Capítulo cinco
Nunca, digas nunca8 de enero de 2018
— Solo dime —señala el lugar, expectante—, ¿qué te parece? — Los laboratorios no son lo mío —declaro ladeando la cabeza—; pero este es innegablemente asombroso. Tus fórmulas son increíbles. Ciertamente, eres un genio, papá.— Todos los Varone somos listos —adopta una pose arrogante, característica de la familia—. Llevamos años siendo el cerebro de Roma. Y sin dudas, tú eres la más lista de nosotros.Una de ellos. Cada vez que escucho frases como esa, una emoción indescriptible se instala muy dentro de mí. El pecho se me contrae: es algo a lo que no he podido encontrarle explicación científica. >> No lo dudes por un segundo —continúa mi padre—. Eres una Varone. Aunque no lo lleves en la sangre, lo llevas en el temple —coloca sus manos sobre mis mejillas para apartar las lágrimas que se me escapan. Carlo Varone tiene el poder de hacerme llorar—. Sobre todo, eres mi hija. Eso es algo indiscutible.— Te amo, papá —confieso lanzándome a sus brazos.— Y yo a ti, cariño.Definitivamente, soy afortunada de tener a los Varone en mi vida.***Al llegar a casa, vislumbro a Bruno caminando hacia su habitación muy cabreado.— ¡Bruno! —Inmediatamente, se detiene ante mi llamado— ¿Qué te sucede?— Mejor pregunta quién —interviene Enzo. Identifico un tono burlón en su voz. Su primo lo fulmina con la mirada.— ¡No la soporto! —Explota. Está realmente furioso—. Es solo una niña pija y respondona, que necesita ser puesta en su lugar. ¡Es una engreída!— Me parece estar escuchando una descripción sobre ti —le corto el rollo—; pero eso no viene al caso. ¿Quién ha logrado causar tal impresión al gran rompecorazones, Bruno Varone?— Alda Costello —su primo contesta por él—. La chica tiene un carácter de mil demonios. En eso se parece a ti, hermanita.— Me gusta esa chica —ignoro su comentario—, a pesar de… —interrumpo mis palabras a tiempo. No puedo evitar pensar, que es la hermana de Gianna: la esposa de Luciano—. En fin, creo que mi querido hermanito ha encontrado la horma de su zapato. La muchacha cada vez me cae mejor. Mi hermano pequeño resopla, fastidiado—. Para colmo, nos han castigado por su culpa. Así que no me vengas con gilipolleces —intento hablar, pero me interrumpe—. Ni con regaños tampoco.Nos lanza una mirada de advertencia y se marcha, como alma que lleva el diablo.— Juro que nunca lo he visto así —comenta Enzo.— Lo sé —he visto esa mirada antes; cuando me veo en el espejo. Mi hermano pequeño se ha enamorado—. Al parecer, Alda le ha impresionado.— Sí —concuerda—. ¿Quién lo diría?— Ya llegará tu hora también, Enzo.— ¿Yo? —Bufa—. Jamás. Ni en un millón de años. Mis labios se curvan hacia arriba—. Nunca digas nunca.10 de enero de 2018
— Así que Giullio se ha trasladado al bando de las chicas —comento.
