¡Bienvenidos!
Desde que era niño aprendí que la naturaleza de las personas se trasluce en las miradas. Los ojos son más sinceros que las palabras, ellos no saben mentir; son las ventanas del alma por donde emerge toda la naturaleza de los sentimientos… El árbol se conoce por el fruto que da. La verdadera esencia del alma también queda en manifiesto en las acciones que llevamos a cabo. Michael Davenport. ☨☨☨ Londres, Inglaterra 1879 Desde una de las ventanas del tercer piso de la mansión, Angelina contemplaba el coche de la familia llegar. —¡Madre!, el Sr. Greenwood ha llegado con su esposa, y trae a sus dos hijos con ellos —expresó feliz la joven de doce años, tomando a su madre por la falda, interrumpiendo sus labores. —Angelina, hija —susurró Clara—, tienes que calmar esos ímpetus. Sé que te emociona ver niños en esta mansión que es tan grande, pero debes recordar lo que hablamos. Tienes que mantenerte alejada de ellos, no debes olvidar
Desde muy tempranas horas de la mañana Angelina vio al joven Caden ir hacía las caballerizas. El joven iba acompañado de Gustavo, uno de los mozos de cuadra, al notar su cercanía se escondió entre los arbustos, no era su deseo traerle problemas a su madre, así que esperó a que entraran en los establos para luego continuar su camino. Le habían encomendado buscar a Jorge el jardinero y por desgracia para llegar al jardín debía ir por el camino cerca de las caballerizas. Cuando entraban en las caballerizas, Angelina decidió seguir su camino lo más rápido posible, pero por desgracia el deseo de volverse invisible no sucedió, Gustavo la sorprendió. —Hola, Angelina —Angelina contestó su saludo entre dientes sin levantar el rostro. —¿Qué pasa contigo hoy? ¿Te han cortado la lengua en la cocina? ¡No pareces la niña que conozco! —Estoy apurada debo buscar a Jorge. —No hace falta que camines mucho, ese viejo testarudo está aquí —le indicó, y en acto seguido le gritó a Jor
Horas más tarde. Los invitados fueron llegando a la mansión de los Greenwood, todo estaba hermosamente decorado. —Hija, no vayas a hacer ninguna travesura que comprometa mi trabajo —le pidió Clara amarrando el lazo del único vestido decente que tenía, luego le cepillo el abundante cabello y lo recogió en una coleta sencilla. —Eres la niña más bella —susurró a su oído, luego le dio la vuelta y la besó en la frente —nunca lo olvides —agregó estrujando su nariz con la de Angelina. Ya en la cocina Clara le pidió a su hija que se quedara en un rincón sin estorbar, aquello estaría movido; la mansión estaba llena de aristócratas y un solo error causaría que cabezas rodaran, así que la presión era fuerte; Marie revisó minuciosamente los servicios, el orden y el tipo de comida con que iniciarían el banquete siguiendo las órdenes de los señores Greenwood. El primero se dedicaba a la fruta y otros platos de temporada, luego se serviría el potaje, y tras este venían los «platos fue
—Gracias —le dijo Angelina a Caden por haberla sacado de la cocina- —Te lo debía —le respondió el chico, luego suspiro —Angelina, te debo una disculpa en nombre de mi hermana. —No es necesario joven Caden- —Por favor no me digas “Joven Caden”, solamente dime Caden, no quiero formalidades, quiero olvidarme de ellas y ser libre —aquel comentario había hecho sonreír a Angelina —. Te traje algo —dijo luego, Angelina lo miró con sorpresa. —¿A mí? —Inquirió con dudas- —Sí, a ti —Caden metió su mano en uno de los bolsillos de su pantalón y sacó varios bombones. —¡Son para mí! —la emoción de Angelina se desbordó. —Estos bombones se los robé a mi madre. Los compró en uno de sus tantos viajes, son costosos y quiero que los pruebes- —Puedes meterte en problema —Angelina, a pesar de estar emocionada por el gesto, sintió que el presente de Caden podría traerle problemas. —Caden, no puedo aceptar- —No acepto un “No” como respuesta, es más, si tu temor es que te re
