Cuando llegamos a casa todos estábamos demasiado borrachos, yo la primera, pues sin otra compañía que la botella de alcohol, me había liado a beber como una loca, mientras observaba como Juan y Kevin hablaban como cotorras sobre la importancia de importar y exportar en los negocios. No entendía en que momento Kevin se había vuelto un experto en todo aquello.
Kevin abrió la puerta y entré sin pensármelo demasiado, mientras observaba como Juan y Kevin se dirigían hacia su cuarto.
Entré en mi habitación y cerré la puerta tras de mí, me había aburrido como una ostra aquella noche, sentía que Kevin lo había estropeado todo, aunque me alegraba por mi hermano, eso estaba claro, pues había hecho un nuevo amigo, lo sabía, Kevin ya sería eso para él, pues sólo solía pasarse horas hablando con gente que realmente le cayese bien, y luego se hacía super colega de ellos. Con Tae Sang nunca le había pasado algo como aquello, él siempre solía decir que era demasiado callado y había muchos silencios incómodos cuando se quedaban solas.
Me quité los zapatos y la chaqueta, y los dejé en el suelo, sin apenas ponerle interés a lo que hacía, cuando escuché como alguien llamaba a mi puerta.
La abrí con sigilo, encontrando frente a mí a mi hermano.
Volví a mi habitación y me dispuse a cerrar la puerta, cuando escuché unos pasos, haciendo que me detuviese y mirase hacia la persona que acababa de llegar hasta mi habitación.
Se dio la vuelta y se marchó hacia el salón, sentándose sobre el sofá, aceptando la copa que mi hermano había puesto sobre la mesita del salón, para luego, bebérsela de un solo trago.
Mientras yo cerraba la puerta, y me disponía a ponerme el camisón, para luego marcharme a la cama, pues estaba realmente cansada en aquel momento, aunque sabía que no podría pegar ojo hasta que no escuchase la puerta, que me indicase que él se había marchado.
Era más de media noche, faltaban pocas horas para que amaneciese, pero aun así no podía dormir, me sentía bastante mareada a causa de las cantidades de alcohol que había bebido y pensarle a él en mi sofá no ayudaba.
Me levanté de la cama, y me puse la bata, para luego abrir la puerta de mi habitación, pues tenía la garganta seca y necesitaba beber un poco de agua.
Caminé hacia la cocina, temiendo despertarle, pero cuando llegué hasta el salón no le encontré allí, el sofá estaba revuelto, y su chaqueta aún estaba allí, pero no podía encontrarle por ninguna parte.
Proseguí mi camino hacia la cocina, y allí estaba, sirviéndose un vaso de agua. Me miró, tan pronto como sintió mi presencia, haciendo que bajase la mirada avergonzada.
Alargó la mano hacia mi rostro, justo después de que hube dejado el vaso sobre el fregadero, de nuevo, secando con el dedo pulgar de su mano izquierda, las gotas de agua que se habían derramado por la comisura de mis labios, al beber con tanta ansia.
Miré hacia sus ojos, angustiada por lo que aquello me había hecho sentir, mientras él seguía mirando hacia el punto que acababa de limpiarme.
Tragué saliva nerviosa, mirando hacia su cuello, sin atreverme a mirarle a la cara, tenía demasiado miedo de lo que pudiese volver a pasar entre nosotros, pues no quería volver a caer en su juego.
Levanté mi mano para apartar suavemente su mano, haciendo que él volviese a prestar atención a mis ojos, aferrándose con su mano a la mía. Le miré contradicha mientras él tiraba un poco de mi mano para acercarse a mí, haciendo que me soltase de él y me alarmase.
Aparté su mano, la que me agarraba del brazo, haciendo que me agarrase de la cintura con su mano libre y me obligase a acercarme a él, con tanta fuerza, que me hizo perder el equilibrio, haciendo que me agarrase a su hombro, y que me percatase de que su rostro estaba demasiado cerca del mío.
Le empujé, apartándole de mí, al recordar aquella estúpida apuesta que había hecho con su amigo el día anterior.
Le agarré el rostro entre mis manos y le miré con detenimiento, pues acababa de comprender como era él, siempre apartándome porque no quería que descubriese que le importaba, que sentía algo por mí, aunque aún no sabía lo que era quería seguir allí, quería seguir frente a él, no quería apartarme ni un milímetro, ni siquiera me importaba demasiado si nos acostábamos, sabía que si algo pasaba me arrepentiría al día siguiente, pero no quería pensar demasiado en aquello, no después de que él me hubiese abierto su corazón de aquella manera.
“No mereces a alguien como yo” me había dicho.
