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──────⊰·☆·⊱──────Había sido un fin de semana memorable, Morgana sentía que estaba flotando entre las nubes. Tenía en las manos su segunda taza de café. La cual bebía a sorbos, mientras hablaba con Arthur por teléfono, Al mismo tiempo que sonreía como una adolescente, por tener el bonito gesto de invitarla a almorzar con personas cercanas a él.«¡¿Quiénes serán?!», se tensó al cuestionarse, pero luego se le vino a la mente el hombre que había estado con Arthur la noche que se conocieron y se relajó un poco. Aunque solo había compartido con él esa noche, sabía que era buena persona, y sobre todo de trato sencillo. —Deberías ver la cara de tonta que tienes en un espejo —la voz de Joe la sacó de sus pensamientos, echando a perder el momento.—¿Qué es lo que quieres ahora? —preguntó Morgana sin mirarlo, dejando su taza de café a un lado, y girando en su silla. Dándole la espalda para retomar lo que estaba haciendo en el computador.—Estás cometiendo un error al relacionarte con Graham, es
──────⊰·☆·⊱──────Morgana respiró profundo, y caminó hasta donde se encontraba Arthur esperándola. Se notaba tenso, y por supuesto tenía el porqué estarlo. Cuando él notó su rostro pálido, y se dio cuenta de que Jennifer venía detrás de ella con la sonrisa triunfante, supo de manera inmediata que pasaba algo y masculló una maldición.—¿Te encuentras bien? —preguntó de inmediato.—Sí, está todo bien —Morgana mintió.Le dio una mueca de sonrisa, pero en ese instante se les acercó, Jennifer la vio tragar grueso, y más cuando esta le puso las manos en los hombros.—Por supuesto que todo está bien —le guiñó un ojo— ¿Por quién me tomas? —sonrió de una manera cínica—. Solo le di a entender a tu nueva chica, que si quiere permanecer a tu lado, tiene que ser capaz de manejar tu apetito sexual. También si estaba enterada de que no eres fiel, ya que no estoy dispuesta a renunciar a nuestros encuentros, ni por ella ni por nadie. Después de soltar aquello, les dio de nuevo a ambos su mejor sonri
──────⊰·☆·⊱──────Tal vez Arthur tenía razón, respiró de manera profunda. Lo miró detalladamente, cuando él se sentó a la orilla de la cama. Estrechó los ojos, una emoción más fue añadida a las miles que sentía en ese momento. Sintió posesividad, algo muy poco común en ella. —Si vamos a hacer esto, entonces tenemos que hacerlo bien —le dijo a Arthur con voz determinada. Lo miró batiendo las pestañas, una provocativa invitación silenciosa utilizada desde hacía varios siglos, cuando una mujer deseaba a un hombre.—¿Te me estás insinuando? —inquirió Arthur con tono burlón. Era mejor aquella broma, que tomarla por la cintura de golpe y ponerla de una vez debajo de él. Ante aquella idea, tuvo que apretar los dientes. Ya que sintió como virilidad, se endurecía dentro de aquellos pantalones que, aunque eran hechos a la medida, faltaban pocos segundos para que se hiciera notoria su excitación en el instante en que Morgana comenzó a desvestirse lentamente. Aquella diminuta mujer, era capaz
──────⊰·☆·⊱────── Arthur dio un grito de posesión masculina que no supo de donde había salido. Sin embargo; continuó acariciándola sin piedad, hasta notar que las piernas a su alrededor se había vuelto gelatina. Se detuvo en seco, pero sin retirar todavía las manos de su sexo. —Voltéate —le ordenó con voz ronca por el deseo.Morgana, que estaba necesitada por más de sus caricias, no dudo ni un segundo en hacer lo que le pedía. A quedar sobre sus manos y rodillas, ronroneo como una gatita al sentir los labios suaves de Arthur en la espalda. No sintió vergüenza alguna, cuando sus jugos femeninos se deslizaron por sus muslos como riachuelos. Al contrario; sintió anticipación cuando Arthur comenzó de nuevo a acariciarla. Pero esa vez fue completamente diferente. Introdujo dos dedos dentro de su sexo, y con la mano libre azotó uno de los globos de su trasero haciéndola dar un salto. Al mismo tiempo; que emitía un gritico de sorpresa. Pensaba decir algo, acerca de aquel azote. Pero cuan