Los chicos se han reunido conmigo para ponerme al día. — Solo le falta usar faldas —espeta Guido.Observo con detalle su expresión, sus gestos.Sonrío al darme cuenta.— ¿Estás celoso? —Decido ponerle a prueba.— Puedes apostarlo —salta Enzo, divertido.— ¡No es cierto! —El pequeño Lombardo replica, automáticamente—. ¿Por qué habría de estar celoso?— ¿Porque te gusta? —Interviene Bruno.Sus palabras terminan por confirmar mis sospechas: Guido es gay y la idea le aterra. Típicos trances de la adolescencia. Pero estos chicos no son adolescentes normales. Han sido criados en un ambiente y de forma diferente a los demás.— ¡No es cierto! —Continúa la pelea.— Sí, lo es —intervengo—. Y no tiene nada de malo, Guido. Es algo completamente normal —él baja la cabeza. Comienza a aceptarlo—. Aquí todos te queremos exactamente como eres. Eso no cambiará —se mantiene en silencio—. Te diré algo completamente cierto: mientras más te empeñes en negar tus sentimientos, mayor será la intensidad de los mismos.— ¿Lo dices por experiencia propia, Rina? —Inquiere Enzo.— Respeta a tu hermana mayor, Lorenzo —le reprendo. Él hace una mueca de desagrado. No le gusta que le llamen por su nombre completo—. Solo piénsalo, ¿vale? —Esta vez, me dirijo hacia Guido; quien asiente en respuesta—. Ahora, ¿quién sigue?Los tres permanecen en silencio, hasta que Bruno observa a su primo con malicia—. Lia está enamorada de Enzo —suelta.— ¿Y quién se supone que es esa? —Inquiero. Nunca he escuchado ese nombre.— Lia Strollo —contesta Bruno—, la mejor amiga de Giullio.— Y de Alda —agrega Enzo.Un pequeño duelo de miradas se instaura entre ambos.Ruedo los ojos en el acto.<< No cambiarán jamás >>— Entonces —decido continuar con mi indagación—, ¿cuál es el problema en cuestión?— Enzo no le corresponde —contesta Bruno—. Ni siquiera estoy seguro de que le agrade. Aunque eso no le impide follársela cada vez que tiene oportunidad —agrega con una sonrisa orgullosa.— ¿Estás celoso, cariño? —Se burla su primo.— Para nada, cielo —responde—. A fin de cuentas, siempre regresas a mi cama.— No tenéis remedio —intercedo—. Ahora comprendo por qué Giullio se cambió de clan.— Giullio se cambió porque prefiere vacilar a Bruno junto al resto de las chicas —Enzo continúa con sus bromas.— ¿Cómo les aguantas, Guido? —Pregunto a su mejor amigo.— Me pregunto lo mismo cada mañana —se encoje de hombros.— ¿No os cansáis de andar de cama en cama? —Indago—. A la larga, os traerá problemas. Enzo, si no correspondes los sentimientos de esa chica, solo deja de meterte en sus faldas.— No puedo hacer nada si ella se me tira encima —replica. Alzo la ceja en un gesto intimidatorio—. Vale —levanta los brazos en señal de rendición—. Intentaré mantener mis manos alejadas de Lia.— Siempre podemos recurrir a cortártelas —advierto.Cruza sus brazos en un intento de protegerse.El resto ríe a carcajadas.— El cazador ha sido cazado —se mofa mi otro hermano.— Mira quién fue a hablar —resopla su primo.— Tú calla —ordeno a Bruno—. Llevas unos días con un mal genio insoportable —su expresión deja de ser burlona para transformarse en molestia—. Tu cabreo tiene nombre y apellido…— No me la menciones —interrumpe mis palabras.— No lo haré —concedo—. Ciertamente, me parece innecesario cuando todos sabemos de quién se trata. >> Las palabras que le dije a Guido, también va para ti. Si no eres capaz de admitir que ella te gusta; tu mal humor solo aumentará.— ¡Joder, tía! —Exclama Enzo—. Eres algo así como la voz de nuestra conciencia.— Esta voz se ha agotado —declaro—. Y según tengo entendido, vais tarde para una fiesta.— ¿Por qué no vienes? —Pregunta Bruno.<< Porque los Costello estarán presentes >>, responde mi fuero interno.A pesar de los años, Luciano y Carlo continúan escondiéndome de ellos. Debo averiguar la razón. Necesito respuestas.— No me apetece —respondo—. No insistáis en convencerme. Será mejor que os marchéis. De paso, podéis reflexionar sobre nuestra plática. — Nos hacías mucha falta —mis hermanos me abrazan, mientras su amigo ríe—. Promete que no volverás a irte.— Lo prometo.