A la mañana siguiente, cuando desperté, el ya no se encontraba allí, supuse que se había marchado a casa, y me preocupó bastante lo que había pasado entre los dos de nuevo. No quería volver a caer en sus brazos y era justo lo que había hecho, tirarme de cabeza a ellos, y sabía que el coscorrón estaba cerca. Pues a pesar de habérselo prometido, yo no podía olvidarme de aquella noche como si nada, no después de que hubiese abierto su corazón de esa manera.¿ya te has despertado? – Preguntó mi hermano cuando hube llegado a la cocina, donde Kevin desayunaba un café y unas tostadas, junto a Juan. Me quedé mirando a ambos totalmente sorprendida – Kevin va a llevarme al centro – explicaba – así puedes disfrutar del resto del día.¿Kevin va a llevart
Había llegado el día, tras meses aplazándolo, el jefe había decidido que la cena de empresa sería esa noche. Estaba bastante nerviosa, puesto que yo ya no pertenecía a aquel equipo, pero, aun así, Olivares había decidido invitarme, pues solía decir que era muy buena en mi trabajo, aunque en aquel momento estuviese desaprovechando mis habilidades con Jonas.Llevaba un lujoso vestido en tono rojo, un poco más alto de la rodilla, de tirantes, y con poco escote, ya que no quería incitar a nadie con él, tenía demasiado miedo en aquellos días de provocar algún tipo de sentimiento en Kevin, y siempre que coincidíamos intentaba evitarle.La cena tenía lugar en uno de los sitios más emblemáticos de Nueva York, Rainbow Room.Esperaba al ascensor, con una enorme sonrisa en mi rostro, pues estaba algo nerviosa por volver a ver a
Meryem y yo nos levantamos, cuando ya íbamos por la quinta copa, Kevin parecía ir por la primera, aún, parecía que le estaba costando más de lo que debería beberse aquella copa.¡Vamos tío! – le azuzó Paul – ¡Alegra esa cara! – proseguía - ¡Pareces que vienes de un funeral! – bromeaba.Deberías venir a bailar con nosotras – comencé, intentando animarle, ya que me molestaba bastante verle en aquel estado, y más sin saber que era lo que le ocurría. Esto provocó que él mirara directamente hacia mí, levantándose del sillón y caminando hacia mí, bastante serio, lo que hizo que me arrepintiese de haber abierto la boca.Tengo que irme – informó, para luego caminar hacia la salida, dejándonos a todos totalmente sorprendidos por ello.Deber&
Cuando desperté, a la mañana siguiente, sobre mi cama, no tenía ni idea de cómo había llegado hasta allí.Desayunaba en la cocina, cuando Marcos llegó, disculpándose por no haber venido a dormir, pero había pasado la noche en casa de Kevin, pues habían estado hasta tarde haciendo negocios y ya se había quedado a dormir allí. Ahora comprendía que las palabras de él, diciendo que tenía una cita eran ciertas, había quedado con mi hermano. No era una excusa para no quedarse a solas conmigo.Ana, ¿me estás escuchando? – preguntaba mi hermano, haciendo que su voz retumbase en mi cabeza.Habla más bajo – le rogué, mientras me tocaba la cabeza, dolorida.No deberías de beber tanto si sabes que tu cuerpo no lo tolera… - me reprochaba mi hermano, haciendo que le mirase con cara
Llevaba una semana sin saber nada de él, aunque me constaba que seguía quedando con mi hermano, aunque no fuese a buscarlo a casa. Ignoraba que era lo que le había contado, o cuanto sabría él sobre nosotros, pero en aquel podía preocuparme por ello, pues no dejaba de pensar en cómo habían terminado las cosas entre Tae Sang y yo, cuando vino a buscarme a mi casa, el mismo día de la comida, cuando mi hermano y Kevin hablaban sobre trabajo en el estudio, como de costumbre en aquellos días.Llevo todo el día llamándote – aclaró, haciendo que recordase aquello en lo que había caído en la calle pero que al llegar a casa acababa de olvidar, había cogido el móvil del trabajo en vez del personal, que había dejado sobre la mesilla de noche, en mi habitación.Olvidé el teléfono en casa – l
Cuando llegué a casa, aquella noche, me encontré a mi hermano preparando la mesa para comer, cosa que me extrañó bastante, ya que yo no había avisado de que iría a cenar.¿para qué es todo esto? – pregunté, al percatarme de que había sacado tres copas de vino para brindar.Estamos de celebración, hemos conseguido a un nuevo cliente – aseguró, haciendo que comprendiese que había preparado todo aquello para él y su nuevo mejor amigo, Kevin.¿en serio? – le dije con ironía mientras él me miraba sin comprender – pues yo estoy muerta, he tenido un día muy largo, así que discúlpame si no me uno a la fiesta – le dije, algo molesto, aunque no sabía muy bien por qué lo estaba.Ana, hija mía – me llamó mi hermano, bastante harto de mi humo
Aquella mañana se me pegaron bastante las sábanas, Kevin parecía haberse marchado, pues no había ni rastro de él por mi habitación, donde habíamos terminado la noche anterior, haciendo el amor. Y mi hermano se había marchado temprano en la mañana a su reunión de trabajo.Buenos días – dijo una voz frente a mí, cuando hube llegado a la cocina para prepararme el desayuno, mientras se acercaba un poco a mí, me cogía el rostro con su mano izquierda y me besaba suavemente sobre los labios.Levanté mi mano izquierda para coger su rostro y devolverle el beso, aún algo sorprendida por su actitud.¿te apetece desayunar? – preguntó, separándose de mí un poco, para mirar hacia mi rostro, aunque sin soltarme aún – cocinaré para ti – aseguró, provocando que le
Pasamos una mañana de lo más entretenida, hacía un día de perros fuera, no dejaba de llover y se fue la luz un par de veces, esa era la razón de que tuviésemos velas encendidas por toda la casa, mientras comíamos nuestro plato de pasta, el uno frente al otro, sin dejar de mirarnos.Sonreí cuando la luz regresó, provocando que el riese divertido.Oye, ¿sabes que estoy viviendo un tiempo en casa de mi madre? – preguntó de pronto, cuando casi habíamos terminado de comer, provocando que le mirase, sorprendida – he dejado el apartamento.Eso es bueno ¿no? – le dije, para luego dar un sorbo al vaso de agua.Deja que yo recoja – pidió, mientras se levantaba de la silla, y recogía los platos, para luego llevarlos al fregadero.Me senté sobre el sof&aa