Desde una distancia prudente, Angelina contemplaba la cabaña que estaba ubicada cerca de las caballerizas; a tempranas horas de la mañana, por órdenes de los señores, Larry y Gustavo la arreglaban, pronto sería habitada por el nuevo domador de caballos. Angelina no pudo evitar sentir alegría y agradecimiento hacia Lord Greenwood por no haber cumplido el deseo macabro de Caden. —Angelina, entra, ya está comenzando a llover —la llamó Clara desde la puerta de la cocina. La joven llegó corriendo y dando brincos de un lado para otro, como toda muchacha de su edad; Dimitri la miró de arriba abajo con gestos de negación, Angelina no hizo caso a las presunciones de aquel déspota engreído, se limitó a entrar y ponerse a la orden de Marie. —Clara, usted es una mujer con suerte, ¿lo sabía? —manifestó Dimitri luego de haber observado el comportamiento de la niña. —Muchas familias distinguidas como los Greenwood no admitirían una empleada con hijos- —Eso lo sé, y creo que soy una buen
La joven no podía quitar la mirada del muchacho, las comparaciones no se hacían esperar. Michael era de la misma estatura que Caden, aunque aparentaba tener más edad. Era fuerte, de cabello semi ondulado y castaño que le daba un aire salvaje, Caden parecía un niño frágil ante él. Angelina parpadeo, y por un instante quiso huir por no poder entender lo que estaba sintiendo. Un revoloteo en la boca de su estómago comenzó a surgir, ella pensó que era hambre, luego echó por tierra aquella deducción, ella sabía lo que era tener hambre y el hambre jamás le ocasionaba temblor en las piernas. Cuando quiso escapar la mirada de Michael la volvió a dejar inmóvil.—¿Entonces este es el joven que domara mi caballo? —La voz de Caden sonó despectiva.—Mi hijo tiene el don de entender a los animales, y analiza mejor que nadie el comportamiento animal en su interacción con el entorno.—Vaya, eso me gustaría verlo —dijo Lord Greenwood con ferviente curiosidad.—Yo también quisiera verlo, es más, quier
Clara había terminado su faena y trataba de cenar calmadamente un poco de sopa, mientras cenaba no podía quitarse de la cabeza al hijo de Lord Greenwood, ese niño que llevaba tatuado en su frente la palabra “Problema” el recordarlo logró que el pan se le atascara en la garganta, Marie corrió hacia ella para socorrerla.—¡Mujer, debes tener más cuidado a la hora de comer!—No comía rápido, es solo que me siento mal por esa fijación que tiene el hijo de los señores con mi niña —le aclaró la mujer.—¡Por Dios Clara, no es para que te ahogues!—Marie, tú no entiendes; llámalo presentimiento de madre, pero yo lo siento en el corazón, Caden va a estigmatizar a mi hija ¡Dios, si tan solo me pudiera marchar!—Créeme mujer, exageras; mejor tomate este té de manzanilla para que te calmes los nervios —en el momento en que Marie servía el té, Gustavo entró a la cocina con Branimir y su hijo Michael.—Madre, Clara, Martina; conozcan a nuestro nuevo integrante y su hijo —Branimir al ver a Clara q
La mañana había llegado con los primeros rayos del sol, aun así, el día era frío. Desde la ventana de la cocina, Angelina podía ver cómo Michael junto a su padre y los demás trabajadores caminaban hacia los establos.—¡Ni creas que vas a ir de fisgona a ver que hacen los caballeros! Hay mucho trabajo, vienen visitas —le dijo su madre.—Yo lo sé mamá, solamente miraba-—Eso espero —Clara suspiró y pasó la mano por la cabeza de la niña —. Pronto te mostraré algo que he estado haciendo para ti, sé que te gustara mucho; ahora ven a ayudarme, no quiero que Dimitri te vuelva a llamar la atención —. Angelina se situó al lado de su madre y comenzó a ayudarla en todo lo que podía, a los pocos minutos entró Dimitri a inspeccionar.—Martina, por favor agarré la bandeja y sirva el desayuno del joven Caden y la señorita Alyssa, hoy lo harán en el salón de música. Coloque también dos platos extras, Lady Jazmines y el profesor de piano de la señorita Alyssa desayunarán junto a ellos; que la ayude