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AMÁNDOTE EN SILENCIO
AMÁNDOTE EN SILENCIO
Por: Claudia Llerena
PRÓLOGO: El principio del fin

Prólogo 

El principio del fin

-Catarina Russo-

La vida tiene demasiadas contradicciones. Es curioso, cómo puede ser generosa con algunos, y despiadada con otros. En cuanto a mí, no sabría defirlo a ciencia cierta.

Mi madre era una adicta, capaz de vender hasta su cuerpo por una ínfima cantidad de cocaína. A los diecisiente años, se introdujo en el mundo de la prostitución. Ese, fue solo el principio de su historia. Sus relaciones eran amplias: abarcaban desde los hombres más poderosos del país, hasta la lacra más baja de la sociedad. 

Yo fui fruto de alguna relación clandestina. Nunca supe quién era mi padre; de igual forma no estoy segura de que ella lo supiera a ciencia cierta. Tampoco, sé si alguna vez guardó un sentimiento positivo en su interior. Supongo, que entregarme a mi abuela al ver que no podía cuidarme; fue su mayor muestra de amor.

Tuve una madre: mi abuela. El ser más noble y puro que he tenido la fortuna de conocer. Nunca guardó rencor hacia la mujer que me dio la vida y se encargó de inculcarme los valores necesarios para ser una persona de bien.

La vida fue generosa al dármela…; y cruel al arrancarla de mis brazos. La vi perecer, justo frente a mí. Sus ojos eran el vivo reflejo de la agonía, antes de cerrarse para siempre. Solo bastó un hombre y una bala para cambiarme la vida para siempre… y terminar con la suya.

Ese día, en mi cumpleaños número catorce; abandoné mi niñez, tanto en cuerpo como en espíritu.

Nuevamente, por benevolencia del destino, obtuve una familia adoptiva maravillosa. Sin embargo, jamás volví a ser la misma y con el paso de los años, el cambio fue mayor.

Aprendí a explotar mis habilidades, mis atributos. En ocasiones, abusé de mi buena suerte. Y por caprichos del destino —o de la vida misma—, me transformé en una superviviente.

En cuanto al amor…, esa palabra pasó a ser demasiado grande.

El cariño, fue un sentimiento que no pude negarle a nadie de mi familia adoptiva. Ellos simplemente, me aceptaron como una más. Obtuve dos chicos traviezos y una chica un poco… inusual, como hermanos. Pero amar, lo que se dice amar; solo fui capaz de profesarlo por dos personas.

Una vez más, la contradicción aparece frente a mí: solo amé a dos hombres en mi vida; y ambos murieron en mis brazos.

O eso creía…

Pero, para conocer toda la historia, debemos comenzar por el principio.

***

-Luciano D’Cavalcante-

“Cuando perteneces a la mafia, hay cosas que superan al amor”

Esa era la frase que repetía tanto en mi mente como en voz alta una y otra vez; era mi mantra; mi lema y mi modo de vida.

Nunca me he desviado de mi objetivo… No me permití dejar a ninguna persona entrar… Jamás pensé en una vida más allá de mi venganza. No me planteé ninguna de esas cosas…, hasta que la conocí.

Vi esos ojos negros como mi alma, pidiendo auxilio a gritos y mi corazón frío despertó del largo invierno.

Siempre pensé que la mafia y el amor jamás podrían ir de la mano...; no podía estar más equivocado. 

Mi nombre es Luciano D'Cavalcante y el mundo me conoce como el Verdugo Implacable; pero para ella, siempre fui sólo <<Luciano>>.

Y la historia de mi vida comenzó el día en que la conocí..., o tal vez un poco antes. Supongo que para averiguarlo, tendré que volver sobre mis pasos. 

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