… Y yo nunca rompo mis promesas.Capítulo seisTodo ha cambiado16 de enero de 2018— ¿Qué te parece? —Pregunta mi tío.Dejo el diario sobre la mesa y doy un sorbo a mi café. Necesito unos minutos para meditar mi respuesta.— ¿Realmente quieres saber mi opinión? —Indago.Él asiente, el resto solo espera por mi respuesta expectante. La familia se encuentra en el salón principal desayunando, como cada mañana. A pesar de vivir en pisos diferentes del edificio, siempre nos reunimos para las comidas. Es algo así como una tradición. Luciano nos acompaña en ocasiones.>> Si deseas que Biagio Ferrara se convierta en el próximo alcalde de Roma, tendrás que buscarle un mejor agente de prensa —digo finalmente—. Este discurso es pésimo.— Al parecer —salta mi madrastra. Siempre busca la manera de fastidiarme—, has olvidado quiénes somos, Rinie. Biagio ganará de una forma u otra.<< Bruja >>, grita
Capítulo sieteUn mal presentimiento1 de febrero de 2018— ¿Lo has visto? —Pregunta mi mejor amiga al teléfono.Suspiro.— Sí —contesto—, nos hemos encontrado. Ya no viene al edificio con tanta frecuencia como antes.— ¿Y…? —La ansiedad domina sus palabras.— Todo permanece igual. Como si el tiempo no hubiera pasado —admito—. Su sola presencia continúa perturbándome.— ¿No notaste nada diferente? —insiste.— ¿Sabes? Creo que has escogido la carrera equivocada —comento—. Deberías haber sido periodista, en vez de abogada. La respuesta es sí: ahora lleva un anillo de compromiso en su dedo anular. Es un hombre casado, Bianca.— No la ama —acl
Capítulo ochoVerdades ocultas4 de febrero de 2018La galería Gianna Costello ha suscitado mucha expectación entre la gente, por lo que asistió todo el mundo importante en la ciudad. Todos excepto Carlo. Aún no lo he visto, desde su regreso de Londres. Según sus hermanos, se encuentra muy liado con un nuevo proyecto.En realidad, soy consciente de que solo me esquivan y le dan largas al asunto. Sin embargo, no pregunté más. Me alivia saber que mi padre se encuentra bien y regresó a salvo. Esperaré a preguntarle a papá directamente.Tomo una copa de champán sobre la bandeja de un camarero y me voy retirando, hasta conseguir perderme entre las obras de arte.El lugar es enorme, y se encuentra distribuido en varias salas comunicadas entre sí, a través de unos arcos de escayola que simulan las columnas de la antigua Roma. Casi todas tienen gran
Capítulo nueveLa situación no pinta nada bienEl teléfono ha sonado varias veces. Sin embargo, Bruno no hace más que ignorarlo.— ¿No vas a contestar? —Decido romper el silencio instaurado en el auto. El viaje a casa se está convirtiendo en una agonía.— No —espeta secamente.— Alda tampoco sabía nada —aclaro—. Eres consciente de ello, ¿verdad?Asiente en respuesta—. Lo sé. Solo —tomo su mano libre del volante. Él se concentra en respirar profundamente para no venirse abajo—… no puedo, ahora no.— Entiendo, más de lo que crees.Bruno se gira a observarme por un instante. Sabe perfectamente a lo que me refiero. Sus palabras en el aeropuerto lo confirman.— ¿Dejaré de sentirme así algún día? —Su pregunta es prácticamente una
Capítulo diezDuele demasiadoBruno nos guía hacia la entrada trasera, que va directo a los laboratorios sin necesidad de transitar por el hospital. Aun no entrego los papeles para comenzar a trabajar aquí. Al llegar al salón principal, observamos los cristales extendidos por el suelo. Tres hombres inconscientes se encuentran tendidos en el suelo. Con sigilo, cada uno nos acercamos a ellos.Con mis dedos, intento palpar el ausente pulso carotídeo del sujeto. Una mancha de sangre con un agujero en el medio, se extiende por su pecho. Los chicos me hacen señas indicándome que los otros dos sujetos están tan muertos como este.— ¿Son de los nuestros? —Inquiero en un susurro. Ambos asienten—. Tenemos que ir por mi padre.Escuchamos el sonido del ascensor y nos lanzamos a escondernos detrás de un mostrador, antes de que alguien pueda vernos. En cambio, yo sí puedo verle: su rostro me parece familiar, pero no puedo reconocerle.Siento a ambos chicos tensarse a mi lado.
