que no me cayese al suelo, sin dejar de mirar hacia la puerta de la discoteca, esperando a que Nerea llegase.

  • Odio a las mujeres borrachas – me espetó, haciendo que dejase de tambalearme y mirase hacia él, con mucha más lucidez de la que debía – se ven demasiado patéticas aferrándose a aquello que no pueden tener.

Un sonido en el coche, me indicó que Nerea acababa de abrirlo, así que me bajé del capó y me monté en el asiento del copiloto, sin tan siquiera esperar a que nadie me ayudase. Estaba cansada de lucir patética frente a él.

  • No te cuelgues de Kevin, Ana – me espetó mi amiga, subiéndose al coche, junto a mí, y metiendo la llave en el contacto – él no es un buen chico.
  • Sé exactamente el tipo de tío que es. - le respondí haciendo que ella negase con la cabeza.
  • No, no lo sabes. – aseguró mientras yo comprendía a qué se refería. No sabía en qué momento ni cómo había sucedido, pero ella se había acostado con él. - te usa y luego te tira a un lado cuando has dejado de serle útil. Él no suele estar demasiado tiempo con la misma mujer.
  • ¿te has acostado con él? – pregunté nerviosa, mientras miraba hacia Kevin, que en aquel momento se marchaba hacia la discoteca. Parecía que lo que había pasado entre nosotros no le había afectado.
  • Paso hace bastante, y sólo nos acostamos un par de veces. Cómo te digo él se aburre rápido de las mujeres – Reconoció mientras mis ojos volvían a empañarse de lágrimas, ante la sola idea de que Kevin me estuviese usando. Aunque sabía que eso era lo que hacía, lo que siempre había hecho, y me sentía realmente estúpida de haberme enamorado de él.

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