──────⊰·☆·⊱──────Al día siguiente el humor de Arthur era insoportable, cada vez que miraba de reojo a Morgana recordaba las palabras que le había dicho Jennifer. Estaba dispuesta a no financiar su proyecto si no terminaba su relación con la mujer que lo había hecho sentirse vivo de nuevo. Ella no tenía derecho a tal cosa, a manipularlo de aquella forma tan ruin. Jennifer sabía que aquel proyecto, era su reivindicación en el mercado de la construcción y bienes raíces. Así como un sueño que había deseado realizar desde hacía mucho tiempo. Le dio con el puño un golpe secó, a la mesa en donde se encontraba en ese momento. Luego de decir una maldición entre dientes.—¿Te sucede algo? —quiso saber Morgana, mientras tomaba un café en un local cerca de la oficina en donde estaban desayunando. Puesto que se habían despertado muy temprano, después de una ducha en pareja, y hacer el amor de nuevo. Arthur la había acompañado hasta su apartamento para cambiarse de ropa y llevarla a trabajar. —
──────⊰·☆·⊱──────Aunque su día de trabajo estaba muy ajetreado, y como siempre ni siquiera tuvo tiempo de almorzar. Decidió hacer una pausa de treinta minutos, para comerse una barra de chocolate y enviarle un par de mensajes de texto a Arthur, quien le había respondido con emoticones. Pensó que se debía a que le había comentado que también tenía mucho trabajo pendiente. En ese momento se encontraba con la vista fija en su escritorio, y una gran taza de café. Le estaba dando los toques finales a los bocetos de la campaña publicitaria relámpago que le habían solicitado. Frunció el ceño recordando la reunión en la mañana, y por la acción repentina del señor Raymond Harper, el antiguo dueño de la agencia. Morgana sabía que la empresa no estaba pasando por sus mejores momentos, pero todo el equipo se había esforzado en conseguir contratos a largo plazo. Algo que estaba segura de que mantendría la nómina por cinco años más. El señor Harper había anunciado al personal, que había vendido
──────⊰·☆·⊱──────Arthur se encontraba mirando la ciudad por el ventanal de su oficina, mientras tenía en una mano el quinto cigarro del día —y no eran las diez de la mañana— en la otra una taza caliente de café. Era su último día de la semana laboral, y se sentía fatal. Habían pasado tres semanas que no sabía absolutamente nada de Morgana, tuvo que alejarse de ella para protegerla. Los primeros días fueron los peores, los mensajes de que tenían que hablar, luego que estaba preocupada por él, y en el último deseaba que estuviera bien. Jennifer se había salido con la suya, le había enviado un mensaje anexando el documento de propiedad en donde le decía que era la dueña de la empresa en donde trabajaba Morgana. Ese fue un golpe bajo, que lo hizo abrir los ojos de una vez por todas. «¿De verdad estuve enamorado alguna vez de esa mujer?»«¿Cómo fui tan estúpido de caer en su telaraña?»«Realmente, tiene que buscar ayuda profesional, porque ya esto es obsesión».Se cuestionó, mientras pas
──────⊰·☆·⊱──────Morgana estaba en su sofá, comiendo una taza de cereal. Mientras revisaba en su teléfono celular las redes sociales. De pronto, sintió un mal sabor al leer en un post completamente amarillista:“Arthur Graham, ¿culpable o inocente?” El joven empresario que ha sido nombrado como uno de los solteros más codiciados de Miami durante los últimos años. Está relacionado en un caso de lavado de dinero y malversación de fondos.¿Tú qué opinas? Debajo de aquel artículo, que publicaba su foto de como lo trasladaban a la cárcel, hizo que su corazón doliera por él. Aunque la duda también creció en ella, luego sacudió la cabeza para sacar fuera esos pensamientos. Sabía que Arthur era un mujeriego, y que se había aprovechado de su buen físico para lograr tener éxito en ciertas cosas. No lo estaba justificando, pero acaso no lo hacían algunas mujeres. Conocía a unas cuantas que lo habían hecho. De manera inmediata marcó el número telefónico de Lorena, del cual ella no sabía nada d