Capítulo onceEl último adiós6 de febrero de 2018Con mi padre, enterraba nuevamente una parte de mi alma. El dolor que sentía era más allá de lo soportable. Alessandro, Fabrizio y sus hijos portaban sobre sus hombros el ataúd que encerraba el cuerpo de mi padre. Le seguían las mujeres Varone junto al abuelo.Unas ganas inmensas de golpear a Loretta me corroyeron. Ni siquiera podía fingir un poco de tristeza. Su actitud altiva me recordó la magnitud de aquella función de circo.Los traidores que se hacían llamar socios y amigos de la familia, caminaban cabizbajos.<< Al menos, saben fingir mejor que Loretta >>Mi cuerpo hervía de rabia cada vez que les veía. Sobre todo, a él. Millones de preguntas rondaban mi cabeza, pero una reinaba sobre las demás: << ¿Lo sabía? >>Una perversa sonrisa se instauró en mis labios. Ya tendría tiempo de ajustar cuentas con todos ellos. Las ansias de venganza no hacían más que ir en cre
Capítulo doceLa venganza es un plato que se come frío10 de febrero de 2018Aún me costaba creerlo, pero debía seguir adelante. Tenía una misión que cumplir.Sin perder un segundo más, me dirijo hacia el despacho de Alessandro. Los hombres de la familia se encontran reunidos allí, planeando alguna estocada desde las sombras. No pienso quedarme fuera. No esta vez.Dos toques en la puerta son suficientes para anunciar mi llegada.— Oh, Rina. Eres tú, hija —el abuelo se levanta para abrazarme. Luego, nos sentamos juntos en el sofá, ante la atenta mirada de los demás—. ¿Cómo estás?— Bien —doy la misma respuesta de siempre. Llevan días preguntando lo mismo. Observo detenidamente a los presentes en la habitación. El ambiente es tenso. Es evidente su descontento ante mi presencia: saben por qué vengo—. ¿Interrumpo?— Sinceramente —interviene Bruno, algo brusco—, sí. Estamos en medio de algo importante…— Pues, siéntete en libertad de hablar, Bruno —
Capítulo treceHora de la función11 de marzo de 2018Para ser un domingo, el día está resultando ser bastante ajetreado. Mañana se dará a conocer el resultado de las elecciones. Todos se encuentran ultimando los detalles para la fiesta del yate.— Recuérdame otra vez, por qué vas.— Porque me da la gana —respondo mosqueada.Mis hermanos pequeños aún se muestran reticentes ante mi decisión de asistir a la recepción. Me costó convencer a la familia, pero lo logré. Con Luciano la historia es totalmente diferente. Ha decidido hacer votos de silencio en mi presencia.— Estaré bien, Enzo —reitero—. Sé cuidarme.— Lo sé. He sido testigo, ¿recuerdas? —Quisiera no hacerlo. La noche que Carlo murió fue de las peores de mi vida—. Tienes que decirme quién y dónde aprendiste a hacerlo.— Si te dijese —advierto—, tendría que matarte.Mi intento de broma logra su cometido: ambos reímos.— Tu puntería es perfecta —comenta—. Me encantar